© Publicación realizada por Jaime Cinca Yago con la autorización de la hija y nieto de Nilamón Toral, Licia Toral de Córdoba y Juan Manuel Salaberry Toral.  Para utilizar material de esta publicación deberá citar la fuente.
MILAMON TORAL, Memorias incompletas (a página principal)

Ofensiva fransquista en Aragón

Ofensiva del General Valiño.

¡Por fin el enemigo realiza su esperada ofensiva por nuestra zona o sector y en la primera fase los acontecimientos se desencadenan tal y como habíamos previsto!

A primeras horas de la mañana el enemigo desencadena una preparación artillera de tal magnitud e intensidad que en varios momentos se pierde la noción del sonido. ¡Esto es algo que no conocíamos ni habíamos pensado vivir por ahora! Parece que el jefe de estas fuerzas es el general Valiño, el cual pretende rompernos el frente para lanzar sus fuerzas por la carretera de Vivel del Río, Montalbán, Alcañiz y por la de Teruel a Utrillas, Montalbán. El enemigo es tan ambicioso como sus medios le permiten serlo y nuestra confusa situación le aconseja por el desconcierto de varios escalones superiores y en particular por el del EM, influenciado por la incapacidad del gobierno para planificar y poner el servicio de las fuerzas armadas todos los recursos presentes y potenciales para que el enemigo no pueda maniobrar casi como le plazca, por nuestras indecisiones que, como decimos otras veces, quizás sean algo menos confesables.

Mi puesto de mando lo situamos tan próximo a los centros de resistencia que a simple vista dominamos todas las posiciones propias y las concentraciones del enemigo para sus reales y supuestas zonas de penetración.

Una vez más, jugándonos el tipo, logramos engañar al enemigo para hacerle cambiar su dirección de tiro, o en el peor de los casos, llamar su atención para que concentre su fuego sobre nuestro puesto de mando de combate, simulando una base de refuerzos para reponer las bajas de los centros de resistencia que están sufriendo y aguantando este huracán de metralla de todos sus calibres de un gran número de sus incontables baterías.

Nuestros artilleros están desesperados por no poder replicarles, pero seríamos unos tontos estúpidos si intentáramos hacerles frente con dos baterías de 105, dos del 75 y para contrabatería, una del 155. ¡Con este arsenal tenemos que impedir que más de un cuerpo de ejército dotado con 70 u 80 baterías protegidas por una aviación permanente, haciendo el carrusel, y bombarderos que no terminan de marcharse, pues en cuanto terminan unos, aparecen otros!

Ya es algo el haber logrado que el enemigo descargue una parte de su fuego artillero sobre nuestro puesto de mando de combate y que las fuerzas que realizan esta maniobra permanente de entrar por una zona y salir por la otra para repetir dicha maniobra, en cuanto el enemigo cesa en su fuego, sigan estoicamente realizando dicha misión. Alguno de nuestros oficiales del cuartel general de la división creen que este procedimiento es demasiado peligroso para el puesto de mando de combate. ¿Pensarían lo mismo si estuvieran en los centros y elementos de resistencia que el enemigo pretende pulverizar para marchar como un torrente incontenible si estas fuerzas no fueran capaces de aguantar durante horas y más horas lo que el enemigo nos lanza? Cuando les hacemos ver que nuestro hipotético peligro no pone en peligro la seguridad y eficacia de la unidad por haber tomado todas las medidas que consideramos necesarias para la continuidad del mando, estos dos o tres oficiales que tienen el valor de reconocer su temor se quedan muy tranquilos y se alegran de que gran cantidad de pepinazos caigan en nuestras trincheras en vez de en las de nuestras fuerzas…

Dos veces, o tres o cuatro, nos cortan las comunicaciones telefónicas, pero jamás perdemos el contacto total con ninguna de nuestras posiciones más importantes ni secundarias, las reparamos en pocos minutos y en todo momento sabemos con detalle cuanto está sucediendo en las posiciones más castigadas por el enemigo que están situadas a caballo de la carretera por donde pretende avanzar.

Su eje de marcha es la carretera de Martín del Río a Montalbán y de Montalbán a Alcoriza, de esta a Calanda y de Calanda a Alcañiz.

El enemigo levanta su fuego artillero y lo concentra, como es normal, donde considera que están situadas nuestras reservas a más de la zona indicada de nuestro puesto de mando de combate.

¡En cuanto sus tanques y su infantería se ponen en marcha para ocupar nuestras posiciones bombardeadas durante horas y horas, que deben estar pulverizadas, según sus cálculos, pues no tienen la preocupación de mandar la infantería detrás de sus carros! Nuestra impaciente artillería entra en función con un fuego rápido, permitiendo que los tanques se distancien de su infantería más de lo que inicialmente habían partido. El desconcierto de tanques e infantería es algo digno de verse por lo inesperado para quienes no esperan tan desagradable sorpresa.

Nos suponemos cómo estará de contento nuestro contrincante jefe franquista, viendo que sus fuerzas no pueden en el primer intento tomar unas posiciones que fueron bombardeadas por la aviación y sometidas a un bombardeo de artillería de más de dos horas. ¡Que la artillería roja no contestó y que su aviación brilla por su ausencia!

En ningún momento me gustaría caer en manos y poder de nuestros enemigos, pero si el general Aranda pudiera interrogarme, quizás se sorprendiera más de cuanto nosotros lo estamos por lo bien que la primera fase se está desarrollando. Pensamos modestamente que esto es solamente el principio de algo más enjundioso y digno de estudiarse, pero no por nosotros…

Estamos en los prolegómenos del primer acto de la ofensiva que para nuestra unidad pueden y serán decisivos.

Nos centramos para relatar a grandes rasgos los primeros acontecimientos de la jornada.

Nuestra artillería tiene la misión de no hacer ni un solo disparo mientras yo no lo ordene y dada la orden, procederá como ya indicamos anteriormente.

Si la infantería enemiga acompaña a sus fuerzas blindadas, procurará nuestra artillería batir a los tanques y blindados con el 105 y 155 pero su fuego debe y será de una duración de ocho a diez minutos como máximo. El 75, las dos baterías, desencadenarán su fuego sobre la infantería enemiga con fuego rápido en plan de barreras, rastrillaje y constelaciones para dar la sensación de ser más potentes de lo que en realidad somos.

No podemos dar más tiempo a nuestra artillería si no queremos ser desmontados y destruidos, con este tiempo de ocho o diez minutos el enemigo quizás no tenga tiempo de localizar nuestros emplazamientos. En previsión de que el enemigo pueda lograr nuestra localización, el jefe de artillería tiene la misión de tener previstos varios emplazamientos para los tres tipos de nuestra artillería, teniendo en cuenta su alcance.

Nuestra infantería tiene la misión de no dar señales de vida mientras no reciban la orden de emplear todos sus medios para rechazar al enemigo. La moral de la 132 brigada no puede ser más elevada y cumple su misión de reparar todo cuanto sea destruido por el enemigo en sus bombardeos.

Cuando ven avanzar las fuerzas blindadas enemigas y a continuación, a su infantería, no fue nada fácil impedir que no hicieran acto de presencia con su fuego, pero cuando ellos pensaron que solamente podían contar con la batería contratanque que les habíamos asignado para rechazar o destruir los tanques que se pusieran a su alcance, y se les ordena no utilizarla teniéndolos bien cerca, se desconciertan y piensan que el jefe de la división es uno más que no tiene la menor idea de lo que es la guerra.

(Repito textualmente lo que ellos mismos me comunicaron de uno de sus centros de resistencia que tan maravillosamente están defendiendo) Pero esta desilusión desaparece rápidamente cuando ven cómo los tanques enemigos y su infantería son castigados seriamente y en parte destruidos por una artillería rápida que daba la impresión de ser tres o cuatro veces superior en número a los quince cañones que solamente podíamos utilizar a escondidas del enemigo…

La sorpresa feliz eleva hasta lo infinito la moral de toda la división y mucho más la de la 132 brigada por no conocernos.

Todo cuanto antecede sucedió en menos de diez minutos, tardamos más en escribirlo que en realizarlo. El enemigo tarda un poco en reaccionar y tomar las medidas indicadas en estos casos y trances, esta definición no es muy castrense que digamos, pero nosotros no somos profesionales y el léxico o lenguaje militar nos viene demasiado largo y ancho.

El enemigo no pudo localizar nuestros emplazamientos ni provisión ni por la acústica utilizada en estos casos. Dudó un poco en retirar sus fuerzas para reorganizarlas alejadas del sector de operaciones, quizás no lo hizo pensando en nuestra artillería, pero nosotros le estamos dando toda clase de facilidades para que lo hiciera por las razones siguientes:

Retirados del frente sería portavoces de nuestra eficacia y le darían más importancia de la que en realidad tenía nuestra móvil defensa, para justificarse ante sus escalones de su sorprendente fracaso. Pero es demasiado pronto para sacar conclusiones de ninguna clase. Estamos en las primeras horas de la jornada y procuraremos aprovechar el tiempo para visitar las posiciones que más fueron castigadas, creemos y pensamos lo siguiente. El enemigo tiene que insistir en romper nuestro frente por donde lo intentó si quiere conquistar Montalbán y ser la seguridad de las unidades que marchan por su izquierda por el eje de Caspe Gandesa. Contamos con 45 minutos o con una hora como máximo para tomar las decisiones que nuestra visita requiera para el nuevo intento que será, sin la menor duda, más intenso que el primero. Ciertamente yo no lo haría, pero esto no tiene el menor valor por razones obvias…

¿Qué está sucediendo en nuestro flanco derecho del que no tenemos la menor noticia, pues no enlazamos con ninguna unidad?

Nuestro Cuerpo de Ejército nos felicita y nos dice que no puede mandarnos nada más que un par de modelos de munición artillera y una compañía de tanques. Nos asegura que por nuestra izquierda no pasa nada y de esto estamos seguros, pues el terreno no se presta para intentar una penetración en el orden táctico. La 27 división no es atacada. Es el ala derecha nuestra seria preocupación y por donde nos pueden llegar los contratiempos. Sería interesante que el enemigo se empecine en querer avanzar por la carretera de Montalbán a Alcañiz. Por nuestra derecha, pero demasiado lejano de nuestro sector, se oye el ruido de los cañones. Intentamos tomar contacto por todos los procedimientos, pero en vista que nada logramos, mandamos un oficial con una patrulla para que vea la forma y manera de tomar contacto con nuestras fuerzas del indicado frente que deben ser las de Ibarrola a las órdenes de Modesto. ¿Está la 34 división con Ibarrola?

Reconocemos y visitamos todos los centros de resistencia bombardeados por el enemigo y no es necesario preguntar cuál es el estado físico y moral de los mandos y soldados, nuestras fortificaciones aguantaron estupendamente todo lo que el enemigo nos mandó. Nuestras bajas no merecen la pena mencionarlas ni por su número ni calidad. ¡Afortunadamente!

Hacemos saber y conocer tanto a mandos como a soldados y a cuantos participan en la defensa de nuestro sector que la función no ha terminado y que la fase siguiente será algo más seria, pues el enemigo no se conformará con el desaire sufrido ante unos aficionados castrenses. Dentro de muy poco tiempo abrirán una seria preparación artillera con cadencia determinada y convenida para que la infantería pueda marchar pegada a dicha cortina de fuego. Pretenderán conducirla hasta la posición de asalto y situados a esa distancia, abrirán un fuego rápido durante un tiempo determinado para elevarlo mientras su infantería se lanza al asalto de nuestras posiciones. Hasta ese momento, nuestras fuerzas no harán acto de presencia con nuestro fuego. Nadie puede ceder ni un palmo de terreno sin la orden de su escalón superior.

La división prestará toda la ayuda que pueda a los puntos vitales de la defensa. Estos puntos serán determinados por nosotros y nadie puede alegar desconocimiento de nuestras órdenes para no ceder ni un solo palmo de terreno, aunque el enemigo se encuentre detrás de su posición.

El enemigo debe intentar atacarnos en un frente más amplio que el de esta mañana, si no lo hace mejor para nosotros.

Queremos deciros dos cosas fundamentales para nuestro mejor cumplimiento de nuestro sagrado deber de la defensa de nuestra patria.

1. Estamos en mejor posición para saber lo que el enemigo pretende que vosotros, y sabemos que podemos contar con vuestra confianza para que nuestras decisiones sean acatadas y cumplidas. Terminada la operación, discutiremos nuestros errores, como tenemos por norma.

2. El enemigo se esforzará durante todo el resto del día en perforar nuestras líneas y nosotros creemos conocer cuanto puede intentar para lograrlo. Su soberbia le conducirá por los senderos que a nosotros nos benefician, por lo menos durante unos días.

Si todos, absolutamente todos ocupamos el puesto que nos corresponde y sabemos defenderlo como nuestro Pueblo se merece, habremos hecho buena la frase de la gran Dolores: ¡no pasarán por nuestro sector!

Empieza el baile y como habíamos pensado, el fuego artillero enemigo es más extenso que en la primera preparación, pero el esfuerzo principal le quieren llevar por la famosa carretera de Montalbán a Alcañiz, seguimos teniendo suerte…

Defensa de Utrillas.

Su preparación artillera al extenderse pierde densidad y esto nos beneficia, sus ataques demostrativos por la izquierda no tienen peligro alguno de momento, pero sí puede ser peligroso lo que intente por nuestra derecha. ¡Es ahí donde está la clave de la defensa de Alcañiz y la toma de Montalbán! Ya diremos cuanto pensamos relacionado con los dispositivos defensivos que deben y pueden crearse para que el enemigo no se expanda como riada incontenible. Aún se le puede canalizar por cauces que más fácilmente podamos defender, pero será necesario no perder tiempo para lograrlo.

Dispositivo de nuestras fuerzas: la 32 brigada tiene la misión de defender nuestro flanco izquierdo rechazando todos los ataques que el enemigo pueda desencadenar en el enlace de su unidad con la 27 división, pero sus misiones fundamentales son defensa de Utrillas, e impedir por todos los medios que el enemigo pueda desalojar a las fuerzas de la 132 de sus centros de resistencia que defienden la carretera de Martín del Río a Montalbán. ¡Ese eje de marcha el enemigo no podrá tomarlo mientras nosotros mantengamos todas las fortificaciones que flanquean dicho objetivo!

La 32 brigada tiene que impedir a toda costa que el enemigo rebase a la 132 brigada por su izquierda y si, a pesar de su heroica defensa, pierde la menor posición de acuerdo con el mando de dicha brigada, la recuperará si él no puede hacerlo. Es fundamental que la 32 cuente como mínimo con dos batallones de reserva para apoyo de la 132.

La 132 tiene la misión de defender todo el sistema fortificado que puede y debe ser el muro donde el enemigo se estrelle como hasta la fecha no lo consiguieron nuestras unidades. ¡Nosotros no somos el XII Cuerpo de E.!

Su preocupación fundamental debe ser la defensa de los centros de resistencia que defienden la carretera de Martín del Río a Montalbán y de esta a Alcañiz. Estos centros de resistencia están situados y organizados en profundidad a caballo del repetido eje de marcha enemigo con varios elementos de apoyo para dichos centros. La 132 no debe preocuparse seriamente de sus flancos, por la izquierda tiene a la 32 y por su derecha a la 92. Le repetimos otra vez al mando que lo fundamental son las reservas de toda unidad para cubrir las bajas y contraatacar si fuera necesario.

El mando de la división estará todo lo cerca del dispositivo de la 132 como el conjunto de la ofensiva enemiga lo aconseje. Le prestaremos toda la ayuda material que podamos y procuraremos no perder el contacto con ellos en ningún momento, por delicada que pueda ser la situación.

La 92 brigada tiene una de las misiones más delicadas si los acontecimientos se desarrollan como nosotros pensamos. Sus misiones son intentar por todos los medios que el enemigo no pueda desbordar a la 132 por su flanco derecho, si en la derecha la 132 pierde cualquier elemento de resistencia, su misión es como encomendamos a la 32: ponerse de acuerdo con la 132 para si precisa ayuda. Si por algún imponderable no previsto, no fuera posible ponerse en contacto con el mando de la 132, tiene la obligación de hacer un contraataque para que el enemigo no pueda consolidar su conquista. 2º misión: estudiar sobre el terreno las penetraciones que el enemigo pueda intentar por nuestro flanco derecho, más allá de las posiciones que tiene ocupadas. Careciendo como carecemos de enlace por nuestro flanco derecho, es necesario que nosotros hagamos y cumplamos la misión del CE.

No podemos tener nuestro flanco derecho al garete como lo tenemos, y mucho menos sabiendo y estando convencidos que es por ahí por donde se puede tomar cuanto no van a lograr, por donde lo intentan por muchas fuerzas y medios que derrochen. ¡Curso del Río Martín! ¿Será posible que el general Aranda no sea capaz de recordar que el camino más corto no es el que menos kilómetros tiene, sino el más fácil de recorrer? Ojalá su orgullo se imponga al sentido común y siga insistiendo en sus intentos estériles.

Todo marcha en el teatro de operaciones como habíamos previsto, gran preparación artillera y la infantería enemiga pegada a su cortina de fuego como aconsejan los reglamentos y los clásicos. Menos tanques y menos blindados en este intento, la aviación nos ataca, pero con menos intensidad y precisión ¡no será por la eficacia de nuestra DCA!

Cuando la artillería enemiga levanta o eleva el fuego es cuando la nuestra concentra todas sus piezas sobre los tanques, blindados y la infantería enemiga que ataca nuestras posiciones, ¡y conste que el ataque es serio!

Nuestra preparación artillera, mejor dicho, nuestro pobre fuego o simple cañoneo no puede durar más de unos diez minutos como hicimos en la primera fase de la ofensiva enemiga, pero es lo suficiente para pararla.

La artillería enemiga sigue buscando nuestros emplazamientos, pero cuando intenta hacer contrabatería, nosotros nos callamos prudentemente. Nuestras armas automáticas son lo suficiente eficaces para hacer que el enemigo se pegue al terreno.

Damos la orden siguiente a nuestras fuerzas: permitir al enemigo que se aproxime a nuestras posiciones a una distancia que sus bombas de mano no puedan causarnos serios trastornos. De esta manera, el enemigo si quiere continuar bombardeandonos, tendrá que replegar sus fuerzas o que ellas sufran parte de los efectos del bombardeo…

Todos los intentos del enemigo son rechazados en todo el frente de nuestra división, pero el enemigo ataca con un valor digno de mejor causa.

La insistencia en querer marchar por la repetida carretera les está causando un gran número de bajas, es lamentable que tengamos que matar a quienes no tienen en su mayor parte la menor responsabilidad de esta masacre.

El mando fascista sigue insistiendo una y otra vez en conquistar unas posiciones que las estamos convirtiendo en invulnerables a pesar de su insistente machaqueo y asaltos… ¡Qué suerte tienen estos mandos que están considerados genios militares! Si nosotros contáramos con medios como cuentan ellos, solamente con la mitad de cuanto utilizan contra nosotros les llevaríamos hasta su base de partida y mucho más lejos para que no pudieran en muchos meses intentar nada tan disparatado como la ofensiva por esta carretera de Montalbán a Alcañiz.

Si esto no fuera una tragedia, sería cuestión de reírse y alegrarse de todas las torpezas de nuestros enemigos, seguimos pensando que todo radica en su incapacidad para ver esta guerra como algo distinto a cuanto ellos vivieron hasta la fecha. No toman en consideración a los pueblos, no pueden comprender que su clase antagónica pueda disponerles estas sorpresas tan contradictorias. El estudio (o lectura, en nuestro caso) de la historia del desarrollo de las pueblos nada les dice para poder comprender cuanto podría simplificar su misión y labor de lo que hubieran podido ser en todos los estadios de su existencia.

Pero no comprendieron ni comprenderán jamás que universalmente son inferiores en todo y entendemos en todo y por todo, no solamente el número, a pesar de su importancia decisiva, por ser de ahí de donde salió y saldrán siempre las mentes creadoras para hacer frente a todas las situaciones cambiantes de nuestro mundo.

¡Sí, señor, campesinos, artesanos, obreros, intelectuales, científicos en una palabra! Todo ese conglomerado que forman los pueblos y los países son los únicos creadores de la razón sin deformaciones clasistas como las nuestras, los que conseguirán algún día terminar con tanta sinrazón, con tanto atropello y tanta injusticia.

No importa el color de su bandera, pero sí debe importar a quienes la empeñen, ondeándola o tremolándola, que sus siglas digan solamente: ¡paz y libertad para todos! De nuestros pueblos y aldeas salimos hombres y mujeres que no podemos personificar por su número, para intentar conteneros y haceros razonar ante vuestra sin razón y deformación de hechos montados por los enemigos de nuestra patria que a todos nos afectan y a todos nos corresponde impedir con sentido humanitario sincero.

Volvemos o regresamos a la triste y dolorosa realidad de la mutua destrucción y relatamos, una vez más, los acontecimientos y marcha de la jornada.

El enemigo no desiste de intentar una y otra vez su pretensión de abrir brecha en nuestro sistema defensivo, pero todas sus preparaciones artilleras solo les produce un resultado negativo. Bajas y bajas en todos los intentos cuando lanzan a su infantería al asalto de nuestras posiciones, pero cada vez que lo intentan, a pesar de su heroísmo reconocido por todos, su moral desciende un poco.

Pensamos que no es necesario insistir en algo tan normal y comprensible para poder comprenderlo (no es un demérito ni falta de valor en la infantería atacante) lanzarles una y otra vez sobre unas posiciones fortificadas con glacis de fuego casi perfectos, sin ángulos muertos, para todas las armas y que lo que una no cubra, lo realiza la otra. ¡Que cuando su artillería nos desmonta un arma automática, se repone con otra, que cuando los más audaces consiguen hacerse arrastrándose a nuestras posiciones, se encuentran con tal maraña de alambre de espino que humanamente sería un milagro poder penetrar esa barrera laberíntica!

Son los tanques y blindados detrás de los primeros quienes deben abrir paso a la infantería, pero nuestra batería de antitanques está servida por veteranos de Belchite, contamos con una compañía de tanques tan perfectamente camuflados que sus enemigos aún no se dieron cuenta de su presencia si no es por su fuego. ¿Es posible que a un mando profesional no le diga nada la configuración topográfica del teatro de operaciones? Debía saber este alto mando que la toma de Utrillas y de Montalbán la tienen a la derecha de nuestro dispositivo, alejándose unos kilómetros, pasando el río Martín, para atacarnos de revés por el enlace (que no tenemos aún) con fuerzas del XXII cuerpo que deben saber mejor que nosotros dónde se encuentran. Pero su soberbia les impide ver con claridad la solución.

¡Qué derroche de vidas y de material para lograr algo tan sencillo como está a la vista de quien piense fríamente!

Terminamos la jornada con una gran moral en las fuerzas y considerándose casi invencibles, otra vez que pocos pensamos en el precio de lo logrado y menos aún en lo que puede suceder en cuanto reflexionen si son capaces de hacerlo (y lo serán).

Como repetimos varias veces, fue lamentable que no tuviéramos medios materiales y una información más o menos veraz de saber qué sucede por nuestra derecha para explotar eficazmente el éxito de nuestra defensa, por la organización del terreno, por la moral de nuestras fuerzas y la capacidad de sus mandos. La 132 brigada mixta nada tiene que envidiar ni a la 32 ni a la 92. Ya veremos si son capaces de maniobrar con la misma agilidad y soltura que se defiende. Esperamos que esta unidad casi totalmente catalana sea una pieza tan eficaz de la división como son la 32 y 92 para bien de nuestro ejército y la república.

No es fácil para nosotros relatar el heroísmo derrochado por el conjunto de la división, pero debemos decir como podamos: el comportamiento de la 132 en una operación (la primera para ellos) de tanta envergadura en fuego, medios empleados y con unidades nutridísimas, no siempre facilonas por obvias razones.

Pero también debemos decir que el resto de la división les prestó gustosamente toda la ayuda que precisaron en una competición de emulación positiva.

Sus ofrecimientos para cubrir sus bajas fueron constantes, hablaremos de esto cuando hagamos el resumen y la crítica de la defensa.

Damos un toque de atención para que no se emborrachen de euforia infantil y les decimos que estamos en el primer acto de la función, pues el enemigo encontrará el camino que debió emprender desde el primer momento de su ofensiva.

Deseamos hacer comprender a nuestros compañeros o camaradas subordinados que la situación es mucho más delicada de cuanto parece, es seguro que mañana será también un día de prueba y que debemos prepararnos moralmente para aguantar la última ofensiva, diríamos mejor, el último intento para romper nuestro frente por la carretera de Vivel a Montalbán y de esta, a Alcañiz.

Les informamos sin dramatismo de ninguna clase de cuanto puede suceder, pero bien entendido que exponemos la situación con claridad sencilla y clara para hacer comprender a todos que una vez más, encontraremos solución a nuestros problemas y dificultades, si ellos, mandos, tienen confianza en nosotros y son capaces de transmitirla a sus cuadros inferiores.

Se respira en la reunión de mandos una confianza absoluta en nuestras decisiones y esto nos explica del porqué somos recibidos con el cariño y respeto que lo hacen por todas las unidades que visitamos en posiciones y donde estén situadas.

Ordenamos poner en práctica algunas cuestiones fundamentales.

1. Mandar a los centros de resistencia de la 132 unos cuantos oficiales de los más veteranos y sobre todo capaces para hacerse cargo de las armas automáticas que puedan precisar su mando y servicio para mañana en cuanto claree el día.

2. Cuestión, los jefes de brigada deben estudiar en el plano y sobre todo en el terreno las posiciones más idóneas para organizarlas en profundidad, teniendo presente nuestras normas: cresta o cota geográfica para observación y cota militar para defenderla hasta recibir orden en contrario. Planes de fuego de elemento a elemento.

3. Fortificar y fortificar con lo que se tenga libre de servicio en posiciones defensivas, dando profundidad a nuestros elementos de resistencia, fortificación ligera provisional hasta que podamos hacerla permanente.

4. Todo cuanto antecede es por si en las posiciones que defendemos ahora tuviéramos que dejarlas por razones ajenas a nuestros deseos…

Algunas preguntas, camaradas: ¿por qué si nosotros podemos defender el terreno ocupado, otras unidades no hacen lo mismo? Pueden influir varios factores, pero hablaremos solamente de dos. Todas las unidades republicanas no están, desgraciadamente, preparadas moralmente como la nuestra, ni fueron creadas por hombres convencidos de la verdad de su causa como nosotros, por ello no fue necesario movilizarlos.

Hay mandos y mandos, unos que ponen al servicio de la libertad, de la democracia y por lo tanto del pueblo, y los que no sabemos cuanto precisamos y quisiéramos saber, suplimos nuestra ignorancia con un máximo de interés y de entrega total.

Otros son indiferentes a nuestras poderosas razones y por ello no juegan el papel que pueden jugar. No queremos hablar de los traidores que aparentan estar al servicio de la república y poco a poco sirven solamente los intereses de nuestro enemigo. ¿Está contestada vuestra pregunta?

Si lo está, pero ¿puedes decirnos (tú que jamás nos engañaste) si estaremos mucho tiempo en estas posiciones? ¡Si dependiera de nosotros, estaríamos hasta el final de nuestra contienda, pero nosotros somos solamente un pequeño elemento de nuestra imperfecta máquina bélica y sus conductores deben saber cómo conducirla a feliz término!

Solamente podemos deciros lo que pensamos, lo que pretendemos y lo que deseamos conseguir si podemos contar con vuestra decisiva participación. Defenderemos la zona que nos asignen con el interés que nuestra causa merece y estamos convencidos de lograr una defensa eficaz de nuestras posiciones con un número mínimo de bajas, si nos defendemos como sabemos y podemos hacerlo, pase lo que pase en el resto de esta amplia zona ofensiva elegida por el enemigo. Se trata solamente de no perder la cabeza para poder controlar la situación delicada que el enemigo está creando. Para terminar con el coloquio, pues todos tenemos mucho que hacer, os deseamos toda la suerte que merecéis en estos días de prueba que nos esperan. Seguro que será el proceso más interesante de nuestra corta vida militar de indudable valor histórico para los milicianos de hoy y los del futuro.

¡Seguimos sin saber qué sucede en nuestro flanco derecho y esto es algo que no comprenderemos jamás! Pero el ruido de los combates se aproxima, se oye mejor, pero este síntoma indica que nuestras fuerzas se repliegan pues hay tiempos de silencio en el tronar de la artillería y de cuando en cuando, se puede distinguir el fuego de la infantería, es la marcha de la clásica tormenta lejana.

Nuestro Cuerpo de Ejército no está a la altura de su misión y no es fácil saber por qué Perea procede así, sigue sin prestarnos la ayuda que precisamos en todos los órdenes y sobre todo, sus consejos y órdenes, en una situación como la que tenemos podrían sernos de gran valor. Algo raro está sucediendo y estamos convencidos de que algo le impide atendernos como tiene por norma. Llamamos para ver si podemos pasar por su Puesto de Mando y se nos dice que está en el EMC.

Procuramos descansar un poco después del ajetreo de la jornada y meditar sobre las objeciones y preguntas de nuestros camaradas subordinados. Cambiamos impresiones con el comisario camarada Romeral y el instructor del partido. Estos camaradas tienen plena libertad para opinar cuanto quieran sobre la marcha de las operaciones y de la conducta de todos los componentes de la unidad. Los mandos militares cada uno en su escalón pueden y deben hacer lo mismo. Al final de la jornada el comisario y yo cambiamos impresiones de todos los acontecimientos del día y cuando nos reunimos con los mandos militares, hablamos el mismo lenguaje. Jamás tuvimos hasta la fecha el menor contratiempo, él sabe que si tomo decisiones sin escuchar su opinión será por no tenerle a mi lado. Sabemos mutuamente dónde debemos estar cada cual, con el instructor del partido nos sucede lo mismo. Nadie que yo sepa tiene la menor queja de él, sabe cómo debe tratar a cada cual y esta es la razón de que hasta la fecha no tengamos ningún problema político.

La unidad es un bloque donde cada cual puede hablar libremente y pensar como quiera, pero todos tenemos la obligación de ser tolerantes y de estar unidos sin reservas de ninguna clase.

Por esto y no por otras causas tenemos ciertas virtudes que hacen de nuestras unidades un todo homogéneo capaz de hacer cuanto nuestras limitaciones de medios materiales, comparados con los de nuestros enemigos, nos aconseja nuestra iniciativa y los imponderables de quienes tenemos enfrente y, como es natural, en nuestro encuadramiento por nuestros flancos.

Podemos parecer infantiles y seguro que esto que decimos no tiene el menor valor, pero nos impusimos desde el principio relatar todo cuanto para nosotros nos sirve de lecciones instructivas y estamos seguros de haber logrado grandes enseñanzas con la labor y cooperación de todos los participantes en nuestra lucha.

Todo cuanto puede decirse en este orden de cosas es mucho más complejo de cuanto parece, por razones obvias y por imponderables humanos, producto de nuestras limitaciones y sobre todo, de nuestras imperfecciones por nuestro innato egoísmo y soberbia. ¡Es difícil conocernos mutuamente!

Terminó la jornada con acontecimientos en nuestro pequeño mundo de fuego (y no artificiales) ¡qué derroche de sereno valor, qué abnegación, qué concepto de la responsabilidad de todos y para todos!

Todos los ataques del enemigo fueron rechazados y sacamos la impresión de que los medios utilizados habían sido menores que el día anterior. Regresó nuestra escuadra de reconocimiento y exploración sin tomar contacto con ninguna unidad de importancia por nuestra derecha, pero había visto a más o menos distancia movimientos de fuerzas propias y habían oído perfectamente combates de infantería donde se podría distinguir perfectamente el fuego de las armas automáticas y la fusilería.

El informe de oficial confirma todos nuestros temores, saben nuestros avances del enemigo. El XII Cuerpo de E. se dispersó empezando por sus mandos, encontraron grupitos de fuerzas de esa gran unidad .

Resumen: la carretera de Belchite está en poder el enemigo hasta Vivel del río Martín, y dicho río pasado por varios puntos en dirección Caspe y Alcañiz. Las noticias de radio macuto son más rápidas y veraces que muchas o algunas comunicaciones por los escalones superiores.

En cuanto el dios Sol barre el firmamento con sus rayos luminosos, e ilumina montañas, laderas y valles, haciendo desaparecer la negrura de la noche, el enemigo no pierde el tiempo para lanzar una ofensiva descargando sobre nuestras líneas un huracán de fuego y pegada a ese cortinón, su abnegada infantería.

Pero nosotros repetimos una vez más lo único que podemos hacer con ciertas variantes en honor a la verdad, pero esto para nosotros es pretender aplicar en el siglo XX genialidades de guerreros desaparecidos hace miles de años. Durante la noche habíamos acercado nuestra artillería del 105 y 75 casi al alcance de las ametralladoras (ahí no podían buscarlas), escuadras con fusiles ametralladores en posiciones de escucha, con la misión determinante de no abrir fuego sobre el enemigo mientras no se lanzaran al asalto de nuestras posiciones centrales, que es por donde una vez más, intentarán los asaltos. De esta forma, se les puede batir por sus flancos, en cuanto sean localizados, su misión es replegarse ordenadamente para conducirlos a los puestos que parecen más vulnerables, donde tenemos toda una gama de alambradas que sorprendentemente el enemigo no intentó localizar y mucho menos destruir con su artillería.

¡Es un poco sorprendente que su aviación no tenga la misma actividad del primer día! La nuestra debe estar demasiado atareada procurando contener las columnas que el enemigo puso en marcha en dirección a puntos más vitales que los que nosotros defendemos y conste que decimos cuanto pensamos, sin reservas mentales de ninguna clase. Ya diremos algo relacionado en este sentido, pues merece la pena tomarlo en consideración por muchísimas razones y mucho más si las cosas siguen el curso que nosotros venimos indicando desde la ofensiva de Teruel, y si me apuran un poco, diremos que desde antes de esta ofensiva.

Acerca del Ejército de la República.

Nos parece que fue Napoleón quien dijo que el factor suerte no existe y no recordamos si se refería solamente a la guerra o a todas las actividades humanas. ¡Puede que ese genio y no solamente de las artes y ciencia castrense tenga razón! Nacemos como nos engendran, la impronta quizás pueda y es diferente en cada cual, pero el medio es en casi todos los cursos determinante. Estas elucubraciones parece que están fuera de lugar en estos relatos y datos, pero nosotros consideramos que nada como una guerra y mucho más, cuando esta tiene unas características tan especiales: una funesta guerra civil, con intervención de dos sistemas totalmente antagónicos, capitalismo y socialismo. Dos ejércitos sin el menor parecido y mucho menos, semejanza. Uno con su historia propia de guerras y conquistas, pero desde hace unos cuantos años, siendo el árbitro partidista e interesado en la defensa de unos intereses ajenos a los del pueblo, que es lo que ellos llaman inapropiadamente ¡la patria! Un ejército de casta, nada más y nada menos y contra ese aparato más o menos imperfecto, por sus contradicciones y luchas protagonistas; nosotros, el Pueblo creador, ¡tenemos que intentar crear una máquina que pueda hacerle frente veremos con qué y en qué condiciones!

Creemos que al enjuiciar otras batallas o luchas, ya decimos algo sobre esto, pero por mucho que digamos jamás se podrá decir cuanto los militares golpistas españoles han realizado y seguirán por el mismo camino, mientras la mayoría de los españoles no comprenden que su ejército (del que se podrá prescindir en su día) es de ellos, lo forman ellos y lo costean ellos…

Contra esa máquina puesta en marcha, el gobierno de la República pierde el tiempo estúpidamente haciendo unos llamamientos que son lamentos plañideros de viejas lloronas profesionales. ¡Y los partidos políticos y sindicales! ¿Procedían con la premura que el caso requería? No y no. Durante meses se les venía diciendo y anunciando el peligro del fascismo nazista.

Varios militares republicanos o demócratas habían hecho el caldo gordo al franquismo al cumplir la justa ley de don Manuel Azaña, habían dejado el campo libre a quienes se harían con todos los resortes del ejército. Al tomar dicha ley al pie de la letra, no se les ocurrió a los consejeros de la República ni a los ejecutantes que era necesario tomar medidas adecuadas para que su abandono del deber fuera un factor determinante para actuar impunemente, los enemigos de la república.

Por si cuanto antecede no fuera suficiente, el gobierno de la pobre república comete la estúpida torpeza de licenciar en la zona dominada por nosotros al ejército. Mientras se niega a entregar las armas al pueblo, todo esto y mucho más por respetar unas leyes que nuestros enemigos no cumplieron jamás. Pero llegamos adonde queremos ir sin repetirnos demasiado: ¿con qué y quiénes podíamos crear una máquina guerrera? No era necesario inventar nada, esto lo habían hecho hacía miles de años los seres primitivos, se unieron para hacer frente a cuanto dispersos no podían hacer frente. El franquismo-fascista nos desmonta toda la máquina estatal y se lleva toda la maquinaria útil y nos deja las piezas que a él no le sirven por si en momentos determinados no puede manejarlas. ¡Vive el cielo que fueron medidas acertadas por hacer un mal uso de nuestras buenas costumbres de alimentar a quien nos puede destruir!

Nada más lejos de nuestros pensamientos que difamar o no reconocer los méritos de incontables personas que defendieron la república o la democracia hasta donde su forma y manera de entender las cosas les permitió hacerlo.

Este es un problema algo más que complejo para no tomarlo con la corrección y seriedad que el caso requiere. Nosotros rogamos a cuantos puedan considerarse afectados que no vean en nuestros conceptos nada ofensivo. Quizás estos pensamientos no se publiquen jamás, pero por si tuvieran algún valor, diremos una vez más que conocimos a un gran número de militares profesionales que para nosotros fue un honor luchar a

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su lado, y tenemos la obligación de reconocer su abnegación y heroísmo. Pero también tenemos el deber de decir que otros muchos pudieron hacer mucho más de cuanto hicieron en servicio de nuestra patria, a pesar de las dificultades e incomprensión que encontraron en nuestras filas. Para cuantos no quisieron servir la causa republicana en ningún escalón, solamente les deseamos que su conciencia no les haga la vida imposible.

En este sector social donde podíamos encontrar unos cuantos eslabones o piezas para crear una máquina que pudiera enfrentarse a la del enemigo o si fuera posible, superarla.

¿Tenían todos los sectores políticos el mismo criterio y las mismas ideas para hacer frente al enemigo?

Sin la menor duda, podemos decir y tenemos conocimiento de causa suficiente para poder afirmar que un gran número estaban en contra de todas las medidas que pudieran ser un fortalecimiento para quienes hacían honor a sus promesas de dar hasta su vida para defender al pueblo. Por ello ponían todos los obstáculos inimaginables para que ciertas leyes y medidas se pusieran en práctica. Una vez más, se ciscaban en sus promesas electorales. Los intereses del pueblo les tenían sin cuidado, entregar las armas al pueblo era un crimen. Ellos decían: ¿si armamos al pueblo, quién será capaz de desarmarle cuanto esto termine? Nosotros estamos seguros de que no eran sinceros y que solo su temor diarreico les impedía decir cuanto sentían y pensaban en el fondo de sus letrinas pensantes. Es un lenguaje que nos desagrada utilizar, pero es tan hediondo cuanto hicieron en los primeros días, semanas y meses que corriendo más peligro del que muchos pueden suponerse, nos impele a escribirlo, pase lo que pase.

No pretendemos presumir de nada, pues aun no creyendo en falsas modestias ni en otras frases más académicas, conocemos nuestras inmensas limitaciones y este es nuestro serio y gran calvario. No tener los conocimientos que otros muchos tienen para ponerlos al servicio de una causa tan humana como la auténtica libertad de todos y que los derechos humanos sean una realidad en todos los confines de nuestro cochino mundo presente. Sigo pensando hoy como el primer día de la contienda, si me matan los que tengo enfrente, es una víctima más del fascismo, ¡el hijo predilecto del capitalismo degenerado por su lucro insaciable, que no repara en medios para apropiarse la parte del león egoísta de todo cuanto se crea y se produce sin ocuparse seriamente de los millones de seres humanos que mueren por falta de alimentos!

¡Si son capaces de matarme, repetiré al morir lo que digo, cuando por servirles y hacerles comprender lo que yo creo justo, lo mismo me da que me maten unos fascistas que otros! ¿Qué pretendemos con estas desagradables frases? Hacerles ver que no tienen razón con la actitud adoptada y que es necesario escuchar a quien nos habla con buenas intenciones. Para matar a un ser humano siempre nos sobra demasiado tiempo si sabemos utilizar el sentido (llamado) común y el dominio de nuestras reacciones. ¡Que se corre un serio y grave peligro cuando se trata de masas al emplear este sistema, y más con esas frases ofensivas para quien está luchando contra ellos desde hace tiempo! Sin la menor duda, pero si cuando la situación parece insalvable, no perdemos el control, en vez de perder la vida, nos habremos ganado centenares y quizás millares de amigos que te seguirán donde seas capaz de conducirles.

¿Todos los mandos, militares y políticos de la 70 división están contentos y me consideran un mando como ellos lo conciben? ¡No, ni mucho menos! Seguro que los soldados (sí, decimos soldados y no milicianos ya diremos la razón) y clases sienten por nosotros más afecto y cariño, esto es normal y comprensible. Saben que me ocupo de todos sus problemas y necesidades (sus mandos directos hacen lo mismo), ellos no tienen que bregar constantemente conmigo, me ven cuando hay una situación delicada o a nosotros el mando, nos interesa visitarles por razones obvias. Cuando nos ven en sus posiciones, es para hacerles ver que somos unos jefes sin miedo y que ellos tampoco pueden tenerlo. Les obsequiamos con unos cigarrillos y se los encendemos para que vean que no temblamos ante el fuego enemigo. ¡No importa que nuestro cuerpo sea un flan con movimiento permanente! Este estúpido teatro dura unos minutos y en este tiempo no podemos permitirnos la libertad de conducirnos tal y como somos. Cuántas leyendas se escriben constantemente deformando la realidad humana, pensando solamente en los efectos que deseamos lograr sin contar con el hombre.

Soldados que tienen que convivir con sus clases, oficiales y jefes, permanentemente, no pueden conducirse tal y como son, hay que demostrar en demasiados casos lo que quieren ver en nosotros, aunque nos cueste jirones de nuestra vida el lograrlo. ¡Sí, teatro y teatro! Tanta vanidad y miseria humana es necesaria mientras los sistemas sociales y políticos siguen siendo lo que en realidad son. Resumen: no es lo mismo convivir con un mando durante todo el tiempo de una batalla, que verlo durante unos minutos.

Seguimos creando nuestra máquina de guerra con los elementos que el fascismo no fue capaz de atraer a su campo. En contra de quienes, no siendo partidarios de Franco, se oponían a que termináramos con el confusionismo y la anarquía. Quizás cuanto decimos y podemos decir no sea fácil comprenderlo sin haber tenido la suerte de vivirlo para poder meditar sobre las reacciones y conductas humanas en situaciones similares para todos. ¡Qué gama de matices tan disonantes sobre el mismo tema y de qué manera más simple se podían coordinar los pensamientos para marchar todos unidos por el mismo camino!

¿Quién era capaz en la 70 división a la hora de la verdad, de poder distinguir a los republicanos de los liberales, a los socialistas de los comunistas, a los anarquistas de quienes decían no tener partido por ser apolíticos, y a toda una gama de hombres que se conducían tan maravillosamente en todos los terrenos y campos de la milicia?

Por si lo anterior no es suficiente, diremos algo sobre otra cualidad determinante para la eficacia de cualquier unidad que pretenda estar a la altura de su misión relacionada con su causa nacional.

Tenemos hombres de todas las regiones de España y en este orden, seguimos los mismos principios que en el orden político: cada uno puede pensar como quiera y cada cual defiende a su llamada patria chica, defendiendo la república democrática.

Por eso sufrimos y nos indignamos a pesar de nuestro realismo, cuando vemos cómo se conducen hombres que debían tener motivos más que sobrados para saber cómo deben conducirse. Nada más lejos de nuestro pensamiento que pretender uniformidad en pensamientos y costumbres, somos partidarios de la pluralidad más amplia.

Es en este auténtico banco de pruebas donde se puede valorar a los hombres casi en todas sus múltiples y sorprendentes facetas. Pero no queremos perdernos y procuraremos hablar de esto en otro momento, pues tendremos tiempo de opinar sobre ello.

Nuevas órdenes. Repliegue a Ejulve.

El enemigo se da cuenta después de tres días de lucha intensa que no es capaz, a pesar de su superioridad en medios y en hombres, de rompernos el frente por nuestro sector; esperamos que desista de atacarnos por donde lo hace, pero esto nos obliga a tomar distinta medida en consonancia con la situación requiere, sin perder ni un solo minuto. Recibimos una orden de nuestro Cuerpo de E. que es alarmante y sintomática. Si el enemigo le desaloja de Utrillas, Montalbán y San Just, repliéguese hasta la horquilla de Ejulve. Procure no perder nuestro contacto, por su izquierda nuestras fuerzas se repliegan ordenadamente. Procure salvar todo lo que pueda de su material. Por su derecha el enemigo avanza en profundidad y en este momento no tenemos noticias de donde se encuentra, puede estar en Alcañiz y en Caspe.

—¿Está el jefe Juan Perea?

—No, soy yo el jefe de EM.

—Toral, ¿qué piensa hacer?

—Defenderé mi frente si ustedes me prometen vigilar mi flanco izquierdo; el enemigo no atacará por ese lado, le interesa más avanzar por Alcañiz, Caspe y Lérida, ocupadas estas, se lanzará al mediterráneo y pretenderá desalojarnos de todo el sur del Ebro y Tortosa.

—¿Qué me dice usted de mi intención?

—Toral, siento que Perea no esté, pues yo no puedo aconsejarle.

—Como ustedes saben, estamos rechazando todos los ataques del enemigo y me parece que mañana no insistirá, procuraré ponerme en contacto con mi flanco derecho y veré dónde se encuentra Heredia, y supongo que Modesto no estará lejos. ¿Usted puede decirme algo de ellos?

—Sé que se encuentran por donde usted se supone, Toral.

—Pero esto no tiene justificación, ¿cómo se puede carecer de información más o menos veraz? Es algo que no puedo comprender.

—Bien, Toral, tenga cuidado y cuídese cuanto pueda…

Rápidamente hago venir a mi puesto de mando de combate al oficial que hizo el sondeo en la zona en litigio, pues mientras no lo ocupen totalmente, lo podemos considerar así. Pedimos al jefe de transportes que prepare un coche sin distintivo de ninguna clase, con un conductor de total confianza y capaz de realizar cualquier proeza en terreno enemigo. El coche debe ir equipado de cuanto pueda precisar para estar unas cuantas horas en campo enemigo sin necesidad de repostar.

El oficial es un mando capaz y le acompaña un sargento que puede realizar su misión si a él le sucediera cualquier contratiempo: misión de la expedición: llegar a Alcañiz para informar a don Enrique Fernández Heredia de nuestra situación y recabar de él cuanto nos interesa del conjunto de la ofensiva enemiga, en particular, nos interesa saber qué pasa en Alcañiz con preferencia en toda esa zona la de Caspe, darle toda clase de explicaciones y datos de nuestra actuación y proyectos. El oficial y el sargento tienen órdenes de pasar cuanto sea humanamente resistible para no ser identificados. Del conductor tenemos las mejores referencias y confiamos que sabrá intercalarse si, como esperamos, el enemigo puso en marcha alguna motorizada en dirección de Alcañiz. Nosotros pensamos que al no romper nuestro frente, el enemigo pretenderá lo siguiente para no perder más tiempo: puede ser que desplace parte de sus fuerzas (que podrían de las 4, 82 a, 83 a, 84 a y 108). ¿Pertenecen las divisiones indicadas al cuerpo de Galicia? Pueden partir de Oliete y de este a Andorra, de esta a Calanda para confluir con otras en Alcañiz.

Que para el mando fascista hubiera sido más cómodo y sencillo marchar de Vivel a Montalbán, Alcorisa, Calanda, Alcañiz, pero la defensa de Utrillas, San Just y Montalbán no permite seguir ese eje de marcha que puede ser más ambicioso de cuanto puede suponerse a simple vista. Pues de Montalbán a Ejulve nos conduce a Castellote, Zurita y Morella.

Este eje de marcha es el que nosotros pretendemos defender mientras tengamos un mínimo de medios y algún contacto por nuestros flancos, es seguro que por nuestra izquierda no tenemos mucho que temer, pero por nuestra derecha es donde radicará un serio peligro si nosotros no podemos suministrarnos de munición y de tomar contacto con el Ejercito de maniobra o de levante: ¡el terreno y las condiciones o características de nuestra lucha me recuerdan las guerras carlistas!

De seguir esta confusión, dentro de poco seremos un general Cabrera, guardando las distancias correspondientes a sus ideas y las nuestras.

Marchó el coche de exploración con la orden de llegar a Alcañiz como la situación le permita. Puede ser que el enemigo marche por la misma ruta que nosotros deseamos explorar. Sería interesante que puedan intercalarse en una de las motorizadas enemigas para llegar a Alcañiz antes que el enemigo. Parten de Utrillas a Montalbán y de esta, a Alcorisa, Calanda y Alcañiz. Si fuera posible, harán un sondaje sobre Andorra para ver qué hay y qué está sucediendo. Salen el 14 de marzo a las 8 para ir con los ojos abiertos para retener cuanto pueda interesarnos a todos. Mientras no tengamos sus noticias seguiremos contando cuanto sucede por nuestro sector y tomamos nota de cuanto nos dice el servicio de información, el cual afirma que el enemigo dijo anoche desear hablar con el jefe de la división para algo que nos interesa a la unidad. Pedimos datos sobre esta incidencia para confirmarlo y tomar las medidas pertinentes del caso; esto puede ser de suma importancia para nuestra unidad al vivir la situación que estamos capeando por cuanto decimos y exponemos sin deformar el menor acontecimiento.

La situación es de lo más delicado y no importa que nosotros nos esforcemos en desmentir o quitar importancia a las muchas habladurías, comentarios y bulos intencionados para desmoralizar a nuestras fuerzas.

Esas radios que están pendientes más de las noticias enemigas que de las nuestras son un arma peligrosísima si no sabemos neutralizar sus efectos con realidades tangibles. Hace días que prácticamente estamos aislados y no solo desconectados de nuestros escalones; este estado de cosas tienen una gran influencia en el ánimo y moral de los hombres que diariamente ofrendan su vida por una causa humana; pero de la cual no perciben hoy el menor beneficio material. Esto es así y no como nosotros deseamos que todos lo vean; ¡ellos afortunadamente piensan y razonan para bien de la humanidad! A su práctica manera enjuician las situaciones y por desgracia para todos, pocas veces se confunden en sus vaticinios. Con esto que para muchos carece de importancia, pero sin la menor duda la tiene cuando no se valora justamente, se puede destruir toda la labor realizada durante meses y meses. Esta es una razón por la cual jamás ocultamos a nuestros «hombres» y esta es la palabra que mejor cuadra a nuestros milicianos, la verdad de cuanto sucede en nuestra unidad y en cuantas luchan a nuestro lado. Jamás mentimos ni pintamos las cosas del color que pueda agradarnos, esta sinceridad la mayoría absoluta la acepta y la comprende y nosotros la practicamos en todo momento. Seguimos llamando a las cosas por el nombre que creemos tienen, cuando nos demuestran nuestro error, rectificamos sin el menor esfuerzo ni reposo.

De trinchera a trinchera, de posición a posición se charla con el enemigo; este sistema puede y es prácticamente cuando no se baja la guardia para no ser sorprendido. Nos cuentan que los del otro campo nos llaman la niña bonita porque en todas las fiestas nos encuentran. Ciertamente, hay unidades tanto en un lado como en otro, que en casi todos los fregados nos toca pegarnos.

Ordenamos a todos los jefes de las unidades que cuiden y estrechen la vigilancia y que esto no impide la confraternización guardando las distancias y cuidando el lenguaje, pues por esto no se paga nada y sí podemos obtener algún beneficio inesperado.

¿Qué pretende el enemigo? ¿Procede en esta ocasión honradamente y con sinceridad al hacer las promesas que nos hace? La cuestión merece la pena ser meditada y no estudiada, pues hay algo que no casa en el encuadramiento de sus normas, conducta y proceder con las fuerzas republicanas.

Insisten en las unidades que desean charla con nosotros, pero sin decirnos con quién o quiénes vamos a dialogar; esto ni es serio ni podemos tomarlo en consideración como al parecer pretenden.

Dicen que nos entreguemos (ellos doran un poco la píldora diciendo que nos pasemos) y que todos los mandos de la unidad serán respetados en los cargos que tenemos y que nadie en la unidad sufriría ninguna sanción ni condena. Perderíamos un poco el tiempo repitiendo sus argumentos, que carecen de algo más que de sinceridad. Se les pide concreción en su promesa para nosotros, estudiarlo y darles una contestación. Ni por un momento se nos pasó por la imaginación el tomar en consideración la llamada propuesta enemiga. Creemos que nadie de nuestra unidad piensa en aceptar la propuesta enemiga si esta tuviera algún viso de seriedad y garantías. Nadie de nosotros está dispuesto a traicionar a nuestros compañeros de lucha, a nuestros principios, a nuestra causa y a la república democrática. Por estas y no por otras razones no informamos a nuestro mando superior (que brilla por su ausencia).

Dicen que estamos cercados y que no tenemos salida por ningún sitio, pues han ocupado Caspe, Alcañiz y marchan en dirección al mediterráneo. Que en cuanto se lo propongan, tomarán nuestras posiciones y que entonces no serán tan generosos como lo serían si nos pasamos. Contestación de la 70 por unanimidad: ¡no sabíamos que habéis puesto puertas al campo! Estad seguros de que cuando consideremos que llegó el momento de replegarnos, no os molestaremos para que nos entreguéis las llaves de nuestras puertas.

Resumen y conclusión: el enemigo cesó prácticamente en sus ataques cuando se convenció que no podía romper nuestro sistema defensivo empleando la táctica estúpida e infantil que se le ocurrió emplear ante unas fuerzas con moral y con capacidad organizativa, defensiva y de maniobra; como habíamos demostrado en Brunete, Codo, Belchite y Teruel. Queridos enemigos franquistas: con todos los adjetivos calificativos o sustantivos que más os agraden, nosotros milicianos, enemigos de la guerra, pero hombres que nos arrancasteis de nuestros hogares de trabajo, nos obligáis a leer esos famosos reglamentos que tan mal utilizan algunos de vosotros, modestamente os demostramos que no es solamente el terreno ni las dificultades climatológicas quienes pueden contener a unas fuerzas mejor equipadas, mejor dotadas, mejor armadas, pues sois profesionales y tenéis la obligación de ser mejor que nosotros los milicianos, pero pésimamente utilizadas tácticamente y no digamos estratégicamente. Pretendemos ser ecuánimes y ponderados, pero cuando se sacrifican los hombres tan insensatamente, no podemos dominar nuestra indignación por vuestras víctimas que también son nuestras y que esto nos obliga a pensar lo que os pudo suceder si hubiéramos contado con los medios que militarmente debíamos haber tenido si no existieran tantos factores confabulados que solamente trabajan en vuestro favor.

Esto es parte o principio de una pequeña historia que nosotros sabemos sin la menor duda cómo puede terminar, pero que nada ni nadie impediría que nosotros juguemos el papel correspondiente a nuestra confianza en la causa que defendemos: deseamos desde que tenemos eso que dieron en llamar uso de razón, que nuestro pueblo sin la menor discriminación viva como se merece, pero dando a cada cual cuanto se merezca por su capacidad y por el interés que ponga en ayudar a los menos dotados.

¡Cierto, no tenemos contacto con escalones superiores, ni enlazamos con otras unidades por nuestros flancos! Por la izquierda sabemos aproximadamente dónde se encuentran, por este lado no tenemos nada que temer, al enemigo no le interesa atacar por este sector, no es por ahí por donde puede ganar la guerra.

Es por nuestra derecha por donde se pueden producir serios contratiempos, pero me parece que el enemigo olvida el refrán del cazador y el oso. Esto no me sorprende, pues ni nuestro propio gobierno tiene confianza en lo que será capaz de hacer el resto del país que defendíamos, a pesar de no desearlo. Esto parece duro, pero es totalmente cierto, por esas certidumbres afirmamos las sorpresas que daremos a unos y a otros.

Regresa nuestra expedición sobre campo de unos y de otros y tuvo la suerte de enquistarse en una columna motorizada italiana de flechas (negras). Esta operación la realiza el jefe de información de la 70 división, ¡un nativo canario, un estupendo dibujante, Arencibia! Reunía las condiciones más idóneas para estas misiones, con estas proezas se puede escribir una obra. Con muchas penas y contratiempos pudo sacar una seria ventaja al enemigo para llegar antes que él al puesto de mando del jefe del XVIII Cuerpo y darle la noticia de donde se encontraba el enemigo. Parece que la salida del EM no fue nada marcial, pues no recuerdo haber leído nada parecido de los jefes de un Cuerpo de E. que se replieguen saltando por las tapias de los corrales. ¿Cómo es posible que sucedan estos casos cuando tenía el XVIII algunas de las unidades de la 35 división de Walter? Con estas fuerzas internacionales se podían hacer operaciones maravillosas si se las sabía mandar y situar en los frentes. La división de Etelvino también debía estar por esa zona y como es natural, Ibarrola con su XII Cuerpo. De todas formar hay varias cosas que no somos capaces de comprender por más que nos esforzamos en ello. Alcañiz es un nudo de comunicaciones que el enemigo debe ocupar para asegurar la defensa de Caspe, la ocupación de Gandesa para poder marchar en dirección Tortosa. Heredia debía saber que nosotros no permitimos que el enemigo marche por los ejes de Vivel, Montalbán, Alcorisa, Calanda, Alcañiz, ni por el de San Just, Ejulve, Castellote. Pero no podemos jugar ningún papel serio en el de Rudilla, Oliete, Andorra, Calanda, Alcañiz. Solo tenemos una división para defender un montón de kilómetros de frente. Cuando rechazamos el cuarto ataque serio, es cuando podemos pensar en extendernos un poco por nuestra derecha, pero desgraciadamente solo nos sirve para ver marchar desde las alturas al enemigo que inteligentemente se aleja de nuestro fuego y marcha sin descanso, penetrando sus vanguardias sin el menor temor en nuestra retaguardia. Con estas primitivas columnas motorizadas se lanzan sin el menor temor a cuanto pueda quedar en su retaguardia, es esa audacia aliada a nuestra falta de agilidad en el mando lo que le permite sin grandes esfuerzos penetrar por unos ejes de comunicaciones que debieron defenderse a toda costa. No es y no debe ser posible marchar por su terreno donde todos los medios de comunicaciones deben estar fortificados en profundidad. No pretendemos hacer creer que las batallas se ganan solamente con una fortificación permanente, no. Sabemos que toda fortificación puede y tiene sus puntos más o menos débiles, suponiendo que no los tenga, la solución será siempre acumular más medios que los que el enemigo pueda tener para concentrarlos sobre un punto determinado y abrir una brecha. En una palabra, concentración de fuego para que el enemigo no pueda utilizar el suyo para defenderse. Esto lo hicimos en Belchite con armas automáticas sobre un fortín, desde donde no pudieron hacernos ni un solo disparo, y fue ocupado sin bajas por ambas partes.

En Aragón y en el este sobró tiempo para construir una muralla más inexpugnable que la china y no es esto lo que nosotros decimos ni pretendemos. Tenemos unos hombres que son capaces de hacer cuanto les pidamos y un poco más, no podemos alegar nada razonable en contra de cuanto decimos.

No pretendemos que se hagan fortificaciones como las de Madrid o ciertos frentes en la sierra. ¡No hablamos de cinturones de hierro cuando luego no se defienden por razones obvias! Hablamos solamente de centros de resistencia y elementos donde los hombres se consideren seguros moralmente y sepan que en ellos pueden descansar por estar sus armas colocadas de tal manera que el enemigo tendrá que pensarlo dos veces antes de intentar ocuparlas.

Puede que los superdotados no estén conformes con estas ideas y que nos enseñen cuanto nosotros ignoramos sobre la guerra y sus fortificaciones, sí. Todo eso y mucho más podemos decir nosotros. La mejor defensa es el ataque, pero para que esto sea una realidad, hay que reunir una serie de elementos que jamás pudimos utilizarlos y conste que los teníamos en nuestras manos. ¡Qué hubiera dicho la historia capitalista si hubiéramos procedido como en derecho y humanamente pu640

dimos hacerlo! Sin hacer cuanto debíamos, somos tildados de comunistas y de asesinos imperdonables y por eso se nos aconseja que nos rindamos, ¿qué medidas hubieran tomado de haber procedido como decimos? No pretendemos justificar nada ni a nadie solamente deseamos exponer cuando vemos que no se hace, lo que se realiza, lo que dejamos por hacer, cómo nos conducimos unos y otros y lo que nosotros realizamos en nuestra parcela pensando que ese camino es el justo.

Pretendemos solamente, como venimos diciendo en todos nuestros relatos y apuntes, que cuantos ocupamos puestos de responsabilidad nos coloquemos a la altura de quienes nos siguen con entusiasmo y convencidos de sus razones para defenderse de sus enemigos que, queramos o no, son de todos.

Tenemos que trabajar a marchas forzadas para crear las condiciones mínimas de seguridad para replegarnos en cuanto consideremos que no tiene ninguna finalidad mantenernos donde nos situamos antes de iniciar el enemigo la ofensiva del 9/3/38.

La última orden recibida del XXI Cuerpo de E. mandada por don Juan Perea (del que seguimos sin noticias) fue la de situarnos en la llamada horquilla de Ejulve y, por lo tanto, mandamos a nuestro jefe de EM señor Jiménez con todo el aparato del EM de la división para situarnos en la zona y no en Ejulve cuando la situación se haga insostenible donde nos encontramos. Repetimos que tenemos organizados centros de resistencia a caballo del eje de marcha Montalbán Alcañiz, que el enemigo no consiguió forzar. Pero a más de esos centros creamos diariamente todos los elementos de resistencia que podemos en profundidad para que el enemigo no pueda marchar a la velocidad que quiera, sino a la que nosotros le impongamos con nuestra resistencia. El comisariado y los instructores políticos siguen con su meritoria labor de moralizar a nuestras fuerzas y les explican con claridad la situación creada por la ofensiva del enemigo, militarmente hacemos otro tanto.

Escuela y Hospital de Valderrobles.

Cada momento que transcurre, la situación es más confusa y delicada militarmente. En Valderrobles tenemos creada una escuela de cabos para sargentos y de sargentos para oficiales, pero además de esa misión es nuestra base de reclutamiento y de recuperación, donde destinamos a todos los reclutas que nos mandan. Esta escuela semioficial viene funcionando desde que tomamos el mando de la columna Mangada, pero con plena eficiencia y resultados notables después de la toma de Belchite. Cuando nos dieron el mando de la división fue cuando pensamos en ampliarla y situarla fija en un punto estable que en esa fecha nada mejor que Valderrobles, por estar alejado del frente y bien comunicado en una finca estupenda con locales apropiados para el estudio y capacitación.

Fue por esa fecha también cuando creamos nuestro hospital divisionario y nuestra guardería para los huérfanos y necesitados de la 70 división.

En la base de reclutamiento tenemos también una sala de recuperación para cuando salen nuestros heridos de nuestro hospital y de los del estado, son destinados a dicho lugar para prepararse militarmente y terminar su recuperación moral y material, si lo precisan, pues hay casos que sí.

Todos los gastos fundamentales salen de nuestro día de haber de todos los miembros de la unidad, de los donativos que nos mandan y de la ayuda oficial que recibimos, esto fue lo mejor que fuimos capaces de hacer.

Nuestro jefe de EM tiene órdenes de mandar a un oficial para hablar con el director y de este encuentro uno de los comandantes más jóvenes que teníamos, pero que por psicosis de guerra, le mandamos allí para que se recuperara y no como tontamente algunos pensaron que fue un premio a su miedo. Este caso, como otros, no se comprendían fácilmente. El frente es el frente y la retaguardia es eso. Cuando un mando tiene el valor de presentarse a su jefe de división y le dice:

—Toral, tengo miedo de que me maten, mi hermano también está en el frente y a mi padre le cogió la guerra en la otra zona. Mándame donde quieras pero que no sea el frente, ya no soy capaz de mandar el batallón.

—¡Tú, uno de los mejores comandantes de batallón, me dices esto y temblando de miedo! No lo entiendo, tú estás enfermo y puede que dentro de un círculo vicioso, ¿por qué no me hablaste de tu situación, muchacho?

—No es fácil decirlo, pero tengo la seguridad que en esta situación no puedo seguir mandando el batallón y que si me mandas al frente, me matarán.

—Te puedo proponer para un permiso y que nuestro jefe de sanidad te vea para ver qué es lo que te pasa, pues no es fácil para mí comprender tu estado tan diferente a tu anterior personalidad.

Este es el hombre que en esta época de nuestra guerra está dirigiendo nuestra escuela de mandos y nuestra base de entrenamientos. Pero para quienes no son capaces de comprender mi decisión, este hombre es el mismo que ayer había realizado operaciones brillantes utilizando no solamente el valor, alegaban que no tendría autoridad moral para formar mandos que se suponen con valor probado.

Un mando de la unidad más importantes para hacer la guerra que tiene el salero de presentarse al jefe de la unidad y plantearle sin lloriqueos, sin camuflajes ni rodeos, que tiene miedo de morir y que por esta causa no puede mandar su unidad, tiene derecho a ser escuchado y a que le demos una oportunidad para que se recupere. Por algo había trabajado en el sanatorio Esquerdo.

Su estado lo conozco yo y su inmediato superior, es cierto que esto no puede ocultarse, pero tampoco se puede airear brutalmente por sus mismos compañeros. Si le hubiéramos procesado o en el mejor de los casos, relegado a una misión en disonancia con su capacidad, se hubiera perdido para siempre. En la escuela se recuperó preparando profesores y ordenando la preparación de los que podían recuperarse y en particular, de los reclutas.

De esta base, escuela y sala de recuperación salieron y salen hombres magníficamente preparados para hacer la guerra.

Puede que yo me excediera en este como en otros casos, pero había planteado esta decisión al jefe médico de sanidad y este coincidió totalmente con mi decisión, pero diciéndome que sería seriamente criticado y así fue. Dialogamos el comisario y el instructor del partido sobre este problema normal en las guerras y ante mis razonamientos, dieron por hecho el caso. El pequeño malestar duró poquísimo tiempo y casi desapareció en cuanto empezamos a recibir promociones de cuadros.

A este comandante le ordenamos que preparase todos los hombres que tenemos en la base para incorporarse a las unidades en cuanto nosotros lo consideremos oportuno: hay que trabajar durante todas las horas del día y si es necesario, parte de la noche. Los reclutas estarán formados en unidades provisionales con sus correspondientes mandos y harán todos los días marchas hasta de 30, empezando por 15, con descansos de diez minutos cada hora. Pero estas marchas se harán con equipo completo, debe montar una vigilancia a tal distancia de la base que tenga tiempo sobrado para replegarse en dirección a nuestra unidad; nosotros procuraremos teneros informados de donde y por donde podemos estar. Retiren de la base cuanto no sea necesario para vuestra preparación y lo mandan a Valencia a nuestra representación. Si algo o mucho de cuanto tienen no fuera necesario para nosotros o para el pueblo, será destruido para que no caiga en manos del enemigo. Tengan presente que nuestra escuela y base continuarán funcionando mientras la unidad tenga necesidad de ellas. Tomen en consideración la siguiente orden.

Primero: nadie de esa base puede salir para ningún destino que no sea el de nuestra unidad o cualquier otro que nosotros demos nuestra conformidad ordenándolo por escrito.

Segundo: Alcañiz puede caer en poder del enemigo (seguramente cuando nuestro enlace llegue a esa ya lo tendrá ocupado), pero esto no quiere decir que vosotros tengáis motivos para consideraros perdidos.

Tercero: nosotros nos encontraremos aún defendiendo Utrillas y Montalbán quiera o no quiera el enemigo, cuando nos repleguemos, será en esta dirección: Montalbán, la zona horquilla o cruce de carreteras de Ejulve. Si en este caso enlazamos con fuerzas propias por la derecha o por lo menos, sabemos dónde se encuentran. Es un poco complejo saber con seguridad qué eje de repliegue tendremos que tomar, por estas razones será mejor que vosotros marchéis como indicamos por vuestros medios propios y contando con algún camión que otro que pondremos a vuestra disposición para utilizar en último extremo, pues lo interesante será que lo hagáis como marcha de entrenamiento. Si fuera necesario utilizar los camiones, hacedlo como tranvías.

Cuarto: nada de precipitaciones alarmistas, pensad que el enemigo tiene que reorganizarse y descansar, procuraremos teneros informados por los procedimientos que seamos capaces de encontrar.

Quinto: nuestra intendencia se ocupará de atenderos y nuestra sanidad hará lo mismo. Cuidado con la aviación enemiga durante vuestras marchas.

Sexto: nada de órdenes por escrito para no cometer torpezas, pensad que en nuestras marchas podéis encontrar fuerzas dispersas y sin control, pero también agentes enemigos porque la situación se presta para ello. Lo más indicado será incorporar a nuestra columna a quienes no puedan justificar su identidad y unidad militar donde están encuadrados. Es necesario recordar que lo interesante será marchar por carreteras secundarias para no tener encuentros con el enemigo, y guardando la distancia de un par de jornadas hasta que la situación se clarifique no se corren serios peligros.

Por mediación del Ejército de maniobra o de levante, podéis saber dónde nos encontramos, pues nosotros les daremos nuestra situación no tardando.

La situación es delicada, pero parece mucho más de cuanto es, por el confusionismo reinante, para nadie de la 70 puede ser sorprendente cuanto sucede, los mandos y los mandos solo somos los únicos responsables de cuanto sucede.

Os mandamos unas cuantas armas automáticas para que podáis defenderos si sois atacados, y si podemos dotaros lo haremos en cuanto veamos qué tenemos en nuestros depósitos y polvorín.

Retirada de Utrillas.

La situación en nuestro sector es de una calma alarmante, ordenamos replegar nuestra artillería y poner cargas de dinamita en las minas de Utrillas y en todo cuanto tengamos que volar al abandonar este sector. La situación no es dudosa, el enemigo avanza por nuestra derecha y como decimos en otro apartado al extendernos por este flanco, el enemigo sigue avanzando pero alejándose de nuestro fuego.

En el barranco o cañada del infierno, al nordeste de Montalbán, tenemos que detener a una batería de artillería que se retira del frente y que no nos hace caso de nuestro alto. También nos sucede lo mismo con fuerzas de la 34 división, esto nos indica la situación y cómo el enemigo avanza sin encontrar seria resistencia en sus penetraciones. Ya sabíamos que el enemigo estaba a las puertas de Caspe y que si no había entrado en Alcañiz sería porque se paró para tomarse el almuerzo. Ante la carencia de información del ejército o del escalón al cual debemos pertenecer, será necesario tomar esta situación por nuestra cuenta si queremos hacer cuanto podemos y, sobre todo, lo que debemos por nuestro pueblo. Intentamos comunicar con el Ejército de Levante o de Maniobra por teléfono, pero todos nuestros intentos no dan el menor resultado; al parecer, todas las líneas están cortadas por lo que se nos comunica. Mando venir a mi puesto de mando de combate al jefe de transmisiones, que es una casualidad, pero este amigo hizo el servicio en el segundo de ferrocarriles por la misma fecha que yo y prestamos servicio en M2A. Me parece que él fue cabo interino como yo y como la milicia le interesaba, se presentó y le hicieron efectivo. Cuando la ley de don Manuel Azaña, él se retiró de sargento nada más sublevarse Franco se ofreció voluntario y no recuerdo si casualmente o porque se enteró de dónde estaba, pidió que le mandaran con nosotros, pues en el segundo de ferrocarriles como en M2A habíamos continuado siendo amigos a pesar de que yo era soldado y él, sargento. Jamás le pregunté por sus ideas pero él sí conocía las mías antes de la sublevación fascista. Seguro que era un hombre liberal y que tenía un concepto de la moral tan elevado como unos cuantos de nosotros veremos por qué. Su hermana había sido elegida reina de la belleza de España como representante de Valencia, ciertamente era toda una reina en ese campo. Esta reina se hizo amiga de Sánchez Guerra y como quería mucho a su hermano, pretendió que su amigo le protegiera, pero que yo sepa, este muchacho jamás aceptó nada de su hermanita.

Si relatamos cuanto antecede es para demostrar una vez más cómo cuando menos lo esperamos, aparecen hombres íntegros con los cuales se puede contar como con el siempre amigo Sempere. Esta es una de las cualidades de la 70. Sempere está con nosotros como jefe de transmisiones cuando me hacen jefe de división, puedo comprobar que es un técnico competente y por eso monta una escuela de transmisiones como pocas unidades habrán tenido mejor. Este camarada recibe personalmente nuestra orden de ponernos en contacto telefónico con el ejército de Levante por encima de cuanto tengamos que pasar.

Es necesario comunicarnos con ellos y para lograrlo tenemos que hacer cuanto sea necesario desde el punto de vista técnico que tú debes conocer: no te preocupes por las consecuencias. Si precisas material para conseguir línea, lo tomamos de todas las que perdimos en ciudades y pueblos que el enemigo aún no pudo organizar. Es un problema de audacia y de proponérselo y tú sabes cómo hacerlo, te garantizo que el único responsable seré yo. Esperamos estar enlazados con el ejército de maniobra donde se encuentre, todo lo más rápidamente que podáis lograrlo.

Nos ocupamos de ver cómo marcha la evacuación de cuanto no precisamos para seguir defendiendo nuestras posiciones actuales. No tenemos munición para la artillería y por lo tanto, el jefe principal Valdés recibe la orden de replegarse con ella y buscar emplazamientos adecuados en la zona, pero sin instalarla, pues no sabemos si en dicha zona podremos situar nuestras líneas.

Tampoco nos sirve de nada si no encontramos munición para ella. El Jefe de municionamiento y de operaciones tienen misiones determinadas para hacer cuanto estudiábamos sobre el plano con todos los jefes de sección y jefes de brigadas.

Por nuestra derecha siguen los combates y por nuestra parte logramos e impedimos sin grandes sacrificios rechazar a las fuerzas enemigas que pretenden desbordarnos por nuestro flanco. Tenemos la impresión de lo siguiente: el enemigo tiene el camino abierto para marchar y enlazar con las columnas que lograron ocupar Alcañiz, habiendo tomado Oliete, Andorra, Calanda, Montalbán y Alcorisa, como el de San Just, Ejulve, Castellote, esto lo pueden lograr por mucho que nosotros pretendamos retrasar su marcha en cuanto nos amenacen seriamente desde Castellote a Zorita, Morella. Esto es lo que nosotros pensamos y por lo tanto, procuraremos no perder mucho tiempo para situarnos antes que ellos puedan prepararse para la segunda fase. En posiciones que si bien los tendremos como amenaza por nuestra derecha, no correremos serio peligro de copa, como el pánico de algunos nerviosos desean que veamos. Debe ser un sufrimiento serio el vivir bajo el temor de caer en cualquier momento en manos del enemigo y mucho más cuando tienen que dominarse para que los hombres que mandan no puedan apreciar ese estado de ánimo. Recuperamos hombres de esas unidades que estaban por nuestro flanco derecho y les mandamos a nuestra retaguardia de Montalbán donde estamos organizando nuestra línea defensiva que será en profundidad siguiendo las instrucciones últimas de nuestro Cuerpo de ejército XX, C. de E. que nos mandó replegarnos a la horquilla de Ejulve, orden que no acatamos, pues mientras nosotros estemos aquí, el enemigo no se situará en ese cruce de comunicaciones. Está claro que nosotros no podemos ni debemos seguir manteniéndonos mucho más tiempo en estas posiciones, pues militarmente nuestras posiciones pierden cada día más valor estratégico. Habíamos jugado un papel doble al impedir que el enemigo pudiera avanzar por este eje de marcha para enlazar con las fuerzas de Alcañiz y las que pretendían marchar unidas a las de Vivel, Montalbán, Alcorisa y la columna de San Just, Ejulve, Castellote, Zorita, Morella.

Fijamos estas fuerzas y medios empleados durante unos cuantos días. Nuestra defensa nos permite tomar las medidas militares en Utrillas para destruir cuanto al enemigo le pueda ser útil, esta desagradable decisión está en consonancia con nuestro firme rechazo y condena de toda guerra, pero mucho más cuando esta maldita guerra es civil.

Tenemos un tiempo mínimo para familiarizarnos con el sector que pretendemos organizar en las mejores condiciones para su defensa.

Estas condiciones se tomaron con tiempo para que lo fundamental se realice y se pueda comprobar si nuestras órdenes se cumplen tal y como se ordenan.

Ejulve y Morella.

La situación es delicada, pero nuestra moral es tan elevada que hay que vivir estos momentos históricos para explicárselo y sobre todo, comprenderlo. Como dicen los creyentes: ¡Señor, qué pueblo tan maravilloso! Pero nosotros decimos: ¡por la gloria de Cotón! Solo unos hombres como estos son capaces de estar tan serenos y firmes ante lo que les espera. ¿Será una sorpresa para nuestros soldados y clases recibir la orden de replegarse en las primeras horas del día 17/3/38? Seguro que para hombres tan inteligentes no hay la menor sorpresa, pues han tenido tiempo de aprender de la guerra tanto como los mejores profesionales.

No teníamos otra solución, si queríamos seguir participando en todos los actos de la función iniciada en Teruel, y si en esta, modestamente, jugamos un pequeño papel, debemos seguir nuestro camino para no desentonar con cuantos están dispuestos a no entregarse al enemigo mientras hay posibilidades para hacer cambiar el rumbo confuso iniciado por quienes siguen ostentando la dirección de la contienda.

Todo está preparado para proceder como la situación nos aconseje o como se nos ordene en el Cuerpo de E. al que estamos llamando una vez más durante todo el día, pero en vista que telefónicamente no logramos nada, mandamos a un oficial para ver si conseguimos saber qué les sucede o el porqué no se ponen en contacto con nosotros cuando son ellos quienes deben hacerlo al transcurrir tiempo sin recibir la menor noticia nuestra desde hace días.

Regresa el oficial diciendo que han cambiado de emplazamiento y que ellos creían que estábamos situados donde nos habían indicado. Parece que su sorpresa es grande cuando se les da nuestra situación actual y futura. Parece que don Juan Perea ya no es el jefe y que fue destinado al ejército del Este. Todos los jefes de brigada reciben la orden de a partir a las 12 de la noche, replegarse escalonadamente para situarnos en Ejulve de momento, hasta que nos manden donde debemos estar y que podamos enlazar aunque solo sea con telémetros con quienes puedan estar en nuestros flancos.

Formas y maneras de hacer los repliegues en todo el sector. Lo que precede se dio por escrito a todas las unidades con el formato y forma correspondiente.

Primero: los que están en primera y segunda línea durante toda la noche harán vida normal, pero a partir de las 0 horas, iniciarán su repliegue dejando unos hombres con la misión de mantener durante toda la noche las hogueras que tuvieron por costumbre tener encendidas durante la noche. Se pretende dar la sensación real de que todo está normal y para eso solo se precisa dedicar unos hombres que den esa sensación. Estas normas son para todas las unidades. El repliegue será de unos 30 kilómetros y tenemos unas seis horas naturales para replegarnos sin prisas de ninguna clase. En cada centro de resistencia debe quedar una sección con dos fusiles ametralladores para hacer fuego sobre el enemigo cuando este se aperciba de que hemos abandonado las posiciones. Las secciones que reciban esta misión deben decidir por sí solas cuándo y cómo deben replegarse. Su misión es solamente obstaculizar la marcha del enemigo y no entablar ningún combate.

En las carreteras se pondrán todos los obstáculos que puedan retrasar la circulación rodada, donde tengamos puentes destruirles. Como las fuerzas de reserva estarán situadas escalonadas en profundidad en todos los elementos construidos por nosotros, en cuanto pasen las últimas de la primera y segunda líneas, lo harán ellos a la velocidad que requiera la actividad enemiga.

Mientras la actividad enemiga no aconseje replegarse, nosotros no daremos ninguna orden, so pena que nuestros observatorios nos indiquen alguna novedad de importancia. Tenemos bien cuadriculado todo el teatro de operaciones y podemos estar tranquilos de que no pueden sorprendernos.

La rectificación de todo el sector la hicimos en la jornada del 17 y el enemigo tardó muchas horas en darse cuenta del vacío que se había producido frente a ellos. Fue una jornada interesante, por cuanto debemos relatar los acontecimientos más sobresalientes. Cuando el enemigo intentó ocupar las cotas geográficas que dominan la carretera principal y Montalbán, como Utrillas y San Just, se vio precisado a utilizar su artillería pensando que solo habíamos abandonado las fortificaciones, pues al no encontrar la menor resistencia en ellas, pensaron que en las cotas y vértices no quedaba nadie. Esto les hizo confiarse un poco y esta fue la causa de su retraso y lentitud en su avance para ocupar cuanto voluntariamente habíamos abandonado, pero como consecuencia en realidad de su avance en todos los sectores donde varios de nuestros mandos no habían sabido defender el terreno. Hubo, cómo no, mandos, pero sobre todo soldados y clases que, se habían encariñado con sus posiciones, por razones obvias que no querían replegarse. Seguro que esta fue una de las razones fundamentales por las cuales el enemigo precisó mucho más tiempo del esperado para terminar con todos los focos y elementos de hostigamiento que nosotros habíamos mandado dejar y los que estos mandos de las unidades especiales habían creado por su cuenta y riesgo…

Podríamos citar multitud de casos de heroísmo de soldados, clase, oficiales y jefes, pero todo no puede relatarse por mucha memoria que se tenga (y es cierto que no carecemos de ese don), pero haríamos nuestros relatos interminables. Consideramos más práctico relatar solamente algunos de los más notables.

Ciertamente se habían elegido los oficiales más idóneos para estas misiones. Cuando se pidieron voluntarios, todos querían serlo y en vista de ello fueron elegidos los que consideramos mejor preparados militarmente para estas misiones, en la cual se deciden los resultados por la serenidad, la audacia y la rapidez de reflejos para encontrar la solución al problema que el enemigo nos ponga en esa pizarra tan difusa y con tantas variantes como contiene una batalla por pequeña que sea esta. A todos se les entregaron brújulas y los que decían podían orientarse por las estrellas, también las recibieron por si esas noches no permitían las nubes que pudieran verse. Se les marcó ruta y azimut para sus marchas en sus repliegues, dándoles un plazo máximo de tiempo para incorporarse a sus unidades de 72 horas, a las unidades que tenían misiones especialísimas de identificación del enemigo.

Pudimos seguir desde nuestro observatorio principal y al mismo tiempo, P. de M. de Combate de la División, cómo el enemigo a las 18 horas despliega dos compañías para intentar ocupar una cota de la cual les hacen replegarse varias veces por varios puntos a la vez. Esto es un poco sorprendente, pues de tal posición se habían replegado las unidades que tenían la orden de hacerlo, dos horas después que la última unidad hubiera pasado por su control.

Estamos enlazamos telefónicamente con todas las brigadas y seguimos desde las 0 horas del 17 todos los acontecimientos e incidencias de cuanto sucedió durante la noche y el día. Pedimos datos al jefe de brigada que tenía la misión de controlar el paso y repliegue de su unidad una vez realizado el primero, y nos dice lo que nosotros estamos viendo. El enemigo intenta ocupar una cota que está a caballo de la carretera de Montalbán a Alcañiz, pero próxima a Castel de Cabra, es una posición circular desde la cual se puede impedir la circulación enemiga durante mucho tiempo y con pocos hombres, si estos tienen ingenio y serenidad. En la cota militar se había construido una trinchera en zigzag para protegerse de la aviación y de la metralla de la artillería. Desde este anfiteatro se podía batir al enemigo desplazándose unos cuantos metros con la misma arma para dar la sensación de ser más de una. Se dio la orden de marchar una patrulla en esa dirección por si alguna pequeña unidad ajena a la nuestra se hubiera situado en esa posición después de haberla evacuado nosotros.

Antes de ser de noche esta patrulla se encontró con un cabo de la 32 brigada con un fusil ametrallador checo con seis tambores del mismo, pero sin munición y con un fusil mauser, pero también sin munición. Esta era la unidad que se había permitido rechazar unas cuantas veces a un enemigo calculado en dos compañías, pero que también pudieron ser solamente dos secciones. Con esto no queremos restar méritos al enemigo ni pretendemos hacer comprender dos cosas que las citaremos como ejemplo cuando hagamos el juicio crítico de nuestra actuación en esta campaña que nos tememos dure un poco más de lo que estamos pensando.

Se realizó el repliegue sin ninguna anormalidad digna de mención; todos los componentes de la 70 división estamos plenos de moral y seguros de que la guerra dura más que cuanto quiere el enemigo y menos de lo que deseamos nosotros, los que sabemos quién es el enemigo y cómo se comportará con nosotros si logra vencernos.

El cabo fue propuesto para oficial y por si la propuesta tarda en ser aceptada, nosotros le entregaremos mañana su nombramiento para, en una pequeña ceremonia con representación de todas las brigadas, le colocaremos sus insignias tan brillantemente ganadas.

Cuando nuestras fuerzas nos dan la situación de las posiciones que ocupan sus fuerzas, vemos que dos grupos de fuerzas de asalto están dentro de nuestra zona. Estos grupos se encuentran en las inmediaciones de Ejulve. ¡Es curioso, estos grupos habían operado a nuestras órdenes en la toma del seminario de Belchite! ¿Pero dónde están sus mandos y cuál es el estado moral y material de estas estupendas unidades que ocupan un terreno desde hace unos días sin un control eficiente por la ausencia de sus comandantes, que se ausentaron para tomar contacto con sus superiores y para saber dónde se encuentra su intendencia?

El día 18 a primeras horas de la mañana, nuestro jefe de servicios el gran Pedro Moro viene de nuestra representación de Valencia y nos entrega toda la correspondencia oficial y de la unidad remitida por la representación de Madrid, que unida a la de Valencia, alegrará a los muchachos, pues durante tiempo no funcionaba con la normalidad que teníamos por costumbre. No es que hubiéramos perdido el contacto con las representaciones, pero sí sucede que las delegaciones no marchan ya como durante toda nuestra campaña hasta la fecha, lo habíamos logrado. Para resolver estas y otras cuestiones había marchado el jefe de servicio a nuestra representación de Valencia. Como en otras ocasiones había sido un acierto su presencia en Valencia. En Madrid había rumores de que la 70 división había sido capturada íntegramente por el enemigo y los familiares, amigos y simpatizantes de sus componentes asediaban nuestra representación madrileña. Moro se esforzó en demostrarles que eso era un cuento inventado por nuestros enemigos en la retaguardia. Esta fue la razón fundamental de regresar de Valencia antes de haber realizado todas las tareas que tenía encomendadas. El mejor mentís que podíamos dar a estos bulos fue seleccionar representaciones simbólicas de cuantos más miembros tuviéramos de las unidades que componen nuestra 70 división. El comisariado y el aparato político se pusieron en marcha y rápidamente en Madrid como en otros puntos se les aclaró la situación.

Como todo no podían ser noticias desagradables, recibimos una de las más importantes desde el punto de vista militar.

—¡Toral, al habla, con Sempere que se encuentra en la sección de operaciones del ejército de maniobra!

—Si no es una coña ponme con él sin perder el tiempo.

—Te lo paso. ¿Sempere?

—El jefe de transmisiones de la 70 desde la sección de operaciones del ejército de maniobra a tus órdenes, y te habla Ciutat, que es el jefe.

—¡Toral, el poder charlar contigo se lo debes a tu jefe de transmisiones, que aún no sabemos cómo ha logrado este milagro!

—Dime dónde te encuentras con tu unidad para situarla en el plano.

—Estamos en la loma, en el cruce de la carretera de Ejulve a la cañadilla, y por lo tanto, tenemos puerto de Majalinos en nuestra retaguardia.

—Perdona que no te dé más referencias, pero no enlazamos con nadie ni por nuestra derecha ni por nuestra izquierda. Y esta línea puede estar interceptada por el enemigo.

—Me interesa saber con quién puedo hablar y de quién debo recibir órdenes.

—Ya lo sabrás en cuanto yo informe. Pero dime cómo estás ahí, si nosotros estábamos creídos que todo ese terreno está en poder del enemigo.

—Cuando el enemigo lanzó su ofensiva por Vivel del río en dirección Martín del Río a Montalbán y Alcañiz, como su otro eje de marcha, San Just, Ejulve, Castellote. Nosotros no le dimos permiso para avanzar por ninguna de estas zonas de penetración, pedí instrucciones al XX Cuerpo para saber qué teníamos que hacer si el enemigo nos rompía el frente o si conseguía avanzar por el enlace de nuestras fuerzas por las que debe haber en nuestra derecha, que es donde nosotros veíamos el peligro. Perea no estaba y del EM se me indicó a los dos días que nos replegáramos a la horquilla de Ejulve sin más ni más. Rechazados todos los ataques, nos hemos replegado el 17 por la madrugada y el enemigo, con una gran lentitud, está ocupando cuanto nosotros abandonamos porque nos rebasaron en demasiados kilómetros, y estamos prácticamente sin dotación para nuestra artillería y mal de fusilería y ametralladoras.

»No hemos dejado nada en poder del enemigo, destruimos cuanto podía ser útil para él en Utrillas como en Montalbán. Hace días que avanzan por nuestro flanco derecho y vemos por el de nuestra izquierda, pero este no nos preocupa nada.

»Tenemos en el sector indicado dos grupos de asalto un poco incompletos y sin sus comandantes, nuestra intención, salvo que recibamos órdenes en contrario, será la de situar nuestro cuartel general en las fábricas de Pitarque, donde el general Cabrera tuvo su puesto de mando en la guerra carlista. ¿Debemos ceder al enemigo terreno que se presta magníficamente para ser defendido? Nosotros defendemos todos los nudos de comunicaciones que hay por esta zona, como no tenemos fuerzas para ocupar cuanto consideramos de interés para la marcha de la guerra, tenemos en posición lo menos posible de fuerzas y por el contrario, tenemos reservas en la mano para poder contraatacar y defender los puntos geográficos que más puedan interesar al enemigo por la zona donde nos encontramos. Le repito que al situar nuestro Cuartel General en Pitarque, lo hacemos solamente para desenvolvernos con la agilidad que la situación requiere. El puesto de mando de combate está situado como es natural, lo más próximo a la Loma y Ejulve. Es por donde el enemigo intentará penetrar para desbordarnos otra vez rechazando la sierra del maestrazgo tanto por el norte como por el sur.

Puede que nuestros cálculos estén totalmente desfasados por carecer de noticias del conjunto de las operaciones y por esta causa, podemos cometer más de una torpeza al pensar por dónde el enemigo intentará hacernos ceder kilómetros y kilómetros de terreno que se defienden solos; si somos capaces de situar nuestras fuerzas en los ejes de marcha por donde tienen que marchar si quieren llegar al mar con seguridad de su flanco derecho.

Si me lo permites y tienes tiempo, te diré en pocas palabras cómo nosotros vemos la situación.

El río Guadalupe puede jugar un papel importante en la defensa de nuestra zona, si nuestras fuerzas por la izquierda nuestra, defienden Aliaga y enlazan con nosotros aunque solo sea con la vista por la zona. En este caso, nos podemos mantener por varios días en el cruce de Ejulve a Aliaga y Ejulve a Montoro con el puerto de Majalinos intentando situar elementos de resistencia en la sierra de la Garrocha para amenazar a distancia (sí de cerca no puede hacerse) a Castellote para que el enemigo no pueda marchar tranquilo en dirección a Morella desde Alcañiz.

Pero precisamos munición y suministros con algunos camiones para poder mover nuestras fuerzas en la dirección que más nos interese para batir al enemigo en sus ejes de marcha y algo más que eso.

Querido Ciutat: esto es cuanto podemos decirte, pero si nos visitas, verás cómo este se presta para hacer la puñeta al enemigo y que no pueda bañarse en el mediterráneo en muchos meses.

—¿Estás seguro que tus fuerzas se encuentran donde me dices?

—Comprenderás que si así no fuera, sería un idiota de daros esta situación de la zona y las inmediaciones de Ejulve. No ocupamos el pueblo porque no tenemos fuerzas suficientes y el frente es de lo más fluido que puedes suponerte. Estos dos grupos de asalto estarán con nosotros mientras no recibamos la orden por escrito con lo contrario.

—Si tú consideras que puedes mantenerte donde estás, debes seguir sin la menor duda.

—¡La situación es de lo más interesante que puedes imaginarte! Mi puesto de mando de combate está protegido por un batallón a distancia tal que el enemigo no puede sorprendernos, pues de noche no tiene costumbre de atacar.

Esto me hace comprender sin el menor esfuerzo lo fácil que les resultó a los carlistas traer en jaque a los cristinos con unos cuantos hombres. ¡Como dicen los queridos milicianos! Esto se defiende a gorrazos, pero yo te digo que nos mandéis cuanto precisamos, pues cañones y armas sin munición es un lastre para la moral de nuestras fuerzas.

Rogamos que se comunique por el medio que sea a nuestros familiares que la 70 no fue capturada por el enemigo y que gozamos de buena moral y salud.

Todo esto y un poco más fue tratado telefónicamente con el jefe de operación del Ejército de maniobras, el cual nos causó una gran impresión por su dominio de los temas militares y por su delicadeza al escucharnos tan atentamente.

Todo esto fue tratado en mucho menos tiempo de cuanto nos llevó escribirlo.

Esto es la situación que tenemos cuando nuestro fruto está situado provisionalmente en los repetidos lugares indicados en estos apuntes. Tenemos la seguridad de que el XII Cuerpo tenía la misión de defender Montalbán y Ejulve, esto explica del porqué fuerzas de esta unidad pasaran por nuestro sector y la razón de habernos indicado que nos situáramos en el cruce de Ejulve, pero no que lo ocupáramos. Es normal que ante el vacío y terrible confusión producida por la entrega del sector del XII Cuerpo tengamos esta falta de informaciones.

¡Es algo más que lamentable cuanto sucede en esta fase de la guerra! Todos estos contratiempos sirven los intereses del enemigo y el pueblo republicano democrático, lo paga una vez más con torrentes de sangre, muertos, heridos, mutilados, viudas y huérfanos.

Parece ser que en el EMM están contentos con nuestra actuación y que tendremos que informarles directamente de nuestras actividades.

Mandamos hacer una exploración por Morella donde creemos que hay un estupendo arsenal de material de guerra. Procuramos sacar cuanto podamos si esto no está organizado como nos tememos fundadamente.

Nos dedicamos fundamentalmente a reorganizar las unidades y a preparar adecuadamente a los dos grupos de asalto. Se celebran partidos de fútbol entre nuestras unidades y los grupos de asalto. Desde primeras horas del día, las fuerzas que están en reserva se dedican a prepararse teóricamente y hacen ejercicios con fuego real.

Recibimos la visita de Antón y su sorpresa no tiene límites cuando puede presenciar cómo nuestra banda de música de la división está amenizando con su repertorio un partido de fútbol que estaban presenciando todos cuantos habían realizado sus labores y misiones.

No teníamos la menor noticia de esta agradable visita y por lo tanto, estábamos realizando nuestra vida normal, ciertamente, si nos hubieran comunicado políticamente este pequeño acontecimiento hubiéramos seguido nuestro programa de trabajo planificado de antemano. El único que nos podía modificar nuestros planes de trabajo era el enemigo con sus ataques y de momento, debe estar reagrupando sus fuerzas para dar continuidad a su ofensiva para dividir nuestra zona y por lo tanto, llegar al mar.

La situación no tiene nada de anormal para quienes estén viviendo y sufriendo las calamidades de la guerra y también sus pequeñas alegrías junto a su inseparable miseria.

Con la visita sorpresiva de este dirigente del PCE podemos lograr que nuestras serias y profundas inquietudes sobre la marcha de la guerra, puedan ser despejadas o cuando menos, aclaradas hasta donde la situación política lo permita. Antón pide datos y aclaraciones sobre el enemigo que tenemos enfrente, moral de nuestras fuerzas y estado físico; tiene un gran interés en saber cómo estamos armados y equipados. Se le contestó con claridad y sin dramatismo de ninguna clase, pregunta si el enemigo está lejos de nuestras posiciones y le decimos que no, en el centro de nuestro dispositivo lo tenemos a unos 200 metros, pero por nuestro flanco derecho no tenemos contacto ni con él ni con otras unidades republicanas. Para llegar hasta donde tú te encuentras, hemos tenido que pasar por posiciones de tu unidad que están situadas y emplazadas de una forma rarísima, como si tuvieran la misión de vigilarse los unos a los otros.

Como en realidad no enlazamos con ninguna unidad propia, por ninguno de nuestros flancos hemos tenido que adoptar ese dispositivo para no ser sorprendidos por el enemigo en particular por nuestro flanco derecho.

Ten presente lo siguiente: para comprender lo que parece raro hay que partir de dos o tres premisas fundamentales en una ofensiva de tanta amplitud y ambición como la iniciada por el enemigo para recuperar Teruel y dividir nuestra zona una vez más.

Primero: se ordenó defender Utrillas e impedir que el enemigo avanzara por la carretera de Vivel, Montalbán, Alcañiz. Lo mismo sucedió con la de Loma a San Just Ejulve. Todo esto fue logrado sin poder enlazar por nuestra derecha con las fuerzas de Ibarrola; nuestro enlace con la división de Delbarrio era de vista, por nuestra izquierda, el enemigo no presionaba seriamente por ser un ataque secundario.

Segundo: nos mantuvimos en nuestras posiciones iniciales hasta que el enemigo comprendió que por ahí no podía desalojarnos de las fortificaciones construidas. Pero cuando el enemigo ocupa Caspe, Alcañiz y profundiza por el suroeste y nordeste, nosotros no debemos seguir defendiendo esas posiciones. ¡Cedemos sin combate alguno más de 30 kilómetros en una noche! Nos situamos donde estamos y seguimos sin enlazar con nadie por nuestra derecha.

El enemigo marchará en dirección Ejulve, Castellote, Zorita, Morella; este eje de marcha es el que nos preocupa seriamente, pues los otros están muy alejados de nuestro teatro de operaciones para que nosotros con una división podamos jugar un papel más o menos importante.

Tercero: donde nos encontramos podemos jugar un papel de menor importancia que si nos mandaran adonde el enemigo presiona constantemente y progresivamente, va situando su máquina ofensiva en las mejores bases para lograr cuanto se propuso hace tiempo.

Las premisas expuestas y cuanto podemos alegar para hacer comprender nuestra conducta nos obligan, en honor a nuestra causa, a no perder el tiempo para que nuestras fuerzas sigan adquiriendo los conocimientos y preparación físico-militar para enfrentarnos con el enemigo en las mejores condiciones.

¿Por qué no se crean más unidades ligeras para actuar en la retaguardia enemiga antes de que tenga tiempo de organizar el terreno conquistado? ¿Hasta cuándo será necesario insistir con políticos y militares para hacerles ver la necesidad de utilizar la audacia sin límites, pero con sentido de cuanto puede lograrse en un terreno como este?

¡Antón escuchó cuanto nosotros decíamos y fue necesario insistir y sacarle con forceps algunas ideas y noticias de los momentos que estamos viviendo!

Se confirma el cambio de gobierno y se nos dice que se formará uno más capaz para imprimir a nuestra defensa de las características que debe tener.

Después de presenciar parte de un partido de fútbol y oír unas cuantas piezas de música de nuestra gran banda, se agrupa un poco a cuantos participan para que Antón nos hable. Lo hizo muy bien y me tocó cerrar el acto, lo hago como en mí es norma, hablando de pasada de cuanto hemos vivido y sobre todo, de lo que nos espera, pues esta calma chicha no puede durar mucho más. Los camaradas y compañeros quedan contentos y nosotros despedimos al camarada Antón, este me pregunta:

—Cuando hablas a tus fuerzas, ¿lo haces lo mismo que hoy?

—Sin la menor duda, siempre les digo la verdad.

—Está claro, por eso te siguen y podéis defender estas posiciones todo el tiempo que propongas.

Nos felicitó en nombre del PCE y regresamos a nuestro trabajo. Regresó el oficial que mandamos a Morella y nos informa de cuanto pudo ver por esa ciudad y sobre todo, del polvorín que hay en su castillo fortaleza, se personó como un oficial de EM del E. de Maniobras y pudo ver cuanto nos interesó. El nerviosismo por esa zona era demasiado elevado, y si esta no se defiende, será otra de las muchas cosas que no podemos comprender. Ordenamos que cinco camiones de transporte de la 70 división estén situados próximos al polvorín para retirar todo el material que pueden cargar para que este no caiga en manos del enemigo. Bien entendido que si esta fortaleza se defiende, nosotros no sacaremos ni un solo cartucho, si quien debe hacerlo cumple con su deber y misión; pero la situación sigue siendo confusa, por no decir caótica.

Rechazamos unos cuantos ataques, será mejor decir unos intentos, de flechas negras y azules italianas después de haber realizado una preparación artillera capaz de destruir el maestrazgo.

Seguimos pensando con esta fase de la batalla de Aragón que podía ser muy parecida a la primera, por lo que a nosotros la 70 división (y los dos grupos de asalto que los utilizamos) se refiere para jugar un papel aún más importante del jugado desde la toma de Belchite. Preguntamos seriamente a quienes deben seguir el historial de toda la unidad militar qué coño sucede con la 70 que no juega el papel que por sus acciones le corresponde. Ustedes, políticos y militares, saben lo que decimos y también de lo que va. Si es su jefe la causa de que esta unidad no figure en el cuadro de honor que tiene bien ganado por sus acciones, y decimos otro tanto de algunas más, con destituirles o mandarles donde ustedes consideren más indicado, estas unidades no sufrirán las consecuencias. Pero no es esto lo fundamental de cuanto queremos decir, y conste que lo diremos pese a quien pueda pesar que no es el momento oportuno ni político para plantear un tema tan delicado. Recursos y cuentos para seguir por un camino que sin la menor duda no puede conducirnos adonde nuestro pueblo se merece. En casi todos los relatos expuestos con sinceridad y sin deformación, indicamos cuanto en tiempo y lugar podía tener justificación, pero ya, y cada día transcurrido, menos podremos justificarnos ante nadie ni ante nada. Conductas, decisiones y mal uso de todos los medios que nuestra zona puso a los pies de sus indignos dirigentes políticos. No se puede conducir a un pueblo por caminos o senderos (lo de menos es el nombre), si a este pueblo se le tiene miedo. No se puede lograr una victoria si antes de lanzar nuestras fuerzas al combate nos consideramos derrotados. Esta mentalidad derrotista la tienen una gran parte de nuestros dirigentes políticos, por eso las decisiones del EMC creemos que no logran la finalidad perseguida con sus decisiones para hacer la guerra donde y como el enemigo y el terreno nos aconsejan.

Pongamos un pequeño ejemplo con nuestra 70 división, y si ponemos este es porque no tenemos ningún otro ni con más datos, ni mejor conocido. 

Si el enemigo quiere llegar al mar, ¿no será solamente para que sus tropas se den un baño y descansen unos días? Será para dividir nuestra zona de Cataluña y Levante y dejarnos en calzoncillos después de haber conquistado todo Aragón. ¡Serio dilema para nosotros! Pobres milicianos, solo con buenas intenciones para hacer la guerra, pero sin los conocimientos ni la ciencia deseada que otros muchos tienen en abundancia para saber si podemos defender Cataluña y nuestra despensa levantina. Cataluña fue, es y será toda una incógnita hasta el final de nuestra lucha. Ya decimos en otro momento que Cataluña pudo ser más decisiva de cuanto fue. Esta decisión es como casi todas nuestras afirmaciones en problemas decisivos, solamente personal y nada más que personal. Nosotros queremos a Cataluña como a todas nuestras regiones, pero este cariño no nos impide llamar a las cosas por el nombre que para nosotros tienen. Cataluña pudo ocupar todo Aragón y mantener libres las comunicaciones de Cataluña, Aragón, Madrid. En este caso, la situación habría cambiado totalmente. El norte hubiera jugado un papel totalmente distinto y el heroísmo de este pueblo se hubiera hecho sentir en toda la república española; pero esto es pasado y veamos cuál es nuestro presente. ¿Qué harán los catalanes cuando su región sea separada del resto republicano? ¿Dedicarán todo cuanto tienen a la defensa de sus libertades logradas con la República? ¡Tengo mis serias dudas!...

¿Tiene la República recursos y medios para poder hacer frente al enemigo después de los golpes que recibió? Si los tiene y es capaz de utilizarlos, podemos no solo ganar meses y meses, sino crear las condiciones para llegar a un final digno y humanitario para todos.

Seguiremos con los relatos de cuanto sucede por nuestro frente y para hacerlo con más claridad, diremos que nuestra división debió ser destinada a la defensa de Morella para impedir que el ejército de Galicia avance por la general de Alcañiz, Morella, San Mateo y el cruce de Morella, Cher a Vinaroz. ¡Claro, los entendidos superdotados dirán que si la 70 tiene esa misión, quién defenderá los kilómetros y kilómetros que está defendiendo! Esta zona se defiende, como se dice vulgarmente, por sí sola, por su compartimentación, por sus montañas y por sus comunicaciones secundarias de segundo y tercer orden. Pero con Morella sucede todo lo contrario: teniendo en cuenta que el enemigo no cometerá el mismo error de menospreciar nuestra capacidad defensiva de sorprendernos, como en Martín del Río y Utrillas. Seguro que él pretende (como haría cualquier hijo de vecino) tomar Morella rebasándola por el NO y SO, fijando las fuerzas enemigas en un supuesto ataque frontal por la carretera general en dirección San Mateo. Pero nuestros centros de resistencia los crearemos en todas las comunicaciones por insignificantes que sean, pues pueden ser zonas de penetración para desbordarnos. La auténtica defensa de Morella está situada en el maestrazgo y en todas las comunicaciones que nacen y mueren en la carretera general Morella San Mateo y Morella Vinaroz. El puerto de Querol no puede perderse ni estando el enemigo en San Mateo.

Morella puede y debe ser una zona donde el enemigo tenga que emplear lo mejor de sus unidades para terminar con su resistencia y este acontecimiento le permitiría a nuestros dirigentes políticos y militares crear las condiciones nacionales para organizar en profundidad el frente del este y el de Levante. Pedimos desde hace tiempo que se tome en consideración a la 70 para defender más y mejor los intereses de nuestro pueblo. No buscamos propaganda de ninguna clase, seguimos diciendo lo que dijimos el primer día. Son los soldados, clases, oficiales y jefes, por este orden, los que tienen que aparecer en la prensa como en todos los noticiarios. No es miedo a nada de nada, es la convicción de saber lo que esto supone para quienes valoran las cuestiones secundarias como si fueran el sumun y panacea de todas nuestras necesidades. Nosotros modestamente sabíamos antes de la guerra lo que esto supone y su insignificante valor para quien solamente dedica lo poco que vale y puede a servir a los que son todo y en ninguna parte figuran como se merecen.

Mi boda con Inés.

Como una vez más no nos harán el menor caso y todo está en marcha, militar y políticamente, haremos algo personal que puede tranquilizar a mis inmerecidos camaradas, pues ellos me superan en todo.

Yo me había prometido a mí mismo no casarme si llego a cumplir los 30 siendo soltero. Para que esto no pueda ser una realidad desagradable y dolorosa, tengo que hacerlo antes del 15 de mayo. Quizás esto como cuanto escribimos no tenga el menor valor para nadie, pero lo tiene para mí, y también para la mujer que compartirá conmigo cuanto nos queda por sufrir, que no quiero pensar en ello, pues en caso contrario, no merece la pena vivirlo (si por vivir se trata solamente de pasarlo lo mejor posible). Puede que el resto de mi vida me lo pase reprochándome esta debilidad, pero es en lo único que no pude vencerme por mucho que lo intento desde hace tiempo. Perdón por repetirme, para mí no era un secreto que podía morir en la lucha, que podían capturarme y fusilarme como hacían con otros de menos categoría, y quizás con los mismos deseos de vencerles, pero no con más que nosotros.

Que cada día había menos posibilidades para ganar la guerra, pero que nosotros seguiríamos hasta el fin pasara lo que pasara. Que si nos hacen perder la guerra, yo no saldré de mi patria si no es acompañado de cuantos estén a mi lado al final de la contienda. Sabiendo todo esto y mucho más que no es difícil suponerse, no pude dominar mis deseos de casarme con Inés para tener un hijo (pues dos no sería fácil), por el tiempo que para ello se precisa normalmente. La batalla fue más seria de cuanto somos capaces de relatar por el concepto que yo tuve siempre de la responsabilidad.

Llamé a la familia de mi novia para decirles que la mandaran acompañada de su hermano Luis para casarnos en el frente el 14 de abril de 1938 donde el general Cabrera había tenido su puesto de mando en la guerra carlista. Fábricas de Pitarque.

Mi novia había pedido la baja en la unidad un par de meses antes de casarnos para prepararse algo de ropa, pues no habíamos pensado en montar casa ni nada, quizás esto parezca sorprendente pero es cierto que yo no pensé en nada diferente a la guerra…

Nos casó un jefe de brigada, camarada Jiménez, jefe de la 32 y el comisario Leoncio Candelas, dos miembro de la JSU y miembros del partido socialista.

Fueron invitados una pequeña representación de cada unidad y celebraron incluso un poco de baile mientras se divertían bailando y charlando yo me ocupé de los teléfonos por si había algo que fuera necesario atender con premura, pues el baile es algo intrascendente. La situación era muy delicada el día 14 de abril proclamación de la república y el enemigo se había puesto en marcha para no dejarnos descansar ni reorganizarnos en los frentes que para él tenían seria importancia. Bailé solamente dos piezas con mi señora y como indicamos anteriormente, me encargué de los teléfonos hasta que terminó la pequeña fiesta.

Tenemos el firme propósito y deseo de legalizar nuestro matrimonio en el juzgado que nos corresponda en Valencia. La ceremonia del frente es y sería para nosotros tan importante como las normales de Juzgado e Iglesia, pero vivimos en un sistema de sociedad que no pensará como nosotros en cuanto termine la guerra.

Morella.

Deseamos decir algo de sumo interés para la marcha de la contienda, recordamos que habíamos dejado en las inmediaciones de Morella cinco camiones para ser cargados de material que tenían en el castillo, si esta plaza no se defendía como pueden hacerlo y sin gran sacrificio; pero seguimos sin prestar atención a las posiciones que más valor táctico y estratégico encontramos en las zonas elegidas por el enemigo para derrotarnos. Nuestra propuesta había sido desestimada y el ejército de Galicia se puso en marcha por el sector indicado y esperado por nosotros. Mientras nuestra unidad interviene solamente en combates que nosotros consideramos escaramuzas, las fuerzas del gran Ibarrola tienen que aguantar una vez más el peso de esa ofensiva que nosotros estábamos en condiciones físicas, morales y militarmente de frenar en seco y por varios días.

El día 4 de abril antes de que el enemigo penetrara en Morella, nuestros camiones habían cargado los cinco con el material más idóneo para nosotros y nos suponemos que para el enemigo. Fusiles ametralladores, ametralladoras y fusiles individuales que precisábamos por ser todo nuevo y de buena calidad…

Es mejor no relatar con detalle cómo pudo hacerse esto y a lo que fue necesario recurrir para sacar solo una pequeña parte de cuanto podíamos haber salvado. Cuando quisieron volver nuestros camiones, ya no pudieron pasar, pues el enemigo sin gran esfuerzo había ocupado y rebasado Morella.

El día 15 de abril se me ordena hacerme cargo del XXI cuerpo de ejército hasta que manden a Cristóbal, que fue designado para ocupar el puesto de Perea.

En nuestro EM hay el contento y la ilusión de que nosotros mandaremos este cuerpo, pero sinceramente, a mí personalmente no me agrada ni me seduce por cuanto venimos diciendo. Todos los cargos o mandos que ocupemos nos vienen demasiado anchos; si mandar es dirigir eficientemente, yo no estoy preparado para mandar una división si no tenemos los conocimientos y dotes para mandar una división, menos tendremos para mandar tres o más, como puede tener un Cuerpo de ejército. Consideramos que esto está claro y más que claro para nosotros, no importa que repitamos por estar convencidos de ello que lo difícil de mandar en la guerra es un batallón. ¿Pero quién lo manda o lo dirige bien en todo momento? No se trata solamente de sacarle victorioso de la batalla o peleas defensivas y ofensivas, se trata de saber en nuestro fuero interno o si se quiere, en nuestra conciencia, de cuánto pagamos para lograrlo.

Pero esto ya es una cuestión personal y demasiado delicada: ¡cuanta más categoría te concedan, más te alejan de la guerra y menos vives sus tragedias, sus miserias y las inmensas grandezas humanas de las masas!

En una palabra, no me interesa poco ni mucho el ascenso por cuanto exponemos y porque ese mando puede ser y debe serlo para hombres que reúnan un mínimo y si fuera, un máximo mejor de condiciones o dotes de mando, pero que por su edad físicamente no estén en condiciones de poder desplazarse en cualquier terreno y veremos por qué, pues no nos importa repetirnos cuanto sea necesario sobre un tema tan sugestivo como este.

Cada día, y no sabemos sobre cuánto tiempo, será necesario que los mandos de toda unidad hagan acto de presencia en ese momento delicado y clave para la marcha de la guerra. Nos situamos en el puesto de mando del XXI cuerpo y como es natural y normal en estos casos, nos aburrimos soberanamente porque no podemos ni debemos adoptar ninguna decisión ni cambio sobre lo que no conocemos ni tendremos que mandar. Pido novedades y el jefe del EM me dice que no hay ninguna. ¿Es posible que no haya ninguna novedad en un frente en movimiento desde hace meses? ¡Es curioso, mi luna de miel me la tengo que pasar de un lado para otro, pues cada día y cada momento puede producirnos serios contratiempos!

Recibimos noticias de las fuerzas que teníamos en la base de preparación y capacitación de clases y oficiales; superaron todos los contratiempos y reciben la orden de seguir marchando periódicamente hasta donde nosotros consideremos necesario para incorporarse a la unidad. El 16 de abril de 1938 toma el mando del XXI Cuerpo de E. el camarada Cristóbal, un hombre que había jugado un papel importante en la guerra del norte y que saqué una buena impresión de él, pero no porque fuera comunista sino por su manera de enjuiciar la situación actual, o sea, la que estamos viviendo en este momento.

Me pongo sin la menor reserva a su disposición para ayudarle en cuanto yo pueda, me felicita por mi matrimonio y me aconseja que me reúna lo antes posible con mi señora, pues no sabemos lo que puede suceder en cualquier momento, coincidimos totalmente y repitiendo mi disposición a prestarle toda la ayuda que prestamos a quienes operan con nosotros salgo para mi puesto de mando donde la señora de Toral está disfrutando de un paisaje abrupto, pero maravilloso.

Todo sigue normal, se manda a nuestro polvorín cuanto sacamos de Morella e intentamos que la sección de transportes vea la forma y manera de conseguir material rodado. El capitán Almeida es un hombre que domina su profesión y cada día estamos más satisfechos de su conducta. Nos consta que tiene interés en conseguir material y que el que tenemos con más camiones en Morella, hubiéramos logrado material para equipar unas cuantas unidades.

Albocacer.

Día 17 de abril: se me llama con urgencia del Ejército de maniobra y se me dice lo siguiente:

—Póngase en marcha y vea qué sucede por Albocacer, parece ser que el enemigo ocupó Catí, Tirig y que avanza sobre Albocacer. Si el enemigo ocupa este pueblo, tendrá abierto el camino para llegar a Valencia sin gran esfuerzo…

—Bien, quedo enterado y tomaré un coche para llegar rápidamente a ese teatro de operaciones y en cuanto llegue, me pondré al habla con el enemigo para decirle que no puede avanzar en esa dirección, pues me casé el día 14 y mi señora no me da permiso para pelear con nadie hasta dentro de unos días.

—Comandante Toral, yo me limito a transmitirle el mensaje que me dieron en la sección de operaciones.

—Bien, comunique a la sección de operaciones, pero al comandante jefe, mi contestación, y que deseo hablar con él. Si el comandante no está, que se ponga el coronel Menéndez. Corto.

Rápidamente ordenamos que preparen mi coche y que transportes movilice todos los camiones que tenga disponibles para salir cargados de personal en dirección Albocacer, pero que el jefe me vea lo antes posible. Que los jefes de brigada pongan en pie de marcha uno de los dos batallones que tienen de reserva, pero bien entendido, que tiene que ser el que esté más cerca de mi puesto de mando. Estas fuerzas saldrán solamente con el equipo de campaña sin más impedimento que sus armas, media dotación de cartuchos, un par de bombas de mano ofensivas y una manta, el resto del equipo y dotación lo recibirán en camino o en su destino.

Preparadas las fuerzas se pondrán en marcha por la carretera que se indicará en la base de partida, procuro hacer los movimientos pensando en los observatorios enemigos y en que puede observarnos la aviación enemiga. Nuestra marcha debe hacerse tomando todas las medidas de seguridad que tenemos por norma y costumbre, todas estas órdenes fueron dadas personalmente a mi estado mayor reunido en mi presencia.

Me llaman otra vez desde el ejército de maniobra y como no está el jefe de operaciones, su segundo me pone con el coronel don Leopoldo Menéndez, jefe del Ejército de Levante. Después de los saludos de rigor, el coronel me dice:

¡Pero, Toral, cómo se le ocurre decir esas cosas por teléfono en momentos tan delicados y serios!

Mi coronel, es cierto que me casé el día 14 de abril de 1938 y que mi señora está en el frente casi a mi lado y que me pareció una tontada que me den una orden como la recibida.

Toral, póngase en marcha y vea si el enemigo ocupó Albocacer pues parece que ya está en Catí y Tirig.

Mi contestación será la misma estando casado que soltero o viudo. Mi coronel, ¿se podía hacer algo si yo me persono en ese teatro de operaciones y les informo a ustedes de dónde son las fuerzas, qué equipo llevan, quién las manda y dónde están situadas?

Me parece que para esa misión no hace falta mandar a un jefe de división, por malo que este pueda ser.

Por favor, mi coronel, déjeme terminar para que oiga usted las medidas que tomé en cuanto me dieron ese mensaje. Tengo preparados tres batallones que saldrán detrás de mí en cuanto usted me dé su conformidad, y procuraremos frenar al enemigo donde le encontremos. En cuanto puedan, mándenme camiones, pues nuestras fuerzas marcharán de la manera siguiente si nuestra división es relevada de este sector. Pero expongo mi orden la cual puede cumplirse o modificarse salvo por su mejor decisión. Nosotros con unos cuantos oficiales de mi estado mayor salimos en mi coche para ver dónde está el enemigo y dónde podemos crear una línea de contención para que sirva de base de partida para mejorar posiciones a vanguardia. A una distancia prudencial de nosotros marcharán en camiones las unidades completas que podamos colocar en los pocos que tenemos. Estos camiones marcharán en plan tranvía, cargando siempre de los que marchan andando en cabeza de la columna. Esto debe repetirse hasta terminar con cuanto hay que transportar, tanto en hombres como en equipos y suministros de toda clase. Esto es a grandes rasgos, mi coronel, cuanto nosotros dispusimos salvo su mejor opinión.

Bien, Toral, a mí me sorprendía que usted hubiera hablado en broma sobre este asunto tan delicado. Lo que deseamos es que usted pare al enemigo donde pueda y que nos informe lo antes posible de la situación real propia y del enemigo.

Tenga presente que para contener al enemigo, solo contamos con unos cuantos aviones que no les dejan avanzar, haremos todo lo posible porque su división esté rápidamente en sus manos y si podemos disponer de más fuerzas, se las entregaremos también.

En este 17 de abril iniciamos una nueva fase de nuestra vida civil y militar, ya veremos si somos tan capaces de cumplir con nuestras obligaciones como deseamos y como infantilmente pensamos ser…

Nuestro jefe de EM queda encargado del resto de la división y recomiendo una vez más a los jefes de brigada y de sección de la división que tomen en serio a dicha jefatura. Es cierto que este comandante profesional de EM tiene serias lagunas en el cumplimiento de su importantísima misión y labor, pero es trabajador y disciplinado. Su exceso de meticulosidad innecesaria en el campo de batalla, su falta de valor para visitar los frentes son defectos seriamente negativos, pero no estamos sobrados de mandos con ideas claras de la organización para desechar o arrinconar a hombres como este.

Me despido de mi mujer y para tranquilizarla, le expongo la verdad de la situación para que no se preocupe ante las noticias alarmantes y deformadas que pueden llegar al cuartel general. Puede ser que nuestra luna de miel no pueda prolongarse y por estas y otras razones normales en tal situación, tengo que preparar a mi señora para que viva la realidad presente y futura de cuanto le espera, por no haber tenido yo el espíritu de sacrificio que nuestra situación y misión nos imponen.

Asegurada la continuidad del mando y tomadas todas las medidas que la situación requiere para no perder el contacto con el grueso de nuestras fuerzas, nos ponemos en marcha para tomar las medidas más adecuadas para el cumplimiento de la orden recibida.

Marchamos con dos coches ligeros por el orden siguiente: primer jefe de la división, su ayudante, jefe de información, un enlace y conductor. Segundo coche a una distancia prudencial del primero, por no saber dónde se encuentra el enemigo ni dónde podemos encontrar fuerzas propias. Marchamos sin escolta de ninguna clase por ser más eficaz y seguro el pasar desapercibidos para la observación enemiga y para la rapidez de lograr cuanto se pretende con nuestra misión.

En el segundo coche marcha el jefe de operaciones con misiones determinadas por si a nosotros nos sucediera algo de cuanto puede suceder en una situación como la que estamos viviendo. Marchamos por carreteras de segundo orden y hacemos un recorrido todo lo informativo e instructivo que nuestra situación requiere para nuestro alto mando y para la misión de nuestra unidad, 70 división. Ruta seguida: Villarluengo, Cañada de Benatandud, Cantavieja, la Iglesuela del Cid, Portel de Morella, Cinctorres, Castellfort, Ares del Maestre y Albocacer, con sondajes en dirección Catí y Tirig.

El enemigo pretende marchar por la carretera general de San Mateo a Castellón y por las de Catí y Tirig a Albocacer, que es un nudo de comunicaciones y eje de marcha fundamental para apoyar y garantizar a las fuerzas que marchen por la carretera general de San Mateo a Castellón. Llegamos y vemos como tres o cuatro cazas nuestros impiden con su hostigamiento y ametrallamiento que el enemigo marche por ninguna de las direcciones indicadas de Catí y Tirig en dirección a Albocacer, pero será necesario tomar en consideración dos cuestiones de suma importancia para enjuiciar objetivamente la labor realizada por nuestra aviación y el porqué la 70 división pudo y fue capaz de jugar un papel decisivo en este sector.

Primero: nuestra aviación hostiga al enemigo en las inmediaciones de Catí y Tirig y no permite que patrullas numerosas avancen en dirección a Albocacer como seguramente intentaron, pero debemos pensar que el enemigo no podía seguir avanzando sin descanso ni reagrupamiento de sus fuerzas por poca resistencia que encontrara en nuestras líneas. Este criterio no resta importancia ni valor a la actuación de nuestra gloriosa aviación.

Segundo: nosotros habíamos recibido la misión de intentar retrasar el avance del enemigo hasta que el grueso de nuestra división se incorporara. El E.M. del Ejército de maniobra no sabía dónde se encontraba el enemigo y cuando le comunicamos que situamos nuestro puesto de mando entre Tirig y Albocacer, se sorprendieron gratamente.

Regresemos a la marcha de nuestra pequeña columna y veamos sin fantasías de ninguna clase y relatemos con puro realismo cuanto vivimos en esa jornada tan interesante para la pequeña historia de nuestra 70 división.

Nos enfrentamos con los normales barullos y confusionismo en todo repliegue por bien organizado que este se pretenda realizar; alarmas infundadas y unidades más o menos controladas que no saben dónde están ni dónde deben situarse.

No podemos pararnos para canalizar esta riada más o menos inmensa, ni para situarles en las mejores posiciones para defender el terreno. Nuestra misión es llegar lo antes posible a Albocacer, mejor dicho, a su nudo de comunicaciones, y ver qué podemos hacer para contener al enemigo, que aún no divisamos ni oímos su fuego.

Nuestro coche recibe la orden de regresar con mi ayudante para que este comunique al jefe de operaciones la necesidad de regresar para lograr que dos secciones con armas automáticas avancen con la mayor rapidez para situarles donde nosotros consideremos más práctico para nuestra defensa. Mientras nuestro coche regresa, estudiamos el terreno y por más que penetramos y oteamos el paisaje, no somos capaces de ver al enemigo. Cuando nuestros aviadores nos divisan y ven que llegan dos o tres camiones con los dos coches, dan una vuelta por lo que consideramos el campo enemigo y se marchan seguramente para informar…

Según van llegando nuestras fuerzas, las mandamos unas en dirección Tirig y las otras en dirección Catí. El terreno se presta para la defensa por ser la mar de compartimentado y tener alturas que pueden defenderse eficazmente si se sabe organizar el terreno en profundidad. Los dos ejes de penetración y marcha se deslizan encajonados prácticamente entre cotas que encajonan estos pequeños valles a pesar de su amplitud. Es, según nuestro criterio, un terreno que puede defenderse y hacer al enemigo pagar cara su audacia si pretende avanzar por estas carreteras. Moralmente nos comprometemos en nuestro fuero interno a lograr que el enemigo no avance por nuestro sector en mucho más tiempo de cuanto él pueda calcular en el mejor de los factores militares para la defensa. Todo esto lo pensamos mientras recorremos el terreno y lo supeditamos solamente a que nos manden el resto de nuestra división cuando menos. Parece que el Ejército de Levante se toma este frente en serio y el coronel don Leopoldo Menéndez me pide que pase esta noche por su Puesto de Mando.

Es una atención que no pienso rehusar y mucho más por desear terminar con el malentendido que él puede tener, cuando la toma de Teruel, o sea, él tomó el mando del XX cuerpo y yo preferí estar en el XVIII con don Enrique.

Le prometí que si el enemigo no atacaba esta noche, que tendría el placer de visitarle. Antes del final de la jornada los tres batallones que habían salido de marcha para tomar el tranvía habían sido situados en posiciones a varios kilómetros al norte y nordeste de Albocacer, sin entrar en Catí ni Tirig, por no tener fuerzas para defender un sector que no teníamos contacto con fuerzas propias ni por nuestra derecha, ni por nuestra izquierda.

Parece que en todos los frentes estamos condenados a no enlazar con nadie, pero acabamos de llegar y de tomar posiciones y por esta razón no sería correcto enjuiciar cuanto desconocemos por ahora.

Veremos qué nos dicen en el ejército y será entonces cuando podremos opinar con más conocimiento de causa.

En el Ejército nos reciben estupendamente y nos felicitan por nuestra labor hasta la fecha, soy presentado a todo el EM y el coronel me insta a cenar con ellos. La cena resulta cordial y amena, no tengo el honor de conocer nada más que al coronel y al teniente coronel don Federico de la Iglesia, jefe de EM del V Cuerpo mandado por Modesto.

Me hacen un sondaje, pero les digo que no puedo afinar con seguridad por no saber qué unidades tenemos enfrente y qué misión tendremos nosotros. Casi todos son profesionales y será necesario tener cuidado no solamente esta noche, sino en todo momento. No decimos esto por desconfianza ni por nada parecido, es porque al no dominar el lenguaje profesional, se puede causar una impresión desastrosa por algo que no es fundamental como son términos y nombres correctos.

El comisario es el camarada Divono (italiano), un gigante por su estatura y corpulencia, le miré unas cuantas veces y me pareció que aprobaba mi discreción y cautela al dar mis opiniones. Me limité a decir que si me proporcionaban algunos medios, podríamos hacer una defensa discreta, pues el terreno se presta y la unidad es eficiente. El jefe de EM y Menéndez me dijeron que no fuera tan modesto. Me despedí con el pretexto de no conocer el frente y de seguir esperando fuerzas de mi unidad. Fui autorizado para marcharme y antes de salir, el comandante Ciutat me pidió unos segundos de charla, que se los concedí sin el menor reparo, por haberme causado una magnífica impresión sus maneras de enjuiciar los problemas y su comportamiento. Me pide que le visite siempre que tenga tiempo para charlar de cuanto nos interesa sobre la marcha de la guerra y otras cuestiones no menos importantes. Me promete que él hará lo mismo en cuanto sus obligaciones se lo permitan. Salgo con la impresión de que, charlando con él, puedo aprender cuanto preciso y deseo, podremos cambiar ideas, pues parecer tener un gran interés en conocer cómo y por qué conseguí resolver algunas papeletas que me endosaron mis mandos superiores. Es la primera vez que salgo totalmente satisfecho de mi visita al Ejército de Levante y creo no hacerme equivocado una vez más al enjuiciar a una persona sin haberla tratado a fondo.

Antes de marcharme pedí órdenes para saber cuál es nuestra misión y se me dice que las recibiré por escrito no tardando. Me autorizan organizar el frente como considere que puedo defenderlo más eficazmente y que les pida cuanto pueda precisar. Les prometo hacerlo por escrito y para marcharme, les digo que:

—¿A las órdenes de quién estaré?

Contestación del coronel Menéndez:

—A las mías y a las de mi EM, puede que cuando menos lo espere, tenga que mandar algo más que su división.

—Bien, mi coronel, eso me tiene sin cuidado y no me preocupa. Proporcionen a mi división cuanto precisamos y verán lo que podemos hacer. Buenas noches y hasta mañana, si usted no ordena lo contrario.

De esta forma sencilla terminó mi primer despacho con el jefe del E. de Levante.

Albocacer, fortificación del frente.

La cosa marcha y durante toda la noche nuestra gran unidad se incorpora al sector que defenderemos; pudimos hacerlo por razones que todo mando debe tener en cuenta para ponerlo en práctica, sean las que sean las dimensiones del frente y las actividades que el enemigo pueda tener en él.

Una división no puede defender un frente activo de decenas de kilómetros lineales, podía montar una cortina de tiradores y disparar todos sus medios de fuego sin la menor eficacia para la defensa del sector defendido, pero nada más y nada más negativo que tomar o seguir tomando esas medidas anti tácticas. El mando de una gran unidad tiene la obligación imperiosa de situarse mentalmente en el plano y marchar con él pisando el terreno para no tener la menor duda de por dónde y cómo el enemigo intentará perforar o derribar su frente para derrotarle y aniquilar sus fuerzas, si él no supo situarlas.

Repetimos una vez más que en la guerra mandan el terreno y los medios que el enemigo tenga, pues sus intenciones estarán supeditadas a las premisas expuestas anteriormente.

El terreno impone las zonas de penetración tanto hoy como ayer, y a este tenemos que prestar nuestra máxima prioridad, lo demás será un poco secundario, por tener que adecuar todo a ese imperativo dominante.

Pretendemos dar toda la importancia que creemos ver en el terreno para demostrar con la pequeña experiencia que tenemos del porqué organizamos el mismo como lo estamos haciendo desde el primer día que nos dieron el mando de una compañía.

Tenemos en puertas unas interesantes tareas y misiones desconocidas para nosotros, por muy parecidas que puedan parecer a cuantas nos enfrentamos hasta la fecha.

Al día siguiente ponemos en marcha todos nuestros medios y nuestro EM moviliza a cuantos pueden y son más eficaces y activos para crear un sistema defensivo como jamás pudimos organizar, por razones obvias de mencionar.

Es en este sector donde nuestra unidad podrá dar la medida de cuanto es capaz de hacer, en sentido y orden organizativo, lo mismo que en el defensivo. Todos los jefes de unidad tienen la misión ineludible de sacar el mejor partido de todos los medios que les entregamos y que les entregaremos para lograr que el enemigo no avance por nuestro sector como él quiera, por muchos medios que pueda emplear.

El aparato político de la unidad recibe la orden, por mediación de nuestro comisario de movilizar y reclutar, en varios kilómetros a la redonda, a cuantos hombres no estén trabajando para la guerra y sean útiles para abrir trincheras y tengan un mínimo de conocimientos para manejar las herramientas más elementales de la construcción.

Estos hombres percibirán diez pesetas diarias por su trabajo y recibirán la misma ración de comida que reciben nuestros soldados. Se les recogerá en nuestros camiones y se les reintegrará a su localidad por el mismo procedimiento y sistema.

Se trabajarán todas las horas que la situación requiera, pero bien entendido que ninguno de ellos lo hará en primera línea. El trabajo de la primera línea lo harán como siempre los zapadores y los que ocupan las posiciones.

Si es necesario, se les dotará de calzado y de cuanto precisen para su labor, pero nuestros encargados sabrán en todo momento, por mediación de los frentes populares, quiénes son y lo que en realidad precisa cada cual. Nos tiene sin cuidado cómo puedan pensar, lo que nos importa es su rendimiento en el trabajo. El jefe de ingenieros tiene la misión de organizar el frente en profundidad y en la primera línea utilizará sus fuerzas y las de las unidades y voluntarios que estén de reserva.

Deseamos crear centros de resistencia y sus correspondientes elementos para apoyarles y socorrerles con una profundad como mínimo de nueve kilómetros. Fortines y fortines donde el terreno lo permita y donde mande crearlos.

Estudiadas las zonas de penetración crearemos todas las defensas que el enemigo nos permita, y contaremos sin dudar con los medios que nos proporcionen en el ejército y los que nosotros seamos capaces de adquirir y crear por nuestra cuenta.

Nuestras reservas reciben la orden de incorporarse lo antes posible para reponer las bajas sufridas desde las operaciones de Belchite.

El ejército no tiene ni puta idea de los medios ni de los hombres que precisamos y mucho menos de los que tenemos.

¡Cierto, la culpa no es solamente de ellos, es en gran parte mía y solamente mía por ocultarles cuanto debían saber!

Pasamos por momentos en los cuales contaremos solamente con unos 125 fusiles por batallón y batallones de ametralladoras con cuatro máquinas por falta de hombres para servirlas, unos por estar heridos y otros, enfermos, pero sin cuento de ninguna clase.

¡Sí, ciertamente, teníamos en la base de preparación hombres más que suficientes para reponer todas las bajas que habíamos tenido en las dos brigadas de la 70 división!, pero me propuse, y lo conseguí, no incorporarlos hasta que no estuvieran preparados como nosotros deseábamos para que fueran tan eficaces como lo serán en cuanto logremos pasarnos unos cuantos días en el frente.

Es un crimen táctico y humano lanzar a la batalla unos centenares de hombres cuando la unidad que los incorpora no es capaz de mantenerse en el terreno por mucho valor que derroche.

Ya sabemos que esto no es nada fácil lograrlo y mucho menos que quienes discrepen comprendan la justeza de esta medida eficaz. Pero nosotros lo conseguimos y estamos totalmente convencidos de no habernos engañado poco ni mucho, pronto saldremos de dudas, pues demostrarán sobre el terreno si se merecen el trato que les dimos y si lograron asimilar nuestras lecciones.

El ejército nos manda reclutas para reponer las bajas sufridas en Utrillas, Montalbán y en todos estos lugares por donde venimos luchando hasta llegar a Albocacer.

Reponemos las bajas de la 132 y los que nos quedan se incorporan a la 32 y 92 brigadas. Con estos refuerzos y los que tenemos camuflados, tendremos una división que estará completa y demostrará su eficiencia combativa…

Situamos nuestras fuerzas en posiciones que nadie podía soñar cuando salimos del sector de Ejulve y cuando llegamos a Albocacer. Pudimos mejorar nuestras posiciones pero por varios factores que nosotros debemos valorar para ser totalmente objetivos sobre la marcha de la guerra, dando a cada cual el valor que tienen nuestras acciones y conductas no queremos ni deseamos falsear los hechos ni adornarnos con laureles en gran parte, inmerecidos. Consideramos que un jefe cualquiera del ejército republicano tiene el deber de saber, a la altura que nos encontramos de la guerra, cuáles eran las posibilidades reales del enemigo y las de su unidad y en parte, las de su ejército. Habíamos recibido suficientes bofetadas y golpes para no alarmarnos indebidamente ante un enemigo que, como todos, tiene sus limitaciones y comete errores garrafales ante nosotros a pesar de su aplastante superioridad en material y en hombres.

¡Claro que no hay el menor parecido entre uno y otro ejército y por ello no pretendemos compararlos! Sería infantil pretender sacar conclusiones partiendo de esas semejanzas ni parecidos, pero podemos afirmar unas cuantas verdades basadas en acontecimientos sumamente demostrativos en el transcurso de nuestra guerra o luchas que venimos relatando y que seguimos viviendo cotidianamente.

¿Qué habíamos hecho nosotros al llegar a este nuevo frente? Cuando se nos dio esa orden absurda (nos referimos a su forma y fondo) nos cabreamos (perdón por la frase), pero el deber y la obligación de defender a nuestro pueblo nos hizo reaccionar positivamente para no prestar un servicio a nuestro enemigo sin desearlo.

Nos dominamos y tomamos las medidas que consideramos más adecuadas para que el enemigo no sacara el partido que pretendía lograr ante nuestro desconcierto en unos, temor y terror en otros, y algo más serio que no podemos demostrar, a pesar de verlo y sufrirlo constantemente.

Pensamos serenamente y llegamos a las conclusiones que uno puede o es capaz de llegar en momentos tan serios y delicados como nosotros mismos nos creamos.

El no valorar al enemigo es una estupidez y esto nosotros no somos capaces de hacerlo ni en sueños, pero nos sucede lo mismo con la supervaloración. Sabemos y creemos saber lo que puede hacer y cómo podemos contrarrestar los efectos negativos por nuestras limitaciones y desconocimientos. Situados ante esta realidad, vemos con la claridad que nuestro aprendizaje de guerreros nos permite las medidas que debemos tomar y las tomaremos todo lo serenamente que nuestro cerebro nos permite a pesar del miedo físico a caer en sus manos.

Utilizamos el poco sentido común que tenemos y nos decimos: si el enemigo pudiera avanzar tan deprisa como desea, media docena de cazas republicanos no se lo podrían impedir. Si el esfuerzo principal lo llevara el enemigo por este eje de comunicaciones, hace horas que Albocacer estaría en su poder. Si nuestros enemigos fueran superhombres, no tendrían necesidad de descansar ni de reorganizarse como las mejores unidades precisan hacerlo. Si el enemigo no buscara una victoria espectacular como es la llegada al mar por zonas de nombre y renombre, atacaría y marcharía por donde estamos nosotros para tomar de revés todo este dispositivo que tanto le interesa. Pero en ese caso sería tan inteligente como él piensa y muchos de los que están con nosotros consideran. Pero en ese caso no sacrificarían los hombres que sacrifican y la guerra hace muchos meses que habría terminado, a pesar del inmenso sacrificio y del valor demostrado por los auténticos defensores de la democracia, de la justicia y de la paz. Es este sorprendente acontecimiento del renacer, de crecerse y multiplicarse de nuestro pueblo ante las pruebas más duras en esta maldita guerra lo que nos hace ver con más o menos claridad nuestro camino a seguir y encontrar en los momentos más difíciles, más trágicos y más crueles ese tenue resplandor que nos indica entre la maraña de un terreno escabroso el sendero que debemos seguir sin pensar en sufrimientos, calamidades, traiciones ni en la miseria que toda guerra encierra. Este estímulo vivificador de nuestro pueblo, y en particular, de los componentes de la 70 división, nos impele y nos proporciona serenidad para encontrar salidas a las papeletas que nuestro secular enemigo nos presenta y también nos permite resolver los problemas y obstáculos que algunos mal llamados revolucionarios nos presentan frecuentemente.

Por esto fuimos capaces de situar nuestras fuerzas donde mejor y con menos esfuerzo podíamos seguir defendiendo a la pobre república, que ingenuamente había permitido, con blandenguerías y otras torpezas inconfesables, la fortaleza de sus enemigos y la creación de condiciones idóneas para herirla de muerte.

Son las turbas, una vez más, quienes tienen que recoger del lodazal la pisoteada y ultrajada bandera de la libertad.

Intentaremos demostrar una vez más la justeza de nuestras decisiones y las posibilidades que aún tenemos para contener al enemigo si somos capaces de utilizar la fuerza y espíritu de sacrificio de nuestro pueblo. Reconocemos todo nuestro frente palmo a palmo y vemos sobre él la imposibilidad de organizarlo como el alto mando pretende, ni con un Cuerpo de E. de varias divisiones se pueden defender tantos kilómetros de extensión, pero también es cierto que tampoco lo precisamos por la razón de que el enemigo no puede atacarnos nada más que por tres, o como máximo cuatro zonas de penetración naturales, por lo que a nosotros compete. Nuestra organización del terreno será la misma en la montaña que en el llano. Elementos de resistencia con planes de fuego para batir cuanto sea necesario y pretenda circular sin nuestro permiso.

La reorganización de nuestra división está casi completada y no decimos terminada porque ese término gramatical no tiene razón de utilizarse en el frente. Se incorporó la 132 brigada y parece que se pretende hacer de la 70 división una agrupación de brigadas que se llamará agrupación Toral. Cuando el E. de maniobra me hizo esta proposición, la rechacé por considerarlo innecesario y no digamos inmerecido. Ninguno de sus razonamientos me parecieron convincentes porque sigo pensando lo mismo que el primer día: desgraciadamente no sabemos vivir sin dioses ni ídolos. Se puede mandar una agrupación sin necesidad de bautizarla con el nombre del jefe. Lo interesante y necesario es que dicho mando reúna las dotes y cualidades que debe tener para dirigir ese número de hombres y que estos tengan confianza en él…

Idea de un plan de penetración en la retaguardia enemiga.

Como todo marcha y el enemigo se reorganiza y sitúa sus fuerzas en bases apropiadas para pasar el Ebro y crear alguna cabeza de puente y en otros sectores intenta llegar al mar, me parece más conveniente para la marcha de la guerra y para la moral de nuestro ejército que se me permita penetrar con la 70 división en la retaguardia enemiga para atacarles por su retaguardia y destruir sus bases, depósitos de munición y crear el confusionismo en su retaguardia y cuarteles generales. Creemos saber que esta operación es delicada y complejísima, pero la audacia es factor determinante para originar y causar sorpresas en el campo enemigo. Desde hace días venimos madurando este proyecto que parece descabellado e irrealizable y por eso dudamos de plantearlo en el Ejército de maniobra, pues ahora recibimos órdenes solamente de él. Esto nos interesa mucho más que los ascensos de categoría y mando de unidades; en cuanto esta noche me persone en el E. de Maniobra para informar al jefe de la marcha de las fortificaciones y preparación de las unidades, le diré al coronel Menéndez lo que pienso y deseo.

Después de cenar le pido al coronel una entrevista para exponerle una idea que puede ser interesante para el ejército, me pregunta si alguien más puede asistir a dicha entrevista y le digo que sería mejor iniciarla solos y después, que él puede decidir sobre el caso.

Nos reunimos él, el comisario y yo, no pierdo ni un minuto para empezar a plantearle mi plan.

—Mi coronel, creemos que tenemos una magnífica oportunidad para asestar serios golpes al enemigo si se nos autoriza para penetrar en su retaguardia con la 70. Pero solamente con los batallones de la 32 y 92 brigada, pero sin servicios de ninguna clase excepto sanidad con impedimenta para atender casos de urgencia.

»Estas fuerzas tienen la misión de marchar en columnas independientes pero sobre objetivos determinados y conocidos por todos los mandos políticos y militares, por si alguno fuera baja o cayera en manos del enemigo. Todas las órdenes serán verbales y conocidas por jefes de brigada y comisario, jefe de batallón y capitanes de compañía con los delegados políticos.

»El resultado de la operación estará supeditado a las medidas siguientes: rapidez en las penetraciones y desplazamientos súper rápidos, actuación simultánea en puntos totalmente distintos y a distancias prudenciales condicionadas al terreno y a los medios de locomoción que se tomen al enemigo.

»Marchar jalonando el terreno y seguir siempre la ruta determinada para no perder el contacto con el jefe de la operación que marchará en el segundo escalón del dispositivo. No penetrar en las ciudades, pueblos ni aldeas, si dentro de ellas no hay objetivos militares. Cubiertos los objetivos, regresaremos a nuestra zona o nos integraremos con nuestras fuerzas del Ebro.

»Si cualquier unidad no puede cubrir su objetivo debe disolverse en pequeños grupos para actuar en plan guerrillero. Nuestra intendencia será la del enemigo y nuestro municionamiento saldrá de sus polvorines.

»Nuestro mayor enemigo será su aviación y nuestra lentitud en los desplazamientos. Todos los medios serán buenos para cubrir nuestros objetivos, pero bien entendido que nadie puede cometer el menor desmán y mucho menos ensañarnos con nuestros enemigos. Mi coronel, este pequeño bosquejo es parte de mi proyecto pues no quiero cansarle, si le interesa, puedo exponerle con más datos las misiones, detalles y cuantas aclaraciones precise.

—Toral, los detalles no son fundamentales para mí, pero si es lo que pretende, me parece bien, por no decirle magnífico. Es demasiada audacia la que usted quiere desarrollar si nosotros no estuviéramos en la situación que estamos, yo le autorizaría esa proeza, pero esto sería perder nada menos que una división y no estamos, querido Toral, en condiciones para desprendernos de la 70. La división está jugando un papel importante y tiene la misión de impedir que por este frente llegue a Valencia el enemigo. No se enfade por no concederle lo que me pide, y siga actuando como lo hace, pues esto, desde mi punto de vista, es más importante que lo que me propone. Pero esta decisión está supeditada a nuestra delicada situación actual.

—Bien, mi coronel, yo acataré su decisión, pero creo que aun sacrificándonos toda la 70 sería para el enemigo un golpe, si nosotros pudiéramos hacer cuanto le digo.

—Toral, deseche de momento ese proyecto y piense en lo que está haciendo y en lo que esperamos de su unidad en este como en otros frentes.

¿Tiene razón el coronel? Los acontecimientos nos dirán qué fue más acertado y práctico. Si emplearnos como lo hacen para organizar y fortificar un sector tan importante como el asignado a la 70 o permitir que hubiéramos penetrado en la retaguardia enemiga para crear un auténtico caos como estábamos en condiciones ideales para lograrlo por nuestra moral, preparación física y técnica. Procuraremos analizar objetivamente las dos misiones por separado, pero sin perder de vista el conjunto de los frentes de nuestra zona y de nuestra guerra en total.

Habíamos estudiado durante la primera fase de las operaciones el sector de Martín del Río, Utrillas, Montalbán y Ejulve lo que podía hacer una división de dos brigadas bien equipadas y dotadas con una preparación física y militar óptima para una misión tan sugestiva como batir al enemigo por donde menos puede esperar ser atacado. La 32 y la 92 brigadas pueden hacer marchas de más de 40 kilómetros por cualquier terreno transitable y con un equipo de destrucción de bases enemigas y material sin entablar serios combates con las fuerzas enemigas.

Los prisioneros que se capturen deben servir como rehenes para la seguridad de nuestras fuerzas y para lograrlo hay solamente dos caminos a seguir. Si en las primeras acciones se hacen una seria cantidad de prisioneros, con un mínimo de hombres y medios, hay que salir con rapidez de la zona enemiga intentando pasar desapercibidos.

Si este procedimiento no fuera fiable lograrlo, deben crearse zonas seguras donde con un mínimo de personal se puedan mantener durante un tiempo prudencial para mandarlos a nuestra zona.

Será necesario hablarles con claridad para hacerles comprender que deben incorporarse a nuestras filas y el resultado dependerá de las dotes persuasivas que reúnan quienes realicen esa importante misión. Crearemos portillos o portones por donde nuestras fuerzas puedan entrar y salir, es necesario encontrar zonas que están totalmente desguarnecidas en todos los frentes y nuestras excursiones deben hacerse a una distancia profunda de la primera línea del enemigo por tener más posibilidades para movernos con menos peligro.

La eficacia de nuestras actuaciones está supeditada a la movilidad casi permanente de nuestras unidades y al camuflaje y distintivos para que la observación de la aviación y de observatorios puedan confundirnos con fuerzas propias. Destruir todo sistema de comunicaciones que el enemigo utilice en su retaguardia y frente, destrucción de comunicaciones ferroviarias y puentes de carreteras en puntos vitales si a ellos podemos llegar. Crear más focos de lucha simultáneamente para que el enemigo no sepa dónde acudir con preferencia, esta es la razón de mandar actuar como mínimo unidades de compañía fraccionadas en tres secciones, para que una de reserva cubra el espacio muerto dejado entre la derecha y la izquierda. El mando de cada compañía debe saber mover sus fuerzas basándose solamente en las directrices generales que recibirá antes de partir para su misión pero será él y nadie más quien utilice sus fuerzas y sus medios según como el enemigo pueda reaccionar ante nuestra presencia y actuación.

Los comandantes de batallón procederán lo mismo con sus compañías en relación al jefe de la brigada, pero el jefe del batallón tiene la misión de coordinar y ayudar a sus compañías para informar a su jefe superior en cuanto pueda de la situación de sus fuerzas y de las novedades habidas en cuanto la situación se lo permita.

Los jefes de brigada tienen plena libertad para mover y utilizar sus fuerzas teniendo presente las directrices emanadas del jefe superior (división).

Será necesario informar cuando se pueda de la marcha de las operaciones. Deben tener presente que mientras no reciba orden posterior a la que había recibido, debe operar como su sentido común le ordene pensando en la primera.

Hemos calculado que podamos perder del 20 a un 30% de nuestras fuerzas en el peor de los contratiempos, pero será necesario no perder de vista que nuestro sacrificio podía tener una seria compensación para el E. de Maniobra.

¡Si nuestra actuación fuera capaz de crear una seria alarma en la próxima retaguardia enemiga por el material que podemos destruir antes de que pueda reaccionar y localizarnos totalmente, nuestra actividad se multiplicaría por sí sola y nuestro E. de Maniobra podría preparar otra unidad parecida para darle continuidad a nuestras creaciones. ¿Por qué no podemos pensar que esto podría ser por unos días un motivo de dudas y confusión que les obligue momentáneamente a parar su ofensiva y su penetración continuada? Audacia y audacia debe ser nuestra norma y consigna, si queremos hacer frente al enemigo, para frenarle y procurar ganar tiempo para que la situación cambie seriamente, por lo menos podríamos ganar un tiempo de gran valor para nosotros.

Pero la cosa no parece tan interesante para el alto mando del Ejército de maniobra. Mi proyecto les sigue pareciendo demasiado audaz y me parece que hay algo más importante detrás de cuanto dicen para intentar justificar su decisión. Podemos decir mucho más de cuanto antecede sobre este tema, pero será necesario esperar unos cuantos días para hacerlo con y sobre hechos más demostrativos que nuestros pensamientos.

La situación es delicada y confusa, por esta y otras muchas razones no podemos enjuiciar con la severidad que la situación requiere a quienes tomaron esta decisión. Las mejores unidades están mermadas y llevan muchos días luchando y retrocediendo a pesar del heroísmo derrochado en condiciones de superioridad en todo y por todo.

¿Por qué no puede ser esta la causa fundamental para que el mando superior no quiera desprenderse de la 70 división?

Reorganización.

Seguimos con nuestra reorganización de la unidad y con la fortificación del sector asignado. Tomamos otras unidades y se crea una agrupación de brigadas a mis órdenes con mi nombre. Llegó el momento de incorporar a todos los reclutas que teníamos en nuestra base de entrenamiento y capacitación; procuramos no perder ni un solo momento para visitar y pasar revista a las unidades y mandos que nos fueron agregados.

Es lamentable en las condiciones morales que están ciertos mandos, procuraremos por todos los medios no deslizar ni un solo nombre, pues los responsables en el fondo son otros con más categoría y poder parcelista.

Cuando se carece de autoridad moral en el mando no es posible lograrla con efectividad ejecutiva ni aplicando medidas drásticas ni terroristas.

El orden y la disciplina se logran con el ejemplo cotidiano en todos los escalones del mando. La preparación física se obtiene sometiéndose todos a una disciplina de preparación para lograr escalonadamente cuanto es imprescindible para hacer frente a todos los elementos climatológicos, al enemigo y a la crudeza de toda guerra.

¿Cómo se puede tener una unidad preparada militarmente si ciertos mandos con la categoría de jefes carecen de un mínimo de conocimientos imprescindibles para conducir los hombres al combate? ¡Se limitan a mandarlos y les dejan en la estacada en cuanto no encuentra solución a los múltiples problemas que el enemigo nos presenta en cada batalla, por pequeña que sea!

Nos consta que con estas afirmaciones no descubrimos nada nuevo, y pretendemos no solamente justificar las causas, sus consecuencias y cómo terminar una vez más en nuestro sector con tal estado de cosas sin plena justificación por muchas alegaciones y justificaciones que pretenden endosarnos. Pueden pensar lo que quieran o les plazca de nuestras formas y maneras de enjuiciar algo tan fundamental como es la preparación física y moral de clases, oficiales, jefes y soldados.

Si nosotros estudiamos todos los días sobre los textos y temas escritos para intentar cumplir con nuestra sagrada misión, es justificable que seamos todo lo exigentes que la vida de nuestros conciudadanos y camaradas requieren para defender nuestra causa y nuestra patria. Los soldados, clases y oficiales de estas unidades no difieren esencialmente de otras que están más o menos justamente reconocidas con ciertos honores ganados en el campo de batalla.

Son los jefes de las llamadas grandes unidades quienes no damos el tono que sin la menor duda se merecen. Lanzamos hace tiempo la consigna siguiente: mientras no se procese, se degrade y se aplique una justicia estrictamente militar, empezando por los comandantes y terminando por la mejor graduación, no seremos capaces de canalizar la guerra por los cauces que la nuestra merece y precisa.

No queremos utilizar términos y frases academicistas por razones obvias. Sentimos un serio y profundo respeto por el lenguaje y doctrina castrense. Podríamos intentar hacer uso del reglamento de la infantería de campaña y del reglamento de las grandes unidades, pero sería un poco ridículo por la falta de preparación y dominio.

Es mejor que intentemos seguir por el camino directo iniciado desde un principio, demostrando que el tiempo transcurrido desde los primeros días de la guerra fue todo un proceso de aprendizaje y de lecciones que jamás podremos olvidar por mucho que vivamos.

¡Qué escuela más brutal pero qué lecciones más maravillosas para conocernos a nosotros mismos y para calibrar a nuestros semejantes!

¡Cuántos descubrimientos sorpresivos (y no solo por ignorancia) se dan durante las 24 horas de las fuerzas en campaña!

Durante las horas de luz solar, somos todos totalmente distintos a los que el negro manto de la noche nos transforma en aparentes seres diferentes que en lo fundamental no difieren. Durante el día hay que procurar mantener el tipo, enmascarando nuestro pánico, nuestro temor o cuando menos, preocupación por los ataques del enemigo. Durante la noche podemos conducirnos con menos tensión, tenemos más recuerdos para aparentar lo que quizás no fuimos, no somos y puede que jamás podamos lograrlo. Serenos ante el peligro y lo desconocido.

Nuestras lecturas de las ordenanzas militares, de nuestros reglamentos de la infantería y sobre todo el de las grandes unidades en campaña me permiten cotejar algo de cuanto había leído en la historia militar del mundo.

Cada día me convenzo más de haber estado en lo cierto cuando no pude dominar mi temperamento al oír a un anarquista decir que militarmente todo lo que se editaba en España no servía para nada.

¡Querido camarada! Te dejas conducir por tu antimilitarismo y por eso no valoras lo que de positivo tiene cuanto rechazas. Yo no soy ni seré un experto en temas castrenses, pero ello no me impide después de haber leído algo sobre estos temas, y no solo de España, que no tienes conocimientos de causa para rechazar todo cuanto está escrito o editado en nuestra patria.

Deseamos dejar bien sentado que no hablamos solo de teorías. Modestamente podemos decir algo de nuestra pequeña experiencia de varios meses de guerra, guerra realizada en varios escalones con diferentes categorías de mando.

—Me agradaría conocer tu doctrina y tus métodos de lucha para hacer frente al enemigo que según mis pocos conocimientos, nos supera en táctica y estrategia.

—¿Tú tienes el valor de reconocer que el enemigo es superior a nosotros?

—¡Para decir esto, nosotros no precisamos ninguna clase de valor! Nosotros somos por encima de todo, y repito por encima de todo, realistas. La superioridad del enemigo no nos impide hacerle frente y darle la batalla utilizando sus mismas teorías, tesis y sobre todo, su ciencia y arte militar.

Deseamos aclararte dos cuestiones fundamentales, para nosotros al menos. Luchamos con los ojos abiertos y procuramos sacar el mejor partido a lo poco que tenemos tiempo de aprender diariamente en manuales y reglamentos militares.

Hace meses que sabemos prácticamente lo mucho que podemos aprender día a día para intentar vencer al enemigo. Los conocimientos que logramos adquirir los amoldamos a la mentalidad de nuestros soldados, de nuestras clases, de nuestros oficiales y jefes. En la mente de todos nosotros solo imperan dos pensamientos o dos ideas.

a) Vencer a nuestros enemigos a pesar de todos los factores que actúan a favor de quienes desean nuestra destrucción. Vencer es nuestro lema.

b) La preparación teórica y práctica de todos los miembros de nuestras unidades ,deben seguir unidos en un bloque irrompible, seguiremos ganando combates y en algunos casos, batallas.

Todo esto puede parecer fuera de la realidad expresada, pero es innegable que cada día que vivimos y sufrimos la guerra es una victoria que obtenemos sobre nuestro enemigo.

Sí, solo con hacerle frente y retrasar sus avances es un triunfo importantísimo para nuestra causa y para nuestras armas. Esto se produce y se realiza por la moral de nuestros pueblos, de nuestros incomparables soldados y clases. Sin olvidar a esas legiones de gloriosas promociones de milicias que sin saber leer un plano ni conocer la brújula, conducen a sus unidades como si fueran veteranos guerreros.

Fue y sigue siendo el legendario valor de los hombres españoles los que marcan el camino a seguir para lograr lo que ya se hubiera conseguido si internacionalmente no estuviéramos condenados y sentenciados a sufrir por tiempo incalculable la represión más criminal que nuestro país sufrirá si los enemigos de la democracia consiguen derrotarnos.

Es normal que nosotros, mandos de unidades como las que por suerte nos asignaron, veamos los teatros de operaciones solamente desde nuestra parcela y bajo un prisma unicolor. Podría suceder, a pesar de esforzarnos en ser todo lo objetivos que la situación requiere y sinceramente deseamos. Hemos repetido infinidad de veces el valor que nosotros damos a la unidad de todas las fuerzas, seguimos pensando y diciendo hoy lo mismo que los primeros días de la sublevación franco fascista. La guerra, si la ganamos, será entre todos y si la perdemos, sufriremos todos las consecuencias, pero habrá, cómo no, una discriminación en perjuicio de los comunistas. Esto no es necesario ser adivinos para verlo venir. La situación es de una clarividencia tan palpable y rotunda que se palpa en el ambiente anticomunista que se pretende crear y fomentar.

Pero nosotros, los que pensamos o decimos ser comunistas, tenemos el deber de saber que para nosotros y para la mayor parte de quienes están de acuerdo con nuestras consignas, el único camino es luchar unidos para que triunfe la democracia.

No podemos desertar de este momento único en la historia de nuestro país, pagamos en la lucha tanto o más que los que más tributan, pero si así no fuera, el francofascismo ya estaría situado en toda España.

Nosotros no creímos jamás en milagros (y sinceramente no tendríamos ningún reparo en reconocerlo si todos los imponderables se pusieran de nuestro lado), por eso luchamos conscientes para seguir en la brecha hasta ver si se producen acontecimientos internacionales que puedan originar una correlación de fuerzas menos hostiles que las que nos rodean. Nadie quiere ver que estamos cercados por nuestros enemigos y por los que se dicen defensores de la democracia.

La ayuda de los gloriosos internacionales no se puede valorar justamente. La que nos presta la unión soviética, tampoco. Sin estos puntales nuestra resistencia no hubiera sido posible durante tanto tiempo, pero todo esto podrá ser valorado en su día y mientras esto llega, intentemos describir cuanto sucede