Los ríos y acuíferos del Valle del Guadalhorce, y en concreto, el acuífero de Sierras Blancas y Mijas y los ríos Grande, Pereilas y Fahalas que atraviesan Coín, municipio perteneciente al Valle del Guadalhorce y a la provincia de Málaga, y que nutren al río Guadalhorce, contándose entre sus principales afluentes, se encuentran sometidos a excesivas presiones y alarmantes amenazas debido a la excesiva y mal gestionada explotación de actividades económicas con alto impacto negativo en estos ríos y acuíferos. Entre estas actividades encontramos desde las tradicionales actividades agropecuarias que han evolucionado hacia formas intensivas más rentables económicamente pero menos sostenibles medioambientalmente y también la ampliación progresiva de la actividad de las canteras dolomíticas de la zona. En este sentido, debemos destacar como principales causas-consecuencias las siguientes:
La inversión especulativa en cultivos intensivos de especies tropicales como el aguacate ha supuesto un inmenso aumento en las necesidades de riego, fomentando así la perforación de pozos y captaciones de agua del cauce de los ríos, lo que merma su caudal y provoca a su vez un aumento de las zonas y tiempos que quedan totalmente secos durante el periodo estival, con el consecuente impacto para las especies que habitan estas zonas.
El crecimiento descontrolado de la población y la explotación sin límites de los recursos naturales han puesto en peligro las aguas del valle y la vida que estas sostienen. Enormes canteras crecen, año tras año, minando la capacidad de recarga de los acuíferos, modificando los cauces de los ríos y destruyendo la vegetación que retiene las aguas de las lluvias torrenciales
Las aguas residuales, de la creciente población de los pueblos del valle, ha sido vertida a los ríos, durante décadas, sin ningún tipo de depuración y cuando ha comenzado a depurarse, ha sido llevándose esas aguas kilómetros río abajo con la consecuente pérdida de caudal. Además, la extracción de agua para abastecer a los pueblos, ha puesto al límite la capacidad de recuperación de los acuíferos, ya de por sí amenazados por las extracciones mineras, la contaminación por abonos y pesticidas y las perforaciones de pozos.
Por otra parte, el aumento del consumo de agua por la creciente población de los municipios del valle del Guadalhorce y la depuración mancomunada de las aguas residuales de varios de estos municipios en la nueva Depuradora del Bajo Guadalhorce han contribuido a reducir los caudales de estos ríos aumentando así su vulnerabilidad frente a las presiones y amenazas antes mencionadas. A esto hay que sumarle los imprevisibles impactos que el Cambio Climático puede producir sobre los ríos y acuíferos de esta región que hace indispensable que nos planteemos medidas de cara a la mitigación de estos impactos.
Por último, recientemente ha surgido una nueva amenaza para los ríos del Valle del Guadalhorce, el proyecto de una Megaplanta solar fotovoltaica que se acompaña de la construcción de una balsa de 5.000 m3 al lado de Río Grande, uno de los afluentes más importantes del Valle del Guadalhorce, cuyo caudal se verá mermado afectando al propio río y al suministro de agua de los vecinos y vecinas. Además, esta actividad, al estar considerada como “Productor de Residuos Tóxicos”, presenta un grave peligro para las aguas superficiales y subterráneas debido al riesgo de contaminación por el derrame de aceites y/o lubricantes (Valle Natural Río Grande).