¿Alguna vez te has preguntado para qué sirve el silicio orgánico? Tal vez deberías plantearte para qué no sirve. Al fin y al cabo, es un micronutriente esencial para la vida cuyos beneficios son muy amplios. Previene diferentes enfermedades, retrasa el envejecimiento de la piel, el cabello y las uñas, y combate la celulitis, las estrías y las varices. Así mismo, refuerza huesos y articulaciones, y sus propiedades lo convierten en un complemento idóneo para deportistas.
¿Quieres conocer las bondades del silicio orgánico? ¡Continúa leyendo!
Vayamos al grano: ¿para qué sirve el silicio orgánico?
Muchos de los beneficios del silicio orgánico se deben a su capacidad para estimular la síntesis de colágeno y elastina. Favorece además el funcionamiento de fibroblastos y de queratinocitos, lo que en conjunto le convierte en un excelente agente antiaging.
Incrementa el brillo, firmeza y elasticidad de la piel, previniendo arrugas, flacidez, celulitis y estrías. También estimula la regeneración y cicatrización.
Aporta fuerza y vitalidad al cabello, evitando la caída del pelo.
Fortalece los dientes y las uñas.
Aumenta la densidad ósea, protegiendo frente a la osteoporosis.
Evita el deterioro de las articulaciones y las mantiene flexibles, impidiendo el desarrollo de enfermedades reumáticas y aliviando las molestias asociadas al deporte.
Fortalece la vasculatura de los vasos sanguíneos, disminuyendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares y la aparición de varices y arañas vasculares.
Presenta igualmente otras propiedades:
Hidrata intensamente.
Disminuye la seborrea del cuero cabelludo, reduciendo el pelo graso.
Posee efecto analgésico y antiinflamatorio. Muy útil, por ejemplo, para relajar músculos y articulaciones tras un ejercicio intenso.
Estimula la respuesta inmune.
Tiene cierto efecto antihipertensivo.
Actúa como antioxidante, protegiendo del envejecimiento prematuro de la piel y de enfermedades como el cáncer.
Impide la muerte celular, frenando el desarrollo de patologías neurológicas (entre otras).
Reduce la absorción intestinal de aluminio y aumenta su excreción en orina. Al ser neurotóxico, los efectos que tiene el aluminio en el cuerpo se relacionan con enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer.
Evita el déficit de vitamina D al participar en su síntesis.
Favorece la asimilación de calcio, magnesio y fósforo.
Reduce los niveles en sangre de glucosa, colesterol y triglicéridos.
Mejora la respuesta a la leptina, la hormona de la saciedad.
¿Qué pasa si me falta silicio orgánico?
Ya has visto para qué sirve el silicio orgánico y su implicación en la salud. Con los años disminuye en el organismo, por lo que si no lo compensas con la dieta y la suplementación tu bienestar se verá comprometido. Las consecuencias son:
Pérdida de elasticidad y firmeza de la piel que da lugar a flacidez, arrugas y un envejecimiento general.
Curación lenta de heridas y quemaduras.
Posibles picores y pequeños eccemas.
Cabello debilitado con caída de pelo.
Uñas quebradizas y dientes sensibles.
Huesos más débiles, habiendo mayor riesgo de osteoporosis y fracturas óseas.
Deterioro de articulaciones y mayor avance de enfermedades como artritis y artrosis.
Propensión a sufrir tendinitis, esguinces, roturas de fibra muscular, etc.
Mayor probabilidad de padecer patologías cardiovasculares y neurodegenerativas.
¿Cómo puedo tomar silicio orgánico?
La principal fuente de silicio orgánico es la alimentación. La UNED recomienda en su Guía de Alimentación y Salud un aporte diario de 35-45mg, mientras que el Comité de Expertos en Vitaminas y Minerales estima una ingesta máxima tolerable de 760mg/día.
Lo encontramos principalmente en:
Verduras de hoja verde (lechuga, espinacas…)
Cereales integrales (arroz, pasta, avena…)
Frutas (manzana, naranja, fresas, aguacate…)
Frutos secos (cacahuetes, anacardos, almendras…)
Hortalizas (zanahorias, cebollas…)
Legumbres (lentejas, garbanzos…)
Cerveza
Agua mineral
A pesar de que es fácil incorporarlo en la dieta, la cantidad de silicio que podemos asimilar es baja. Debido a ello, la suplementación es de gran ayuda para evitar carencias, especialmente a partir de los 35-40 años.