(121 Palabras)
En un valle de la sierra peruana vivía un pequeño colibrí llamado Inti. Aunque era diminuto, su vuelo era rápido y brillante. Un año, el valle sufrió una fuerte sequía: los ríos se secaron y las flores comenzaron a marchitarse.
Una noche, Inti escuchó la voz de la Pachamama, quien le pidió buscar una gota del manantial escondido para despertar la lluvia mágica. Sin dudarlo, el colibrí voló sobre montañas y vientos hasta encontrar el manantial. Con su pico tomó una gota cristalina y la llevó al valle.
Al dejarla caer, el cielo se llenó de nubes y empezó a llover. El pueblo celebró agradecido y desde entonces el colibrí fue recordado como mensajero de esperanza y guardián de la lluvia.
(260 Palabras)
En un valle de la sierra peruana, donde las flores coloreaban los campos y los ríos cantaban al amanecer, vivía un pequeño colibrí llamado Inti. Aunque era diminuto, su vuelo era tan rápido y brillante que todos lo admiraban. Sin embargo, aquel año la tierra sufría una gran sequía: los riachuelos se secaron y las flores comenzaron a marchitarse.
Los pobladores del caserío miraban al cielo esperando la lluvia, pero las nubes no llegaban. Las chacras se secaban y el hambre se acercaba. Al ver la tristeza de la gente, Inti decidió buscar una solución.
Una noche, mientras descansaba en un árbol de molle, escuchó la voz de la Pachamama. Ella le dijo:
—Pequeño colibrí, tu corazón es valiente. Si vuelas hacia la montaña más alta y recoges una gota del manantial escondido, podrás despertar la lluvia mágica.
Sin dudarlo, Inti emprendió el vuelo. Cruzó montañas, sorteó vientos fuertes y finalmente halló el manantial secreto. Con su diminuto pico tomó una gota brillante como cristal y emprendió el regreso.
Al llegar al valle, soltó la gota sobre el suelo seco. De inmediato, el cielo se cubrió de nubes y comenzó a llover suavemente. La tierra bebió el agua con alegría, las flores despertaron y los ríos volvieron a cantar.
Los pobladores celebraron agradecidos y ofrecieron cantos al pequeño colibrí, recordando que incluso los más pequeños pueden lograr grandes milagros cuando actúan con amor y valentía.
Desde entonces, cada vez que aparece un colibrí en el valle, la gente lo saluda como mensajero de esperanza y guardián de la lluvia mágica.
(486 Palabras)
En un valle rodeado de montañas verdes y nevadas, en la sierra peruana, vivía un pequeño colibrí llamado Inti. Era tan diminuto que cabía en la palma de una mano, pero sus alas brillaban como rayos de sol y su vuelo era rápido, ligero y lleno de energía. Todos los pobladores del caserío lo conocían, pues siempre revoloteaba de flor en flor alegrando las mañanas con su chispeante movimiento.
Sin embargo, aquel año sucedió algo triste: el valle comenzó a secarse. La sequía llegó sin aviso. Primero los riachuelos dejaron de cantar, luego las chacras se llenaron de grietas y las flores, que solían llenar de colores los campos, se marchitaron una a una. Los niños miraban el cielo esperando nubes, los campesinos elevaban plegarias, pero la lluvia no aparecía. El hambre y la preocupación empezaron a crecer entre las familias.
Inti, que observaba todo desde lo alto de un árbol de molle, sentía en su pequeño corazón la tristeza del pueblo. Una noche, mientras descansaba en silencio, escuchó una voz suave que venía del viento. Era la Pachamama, la Madre Tierra, que le habló con ternura:
—Pequeño colibrí, tú tienes un corazón valiente. Si vuelas hacia la montaña más alta, hallarás un manantial escondido. De allí deberás traer una sola gota de agua. Esa gota despertará la lluvia mágica y devolverá la vida al valle.
Aunque era muy pequeño y el viaje parecía imposible, Inti no dudó. Sabía que debía intentarlo por el bien de todos. Al amanecer emprendió su vuelo. Cruzó quebradas profundas, sorteó ráfagas de viento helado y atravesó nubes que lo empapaban de rocío. Varias veces pensó que no podría continuar, pero recordaba las miradas de los niños del pueblo y eso le daba fuerzas.
Finalmente, tras un largo esfuerzo, llegó a la montaña más alta. Allí, entre rocas brillantes y musgos húmedos, encontró el manantial secreto. El agua era tan clara que parecía cristal. Con delicadeza, Inti se acercó y tomó una gota con su diminuto pico. Era ligera, pero brillaba como una estrella.
De inmediato emprendió el regreso. Aunque estaba cansado, su vuelo fue firme, pues llevaba consigo la esperanza de todo un pueblo. Al llegar al valle, descendió suavemente y dejó caer la gota sobre la tierra reseca.
Entonces ocurrió el milagro. El cielo se oscureció con nubes pesadas, un trueno resonó y comenzó a llover lentamente. La lluvia mojaba los campos con dulzura, las flores revivían, los ríos volvían a cantar y los campesinos bailaban bajo el agua agradecida.
El pueblo entero celebró al pequeño colibrí. Le ofrecieron cantos, flores y promesas de cuidar siempre la tierra. Desde aquel día, cada vez que alguien veía un colibrí, lo saludaba como mensajero de esperanza y guardián de la lluvia mágica. La historia de Inti se convirtió en un recuerdo eterno de que hasta los más pequeños pueden lograr los milagros más grandes cuando actúan con amor, valentía y solidaridad.