El encanto de lo sencillo.
Tu casa de pueblo en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila.
Nuestra casa, tu casa.
BlissHome es una casa rural con encanto situada en Villalba de la Lampreana, un pequeño pueblo en el corazón de Castilla y León, dentro de la Reserva Natural Lagunas de Villafáfila. Es un rincón pensado para quienes buscan alejarse del ritmo acelerado, disfrutar de la naturaleza y reconectar con lo esencial.
Después de muchos viajes, decidimos restaurar esta casa con cariño para compartir con otras personas la paz y la belleza sencilla que encontramos aquí. Hemos creado un espacio acogedor, tranquilo y auténtico, con dos habitaciones en la planta baja, un baño compartido y zonas comunes pensadas para el descanso: un salón-comedor con chimenea, perfecto para las tardes de invierno, y una terraza soleada ideal para disfrutar del aire libre.
Puedes venir solo, en pareja o en grupo (hasta cinco personas). Si reservas individualmente y no hay más huéspedes, disfrutarás del baño completo solo para ti.
Villalba es pequeño, pero guarda sorpresas encantadoras: el Palomar de Joselín, una estructura antigua y fotogénica que da la bienvenida al visitante; la Laguna Honda, perfecta para paseos tranquilos; y la iglesia del pueblo, con un retablo rococó del siglo XVI que nadie espera encontrar en un lugar tan discreto.
La casa está rodeada de campos, aves y silencio. Y aunque estamos por la casa, tendrás toda la privacidad que necesites. Si nos cruzamos, probablemente estemos regando las plantas, limpiando o tomando un café… y siempre dispuestos a ayudarte.
En BlissHome no hay prisa ni ruido, solo naturaleza, calidez y detalles pensados con amor para que te sientas como en casa.
¿Te animas a descubrirlo?
Descubre un Paraíso Natural.
Hay lugares donde el tiempo parece detenerse. Donde los campos infinitos y las lagunas silenciosas dibujan un paisaje que invita a la calma y la contemplación. Así es el entorno de las Lagunas de Villafáfila, un espacio abierto, sereno y lleno de vida, en plena Tierra de Campos.
Aquí, el cielo se hace enorme, las estaciones se notan en cada rincón, y la naturaleza se manifiesta con una fuerza tranquila pero poderosa. Miles de aves lo visitan cada año, convirtiendo este lugar en un punto de encuentro entre norte y sur, entre migraciones y permanencias, entre quietud y movimiento.
Las lagunas cambian con el paso del tiempo: a veces están llenas, otras casi secas; unas veces reflejan el cielo como un espejo, otras se tiñen de blanco con la sal. Pero siempre mantienen esa atmósfera mágica que atrapa al visitante.
Es un destino perfecto para perderse sin prisa, para sentarse a observar, para caminar sin más propósito que escuchar el viento y el canto de los pájaros. Existen senderos, miradores y pequeños pueblos que invitan a descubrir esta parte de Zamora sin artificios ni grandes gestos, pero con mucha autenticidad.
Aquí no hay multitudes. Solo espacio, luz, cielo y tierra. Y una sensación difícil de explicar que muchos se llevan dentro después de visitarlo.
Las Lagunas de Villafáfila no son solo un lugar para ver aves o paisajes. Son un territorio para reconectar con lo natural, para recuperar el silencio y para descubrir una de esas joyas escondidas que Castilla y León guarda con orgullo.
Ven, respeta, disfruta… déjate enamorar por el latido de la Tierra de Campos.
Un punto de partida para descubrir lo esencial
Castilla y León guarda secretos que no siempre aparecen en las guías. Paisajes que respiran historia, pueblos que susurran recuerdos, y espacios abiertos donde la naturaleza marca el ritmo. Desde nuestra casa, rodeada de cielos inmensos y silencio amable, te invitamos a explorar esa versión más auténtica y pausada del territorio.
Este no es un destino de prisas. Aquí se viene a mirar con calma, a perderse en carreteras secundarias y a encontrar belleza donde menos se espera: entre ruinas cubiertas de musgo, en el reflejo de una laguna o en una conversación con alguien del pueblo.
A pocos minutos, te esperan lugares que parecen olvidados y, sin embargo, dejan huella: un castillo en ruinas que aún impone con su presencia, un monasterio de piedra desnuda que huele a siglos, campos abiertos donde el horizonte parece no acabar nunca. Sin colas, sin ruidos, sin filtros.
Si prefieres moverte, hay rutas, vino, historia y paisaje. Puedes jugar al golf entre aves, pasear por callejuelas románicas, o brindar en una bodega centenaria. A media hora están Toro y Zamora; algo más allá, Salamanca, Valladolid o León, ciudades que combinan arte, sabor y carácter con una naturalidad admirable.
Y si lo tuyo es la naturaleza en estado puro, también la tienes cerca: acantilados que caen sobre el Duero, lagos de origen glaciar, bosques donde aún habita el lobo.
Desde BlissHome, cada día puede ser distinto. Puedes no hacer nada o hacerlo todo. Puedes descansar o descubrir. Lo importante no es lo que visites, sino cómo lo vivas.
Este es un refugio para quien busca algo más que un destino: una experiencia serena, sincera y llena de pequeños hallazgos.
Tu casa de pueblo no solo te espera… te acompaña.
Un Viaje de Sabores Tradicionales y Auténticos
En Zamora, la gastronomía no es solo cuestión de gusto: es cultura, memoria y territorio. Comer aquí es adentrarse en una forma de vida donde lo sencillo se vuelve extraordinario, y donde cada plato tiene algo que decir.
En esta tierra de campos, pastos y tradiciones, los sabores son intensos y auténticos. Las carnes tienen carácter, los quesos hablan del cuidado del ganado, y el pan huele a horno de pueblo. Se cocina como antes, sin prisa, con el saber heredado y ese punto de alma que solo da el tiempo.
El vino acompaña, siempre. Es parte del paisaje y del ritmo cotidiano. En la zona de Toro, las bodegas se mezclan con las viñas como si hubieran estado allí desde siempre. Un buen tinto, profundo y cálido, marida con cualquier conversación al sol o una comida larga junto al fuego.
Y si algo reconforta de verdad, son esos platos humildes que abrazan en los días fríos: una sopa caliente, unas patatas con pimentón, un guiso de los de cuchara y pan. Platos que no necesitan presentación porque ya forman parte del alma del lugar.
En los pueblos, el dulce tiene su espacio. Pequeños tesoros nacidos en obradores o conventos, con nombres que a veces solo conocen los de allí. Huelen a miel, a mantequilla, a historia. Se comen sin prisa, como todo en esta tierra.
Y si pasas por la capital o por alguna villa con ambiente, descubrirás que aquí también se sale de tapas. No hace falta un gran menú para disfrutar: basta una caña y un pequeño bocado lleno de sabor, preparado con mimo.
Zamora sabe a campo, a fuego lento, a manos que amasan y cocinan como lo hacían sus abuelos. Cada comida es una forma de conocerla un poco más.
Zamora en la Mesa: Más que Comida, una Pasión.