EMILIO ROIG Y EL DÍA DEL HISTORIADOR CUBANO
Por Pedro Antonio García
Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021.
Varios lectores se me han aproximado —ya sea personalmente o vía email— para indagar acerca del porqué el Día del Historiador en Cuba, que desde 1996 se celebraba cada 19 de julio, desde hace algunos años se conmemora el 1.º de ese mismo mes. Aunque tal rectificación se aclaró en su momento, no creo ocioso volver a abordar ese tema.
Cuando la Unión de Historiadores de Cuba (Unhic) creó esa efeméride, se trató con ella de homenajear al insigne académico Emilio Roig de Leuchsenring, arquetipo de la investigación histórica en Cuba, y se decidió escoger la fecha en que él asumió en 1935 como Historiador de la Ciudad de la Habana. Solo que la bella caligrafía del documento original tiende a confundir y quienes lo revisaron entonces entendieron por 19 un artístico 1.º dibujado dentro del texto. Tal interpretación se le hizo contradictoria a algunos especialistas, pues en otros documentos se señalaba al 1.º como el día de la asunción de Roig al cargo. Se volvió a revisar el original y se comprobó el dislate que se había cometido. Y se llevó a cabo la rectificación.
Roig de Leuchsenring, a quien cierta propaganda que nada tiene que ver con la verdad histórica, trata de minimizar y satanizar, es, sin dudas, un nombre imprescindible en la historiografía cubana. Aunque se le conoce más por su historia de la Enmienda Platt, un título al que no puede relegarse cuando se aborde todo lo relacionado con el ominoso apéndice constitucional, hizo además innumerables e indiscutibles aportes a esta importante ciencia.
Poseedor de una amplia bibliografía activa, que pocos autores pueden igualar en número y calidad, ahí están, por si los lectores desean consultarlos, Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos; 1895 y 1898 dos guerras cubanas ensayo de revaloración; y Males y vicios de Cuba Republicana. Sus causas y sus remedios, por solo citar tres de sus textos imprescindibles.
Colaborador asiduo de las más relevantes publicaciones cubanas (Carteles, Social, Bohemia…), aunque incursionó en el costumbrismo y en diversos géneros, fue en el reportaje histórico donde marcó hitos al combinar en sus trabajos semanales una prosa cuidada y amena, asequible a todos los públicos, con una rigurosidad precisa para no apartarse de la verdad histórica que lo convirtió en uno de los redactores más leídos de la prensa cubana de la época.
Por si fuera poco, su trabajo al frente de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, su pasión por conservar el patrimonio arquitectónico de la capital de todos los cubanos, su labor en la promoción de eventos y la publicación de textos trascendentales de otros autores, su divulgación de la poesía nacional y del pensamiento político de los próceres de nuestra nacionalidad, lo hacen merecedor de la gratitud eterna de sus compatriotas.
Por solo citar dos muestras, Roig se encargó de reeditar en forma de libro La Edad de Oro para que los niños cubanos pudieran tener acceso a esa obra maestra de la literatura para niños y jóvenes, en una época en que los gobiernos de turno apenas se interesaban por la cultura nacional.
Y en su obsesión por evidenciar la arista antimperialista del Apóstol, tema al que dedicó más de veinte artículos y libros, reprodujo a finales de la década del treinta, en formato de folleto, Glosas al pensamiento de José Martí, de Julio Antonio Mella, el primer análisis de un marxista cubano sobre el ideario del Héroe Nacional.
No es de extrañar que Eusebio Leal, discípulo y sucesor suyo como Historiador de La Habana, haya expresado sobre él: “Tengo una gran deuda de gratitud impagable para su memoria. Sin Emilio Roig no existiría Eusebio Leal. Su obra está ahí, prevalecerá. Sus continuadores hemos contribuido con un grano de arena a levantar el pedestal de su monumento”.
* Tomado de la revista Bohemia, 1.o de julio del 2024.