¿El coronavirus fue creado en laboratorio?

23 de abril del 2020

Mucho se ha venido repitiendo que el coronavirus que mantiene en vilo la salud de la humanidad (nombrado por los científicos como “SARS-CoV-2”) ha sido creado artificialmente en un laboratorio y que, además, ha sido suplementado con genes de otro virus (VIH) y hasta con genes de la bacteria causante de la tuberculosis. En las, ya suspendidas, cadenas de WhatsApp que nos llegaban así lo aseguraban. Incluso en afirmaciones más osadas se mencionaba que todo es parte de una conspiración, una guerra biológica entre los países que disputan por ser potencia económica (hasta le ponen nombre al tirano). Vamos por partes para aclarar el panorama, pues es primordial averiguar información fidedigna de fuentes serias y confiables antes de compartirlas y así mitigar el tráfico de contenido falso que lo único que logra es alterar el orden y serenidad de las personas, que es lo que menos necesitamos por estos días.

La primera pregunta que deberíamos responder para empezar es ¿qué es un coronavirus? Cuando hablamos de un virus nos estamos refiriendo, realmente, a algo en extremo pequeño. Es tan pequeño que no tiene las estructuras necesarias para considerarse un ser vivo. En este momento usted se debe estar preguntando ¿el coronavirus no tiene vida? ¿Cómo, si no tiene vida, es que nos está atacando a nivel mundial? Recordemos un poco de biología básica, para que un organismo sea considerado un ser vivo debe estar compuesto al menos por una célula y esta debe “funcionar”, por ejemplo, para transformar sus alimentos en energía (a esto se le llama metabolismo). Las células son como las fábricas en la vida real, tienen un flujo de trabajo establecido a partir de un “código”, en ese flujo se utilizan insumos para obtener productos y cuando llega el momento apropiado la fábrica utiliza algunos de sus recursos para crecer. Se entiende que las fábricas (como unos conjuntos organizados de personas y activos) tienen autonomía, pues toman sus propias decisiones en base al código, a sus recursos y al mercado. Es exactamente igual con las células, ellas tienen autonomía, es decir toman decisiones a partir de su código (ADN), de sus recursos (estructuras y nutrientes) y del mercado (su ambiente). Imaginemos que un día llega a la fábrica un nuevo gerente, quien en realidad es un estafador. Él consigue modificar el flujo de trabajo de la fábrica para contratar a toda su familia sin que tengan ninguna especialidad. El nuevo flujo de trabajo es insostenible por la fábrica al punto de que se va a la quiebra, pues ella estuvo gastando sus recursos en pagarle un sueldo a todos los miembros la familia del gerente en lugar de producir. Aquí podemos notar que el nuevo gerente, por sí solo, no originaba sus propios recursos ni tenía dinero para pagarles a todos sus familiares, es decir, el gerente no tenía autonomía, pero sí tenía “información” para modificar el flujo de trabajo, él solo necesitaba de la fábrica para poder beneficiarse. Los virus son como este gerente estafador, no tienen las estructuras de una célula, pero sí la “información” para modificar el flujo de trabajo de estas a tal punto que empleen sus recursos para fabricar muchas copias del virus. Dicha información es el código genético del virus.

Los coronavirus son virus muy particulares, en las fotografías científicas se distinguen como una estructura circular (diámetro aproximado de 100 nm) de la cual salen pequeñas prolongaciones con forma de diminutas espigas en todo su contorno, de tal manera que cada virus aparenta ser una pequeña corona (Figura 1). Estas prolongaciones son proteínas características de esta familia de virus, reciben el nombre de proteína “Spike” y su función es asegurar el ingreso del virus a la célula. En la analogía anterior no nos preguntamos cómo hizo ese gerente estafador para ingresar a la fábrica, antes bien, la respuesta es simple, a través de su CV. Para ocupar el puesto de gerente, la fábrica exige requisitos específicos. El CV de ese gerente encajaba con todos esos requisitos, como una llave encaja en su cerradura (Figura 2).

Figura 1. Fotografía por microscopía electrónica de SARS-CoV-2, nuevo coronavirus, causante de la enfermedad COVID-19. La flecha roja señala a la proteína “Spike”.
Fuente: IVDC, China CDC HANDOUT / EFE. Tomado de: La vanguardia (2020).
Figura 2. Esquema de infección del SARS-CoV-2. Se detalla el ingreso de un virus (gerente estafador) a una célula humana (fábrica) a través del encaje entre proteína Spike (CV del gerente) y receptor ACE2 de la célula humana (requisitos para el cargo de gerente en la fábrica). El virus modifica el flujo de trabajo con su código genético (código normativo propio del gerente estafador), ello provoca que la célula empiece a producir copias del virus (la fábrica destina recursos para pagarle a los familiares del gerente estafador).
Fuente: Shereen y colaboradores (2020).

Es sabido que los distintos tipos de coronavirus se alojan naturalmente en los murciélagos, en un equilibrio perfecto en donde pueden infectar a estos animales sin causarles enfermedades. Varios estudios científicos han postulado que la coexistencia de estos coronavirus en simultáneo en la naturaleza permitiría un proceso llamado “recombinación genética”, ello quiere decir que estos virus pueden intercambiar entre sí su información (genética) de tal forma que puede originarse un nuevo virus de manera natural y, que a su vez, pueda tener la capacidad de encontrar una nueva especie animal a la cual infectar. Esta es la explicación oficial del origen del nuevo coronavirus (también llamado SARS-CoV-2) causante de la enfermedad COVID-19. Pero esto no refuta por completo la hipótesis de que este coronavirus haya sido creado en un laboratorio con fines “bio-terroristas”.

En realidad, sí es posible crear un virus en un laboratorio, pero se necesitan genes completos de distintos organismos para crearlo. Un gen completo es la unidad de información necesaria para obtener una proteína. En nuestro anterior ejemplo sería la parte del código de trabajo que es necesaria únicamente para obtener un producto de la fábrica. El asunto viene aquí, si utilizamos genes completos de otros organismos para crear un nuevo virus, estos serán fácilmente identificados, incluso podríamos identificar qué genes se utilizaron y de qué organismos provienen. Por otro lado, no olvidemos lo descrito en el párrafo anterior “naturalmente se pueden generar nuevos virus a través de la recombinación genética”. Entonces ¿cómo sabremos si un virus se originó en laboratorio o si es natural? Para ello se recurre a la “similitud de la identidad genética”, es decir a la comparación del código de información del virus con respecto a otros organismos. Hay una razón para utilizar genes completos al momento de crear un nuevo virus, esta razón es la tecnología, actualmente es mucho más fácil extraer y colocar genes completos que hacer pequeños cambios dentro de un gen. Entonces si el nuevo coronavirus no tiene una gran similitud con otros virus de su familia, es muy probable que sí tenga un origen “sospechoso”, pero si este nuevo coronavirus tiene grandes similitudes con los otros coronavirus naturales entonces se considera que es de origen natural y que las diferencias puntuales son productos de la recombinación genética.

En un estudio reciente (2020) Andersen y sus colaboradores exhiben que el coronavirus de un animal llamado pangolín (un pequeño mamífero que tiene escamas) posee una gran similitud con el SARS-CoV-2, pues sus proteínas Spike son casi idénticas. También encontraron que el SARS-CoV-2 posee una identidad genómica del 96,2% de similitud con el coronavirus relacionado a murciélago (RaTG13). Volvamos otra vez al ejemplo de la fábrica y del gerente estafador, dijimos que el gerente estafador logró ingresar a la fábrica porque tiene un CV específico que concuerda con los requisitos para el puesto que da la fábrica. Esos requisitos son una analogía de lo que para las células serían los “receptores”. En el caso de la célula humana los receptores a los que el SARS-CoV-2 se une a través de su proteína Spike se llaman “enzima convertidora de angiotensina II” (ACE2). Resulta que este receptor ya había sido utilizado anteriormente por otro coronavirus para causar infecciones humanas (el SARS-CoV en el 2002). Aunque la ruta específica de transmisión de este virus desde su reservorio natural (murciélagos y pangolines) hacia los humanos aún no está completamente dilucidada, estos avances científicos ya van mostrando claramente que no estamos frente a un virus creado en un laboratorio, sino más bien que la tendencia a la recombinación y las altas tasas de mutación del SARS-CoV-2 pueden permitirle adaptarse a nuevos animales, de tal manera que se ha modificado y optimizado para unirse a los receptores de células humanas (ACE2), producto de evolución por selección natural (Figura 3).

Figura 3. En esta imagen se presenta la comparación del gen de la proteína Spike de cinco coronavirus de origen natural y el SARS-CoV-2. Se puede identificar que no existen muchas diferencias entre estos virus, sobre todo, se encuentran altas similitudes entre las secuencias del coronavirus de murciélago (RaTG13), el coronavirus de Pangolín y el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2). También se puede observar que existe una secuencia exclusiva del SARS-CoV-2 (llamada “sitio de escisión polibásica”). Estas diferencias puntuales para la región que codifica a la proteína Spike aseguran que solo pudieron ser producto de mutaciones naturales.
Fuente: Andersen y colaboradores (2020).

¿Al ser un virus de origen natural, va ser algo pasajero? Estamos ante una oportunidad en la que debemos aprender a considerar al ambiente como un factor muy importante para todas nuestras actividades. Los ecosistemas cambian constantemente y no somos los únicos seres sobre el planeta, comprender que el nuevo coronavirus ha dado, de forma natural, saltos de especie (de murciélago o pangolín a humano) nos ayudará a evitar nuevas transmisiones similares o a saber cómo actuar frente a estas. Por ejemplo, si el SARS-CoV-2 se adaptara en otra especie animal ahora mismo, existe el riesgo de futuros eventos de reaparición.

En el 2007 (hace más de 12 años) una publicación de Cheng y colaboradores ya daba alerta sobre la posibilidad de que la humanidad se enfrente a una infección reemergente por coronavirus, justamente por lo que se ha explicado, porque son altamente propensos a sufrir mutaciones genéticas naturales. Si a estas referencias se le diera la importancia que merece, probablemente no estuviéramos lamentando más de catorce mil muertes en el mundo por COVID-19, porque se hubiera contado con el tiempo suficiente para ganar ventaja en investigaciones referentes al desarrollo de la ahora tan ansiada vacuna. En cambio ¿cuál es la situación actual de las vacunas en desarrollo? El Proyecto del panorama de las vacunas candidatas para COVID-19 de la OMS muestra que existen 3 vacunas candidatas en evaluación clínica, es decir, que están siendo probadas en humanos, y 67 vacunas candidatas en evaluación preclínica, esto es, que se encuentran en la fase en la cual son probadas en células o tejidos, no en humanos. Según el Dr. Anthony Fauci, Director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los EEUU, la vacuna más promisoria aún tardará entre un año y 18 meses en estar lista. Cabe señalar que varios expertos han declarado que la estimación de Fauci es bastante optimista. Entonces, aprendamos la lección y que se entienda de una vez que el país debe invertir en investigación y desarrollo de ciencia y tecnología.

El SARS-CoV-2 no va a extinguir a la humanidad, ni mucho menos, pero todos tenemos a alguien muy querido para quien sí puede resultar letal. Y, sépalo, ante esta contingencia mundial, la primera línea de defensa frente a la propagación del virus no es el personal médico, quienes vienen haciendo denodados esfuerzos por recuperar la salud de quienes ya se han contagiado, la primera de línea de defensa somos todos nosotros, de cada uno depende que los contagios cesen, quédese en casa. Parte fundamental de cuidarse a usted y a los suyos consiste en ser responsable hasta con las noticias que lee y comparte. Entonces cuídese y cuídelos, recuerde que puede trabajar toda la vida, pero la vida… de esa solo tiene una.

Autores


Blgo. Gustavo Calleja

Ingrid Alarcon, Tesista de Microbiología en UNMSM


Referencias

  1. ANDERSEN, Kristian G., et al. The proximal origin of SARS-CoV-2. Nature Medicine, 2020, p. 1-3. https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9.pdf


  1. SU, Shuo, et al. Epidemiology, genetic recombination, and pathogenesis of coronaviruses. Trends in microbiology, 2016, vol. 24, no 6, p. 490-502. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0966842X16000718


  1. CHENG, Vincent CC, et al. Severe acute respiratory syndrome coronavirus as an agent of emerging and reemerging infection. Clinical microbiology reviews, 2007, vol. 20, no 4, p. 660-694. https://cmr.asm.org/content/20/4/660.full


  1. FORSTER, Peter., et al. Phylogenetic network analysis of SARS-CoV-2 genomes. PNAS, 2020. https://doi.org/10.1073/pnas.2004999117


  1. Shereen, M. A., et al. COVID-19 infection: origin, transmission, and characteristics of human coronaviruses. Journal of Advanced Research. 2020. https://doi.org/10.1016/j.jare.2020.03.005