El viento los envolvía con su aliento helado.
Allí, en la cumbre del mundo, sobre las ajetreadas y tristes vidas que discurrían sobre el negro asfalto como hormigas mortecinas, el calor de los cuerpos fusionados desafiaba a la crudeza de las ráfagas ventosas que amenazaban con arrojar aquel fuego al abismo.
Pero aquella llama era fuerte y crepitaba indiferente contra el viento.
Cómo habían llegado allí, no importaba. Cuánto tiempo seguirían desafiando a la propia muerte, tampoco. En ese momento nada del pasado ni el futuro tenía alguna importancia, ni siquiera sus propios nombres. La presencia del otro era lo único en lo que debían pensar, pues sabían que cuando el tiempo se va nunca regresa, y no hay que desperdiciarlo recordando cosas vanas o pensando en algo que todavía no ha pasado.
El mero hecho de estar allí era un regalo. Los cuerpos fundidos en un cálido abrazo y las mentes unidas por un solo pensamiento de pasión, capaz de nublar al resto. El aliento ardiente del otro bajando por sus gargantas y el tacto húmedo de los labios sobre sus bocas. El sabor del otro como alimento, sólo el amor como sustento.
Nunca podrían caer. El abismo se abría a su lado, pero daba igual. Cualquiera de aquellas tristes hormigas que caminaba pesarosa abajo en las calles habría podido precipitarse y morir. Pero ellos no. Ellos no eran como aquellos pobres insectos inseguros, pues mientras estuviesen juntos serían libres como pájaros cuyas alas de fuego y pasión elevan sobre todo hasta que el mundo es insignificante y pierde importancia.
Por eso no tenían miedo a aquel abismo. No eran hormigas corrientes, eran pájaros y los pájaros no caen. Vuelan.
Ángel Abadía, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Amor, eso es lo que sentían en ese momento, no querían soltarse, los dos se amaban, al borde del abismo, solo estaban los dos, uno frente al otro. La atracción era tan fuerte que ninguno pudo resistirse a aquel abrazo, a sentir el cuerpo del otro, piel con piel, alma con alma. No pueden alejarse uno del otro, y terminan esa mañana a la luz del sol con un apasionado beso, en un segundo sus labios borraron el abismo que les separaba de la realidad. El resto del mundo no importaba, les daba igual lo que pasase alrededor, los coches pasando, los ruidos de la ciudad... Aquello era secundario, ya no importaba, solo importaban ellos y el amor que sentían el uno por el otro. No había antes ni después, solo les importaba el presente, sentir la respiración del otro, el ruido de los latidos del corazón, sentir los labios del otro sumergiéndose en un beso intenso y apasionado del que no podían escapar como si se les fuera la vida en ello.
Lucía Abenia, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Noticiario: Se encuentran 2 esqueletos abrazados en una azotea.
Un 15 de agosto del año 2050, por la mañana, una pareja de enamorados subió a la azotea de su edificio para tender la ropa. Sin darse cuenta se quedaron encerrados sabiendo lo que eso suponía, si no conseguían salir de allí antes de las tres de la tarde morirían vaporizados por las altas temperaturas, debido a la desaparición de la capa de ozono. Las temperaturas en agosto a las tres de la tarde podían llegar a ser superiores a 60 grados. Lo intentaron todo, gritaron, golpearon objetos, para haber si les escuchaba alguien, pero desgraciadamente nadie los escuchó. Se acercaban las doce del mediodía y las temperaturas rondaban los cincuenta grados, estaban débiles, sedientos y sin nada que poder beber, la cosa no pintaba bien y ellos lo sabían. LLegaron las dos y media y su cuerpo ya deshidratado por completo era incapaz de moverse. Los enamorados dispuestos a intentar de nuevo captar la atención de alguien hicieron ruido pero desgraciadamente para ellos nadie lo escuchó, obviamente la gente a esas horas estaba encerrada en su casa para protegerse de esas temperaturas. Los enamorados sabían que era su fin y con sus últimas fuerzas se abrazaron y dieron su último beso mientras las altas temperaturas evaporaban rápidamente sus cuerpos.
JAvier Álvarez, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Después de todas estas semanas volvemos a estar juntos. Me rodeas con tus brazos y me besas como solías hacer antes; ni una pandemia mundial logra debilitar nuestra conexión. Ahora toca alimentar el amor a escondidas, en lo alto del edificio, mientras incumplimos las normas.
María Arboniés, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Todo comenzó con el enfrentamiento de estos dos adolescentes en 4º de la ESO. Los dos parecían frustrados y enfadados el uno con el otro, debido a los insultos que volaban por el aire y que tenían como destino los oídos de su compañero. El resto de alumnos divisaba aquel panorama, pero en el fondo sabían que esos dos personajes, que en ese momento parecían tan violentos, sentían ciertos sentimientos el uno por el otro. Les brillaban los ojos cuando se miraban, frecuentemente se dirigían alguna sonrisa que otra..., en definitiva, todos esos detalles que hacen que el resto nos demos cuenta de esos sentimientos tan profundos.
Los días de instituto transcurrían y la relación se iba afianzando; hasta que llegó el momento esperado.
Eran las seis de la tarde, un vapor caliente ascendía de la calzada, pero a pesar de eso, dos figuras paseaban por la calle agarradas de la mano dirigiéndose a un banco donde sentarse. Charlaron un rato pero apareció ese momento de silencio tan incómodo, cuando no se tiene nada que decir, que aprovecharon para aproximar sus rostros cada vez más y besarse.
Ese primer beso fue interminable, donde parecía que estaban solos en el mundo y que nada más a su alrededor existía. El tiempo transcurría y la pareja seguía charlando hasta que se levantaron, se despidieron y cada uno se dirigió en un sentido diferente.
Estas quedadas tan sentimentales se convirtieron en costumbre, pues cada tarde, sin permiso de los padres, quedaban y realizaban esas actividades de pareja adolescente.
Pasaron varios años y los adolescentes ya no eran tan adolescentes, pero estaban más enamorados que nunca, les daba igual lo que pasase o lo que pudiera pasar alrededor de ellos, solamente tenían la visión centrada en el uno y en el otro.
Se besaban con ansia y se mostraban cariño como nunca antes se había visto, pero la situación familiar y de trabajo últimamente les interrumpía gran parte de su tiempo. Los dos se sentían muy tristes y vacíos al no poder pasar esos momentos tan especiales juntos, hasta que tuvieron un pequeño rato libre los dos y se pudieron escapar una horas para estar juntos. Decidieron subirse a la azotea del edificio más grande de la ciudad y tumbarse juntos en la orilla del precipicio; allí mantuvieron una conversación un tanto seria donde decidieron que nada ni nadie les interrumpiría más. Juntos dominarían el mundo.
Andrea Cubel, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Y yo que pensaba que esto jamás me pasaría a mí, pero la miro y siento que es ella. Aunque no seamos dos personas destinadas a estar juntos, no me imagino con otra que no sea ella. Puede que estemos locos, de hecho no sé que estamos haciendo en esta repisa. En realidad sí, lo sé muy bien. Se está muriendo, el amor de mi vida se está muriendo, y yo no quiero una vida sin ella. Verla sufrir me mata. Así que este es nuestro último beso, el beso más bonito de toda mi vida. 21 segundos, y 21 pisos hacia el vacío, vacío que nos va a sacar de la oscuridad, camino al amor eterno.
Irene Dobato, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
El amor es el fruto de la pasión y deseo, que ellos muestran. Las curvas que la vida nos da acaban superándose, con el apoyo y la ayuda de la persona que te acompaña tu día a día. Si uno cae, el otro también.Quiere a la persona que te acompaña hasta en los momentos más difíciles.
Ana Eroles, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Abrazados cayeron desde la azotea, fueron a parar a la cornisa, fue un milagro, ni una herida. Continuaron con su amor, hasta que esta vez...
Raúl Guillamón, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Atrévete a escribir, igual que ellos se atrevieron a dar el mejor e incluso el último de sus besos. Ese que estaba tan cerca de la vida y de la muerte. Pero es que juntos eran fuertes y estaban seguros, en cambio, separados única y exclusivamente los esperaba la muerte. Por eso eligieron este lugar, donde nadie les podría molestar. Aquí simplemente dependían el uno del otro dando su confianza plena y dejándose llevar. El final ya te lo puedes imaginar.
Lucía Lapuerta, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Enamorados, ¿quién no se ha enamorado? Sentir el miedo de perderlo todo y a la vez la necesidad de inhalar todos los momentos al lado de esa persona, como si de oxígeno se tratase
¿Quién no se ha enamorado del miedo a que todo se esfume, del miedo a que un día las lágrimas de las frías noches, sean por esa persona tan especial, de su sonrisa, de sus imperfecciones, de sus errores y sus aciertos, de los días porque todos te recuerdan a esa persona...? Cuando estamos enamorados, nos enamoramos más de la vida, del límite de sentir lo más bonito que el mundo conoce. ¿Quién no se ha enamorado de lo imposible? ¿Quién no se ha enamorado de lo complicado? ¿Quién no se ha enamorado...? Yo me enamoré de la historia de amor de unos recuerdos sin presente, pero con un pasado especialmente presente. Yo me enamoré de mis lágrimas por aquel chico. Yo me enamoré de sus errores más que de sus aciertos. Yo me enamoré de un suspiro de felicidad provocado por él… me enamoré de cómo sonreía al escucharme hablar y de cómo sonreía al hablar de mí. Yo me enamoré de una noche a su lado, de la historia de amor de unos recuerdos sin presente, pero con un pasado especialmente presente...
María Martín, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
La historia se quedó a medias. Llegó el confinamiento y todo se detuvo. No tenían sus números de teléfono, ni tampoco conocían los perfiles que cada uno tenía en las redes sociales. No había manera de mantener el contacto.
Por fin llegó el final de la ‘‘cuarentena’’ y tras 50 días sin verse, por casualidad coincidieron mientras ella daba el primer paseo. Él desde su terraza vió a la chica con la que en alguna fiesta había coincidido y le había llamado la atención. Ella también se percató de su presencia y sus miradas se cruzaron. Fue un momento confuso y muy breve, que no desencadenó en nada. Ella había estado dándole vueltas al tema durante todo el confinamiento, aunque fue en diciembre cuando por primera vez vió a este chico tan diferente a los demás y desde entonces rondaba en su cabeza. Él también supo de la existencia de la joven chica esa misma noche, pues un despiste de ella hizo que tuviera que disculparse con él.
En la última fiesta antes de que la pandemia llegará, también coincidieron y el acercamiento entre ambos fue lo más especial. Un simple abrazo que él le dio fue lo que despertó en ella un descomunal interés que hasta ahora existía. En la cabeza de la chica rondaban demasiadas posibilidades por las que se produjo ese abrazo, así como el resto de acercamientos que habían existido hasta entonces, pero la diferencia de edad que existía entre ambos era lo que le hacía pensar que todo ello fuera simplemente por educación y no por interés en conocerla.
El segundo día que lo vio tras el confinamiento ambos se miraron, él no paraba de comprobar que ella siguiera en el lugar en el que habían coincidido y ella lo miraba para verificar que el chico se había dado cuenta de que estaba allí.
Esa noche soñó como en la terraza de la casa de él, sus dudas se aclararon y comenzaba su primera relación amorosa con el chico que despertó en ella un interés que hacia mucho tiempo que nadie le había hecho sentir.
Paula Martín, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Uno de los lugares más curiosos para ser infiel y que no te pillen. O sí.
Ojalá no caiga en su trampa...
Lucía Olmos, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Dos meses de confinamiento, la ansiedad, la pena, la crisis y la pandemia se habían esfumado. Solo ellos dos, pero esta vez no mantendrían la distancia social.
Paula Rica, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Nuestros cuerpos fundidos en uno, que si tu caes,caigo contigo.
Si caemos no tocamos suelo, volamos hasta el cielo.
Iván Rivera, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Era tan grande el amor que sentían que ignoraron el mundo que les rodeaba. Olvidaron los miedos, los errores y se amaron sin condiciones, arriesgaron todo y llegaron al límite por ese sentimiento que ambos sentían. Lo peor de todo es que olvidaron que su amor no los mantendría con los pies en la tierra, se encontraban sobre un gran precipicio y el fallo de uno de ellos terminaría destrozándolos.
Saray Rodríguez, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.
Cuarenta días sin verse han desencadenado este bonito momento de pasión. Sin embargo, durante este periodo, los mensajes de texto de ambos móviles se llenaban de corazones y de falsos te quiero por parte del chico.
Ella no sabe que no es la única. Vive en una falsa historia en la que cree que ha encontrado al amor de su vida. Su ingenuidad y su alegría no le han permitido darse cuenta de que lleva el cinturón completamente desabrochado. ¿Qué reacción podría tener si lo descubriera?
En fin, ni se le pasa por la cabeza. Se limita a disfrutar del momento que tantas veces ha imaginado en su cabeza. De repente, una llamada entrante interrumpe el momento. Minutos después, Elena impacta contra el suelo, en una caída terrible, mortal.
El móvil se iluminó mostrando “aahermano”. Después de dar muchos rodeos, sus últimas palabras fueron “Elena, se que puede que jamás me perdones, pero si no te lo digo reviento. LLevo dos años teniendo encuentros clandestinos con tu novio y te aseguro que hoy ha sido el último. Desde el primer día me arrepentí, pero hasta ahora no me he llenado de valor para decírtelo. Lo siento”.
María Subías, 1º Bachillerato A, IES Benjamín Jarnés.