Iguazú desde Brasil

Hoy te he sido infiel Argentina, te pediría disculpas pero no puedo, y no puedo porque no me arrepiento, porque lo volvería a hacer. Hemos querido conocer de la otra parte del río a tu vecino Brasil. No se muy bien cómo explicártelo pero me ha ganado el corazón.

Desde la parte brasileña, el parque nacional de Iguazú, Patrimonio Natural de la Humanidad desde 1939, te absorbe desde sus primeros guiños y te invita a observarlo, a escucharlo, a sentir su enorme energía. Lo verdaderamente curioso es que a pesar del bullicio humano y el ruido del choque del agua con las rocas, es capaz de trasmitirte serenidad, paz; quizás porque no te deja opción de control, porque su fuerza natural sobrepasa incluso tus emociones.

... Y eso es todo, porque no se puede explicar, porque no alcanzan los colores de mi paleta, porque hay que sentir in situ la energía de la naturaleza en su estado puro.

... Y eso es todo Argentina, no te puedo pedir perdón porque lo volvería a hacer una y mil veces. A ver si tú eres capaz mañana de ganarme también el corazón.

Da igual que estuviera hace dos semanas, da igual que observara más detalladamente al no ser la sorpresa de la primera vez, da igual lo osado que seas. La naturaleza te achanta, te pone rápido en tu sitio y sólo queda acariciarla con los sentimientos, sin asustarla, sin querer dominarla ...y dejar que sea ella quien se acerque, quien te abrace, quien te ponga los pelos de punta.

Para el viajero unas pinceladas

Merece la pena pasar a Brasil y observar desde ese lado este fantástico parque nacional. El viaje en avión desde Buenos Aires no es nada pesado, un aeropuerto no muy grande y hora y media más o menos. Bastante más pesado se hace cruzar la aduana entre países, el único punto negativo en mi opinión.

Por las fechas el calor es intenso y a pesar del sol y sombra continuado el paseo te abraza pesado y húmedo. Aún y con todo me reitero: merece la pena.