© Publicación realizada por Jaime Cinca Yago con la autorización de la hija y nieto de Nilamón Toral, Licia Toral de Córdoba y Juan Manuel Salaberry Toral.  Para utilizar material de esta publicación deberá citar la fuente.
MILAMON TORAL, Memorias incompletas (a página principal)

Fin de la guerra

Anarquistas y reflexiones sobre el frente de Aragón.

Cuando el enemigo pretende terminar con la moral del ejército republicano, pero popular, no lo consigue a pesar de todas las facilidades que el XII C. de E. le proporciona y de casi todas las unidades del frente de Aragón que se habían pasado todo el tiempo de campaña disfrutando del campo, y en muchos casos, contemporizando con el enemigo. Nunca podremos decir y valorar cuanto esto supuso en la marcha y curso de la guerra.

¡Cuando se ha tenido la suerte de estar junto a auténticos anarquistas es cuando se puede valorar lo que hubiera sido del franco-fascismo, si esta inmensa organización hubiera tenido los dirigentes que se merecen y que nuestra situación requiere!

¡Los ácratas pudieron, y aún no es tarde, formar unidades de tanto valor militar como las creadas y formadas por los socialistas, republicanos y los comunistas! Pero es interesante hacer saber y por lo tanto no olvidar que cuando se crean las unidades del ejército popular, todas las unidades, unas más que otras, están formadas por hombres que militan en campos distintos a los de sus mandos o dirigentes. Una gran parte de nuestros soldados y muchas clases no pertenecen a ningún partido político ni a las sindicales, todo esto puede parecer demasiado o muy raro, pero cuanto decimos es cierto…

Personalmente y colectivamente todos cuantos decimos ser de izquierdas y presumimos de querer un mundo más justo jamás tendremos una oportunidad histórica como los defensores de la explotación y la tiranía nos dieron para lograrlo. ¡El norte hizo su guerra y esta torpeza política la enjuiciará la historia como se merece! Pero a los autores de esa miopía e incapacidad política nos costó a todo el pueblo español torrentes de sangre con miles y miles de víctimas que jamás los autores podrán saldar por mucho que vivan.

Segundo. Seguro que para el enemigo es sorprendente la capacidad de recuperación de nuestro ejército republicano popular. Este milagro se produce porque nuestros soldados, nuestras clases, nuestros oficiales, nuestros jefes y una parte importante de quienes dirigen o asesoran al EMC están creando un ejército que a pesar de sus errores es del pueblo y para defender la soberanía como los intereses de todos y no los de castas y clases privilegiadas.

Son los padres, las madres y todos los familiares quienes apresuran a todos cuantos pueden empuñar las armas para que sean los primeros en llegar a los frentes para defender la razón y la justicia.

Por esto, cuando parece que todo está totalmente perdido, nos incorporamos sacando energías de nuestros cuerpos heridos y agotados gritando ¡viva la libertad del pueblo! ¡Es nuestra maravillosa e incomparables retaguardia la que nos marca el camino y el paso que debemos seguir para estar a su altura!

 Sus sacrificios, sus penalidades, sus privaciones sin cuento y sus auténticos sufrimientos son el estímulo que nos hace ser conscientes para intentar colocarnos a su altura sobrehumana. Estos ejemplos son los que nos hacen luchar contra el enemigo exterior y con los que estaré en nuestro campo sirviendo a nuestros enemigos, que también son los suyos.

¿Qué piensan los catalanes y los aragoneses que no fueron capaces (o no supieron) de defender las posiciones que las llamadas por «nosotros» fuerzas del gobierno os dejamos después de nuestro fracaso por no haber tomado Zaragoza? ¡Vosotros mejor que nadie sabéis quiénes son los responsables máximos de que ese objetivo (que pudo cambiar en gran parte la marcha de la guerra) no pudiéramos lograrlo. Decimos y es justo que también nosotros tenemos nuestra responsabilidad, veamos cómo y el porqué.

Todo cuanto sucedió antes de la sublevación fascista fue producto de cuanto decimos donde corresponde: todos los obstáculos, errores y traiciones son la suma y resultante de no habernos proyectado con preferencia en una sola dirección. La de ganar la guerra aunque hubiéramos tenido que hacer más concesiones de las que se hicieron. Sabemos que los dirigentes republicanos que ostentaban el poder estaban totalmente superados por los acontecimientos nacionales e internacionales, cuando para situaciones clave de la historia, los gobernantes precisan tener una talla mínima, no se les puede permitir que careciendo de ese mínimo, se les considere como si dieran el máximo y fueran la única solución.

En la zona republicana teníamos, tenemos y tendrán en toda y cualquier situación hombres capaces para conducir estos maravillosos pueblos si los militantes de sus organizaciones políticas y sindicales aprenden a elegir a quienes reúnan las condiciones que nuestra causa merece para crear una sociedad pluralista, donde los intereses de todos estén representados proporcionalmente, se habrá dado un paso gigantesco para terminar con tanta sin razón, arbitrariedad, injusticia y crímenes que siempre quedan impunes y justificados. Esto no es nada nuevo en nuestro país, en todos sus periodos evolutivos se dan situaciones similares y por ellos estamos retrasados con otros países europeos.

Las comparaciones nos parecen totalmente innecesarias, pero si queremos decir que de esta situación somos todos más o menos responsables. No solamente fueron los partidos ni cuantos ocupan puestos de responsabilidad durante los meses anteriores a la sublevación franquista. Los únicos responsables de este acontecimiento sin analogía con ningún otro en nuestra Historia. Producida la catástrofe, todos sin la menor excepción cometemos errores, torpezas y no somos capaces de hacer lo que la situación requiere. No importa que se pueda precisar y calibrar sin el menor esfuerzo la responsabilidad de cada cual en tal acontecimiento.

Para ciertos mandos era mucho más agradable visitar Zaragoza cuando les apetecía que preparar militarmente a sus fuerzas y sus mandos para organizar el terreno y saber cómo defenderlo o conquistarle al enemigo el suyo.

Para eso no tenían tiempo y los pobres muchachos estaban tan cansados que no habían tenido tiempo de ayudar a los campesinos a recoger sus cosechas del campo de nadie, pero con unos glacis de varios kilómetros.

Quizás no seamos justos al decir cuanto decimos y conste que nos dejamos muchas cosas en el tintero. ¡Claro es! Lo importante es la revolución, la preparación militar es una tontería, eso es un método capitalista que nosotros rechazamos, los reglamentos y textos militares están hechos por nuestros enemigos y eso a nosotros no puede enseñarnos nada. ¿Cómo es posible que conociendo nuestros mandos superiores, estos pensamientos y sobre todo conductas, no hicieran nada por terminar con ese estado de cosas?

Organización del frente para el repliegue.

¡Qué situación más interesante y digna de estudio se nos da en este confuso repliegue del frente de la costa y cómo influirá en todo el sistema defensivo del ejército de Levante!

Este fracaso es el primer escalón que nos precipita inexorablemente por la escalera de la trágica derrota, sin posibilidad alguna para detenernos e intentar rehacernos. Los fracasos se sucederán en cascada ruidosa y nadie puede ni podrá en mucho tiempo predecir cuándo podremos ponernos en pie para intentar ser algo de cuanto fuimos.

¡Cierto, la moral de nuestras fuerzas es cada día más vulnerable y sinceramente, nadie puede sustraerse a tal contratiempo, pero una vez más, los instructores políticos y los comisarios lograrán cuanto nuestra causa se merece!

Otra vez y cuantas sean necesarias resurgiremos de los escombros de nuestras posiciones para contener y frenar a nuestros enemigos. ¡Cada día nuestro espacio se reduce un poco más! En algunos sectores no tenemos tiempo de encariñarnos con el terreno ni con los objetos y mucho menos con las personas. ¡Cuánto ser maravilloso reflejando en sus semblantes y rostros el cansancio, el terror, el temor y todas las calamidades inherentes de la criminal guerra!

Parece que la división de Marquina tiene la misión de defender Castellón, ¿pero dónde está y dónde se encuentran las fuerzas que deben defender cuanto hace unas horas era la retaguardia del XXII C. de E.?

Retirados los batallones de la 92 brigada que habían quedado en el campo enemigo, nos dedicamos a reconocer Castellón y sus inmediaciones para estudiar cómo se puede organizar la defensa de esta ciudad que debe jugar un papel de suma importancia en la batalla de Valencia y en la duración de nuestra guerra y esto no es una afirmación gratuita. Es un fracaso que puede convertirse en una seria victoria parcial que nuestro enemigo siga menospreciando nuestras capacidades de aguante y de moral a todo contratiempo. Indicamos con tiempo más que sobrado cómo y dónde debía haberse organizado la defensa de Castellón, pero por lo que estamos viendo, seguimos a remolque de los acontecimientos y confiando en la inagotable resistencia de nuestros incomparables soldados, clase, oficiales y algunos jefes de todas las clases sociales que, antes de la sublevación franco-fascista, estaban totalmente ajenos a ocupar los puestos que hoy desempeñan en el ejército republicano popular.

Castellón pudo ser una inmensa fortaleza si se hubiera organizado su defensa en profundidad, pero como no vemos nada de cuanto sobró tiempo para crearlo, nos vemos en la obligación de hablar en pasado, «pudo». Puede que nosotros no sepamos nada de nada o que quienes nos mandan y dirigen sepan demasiado…

No encontramos mandos ni fuerzas organizadas para defender Castellón, es obvio pero necesario repetir que nuestro sector está a varios kilómetros de este y que nos preocupa seriamente cuanto pueda suceder en él en cuanto salga el sol. Durante la noche no tenemos nada que temer a pesar de la distancia, mis temores se acrecientan pensando en cuanto puede hacer el enemigo en una situación tan boyante para él por la incapacidad de nuestros mandos superiores en esta fase de la batalla. Quisiéramos sincera y profundamente tener que reconocer que nuestras críticas son infundadas y sin la menor base, pero una vez más, los hechos nos demuestran con su realismo que desgraciadamente tenemos razones más que sobradas para proceder como venimos haciendo en beneficio de nuestra unidad y de cuantas operan con nosotros. Puede que consigamos algo de cuanto nos proponemos para cuantos ostentan mando y no importa en el escalón que lo tengan. Para nosotros es una ayuda de la mayor importancia ver cómo somos capaces de valorar lo que puede hacerse sin esperar la decisión del mando superior teniendo presente en todo momento que las decisiones basadas en la iniciativa no pueden ni deben producir la menor interferencia en la decisión del escalón superior.

Pretendimos y en muchos casos logramos anticiparnos a las decisiones y órdenes de los mandos superiores cuando se trataba de mejorar los conocimientos, la preparación y cuanto requiere seguridad y eficacia de las fuerzas y mandos. Hicimos y por lo tanto seguimos haciendo en todo momento y lugar cuanto requiere la seguridad de nuestras fuerzas en plan defensivo y en el ofensivo. Hace meses que aprendimos la necesidad de que la ciencia y el arte militar son tan evolutivos y profundos como cualquier rama del saber. Cualquier mando militar tiene un inmenso campo para desarrollar sus iniciativas si quiere y es capaz de mejorar lo que pueda ser mejorado sin que afecte al fondo de la misión encomendada.

Somos sinceros cuando decimos que en Castellón no encontramos nada de cuanto era necesario tener montado desde hacía tiempo. Si las autoridades civiles y en particular las militares no tenían previsto cómo se podía defender su ciudad, es una prueba condenable de su incapacidad para estar al frente de sus destinos.

Puede ser que nosotros no prestáramos toda la atención que requería una situación tan delicada, pero sin pretender eludir la menor responsabilidad, debemos decir lo siguiente: nuestra presencia en Castellón fue determinada por haber sido dejados en el sector de Ibarrola dos batallones de la 92 brigada que le había prestado para ayudarle a replegarse ante la presión enemiga.

¿Había recibido Ibarrola la orden de replegarse? ¿Por qué nosotros no tenemos más noticias de estos sectores que las obtenidas por nuestros observatorios y enlace con las fuerzas de nuestros flancos?

Nuestro dispositivo defensivo se mantiene por la derecha con el XXII en el mismo sitio donde habíamos tomado contacto cuando estabilizamos el frente. Zona de Cuevas de Vinroma, y por nuestra izquierda enlazamos con el XXI en Ares del Maestre. El enemigo comprende que no debe seguir sacrificando cuanto lo hace y ataca también por nuestro flanco izquierdo por el XXI CE y como nos obliga seriamente a tener que prestar atención a este esperado frente. Pero las consecuencias se dejarán sentir para nosotros no tardando mucho tiempo. La moral de nuestras fuerzas y mandos es mucho mejor que cuanto puede pensar nuestro enemigo y también nuestro escalón superior. El haber descansado unos días en las mismas trincheras donde fueron capaces de parar a un enemigo de lo más capacitado nos permitió superar todos los contratiempos y calamidades que la guerra nos depara a cuantos la hacemos con todas sus consecuencias, aun sin agradarnos. Estas unidades nos son conocidísimas pues las conocemos y nos conocen perfectamente por habernos enfrentado en multitud de combates o batallas con resultados más o menos variados a pesar de las diferencias que existen a su favor y que nosotros no somos los indicados para exponer…

Los mandos de esas unidades tienen un estilo propio de utilizar los medios y sus hombres, expondremos en el momento oportuno las modalidades y características de cada cual bajo nuestro punto de vista.

Se agolpan o se acumulan en nuestra mente tantas ideas sobre cuanto nos hacen vivir física y moralmente en todos los frentes como en la retaguardia que no es sencillo exponer sintetizando cuanto podemos decir a pesar de la complejidad histórica del tema.

No olvidamos las dificultades «en muchos o en casi todas las fases de la guerra» que tenemos y encontramos para adquirir una información tan amplia y veraz como se precisa para opinar sobre acontecimientos no vividos directamente.

Pero en honor a la realidad, y esto lo expusimos en varias ocasiones, nuestra unidad es algo más que una división normal como antes de serlo, nos sucedió otro tanto, no pretendemos hacer creer a nadie que somos un aparato tan completo y maravilloso que tenemos medios para estar perfectamente informados de cuanto se hace y se deja por hacer.

Eso es infantil y nosotros nos vimos obligados por imperativos de la realidad presente a resolver nuestros problemas sin esperar soluciones, que las teníamos dentro de nuestro conjunto. En todos nuestros escalones reinó en todo momento la labor y misión del equipo y fueron nuestras ideas y nuestras unidades pequeñas y grandes las que hasta la fecha siguen pensando y elaborando cuanto debemos hacer. La forma y la manera de ponerlo en marcha les corresponden a los mandos que tienen que responder cada cual ante el escalón superior y este, ante la unidad.

Estas maneras y formas de coordinar las órdenes recibidas del mando superior jamás nos impidieron ni nos impedirán modificar sobre la marcha cuanto consideremos que debe ser modificado en beneficio del conjunto y no de una sola parte.

¡¡Castellón!! ¿Dónde están las unidades que deben ocupar tus centros y elementos de resistencia perfeccionando y dando los últimos toques a tus baluartes para convertirte en otro legendario Madrid? Esta maravillosa ciudad puede ser el Museo Democrático donde la injusticia, la intolerancia y el fanatismo se rompan la crisma haciéndole comprender que nuestra patria precisa algo distinto a cuanto quieren imponernos.

¿Dónde está ese frente popular que tanto protestó cuando teníamos hombres de su provincia trabajando en nuestra retaguardia para que el enemigo no llegara a su ciudad?

¿Salvaron y evacuaron cuanto no es necesario para una resistencia a ultranza: los niños, los ancianos y las mujeres embarazadas? ¿Se incorporan a las unidades cuantos no tengan una misión directa con la defensa civil? En una palabra ¿nuestros partidarios están dispuestos a defender su ciudad con todas las consecuencias?

Nosotros no fuimos capaces de ver cuanto pudo hacerse por el Ejército de Levante ni por las autoridades civiles de Castellón. Quizás no tuvieron tiempo de hacer nada, pues debieron pensar que el enemigo no tenía interés en ocupar esas regiones levantinas tan importantes para todos. Dejamos nuestros batallones situados estratégicamente para intervenir donde fuera necesario en Castellón, pero reorganizados y moralizados con la orden de no operar sin nuestra autorización y decisión.

Salimos pitando para nuestro sector de Albocacer donde nos esperan todos los jefes de brigada para recibir órdenes e información de primera mano. Castellón nos interesa seriamente, pero nuestra agrupación precisa nuestra presencia por la situación creada por el derrumbamiento del frente de la costa y no solamente del XXII C. de E.

Por si esto no fue motivo de inquietud alarmante, el XXI puede pasar por la misma situación (quizás peor) de alarma y desmoralización que viven todas las unidades de este ejército. Confiamos una vez más en la recuperación de la moral y combatividad de estas sufridas unidades que cuando parecen estar totalmente derrotadas, se ponen de pie y dan la cara a su enemigo como si nada hubiera sucedido.

Son sorprendentes estas fulminantes reacciones en hombres agotados físicamente por la lucha sin descanso durante días y días haciendo frente a un enemigo mejor dotado que nosotros en material y equipo. Con la repetida superioridad material y por qué no decirlo claramente, mejor dirigido que nosotros que jamás se niegue a cumplir las órdenes recibidas.

Esto solo puede concebirse y creérselo cuando se tiene la suerte de vivir junto a estos auténticos titanes del sufrimiento humano.

Las calamidades y privaciones, en muchos casos hasta rozar el límite máximo tolerable, no derrotan esas fortalezas morales que naciendo unipersonales, tienen la virtud atrayente y contagiosa de crear un entramado tan poderoso y flexible que se cimbrea, pero que no se rompe en mil pedazos como inútilmente espera nuestro enemigo.

¡Ese cuerpo social repele y expulsa de su seno a cuanto es negativo para la defensa de nuestra causa, sin más armas y medidas que las frases comedidas y razonables del porqué es necesario seguir sacrificándolos!

Las actividades, los comisarios (sin ellos no hubiéramos podido llegar adonde estamos) y los mandos del pueblo y para él, son el milagro de nuestra resistencia.

¡Qué hay traidores y desertores en nuestro ejército republicano popular! Sí, cómo negar algo tan evidente y que sería una pérdida de tiempo e innecesaria por obviamente sabida exponer. ¿Pero en qué proporción y circunstancias se dan en nuestro campo? No pretendemos comparar, solamente pretendemos exponer lo vivido y conocido por nosotros para que se comprenda lo que fuimos capaces de hacer, lo que no debimos realizar y lo que se nos impidió poner en marcha quizás sin el mejor fundamento.

Nuestro sistema «terrorista» para moralizar a nuestras indesmoralizables fuerzas se pone en marcha otra vez para darse cuenta de la situación y hacerse comprender cuál puede y debe ser nuestra conducta. Solo precisamos exponer de manera sencilla la cruda realidad de cuanto están viviendo día a día.

Nuestro comunicado es todo lo sencillo y veraz que nuestra capacidad nos permite y que la situación nos aconseja decir.

Camaradas: todas las unidades que están luchando en los ejércitos de Levante y maniobra lo hacen lo mejor que pueden y se pegan al terreno como auténticos guerreros veteranos. ¡Pero para vosotros, curtidos en infinidad de batallas, la superioridad del enemigo en material y hombres no tiene importancia decisiva! ¡Para esas unidades que no pasaron por los crisoles de la guerra no es nada sencillo amoldarse a esta situación! Por ello precisan nuestra ayuda y nos consta que todas las unidades de la agrupación de brigadas y en particular, las orgánicas de la 70 división, se pondrán a su disposición y a la altura que la existencia de la república requiere en todo momento.

De vosotros, soldados y mandos militares y políticos de las legendarias brigadas 32, 92, 132 y 79, depende que Valencia no caiga en manos del franco-fascismo. Vosotros, luchando junto a todas las unidades que pertenecen circunstancialmente a nuestra agrupación y a cuantas tengamos a nuestros flancos, sois la fuerza serena que puede impedir que Castellón y otras ciudades caigan en manos del enemigo.

La situación es delicada, pero no será desesperada mientras nosotros no perdamos la serenidad y mantengamos en nuestro poder las armas para hacer frente al enemigo dándole la cara.

Estudiamos serenamente la situación de todo nuestro frente y después de haber escuchado las opiniones de todos los jefes de brigada menos la del jefe de la división de Extremadura, les exponemos nuestras ideas y órdenes para todos, pero teniendo presente que nuestras decisiones quedarán supeditadas a las órdenes que recibamos del Ejército de Levante.

Hay algo sorprendente en el silencio del ejército, pero también es comprensible que no estén demasiado bien informados de la situación real de cuanto sucede en todo el frente…

Las medidas tomadas en nuestro sector son las siguientes. Si Ibarrola no puede mantener Castellón, debemos rectificar todo nuestro sector tantos kilómetros como el avance enemigo y el emplazamiento del XXII nos aconseje por nuestro flanco derecho. Por la izquierda nos sucede lo mismo, para impedir quedarnos encerrados en el campo enemigo, pues esto afectaría seriamente a la moral de la agrupación sin obtener el menor beneficio desde el punto de vista táctico, y menos, estratégico.

Podemos, sin correr un serio peligro, mantener nuestras posiciones un tiempo prudencial por tener el sector organizado en profundidad en varios kilómetros. Careciendo como carecemos de órdenes del ejército, solo podemos proceder con la cautela y la seguridad que las penetraciones enemigas nos aconsejan. Dejaremos una cortina de tiradores en la línea principal de resistencia apoyados con unas cuantas armas automáticas y con los observatorios necesarios para observar rastrillando cuanto pueda suceder en las líneas enemigas.

El grueso de todas nuestras fuerzas debe situarse en los emplazamientos determinados escalonadamente para impedir ser batidas por la aviación y artillería enemiga. Es necesario practicar sin límites la audacia más serena, realizando contraataques espectaculares sin desechar la efectividad que pueda lograrse. Debemos tener presente, y ponerlo en práctica, lo que venimos ordenando con relación a las filtraciones enemigas, que son mucho menos efectivas y peligrosas de cuanto los alarmistas piensas. ¡Una bandera enemiga en un flanco de nuestro dispositivo o en nuestra retaguardia carece de peligro si nosotros tenemos hombres audaces para hacerse con ella, utilizando un sistema parecido al del enemigo para colocarla! La movilidad, la vigilancia sobre el terreno y posiciones enemigas son la garantía de nuestro frente; un estudio del terreno «se hace pisándolo» bien hecho, nos debe dar sin dudarlo las zonas de penetración que el enemigo habrá elegido para realizar sus ataques.

Insistiremos un poco más sobre la importancia real de una filtración enemiga en nuestra retaguardia detrás de una bandera, acompañándola irá de momento solo una escuadra y dicha unidad puede ser protegida por su pelotón y este, por su sección.

Lograr esto en un terreno tan compartimentado y montañoso como donde nosotros estamos operando desde hace tiempo es difícil lograrlo, y mucho más cuando tenemos monte alto y monte bajo. Cierto, los frentes con fortificaciones discontinuas se prestan maravillosamente para estas audacias, pero nosotros ya logramos hacernos con unas cuantas banderas enemigas.

Los observatorios, la situación de las reservas situadas para intervenir con rapidez por donde el enemigo pueda haberse filtrado será la mejor manera de terminar con esa amenaza latente.

Estamos seguros de poder replegarnos escalonadamente sin que se produzca en nuestro sector el menor confusionismo. Lograremos contenerle o frenarle todo el tiempo que precisemos para garantizar y organizar el terreno que se nos ordene defender. Sentimos tener que ceder todo el dispositivo organizado en profundidad en Albocacer, Ares del Maestre, Benasal y otros pueblos que están bajo nuestra protección. Así es la guerra y lo que lamentamos es no haber recibido aún órdenes para saber dónde podemos situarnos para intentar crear las condiciones y medios más o menos apropiados para frenar esa marcha que no puede ser justificada con su superioridad.

Todo está en marcha para replegarnos según requiera la situación de nuestros flancos, la presión del enemigo y sobre todo, las órdenes que esperamos de nuestro ejército.

Amanece un nuevo día y nosotros nos desplazamos otra vez a Castellón para ver qué sucede por ese sector. En el nuestro dejamos todo dispuesto para que nada útil pueda caer en su poder. La artillería situada en los emplazamientos correspondientes para apoyar a nuestras unidades donde lo precisen, sanidad donde debe estar, intendencia y munición donde no corran el menor peligro. Montado un servicio de estafetas para que los jefes de brigadas puedan tener contacto con nosotros a través del jefe del EM de la agrupación que debe informar al jefe de operaciones para que este, sin la menor dilación, nos transmita cuanto pueda suceder en nuestra ausencia. Provisionalmente, si a nosotros nos sucediera un percance, tomará el mando el jefe de la 32 Brigada. Cuando salimos de nuestro cuartel general situado en las inmediaciones de Albocacer, en una fábrica de ladrillo, cuya chimenea nos sirve de magnífico observatorio, no hemos recibido la menor noticia del Ejército ni del XXII C. de E. En nuestro recorrido (ciertamente sin autorización del jefe del E. de L,) nos encontramos con algunos movimientos de fuerzas pertenecientes a unidades desconocidas por nosotros y nos dan la sensación de estar un poco nerviosos. Es normal que todas las unidades que viven esta situación desconocida para ellos, por proceder de frentes estabilizados desde hace meses, sufran este estado moral.

Nos personamos en la zona donde dejamos los dos batallones de la 92 brigada y la moral es tan elevada que nadie diría la aventura vivida durante la noche pasada. Sigue siendo un agradable misterio que la moral de soldados, clases, oficiales y jefes sea tan elevada como casi en los primeros días de nuestra guerra. Podría parecer que nos contradecimos al hacer estas afirmaciones con relatos expuestos no hace tantos días, pero en el fondo no hay serias discrepancias, si procuramos ser objetivos y realistas al hacer los relatos y exposiciones, tomando en consideración tiempo y lugar. En todas las fases de la guerra las situaciones pueden ser más o menos similares y parecidas, pero en el fondo son totalmente cambiantes por incontables factores determinantes que producen dicho cambio moral y físico.

La moral puede parecer más sólida o menos firme y consistente en la misma unidad un día que otro, ante el mismo enemigo y en el mismo teatro de operaciones. Nuestras unidades no son inmunes a cuanto puede influir en su estado físico y por lo tanto, moral. Cuando se viene arrastrando toda una cadena de contratiempos, por no decir de calamitosas pérdidas humanas y de ciudades, no es nada fácil ni sencillo sustraerse al pesimismo y a la impotencia para impedirlo…

En el sector de Albocacer, es cierto que la moral descendió momentáneamente; por ese descenso, sacrificamos unos cuantos oficiales que voluntariamente sin nadie ordenárselo ocuparon los puntos vitales para la defensa de nuestra posición. Este ejemplo fue mucho más demostrativo y eficaz de cuanto nosotros podíamos esperar en una situación tan compleja como la que vivíamos, y por qué no reconocerlo, estamos viviendo una vez más.

Este ejemplo de todos los mandos no es fácil valorarlo en sus justos términos, pues las relaciones entre subordinados y jefes que siempre habían sido magníficas y que parecían inmejorables dieron un salto de tal calidad que nada ni nadie podrá romper ni minimizar en ninguna situación por delicada que pueda darse…

En nuestras unidades, incluso en las que orgánicamente no pertenecen a la 70 o a la agrupación, al poco de estar tácticamente operando con nosotros no oímos a nadie decir: ¡mandar es muy fácil! Cualquiera de nosotros es capaz de hacer cuanto hacen maravillosamente nuestros soldados y clases. Este comportamiento y esta conducta es la mejor garantía para poder exigir el cumplimiento de cuanto se ordena y no importa en qué situación…

En el mando del EP se preocupó y se preocupa cuando nuestras bajas de mandos en algunas circunstancias ajenas a nuestros deseos superan a la de los soldados.

Podríamos, sin grandes esfuerzos, demostrar a quienes no son capaces (o no quieren, que es lo seriamente peligroso) hacerles ver lo injusto e improcedente de sus afirmaciones al pretender justificar nuestros fracasos militares por la conducta de los políticos o por la falta de capacidad de los mandos no profesionales.

A quienes vivimos y hacemos la guerra, dirigidos por ellos sus alegatos nos parecen infantiles y carentes casi en absoluto de auténtica realidad…

Este tema es de lo más delicado, si queremos y pretendemos, que no es lo mismo querer que pretender, ser objetivos y realistas. Para quienes viven la guerra alejados de los campos de batallas, de las unidades militares formadas o pendientes de formación y preparación, no es nada sencillo poder entender y mucho menos comprender cuanto suceder en la zona llamada republicana.

¡Si en plena lucha se deforman los acontecimientos que pueden ser totalmente demostrados! ¿Qué sucederá en cuanto pase un tiempo prudencial y el historiador no ponga coto a las falsedades y distorsiones partidistas?

Estos temores son los que nos obligan a decir y exponer cuanto vivimos y enjuiciamos desde nuestra pequeña parte, pero con gran alteza de mirar y sobre todo, con toda la objetividad que nuestros fracasos, nuestros errores y nuestros desengaños sobre ideas y hombres nos permiten opinar más o menos acertadamente.

Cuando decimos cuanto consideramos correcto no lo hacemos influenciados por nada ni por nadie, solamente pretendemos exponer objetivamente la impresión que los acontecimientos y los causantes de ellos nos producen.

Inminente caída de Castellón.

Decimos que estamos en Castellón y que no vemos cuanto debía estar a nuestro alcance para poder aportar cuanto podamos, que jamás será cuanto la situación requiere.

¡Es curioso! Se repite casi en todo la situación que vivimos cuando pertenecíamos al XXI CE y nuestra división tenía la misión de defender el sector de Utrillas, el de Martín del Río y el de Montalbán.

Parece que estamos condenados a perder el contacto con los escalones superiores, en todas las fases de la guerra más importantes y transcendentales.

Este estado de cosas no puede impedir que nosotros continuemos indagando dónde y cómo podemos intervenir con nuestras fuerzas para la mejor defensa de Castellón. Puede ser que los órganos directivos de la defensa civil como la militar estén totalmente desfasados y que esta sea una de las causas y razones de no encontrar cuanto debía estar a la vista para la defensa de la plaza.

Pero cuando no tengamos la menor oportunidad ni un mínimo de posibilidades, aparecerán órdenes y disposiciones improvisadas para que hagamos cuanto debió prepararse y realizarse hace meses. ¡Qué desastre tan estúpidos y sin la menor justificación militar nos proporcionan nuestros maravillosos estrategas profesionales!

¿Cuántos informadores tiene el enemigo en nuestros puestos más responsables de nuestro ministerio de defensa?

Con esta pregunta no pretendemos ni queremos decir más de cuanto las situaciones pasadas y presentes nos aconsejan no silenciar con todos los signos que ello comporta.

En nosotros pueden darse todos los defectos que vemos en quienes censuramos y quizás, en mayor escala, pero lo que no somos capaces de hacer es el mentir o deformar los hechos que vivimos o conocemos in situ.

Tampoco nos consideramos víctimas de nada ni de nadie personalmente, pensamos eso sí que somos un producto más de la situación que los enemigos de la democracia nos hacen vivir. Quizás otras unidades tengan que realizar papeles más penosos o desagradables que nosotros y cuenten incluso con menos medios.

Estas situaciones, nuestras unidades las soportan mejor que cuantas conocemos por razones de peso fundamental, como es el político y algunos otros de casi tanta importancia.

Nuestras unidades siguen esperando con la tensión correspondiente a la situación que viven las órdenes que les permitan ver con más o menos claridad cuanto está sucediendo.

En estos momentos recibimos la noticia de que el enemigo entró en Castellón y esto nos hace pensar y llegar a la conclusión de que la 6 División que debe estar defendiendo el Grau y puerto de la mencionada ciudad no cumple su misión.

¿Pero seguimos preguntándonos seriamente alarmados dónde se encuentran el resto de las fuerzas del XXII C. de E. y de cuantas deben haber mandado para contener al enemigo y sobre todo, para la defensa de esta importante plaza? ¡Ya no se trata de supuestos ni de falsos rumores de Radio Macuto! ¡Deseamos hacer comprender a quienes vivieron estos acontecimientos y en particular a quienes los conocen por cuanto se ha escrito y por cuanto pueda escribirse en el futuro, que las versiones de esos elementos tenían en el fondo más veracidad que cuanto se recibía de los escalones superiores (tarde y deformado) por su manía tendenciosa a querer justificar cuanto era totalmente injustificable!

Intentaremos hacer un relato lo más coherente que podamos de las fases más importantes de toda una cadena de acontecimientos y fases de los combates o batallas dadas en lo que denominaremos frente de Castellón de la Plana.

Cuando el enemigo decide seguir intentando aniquilar a los ejércitos de maniobra y de Levante, en primer lugar al último, para conquistar Valencia, sigue cometiendo desde nuestro punto de vista los mismos errores que en la primera fase de su ofensiva para llegar al mar.

No es justificable cuanto se obtiene a coste de pérdidas cuantiosas y de tiempo que a nosotros nos viene estupendamente para reorganizar nuestras maltrechas unidades por el desgaste sufrido durante meses en primera línea, reorganizando nuestra unidad dos o tres veces durante el tiempo indicado.

Nos suponemos, como decimos en los lugares correspondientes, que el factor terreno, sus comunicaciones, los medios propios y por lo tanto los del enemigo deben ser factores decisorios para tomar las decisiones más indicadas, pero para nosotros, aprendices del arte y sobre todo ciencia militar, no están a nuestro alcance las razones que pueden justificar cuanto pudo lograrse ahorrando vidas, medios y tiempo, que es vital para alcanzar los objetivos y finalidad de toda lucha.

Decíamos que el 13 conseguimos rechazar todos los ataques que el enemigo realiza en el sector que enlazamos con el C de E de Ibarrola por su izquierda y por lo tanto, por nuestra derecha. Conseguimos mantener todo nuestro dispositivo y el enemigo penetra por el de Ibarrola dejando, como indicamos anteriormente, dentro de su zona dos batallones de la 92 brigada que le habíamos prestado. Replegados estos dos batallones, los situamos en Burriol y cuando el enemigo intenta seguir por esta zona de penetración, nuestras fuerzas lo impiden.

Por fin aparecen fuerzas del XXII C. de E. y se hacen cargo de este sector, pero no tenemos la menor confianza en ellas y por lo tanto los dos batallones de la 92 brigada los situamos en las inmediaciones del noroeste de Castellón con la compañía de carros que nos había acompañado para sacar los batallones.

El resto de nuestra agrupación tiene misiones concretas, como ya hemos indicado. La 32 brigada recibe la misión de amenazar al flanco derecho de la 4 División de Navarra que nos parece ser quien rompió el frente junto a la 55. De esta manera, quizás logremos dar tiempo al E. de L. para que el XXII C. de E. pueda reorganizarse y defender Castellón.

Pensamos que mientras el grueso de la agrupación se mantenga en el sector de Albocacer, el enemigo no marchará con la velocidad que tiene por norma.

A pesar de la confusión reinante, esto se esclarece un poco, pero seguimos insistiendo que se nos tiene abandonados por causas que ignoramos, pero en el fondo, este procedimiento no nos preocupa seriamente…

Se nos confirma que la sexta División tiene la misión de defender el gran puerto y parte de la ciudad, conocemos la existencia de la 68 división, de la 41 y de las brigadas autónomas, 79 y 22.

Al derrumbarse el frente de la costa es natural que todas las fuerzas que defendían dicho sector se reagrupen y puedan organizar la defensa de Castellón al tener menos kilómetros de frente. Cuando decimos que la situación se despeja un poco no pretendemos restar importancia al caos y confusión que todo repliegue desordenado origina. Decimos que si bien oficialmente no tenemos información de cuanto debían habernos comunicado, nuestros medios informativos fueron capaces de recoger una parte de los datos que nosotros precisamos para hacernos una idea general de la situación real que vivimos y de cuanto sucede en nuestros flancos.

Por desgracia para nuestro ejército, y por lo tanto, para nuestra causa, en algunas unidades se produjo lo que forzosamente tenía que darse por cuanto venimos indicando en todos nuestros relatos. Pánico justificado en varias unidades y lo sorprendente de ello con un derroche de valor en soldados, clases y oficiales que solo puede ser achacado a quienes no se ocuparon de preparar a estas unidades como debieron y pudieron hacerlo, teórica y prácticamente durante meses y meses.

Los mandos de estas unidades nos producen y nos causan tal sensación que nos parecen seres distintos a nosotros, pues por cuanto vemos no tienen ni idea de cómo estamos haciendo la guerra en Levante.

Es cierto cuanto decimos: pasan de frentes estabilizados durante meses a una guerra de movimiento donde las posiciones se pierden con demasiada frecuencia por no haber organizado el terreno como puede y debe hacerse.

Es normal que nuestros soldados, algunas clases y oficiales se alarmen cuando alguien les grita: ¡estamos copados! En nuestra retaguardia hay banderas enemigas, de esto al pánico colectivo hay solo un paso si los jefes no son capaces de comprender que no es nada fácil y sencillo el copar a una unidades e incluso a hombres que quieran defenderse…

Seguro que si estas unidades hubieran sido preparadas práctica y teóricamente por unos mandos informados de cómo hay que hacer frente al enemigo (que no pierde el tiempo como nosotros) en esta fase de la guerra, que nada tiene en común con la del año 36, la resultante de esa importante labor sería totalmente distinta.

El enemigo logra más de cuanto se propone, y para nosotros sus logros no están en consonancia ni con su indudable superioridad en material, en hombres y por qué no reconocerlo, en conocimientos teóricos de tipo castrense.

En cuanto nos sigue sucediendo hay demasiados factores acumulativos que trabajan a favor de nuestro enemigo porque nuestro mando superior no quiso o no pudo terminar con cuanto impide que nuestras unidades sean utilizadas como táctica y estratégicamente debe hacerse.

Castellón se perderá a pesar del heroísmo y sacrificio de nuestros soldados y clases, por las mismas causas y razones que perdimos cuanto no fuimos capaces de organizar con la antelación requerida.

Pero la agrupación de brigadas con la 70 división será, sin la menor duda, un freno para los avances enemigos como logramos serlo en todas las misiones que se nos asignan. Creemos ser conscientes de la situación que vivimos y por lo tanto, del peligro que corremos, pero también lo somos de que en esta histórica misión del ser o no ser hay otros muchos que nos acompañan, y que sin la menor duda realizaron misiones más importantes que las realizadas por todos nosotros.

Mientras no recibamos órdenes concretas del E de L, seguiremos actuando como venimos haciendo, en nuestro flanco izquierdo seguimos conteniendo al enemigo y la 132 brigada como las fuerzas de la división de Extremadura (si a este grupo de hombres se le puede llamar división) siguen al pie de la letra las instrucciones que se les impartieron a cuantas unidades forman parte de la agrupación. El jefe de la división de Extremadura no fue capaz de pasar por mi puesto de mando como se le había ordenado. Este señor comandante profesional es un viejo conocido nuestro (conocido por teléfono) desde la toma del seminario de Belchite, cuando mandaba sus dos grupos de asalto y nosotros le ayudamos para que lo ocupara. No quisiéramos recordar que más tarde tuvimos que hacernos cargo de dichos grupos en una situación demasiado delicada para ellos, por abandono de sus mandos.

Cuando les ayudamos a recuperar las posiciones que habían abandonado, nos vimos en la necesidad de designar mandos provisionales en todas las unidades de los grupos. Se nos informó que su jefe comandante había ido a gestionar que les mandaran intendencia por hacer unos días que se encontraban desatendidos. Seguimos sin entender cómo se dieron estos casos y a este señor comandante de asalto se le da más tarde el mando de una división aunque solo fuera en el papel.

No lo entendemos ni seriamente nos preocupa, por razones obvias, no debemos enjuiciar cuanto conocemos y de cuanto se nos informa. Podemos decir que estos dos grupos de asalto son estupendos y que, encuadrados en nuestra unidad, no desentonan seriamente en nada. Rápidamente se amoldaron a nuestras formas y maneras y luchaban en todo momento con el mismo valor que nuestras mejores unidades de veteranos. Con esta famosa unidad no contamos seriamente, pero la 132 brigada tiene instrucciones de cómo puede ayudarla para que no se nos convierta en un lastre.

La 132 y la división de Extremadura se replegarán procurando no perder el contacto con la 32 brigada. Las posiciones ocupadas por estas unidades se defenderán según presión del enemigo y sobre todo, quien debe marcar el carácter de nuestra resistencia será el repliegue que haga el XXI C. de E.

Nosotros podemos mantenernos durante un tiempo prudencial en todo nuestro dispositivo defensivo organizado en profundidad, pero nuestra defensa debe estar coordinada y supeditada al conjunto de nuestras fuerzas y sobre todo, a las decisiones del enemigo. Esto nos hace recordar los incidentes relatados con el jefe del EM del E. de L., teniente coronel don Federico de la Iglesia. Mando capaz y enterado de su profesión, pero según nuestro criterio, con ideas un poco desfasadas para un ejército como el que habíamos sido capaces de crear entre unos y otros.

De la Iglesia me permitía muchas opiniones, pero no era capaz de digerir afirmaciones como la siguiente:

—Deben ustedes pensar en relevarnos de las posiciones actuales en cuanto termine la ofensiva enemiga de Albocacer, pues el enemigo cambiará de eje de marcha y zona de penetración en cuanto vea que nada consigue una y otra vez.

—¿Piensa que el generalísimo le toma a usted en consideración? ¡Esa estupidez la puede pensar un…como usted!

—Yo no reconozco al generalísimo como usted lo hace en su manera de expresarse, pero sí tomo en cuenta a todas las unidades que tenemos enfrente y me preocupan su combatividad, su capacidad de maniobra y por lo tanto, no menosprecio a sus mandos, pues pensamos que todos no mueven sus fuerzas ni emplean sus medios con la misma eficacia ni con el mismo estilo.

Nosotros pensamos y así lo exponemos (si les gusta como si es todo lo contrario) que todo mando debe tomar en consideración la combatividad de cualquier unidad que tenga enfrente y su capacidad de resistencia, no es casual que ellos y nosotros nos conozcamos desde hace tiempo; el nombre no dice nada en este ni en casos parecidos.

Terminó el desagradable diálogo como todos debían terminar. ¡Pero nos seguimos preguntando! ¿Qué prendía el jefe del EM del E. de L. con esa insultante reacción? ¿Habíamos dicho algo que pudiera molestarles?

Solo habíamos expuesto modestamente un pensamiento y un deseo que quizás no fuéramos capaces de cumplimentar; jamás habíamos intentado alardear o presumir de ser una unidad superior a ninguna otra. Teníamos y seguimos teniendo por nombre, desde el primer día de la guerra, dar por nuestra causa que es la del pueblo cuanto él se merece. Que nosotros sepamos, en nuestras unidades hasta la fecha (para bien de todos) no conocemos a nadie que luche primordialmente por protagonismo de ninguna clase injustificada ni por medrar en su futuro totalmente incierto. No somos tan primos ni tan infantiles como para permitirnos el lujo de creer que todos los miembros o componentes de nuestras unidades somos capaces de haber dominado al maldito egoísmo o esa infantil vanidad que tanto daño nos causa, cuando no está basada en ser el mejor para beneficio de todos.

¡Si nosotros que decimos ser mejores que nuestros ancestrales enemigos no somos capaces de terminar con estas lacras y miserias humanas! Ya se encargará el enemigo de ponernos el tratamiento que nuestra estúpida incomprensión requiere y merece.

Hay espíritu de derrota en hombres que inmerecidamente ocupan puestos de responsabilidad en los aparatos claves del estado republicano. Otros muchos jamás tuvieron fe ni confianza en nuestra causa y por ello no aportan a la lucha cuanto podrían entregarla.

Este maremágnum y estúpido derroche de vidas y sangre del pueblo, con un continuado torrente de sacrificios sin la menor justificación, deben ser suprimidos por cuantos están al frente de los destinos del país. Poniendo al frente del estado a los hombres más honrados y capaces, pero con la firmeza y convicción de que hay varias formas y maneras de no ser vencidos.

Nunca puede ser tarde para encontrar hombres con fe en la lucha, que puede conducirnos por el camino que toda causa justa requiere.

Hay que poner al frente de nuestras unidades a los mejores, hay que barrer y terminar con cuanto es un lastre para nuestra lucha, no importa de dónde sean ni cómo piensen. Si tienen muchos conocimientos y un gran dominio de su misión pero carecen de fe y confianza en la causa, no sirven para dirigirnos, podemos y debemos utilizarles sin dejarnos engañar ni mangonear.

Está demostrado hasta la saciedad que en toda guerra y lucha del carácter que se quiera siempre aparecen hombres capaces para conducir a las masas a la victoria. La inmensa mayoría de nuestro ejército está dispuesto a seguir luchando junto a los jefes y clases que sean dignos de seguirles y dirigirles.

Seamos dignos de nuestro glorioso y sufrido pueblo. Hagan los profesionales y los de milicias o de campaña lo que hacen diariamente nuestros agrupados soldados y demostraremos una vez más al mundo capitalista y a sus estúpidos seguidores y lacayos y la cacareada justicia de quienes jamás, como clase, se ocuparán de nada distinto al incremento de sus intereses.

Las batallas se ganan o se pierden, entendemos y exponemos nosotros. Según nuestra simplista manera de pretender opinar sobre un tema tan complejo como el arte científico militar por las siguientes razones.

La superioridad en hombres, en material de todas las armas y cuantos medios se precisan para alimentar y moverles será un factor importante si los mandos de estas unidades son capaces de hacer con estos mandos el uso adecuado que la situación requiera, partiendo del principio de que el terreno y el enemigo deben pesar lo suyo a la hora de tomar nuestras decisiones.

La capacidad y preparación de mandos y tropa es otro importante factor a conjugar con lo anterior. Pero es imprescindible contar con algo tan decisivo como el factor hombre y la clase de guerra en la que nosotros nos encontramos inmersos, queramos o no queramos.

Reflexiones sobre la guerra y frente de Albocacer.

La dictadura franco-fascista tiene a su favor a todos los gobiernos capitalistas que dicen ser defensores de la democracia. La Iglesia católica está a su lado y no solamente por nuestras torpezas durante las primeras semanas de la contienda. En cuanto fuimos capaces de crear unidades militares del pueblo, pudimos terminar con los desmanes y crímenes estúpidos que solamente perjuicios y pérdida de imagen nos producen. Pero esto no quiere decir que la Iglesia hubiera cambiado si nosotros hubiéramos sido capaces de impedir cuanto está en total contradicción con nuestros principios. La Iglesia como tal entidad había tomado partido por los de arriba desde hace siglos.

La República había sido tan incapaz de valorar y calibrar a sus enemigos que les permitió terminar con el pobretón aparato coercitivo creado para defender al estado. Son ellos los únicos responsables de cuanto en nuestra zona sucede, por haberse sublevado. Ellos no pueden en justicia justificar cuanto sufrieron quienes no podían estar de acuerdo con su manera de interpretar la razón y su forma de gobierno.

Nosotros casi inermes teníamos que frenarles al mismo tiempo que pretendíamos y se lograba, en gran parte, desarmar a cuantos les hacían un gran favor al aplicar los mismos métodos de violencia y terrorismo que ellos. En sus zonas seguían todos los estamentos del aparato coercitivo que en el republicano ellos han destruido. Un asesinato, cualquier atropello y violencia son o deben ser condenados moralmente, pero jurídicamente no pueden serlo, por las condicionantes que les preceden.

La República, durante demasiado tiempo, pierde el control de sus aparatos y órganos de poder (suponiendo que llegaran a tenerlo) por la sublevación franco-fascista.

En estas condiciones innegables, sin pretender justificar nada de cuanto ocurrió en la zona republicana, en la de ellos, nos superaron en cantidad y calidad.

Procuramos no dejarnos impresionar por los relatos de nadie. Nos basamos solamente en lo que vivimos y en las experiencias que tenemos de unos y de otros.

Para nosotros es fundamental la filosofía de un campo y del otro, jamás permitiremos que nuestras fuerzas maltraten a sus enemigos ni se ensañen con sus mandos. Para ganar una batalla, por insignificante que sea, todos los medios y recursos han parecer normales, pues en la guerra todo está justificado para el vencedor. Nosotros tenemos nuestras normas y moral.

No somos derrotistas ni fatalistas, es nuestro realismo el que nos conduce por el camino del análisis objetivo para encontrar las soluciones menos costosas y dolorosas en una lucha tan desigual como la que se nos impuso por el enemigo y por la impericia de nuestros máximos dirigentes. Pero ya es algo más que difícil encontrar una auténtica solución. De nada serviría cesar en la lucha ni pactar con el enemigo sin garantías internacionales. La única garantía por ahora está fundadamente sustentada por nuestras armas y combatividad. Si entregamos nuestras armas, seremos aniquilados como ellos saben hacerlo. Nuestra seguridad personal y colectiva radica en nuestra defensa de cuanto nos queda sin arreglarnos por nada ni por nadie. Es necesario crear las condiciones exteriores para que nuestro enemigo no pueda impunemente ensañarse con los derrotados por cuanto venimos diciendo. ¡Ciertamente el vencido con nadie puede ni debe contar!

¿Pero cómo lograr cuanto venimos indicando desde hace dos años como mínimo? Haciendo la guerra con todas sus consecuencias donde a nosotros nos interese y no donde el enemigo quiere y lograr llevarnos para hacernos creer en la ilusión de estar en posesión de una iniciativa que nace prácticamente enferma por su raquitismo en toda clase de medios.

Nosotros no podemos moralmente hacer la guerra con la misma crueldad que nos la hacen, en esto estamos totalmente identificados. «Sí, ciertamente, nuestros mandos superiores y gobierno tienen algún plan», pero hay formas y maneras de contestar a sus bárbaros y criminales bombardeos de ciudades y pueblos, sin caer en la discriminación de chozas y palacios.

Todo cuanto es un objetivo militar debe ser destruido, si el enemigo no respeta los acuerdos internacionales, nosotros no tenemos que responderle con el mismo sistema ni procedimiento, pero tampoco debemos ser más papistas que el Papa.

La destrucción de sus palacios, mansiones, hoteles y fábricas como medios de producción es lo que más puede afectarles para cumplir los acuerdos. La guerra es la guerra y cuando no podemos impedirla, tenemos el deber de hacerla con todas sus consecuencias y calamidades, sin el menor remordimiento por vernos obligados a responder a lo que odiamos.

¿Tomó con consideración nuestro gobierno cuanto sucedió en el País Vasco? ¿Defendió ese estupendo y decisivo teatro de operaciones como pudo hacerse? ¿Fue destruido cuanto puede ser útil para la guerra? Podemos hacer preguntas y preguntas relacionadas con cuanto sucedió y con cuanto sucede y seguirá sucediendo mientras quienes gobiernan este sufrido país no cambien de mentalidad. Todas, absolutamente todas las guerras carecen de justificación humana y moral. La guerra es el fracaso más grande del ser racional. Pretenden hacernos tragar que hay guerras justas y no justas. Es justificar la maldad en todas las lacras que dicha frase encierra. En la guerra, todo, absolutamente todo está justificado por monstruoso que pueda ser, cuanto nos agrada y nos beneficia es bueno, cuanto nos desagrada y no podemos lograr, por las razones que sea, no puede ser bueno.

Para luchar contra la guerra, hay que destruir cuanto puede alimentarla, fomentarla y mantenerla. Cuando se nos impone una guerra, hay que hacerla respetando solamente a los llamados seres humanos y cuanto es decisivo para ella. ¿Hacemos algo en este orden de cosas nosotros? ¿En Teruel, Aragón, Cataluña y Levante somos capaces de destruir cuanto alimenta la fuerza del enemigo? ¡Nada de esto lo inventamos nosotros, los enemigos de la violencia y de la maldita guerra! Esto no está en contradicción con nuestros principios filosóficos y humanitarios, todo lo contrario, las guerras y la violencia pueden ser desarraigadas de todos los sistemas políticos y por los estados que dicen ser defensores de la justicia y la paz.

Pues con este estado de cosas enmarañadas seguiremos haciendo la guerra, procurando sacar el mejor partido a nuestras posibilidades, sin dejarnos impresionar por cuanto sucede ni por cuanto pueda suceder, pues no confiamos en que las cosas cambien a nuestro favor.

Día 13, se los comunica que las fuerzas enemigas entraron en algún sector que otro de Castellón sin resistencia. La noticia no puede ser más desagradable a pesar de estar esperándola desde hace horas.

Ponemos en marcha el dispositivo que teníamos previsto para esta emergencia y nuestras fuerzas logran sin gran esfuerzo desalojar a las vanguardias que alegremente habían penetrado en la ciudad. Ante esta situación tan confusa, hacemos cuanto podemos para tomar contacto con el jefe del XXII C. de E. y pretendemos hacer lo mismo con el EM del Ejército de Levante.

En esta situación de caos y confusión permanente, cualquier decisión puede ser contraproducente agravando un poco más cuanto es un desastre desde el punto de vista organizativo. ¿Dónde está el mando superior y dónde se encuentran situados los jefes de C. de E. y los jefes de división?

No es nada sencillo relatar cuanto está sucediendo desde hace unos días en el frente del E. de L., una vez unificados Maniobra y Levante, y por lo tanto, intentaremos centrar nuestra idea fundamental de relatar solamente cuanto sucede donde nos encontramos y cuanto vivimos directamente.

Pretendemos ordenar nuestros apuntes diarios y recordaremos cuanto hemos expuesto sobre la importancia que momentáneamente tenían y tienen los objetivos perseguidos por el enemigo y cómo nosotros hubiéramos procedido para lograrlo.

Seguramente diremos auténticas naderías por no decir burradas, pero seguiremos exponiendo con sinceridad cuanto pensamos y cuanto estamos viviendo desde nuestro pensamiento de los hombres y las cosas.

En esta fase de la guerra nos limitaremos a relatar solamente cuanto sucedió y creemos haber vivido encuadrados entre el XXI C. de E., el XXII y por lo tanto, con todas las unidades que participaron en estos combates…

¿Por qué consiguió el enemigo, sin grandes esfuerzos e inmensos sacrificios, ocupar Castellón y Villarreal?

Decíamos cuando los combates de Albocacer que el enemigo estaba cometiendo serios errores y torpezas al insistir una y otra vez en querer avanzar por un sector que sus defensores sabían defender por haber organizado el terreno en profundidad y con las modificaciones que la experiencia nos aconseja con relación al reglamento de las grandes unidades y el de la infantería en campaña.

El enemigo, una vez satisfecha la gloria de habernos dividido y de bañarse en el Mediterráneo, debió ser más realista y sobre todo, más práctico táctica y estratégicamente.

Pudo lograr cuanto está consiguiendo sin sacrificar cuanto le hacemos pagar por su tozudez, soberbia y menosprecio de su enemigo.

Cuando se cuenta con un magnífico servicio (por lo menos, numéricamente) de informantes en el campo enemigo, no se puede ni se debe perder tanto tiempo y mucho menos, sacrificar cuántas vidas le cuesta cada ofensiva.

Teníamos razón cuando decíamos que no se puede ocupar Castellón por la zona de penetración elegida, pues si bien los ejes de marcha son maravillosos por sus estupendas comunicaciones y un terreno menos compartimentado, es más difícil de recorrer por las fuerzas que lo defienden…

Teniendo Morella en su poder, la que fue abandonada sin una seria razón, su misión debió ser en cuanto comprobó que no podía desalojarnos ni una sola posición durante su ofensiva según relatamos en pasajes anteriores cambiar de esfuerzo principal atacándonos como indicamos entonces por el enlace con el XXI C. de E. flanco izquierdo de nuestra agrupación. Para hacer algo más comprensivo nuestro relato de cuanto sucede en este frente y cómo Castellón pudo ser ocupado por el enemigo sin sacrificar cuanto él, mejor que nadie, sabe. Expondremos la organización de nuestro dispositivo defensivo desde el momento que dejamos el sector de las fábricas de Pitarque para situarnos en el indicado y repetido Albocacer.

Tuvimos la suerte y la moral de aguantar y de rechazar todos los ataques del enemigo, fuimos capaces de pensar en cómo el enemigo debía cambiar su dirección de ataque si quería ocupar Castellón sin perder, como lo están haciendo, miles de hombres. Por suerte para nosotros, el enemigo no pensó de la misma manera, pero tampoco nuestro E. de L. pensaba como lo expusimos más de una vez y faltó poco para fusilarnos o destituirnos del mando.

Para nuestra desgracia, no se toma en consideración cuanto exponemos y conste que desde su punto de vista y mentalidad, tenía razón para proceder así. ¿Quién somos nosotros para exponer sobre cómo deben utilizarse las fuerzas desde el punto de vista táctico y estratégico? ¡El enemigo no toma en consideración a nuestros mandos profesionales, los considera menos capaces y por eso les sorprenden con varios aciertos, pues no todo en ellos es negativo!

Solamente conocemos a un militar profesional verdaderamente identificado con nuestra manera de interpretar la guerra como los de milicias. No decimos con esta afirmación que no haya ningún otro, decimos que solamente conocemos al jefe de operaciones del E. de L., a Ciutat.

Hemos operado y nos consideramos amigos personales de todos los mandos profesionales que fueron nuestros jefes: Perea, Fernández Heredia, Palacios, Ibarrola, Romero y don Leopoldo Menéndez. Conocí y relevé en su mando de la columna a don Julio Mangada.

No pretendemos valorar capacidades ni conductas, pretendemos solamente exponer someramente el trato de unos y de otros. Ciutat tiene como normal hacerte hablar de cuanto nos interesa a todos y cuando le dices que no puedes enseñarle nada que él no conozca, dice muy serio:

—No lo creas, yo no tengo las dotes de mando que tenéis vosotros.

Le encanta dialogar sobre todas las fases de las operaciones que realizamos y ciertamente que se aprende más de cuanto él dice.

El enemigo nos da un serio toque de atención cuando realiza un tanteo de ofensiva en el enlace del XXI C y nuestra agrupación. La situación se complica y nuestros temores se hacen realidad como venimos exponiendo desde hace tiempo. Pero afortunadamente, estamos preparados para resistir esta ofensiva y logramos contenerles, a pesar de su gran preparación artillera y la intervención de la aviación con su eficacia punitiva.

Es lamentable que no podamos contestarles como se merecen, pero otra vez sus cálculos les engañaron, pensaron que la agrupación Toral no estaría donde está y sobre todo, esperándoles. El XXI C. de E. no puede aguantar la presión enemiga y le comunicamos que no se preocupe por las posiciones donde enlazaban con nosotros, pues Ares del Maestre con la parte de la Muela que consideremos necesario procuraremos mantenerla y nos mantenemos en Sierra Ensellés para garantizar la defensa de Benasal por sus comunicaciones y por utilizar ese pueblo como base de nuestros hospitales de campaña de la agrupación. Nuestras fuerzas mecanizadas respondieron estupendamente y se desplazaron con la rapidez deseada por nosotros y nos suponemos que no tanto para el enemigo.

Nos interesa exponer dos cuestiones de importancia y que nos preocupan por no ver con claridad su razón de ser y sus consecuencias inmediatas.

¿Consiguió el E. de L. hacer del XXI C. de E. un auténtico Cuerpo de Ejército, por lo menos, con las divisiones? Nos tememos que será muy parecido a como nosotros le conocíamos. Si sucede lo que nos tememos, ni Cristóbal ni su santo podrán hacer de un resto de unidades lo que ellos quisieran y lo que la república precisa.

¿Seguiremos engañándonos y haciendo la guerra como al enemigo le interesa?¿Comprenderán nuestros estrategas lo que puede hacer el enemigo en cuanto se den cuenta que para tomar Castellón no precisan hacerlo como afortunadamente lo hacen hasta la fecha? ¿Pueden nuestras unidades resistir una ofensiva a fondo, desencadenada por lo ejes de marcha de Cantavieja, la Iglesuela, Villafranca del Cid y ocupar Benasal? Si esta plaza no pudiera tomarse con rapidez, debe ser rebasada para continuar por la carretera de Benasal a Culla y de este, al nudo de comunicación de Torre de Embesora para ocupar Adzaneta. Si el enemigo realiza esta maniobra, simultáneamente y coordinada con la de Mora de Rubielos a Lucena del Cid y Alcoba por la general de Teruel a Castellón, nuestros frentes de la costa y Albocacer serían abandonados, y quizás con demasiada premura.

Conocemos algunas ideas y proyectos del EMC y ciertamente nos parecen eficaces y algunos, maravillosos, pero no pueden realizarse por haber perdido el tiempo. Marchamos detrás de los acontecimientos.

Nuestras ofensivas fueron y siguen siendo pobres y sin la ambición realista que podemos permitirnos.

Carecemos de medios y de reservas fundamentalmente para desencadenar una ofensiva que pueda inquietar seriamente al enemigo.

Nuestro estupendo plan de fortificaciones nació con mucho retraso, seguramente por no haber valorado desde el primer momento que una defensa planificada podía coordinarse con ataques rápidos sobre puntos vitales del enemigo. Pudimos crear las condiciones idóneas para hacer nuestra guerra y no la de ellos. Este es para nosotros el fallo más importante que encontramos en nuestros gobernantes y en nuestros tácticos y estrategas profesionales y no profesionales, pues también ellos son tanto o más responsables que los primeros. Los hechos nos demuestran que no es tan difícil la milicia.

¡Desconocemos que se hubieran creado unidades especiales de destrucción! No nos referimos a las de minas y contra minas para frentes estabilizados como el de Madrid. Seguimos siendo demasiado sentimentales y humanos para hacer la clase de guerra que el enemigo nos impone…

¡Cierto, cuando nuestros soldados y algunos mandos se encuentran compañeros (que no pudieron retirarse de las posiciones tomadas por el enemigo) mutilados y con el aparato genital en la boca! Les cuesta un inmenso esfuerzo el acatar la orden de respetar a los prisioneros y mucho más si estos están heridos. Pero son capaces de dominar su inmensa indignación para no colocarse a la misma altura de degradación que sus contrarios.

Esto nos sucedió en el frente de Albocacer y no solamente una vez, por lo menos en dos, lo podemos testificar por haber recuperado las posiciones que habíamos perdido. No puede alegarse que esto lo hacían los marroquíes por su cuenta. Esto nos llevó a la conclusión de que nuestra insistencia en distinguirnos del enemigo en todo y por todo era correcta sin dudarlo. Sin la menor duda, ningún mando puede justificar esa clase de crímenes injustificables. Esa conducta inhumana no se hace sin el conocimiento de los mandos propios. Podríamos contar escenas y escenas de ensañamientos impropios de combatientes en el siglo XX. Por estas causas vividas por nuestras unidades, nuestros razonamientos para no caer en lo mismo encontraban más resistencia de cuanto en el fondo comprendían por sus principios humanitarios. Las preguntas se nos hacían muchas veces incontestables: ¿respetan o no respetan como nosotros a los prisioneros?

Tened presentes que no todos los mandos enemigos se comportarán de la misma manera. Es comprensible que ellos dudaran, pues nosotros no teníamos ninguna confianza en nuestra afirmación por conocerles y por saber que en el fondo ni son generosos ni proceden en consonancia con las ideas que dicen tener. Son aparentemente muy caritativos, si tú te sometes a cuanto ellos quieran sin rechistar.

Hemos hechos prisioneros en nuestras operaciones y nos consta que en su día podrán decir cómo les tratamos y es imposible (si son sinceros) que puedan decir de nosotros nada que físicamente les pueda haber sucedido. Nos referimos incluso a mandos capturados, nuestras fuerzas se limitaban, no en todas las ocasiones, a insultarles con algunas palabrotas, pero jamás se dio el caso de haber maltratado a nadie. Esto lo hacían no por temor a cuanto pudiera haberles sucedido, si su comportamiento no hubiera sido como en todo momento fue. Procedían así por formación y por principios políticos y sociales, con los soldados se comportaban de manera excesiva dando lugar a que pensaran los prisioneros que, después de todas las atenciones, vendría el desengaño. Les entregaban cuanto tenían y muchas veces hubo que llamarles un poco al orden para que por lo menos se dieran un poco a respetarse mutuamente.

Un simple ejemplo de humanismo de nuestras fuerzas: en una operación hicimos unos cuantos prisioneros y entre ellos, nos encontramos a un marroquí. Le dejamos, a petición de la unidad, en el EM de la división y este hombre (quizás viva aún) fue tratado demasiado bien. Quizás el máximo responsable sea yo, de este trato, por no haber puesto fin a tantas atenciones inmerecidas. Vivía mejor que cualquiera de nosotros y esto podía ser contraproducente. Todos se creían sus cuentos, pero cuando charlé con él y me dijo que era del Marruecos francés, me afirmé en mis temores de que en cuanto tuviera una oportunidad, se pasaría al enemigo.

No merece la pena extenderse demasiado en este caso, por razones obvias, pero en cuanto cometieron la torpeza de permitirle andar por nuestras líneas, se pasó al enemigo con el mayor descaro y frescura, en presencia de tiradores de primera. Para nosotros fue todo tan normal que no sancionamos a nadie, no es fácil ni sencillo matar a una persona por la espalda cuando pretende recuperar su libertad.

¿Este pequeño incidente no nos hizo cambiar en nuestras maneras y normas de conducirnos con amigos y con los enemigos en potencia y en existencia? No, todo lo contrario, y entre otras razones por una fundamental. Nos conoció personalmente y más pronto o más tarde, tendría que contar sus aventuras y por mucho que las deforme, siempre saldremos bien parados ante quienes tengan de la guerra el mismo criterio que tenemos nosotros.

Ya tenemos una fase de la guerra encauzada como el terreno y en particular, el enemigo impone. El enemigo recordará la agrupación, esta exposición y afirmación puede parecer una petulancia y una presunción infantil, pero eso deben decirlo o decidirlo quienes lo lean (si alguien lo lee). Todo esto está escrito durante los primeros días de los ataques del enemigo después de su llegada al mar.

Cuando nosotros relatamos una ofensiva enemiga en dirección al nudo de comunicaciones de Albocacer, ya plateamos en el segundo intento que no es por aquí como el enemigo puede ocupar Castellón en tan poco tiempo y con un mínimo de sacrificios.

Llegamos a esta conclusión en cuanto nos hacemos con planos del sector y sobre todo en cuanto tenemos tiempo de reconocer el terreno. Pero hay algo mucho más decisivo para llegar a esta conclusión, mientras no organicemos el terreno y no rechacemos los primeros ataques del enemigo, no debemos plantear nuestra tesis en el E. de L. Ya expusimos el incidente desencadenado en la cena de un día o dos antes de la ofensiva enemiga por no haber esperado a lo expuesto anteriormente. Las consecuencias de tan peculiar incidente nos hacen ser menos expansivos y menos confiados y como consecuencia, nos limitamos a tomar nota de nuestros pensamientos y a proceder por nuestra cuenta llegando a los hechos consumados, sin rebasar cuanto puede ser falta y no delito. Este proceder no es nuestro estilo y por eso quizás algunas decisiones no fueron tan eficaces como fueron otras que procedimos más abiertamente sin consultar o cambiando cuando pensábamos que mejoraba la decisión del mando superior. Jamás nos reprocharon nada ni fuimos sancionados, ¿fue por suerte o tolerancia?

Seguimos sin que nos duelan prendas y por lo tanto, nos autocriticamos para poder responder con las mismas armas. Tenemos sinceramente las ideas un poco enmarañadas y no porque a nosotros nos crezca el pelo para dentro, como la gran Dolores le dijo a un señor diputado en el Parlamento. ¿Qué sucederá y hasta dónde el enemigo penetrará en nuestro dispositivo defensivo sin haber organizado la defensa de Castellón? ¡Cuando tenemos tiempo para ello!

Ahora no precisamos prever ni estudiar nada, el enemigo nos proporciona toda la información que no recibimos de nuestro escalón superior ni de los C. de E. XXI ni XXII. Nuestras posiciones siguen siendo las mismas, pero no enlazamos con nadie ni por nuestra izquierda ni por nuestra derecha.

Por lo visto, nos concedieron la independencia sin habernos consultado y por lo visto nadie quiere saber nada de nosotros. Pero esto es no conocernos y les daremos unas cuantas sorpresas agradables tanto a unos como a otros, sin olvidarnos del enemigo. Por nuestro flanco izquierdo el enemigo sigue avanzando alejándose de nuestro fuego y de nuestras posiciones. Todas las fuerzas de la agrupación siguen con una moral elevadísima y por eso podemos seguir manteniéndonos en posiciones comprometidas por los avances enemigos. Ya indicamos que habíamos tomado todas las medidas que consideramos pertinentes e imprescindibles para no quedarnos dentro de la bolsa que pueden crearnos los repliegues de las fuerzas que enlazan por nuestros flancos con la agrupación.

La penetración del enemigo es menos peligrosa para nosotros que los repliegues del XXI C. de E. y en particular, del XXII, y veremos con una exposición sin demasiados detalles las razones. El grueso de nuestras fuerzas está escalonado en profundidad y nuestro material pesado no está al alcance del enemigo. La compañía de carros y la de los blindados están a nuestras órdenes directas. Tenemos medios de transportes suficientes para poder acudir a los puestos que consideramos más peligrosos o vulnerables para nuestra seguridad y para impedir que el enemigo avance como quiera. Cuando decimos que nos mantenemos en todo el dispositivo es cierta nuestra afirmación, pero consideramos necesario explicar las razones de ello.

El enemigo hace días que no realiza serios ataques por nuestro sistema defensivo, «consideramos que es lo único sensato desde el punto de vista táctico y estratégico que hizo hasta la fecha en nuestro frente», mantiene sus ofensivas por la costa y por el enlace de la agrupación con el XXII C. de E. por nuestro flanco derecho. Por nuestra izquierda hizo lo mismo, en cuanto se dio cuenta que no era nada fácil avanzar por el enlace del XXI C. y la agrupación T modificó un poco su zona de penetración y se dejó a su izquierda los centros de resistencia que teníamos creados en Ares del Maestre. Estas posiciones podían ocuparlas sin sacrificar cuanto sacrificaron en la zona de Albocacer. En una palabra: hicieron un uso adecuado de la táctica y los medios.

Nosotros logramos poner en práctica cuanto habíamos experimentado con las ofensivas del enemigo y las lecciones que de estas fuerzas y mandos recibimos. Somos totalmente sinceros al exponer cuanto decimos, pero para no ser malinterpretados, hablaremos de este tema cuando el tiempo sea como en todos los momentos de esta perra vida, el sedante y tranquilizante que todos precisamos.

Como la práctica nos había enseñado que no puede defenderse cuanto el mando nos asigna y esta orden no debe interpretarse literalmente, nosotros llegamos a la conclusión de que lo racional es estudiar el terreno y organizarlo en consonancia con las zonas de penetración que el enemigo piense seguir. Quizás nuestros mandos, al ordenarnos la ocupación del terreno, se olvidan de que la mayor parte de nosotros no dominamos la táctica ni el lenguaje castrense y que no es para muchos tan sencillo como parece el identificar en un 1: 50.000 las cotas y curvas de nivel que no siempre están perfectamente determinadas…

Sí, esto es sencillo cuando se conoce, pero nosotros pensamos, y no sin fundamento, que hubo tiempo más que sobrado para haber creado en todas las unidades la sección de cartografía. Y nosotros la tenemos desde hace tiempo, pero si estas secciones no pudieron crearse, sí pudo hacerse el nombramiento de unos cuantos instructores con la misión de enseñar esta materia como algunas otras de más o menos importancia decisiva para el movimiento de las fuerzas.

¿Qué puede determinar la elección de una zona ideal para elegir un eje de marcha idóneo?

Podemos determinar cuatro factores determinantes y el orden de su enumeración no alterará los resultados que seamos capaces de obtener.

Misión: si pretendemos o nos ordenan derrotar al enemigo para ocupar o dar paso a otras unidades, será, como enunciamos, la misión la que determine los medios.

Medios: están relacionados e interrelacionados con el terreno y con todos los enunciados. Todos los medios no pueden emplearse en todos los terrenos y por razones obvias no los relatamos. En los momentos actuales de nuestra guerra civil pueden emplearse casi todos los medios disponibles en cualquier clase de terreno. Si se dispone de ellos y las unidades los conocen.

Enemigo: le conocemos y sabemos por la información de sus ataques con lo que cuenta y lo que pretende es aniquilarnos militarmente, como es natural y lógico…

Como nosotros no tenemos medios ni fuerzas suficientes para defender todo el terreno que nos asignaron, optamos por crear unidades ligeras bien equipadas y preparadas para hacer frente al enemigo en los puestos más débiles de nuestro dispositivo y procuramos por todos los medios que nuestras comunicaciones no caigan en manos del enemigo.

Este sistema defensivo nos dio magníficos resultados y nos hace pensar en la inmensa cantidad de posibilidades que perdemos por no contar con los medios adecuados y ciertamente, sin comprender el porqué, ¡salvo la escasez y mala distribución!

Tenemos serios reparos en exponer cuanto pensamos y no por temor a lo que puedan pensar de nosotros en el sentido personal o colectivo. Tenemos serias dudas por si con nuestra actitud desde el primer día de la guerra, e incluso mucho antes, dábamos la sensación de ser uno de los muchos protagonistas negativos para la causa del pueblo. Por fin la situación del frente o de los frentes se clarifica y podemos ver lo que no queríamos aceptar por nuestro realismo cada día más concluyente y firme, pues son los hechos quienes nos aclaran las ideas y las frases ocupan solamente el lugar que les corresponde, pues carecen de otro significado. Estas pueden negarse o modificarse.

Los hechos siempre tienen la impronta y el testimonio de su autor. Los hechos pueden ser buenos o malos, pero lo fundamental de ellos es lo que se pretende con la acción…Nosotros solamente teníamos dos caminos en esta como en otras fases de la guerra, podíamos haber seguido esperando órdenes y para ello teníamos que abandonar nuestras posiciones para no perder el contacto con las unidades nuestras que se replegaban en infinidad de situaciones con demasiada premura.

Optamos por mantener las posiciones y procuramos por todos los medios a nuestro alcance tomar contacto con el ejército y con los cuerpos de Ejército que enlazábamos por la derecha y por la izquierda.

Con nuestra actitud nos creamos situaciones difíciles para nosotros, pero con ello logramos que unas cuantas unidades enemigas no puedan avanzar y recuperamos al mismo tiempo unidades que deambulan por la zona sin saber dónde están ni lo que tienen que hacer.

Puede que no procediéramos correctamente, pero procedimos en conciencia, creímos que era lo mejor para el ejército republicano y para nuestra causa. Puede que nuestra actitud no sea tan disparatada como puede pensarse, pero por lo menos nadie nos dijo que no hubiéramos procedido correctamente. Recibimos varias felicitaciones y nos queda la duda de si todas son sinceras. En el fondo nada de esto nos tranquiliza ni seriamente nos preocupa. Si vivimos una situación parecida procederemos lo mismo y cometiendo menos errores de cuantos debemos haber cometido.

Pasamos a nuestra profunda y seria preocupación, que es la ofensiva enemiga y sus constantes avances en todos los frentes. ¡Cierto que en varios sectores hay afortunadamente varias unidades que defienden sus posiciones con la misma eficacia que las más veteranas! ¿Pero cuántas y hasta cuándo?

Pero cuando llegan a nuestro poder noticias de prensa o radio, o incluso partes de guerra de las grandes unidades y sobre todo, de los ejércitos, nos consideramos seres expulsados de la gran Jauja, pues no entendemos nada de nada…

¡Debemos estar sumidos en lo más profundo de un sueño de terror colectivo y no es cierto que el enemigo ocupara Adzaneta y que por este acontecimiento, el jefe del XXII recibiera la orden de replegarse de Cuevas de Vinromá para defender Castellón! Debió ser una orden tan perentoria y secreta que Ibarrola no tuvo tiempo de comunicarnos cuanto sucedía en su sector y se olvidó de los batallones que le habíamos cedido para su repliegue y no por la penetración del enemigo hasta Adzaneta de esto no teníamos la menor noticia oficial, pero no era un secreto para nosotros, por conocer a las unidades del XXI C. Nuestro enlace con el XXII C. en Sierra de Valancha y fundamentalmente en Cuevas de Vinromá debe ser parte de nuestro sueño persecutorio y por esta razón tenemos que dedicar parte de nuestro tiempo a sacar nuestras fuerzas agregadas al XXII C…

Relatamos más o menos confusamente en otros pasajes el caos reinante en un sector que no encontramos ni mandos ni fuerzas organizadas para defender esta plaza, que aun estando el enemigo en Adzaneta, puede defenderse. ¡Suponiendo que alguien se hubiera encargado de organizar la defensa de la capital, sus defensas debían estar situadas al NO, al NO y SO, queremos pensar que después de unas jornadas de lucha tan crudas como las desencadenadas por el enemigo, las fuerzas del XXII estuvieran desgastadas, agotadas y nerviosas. Pero durante la noche pudieron refugiarse en los elementos de resistencia para reorganizarse y moralizarse al mismo tiempo que podían descasar. En esa línea fantasmal inexistente.

Lucha en Castellón.

¿Dónde están situadas estas defensas que no somos capaces de encontrarlas por ningún punto cardinal de Castellón? ¿Dónde están las fuerzas desalojadas de sus posiciones? ¡Nos parece que no estamos bajo ningún efecto negativo impresionable y que si no vemos o no encontramos cuanto debía haber es porque no se creó ni se organizó! Ni se había pensado en ello.

Situamos en Montenegro y Borriol nuestros dos batallones y todas las fuerzas que aparecen por esta zona. Cuando el enemigo comete la torpeza de intentar ocupar Castellón con unas vanguardias borrachas de euforia por unos avances que no pueden justificarse con nada ni con nadie, sufren (como es normal) las consecuencias de su optimismo desproporcionado.

Conseguimos desalojarles y seguramente, a un incidente sin la menor importancia táctica, se pretenderá sacarle un partido desproporcionado, como sucedió y sucederá con otras operaciones y acciones.

Hablarán y contarán de los acontecimientos de Castellón cuanto quieran y nosotros decimos que son falsos y totalmente deformados con la peor intención. Este proceder no es nada sorprendente en ningún aparatado informativo, y lo mismo, «con más o menor calor», hacen unos que otros. Por principios, moral y honor, jamás dimos un parte de guerra o informaciones que carecieran de sincera objetividad y realismo. Esto no quiere decir que no glosáramos y adornáramos un poco la exposición y el relato, pero jamás deformamos la esencia de los acontecimientos ni la realidad y fondo de la cuestión.

Jamás se nos ocurrió, como dice el enemigo por la radio, que fuerzas republicanas habían lanzado bombas de mano sobre la población civil que había utilizado los refugios para protegerse del combate. ¡Si nosotros pedimos a la población civil que está en la calle! «Seguramente confraternizando con el enemigo», que se meta en los refugios no es con la finalidad de lanzarles bombas en cuanto estén dentro, lo hicimos para protegerles y clarificar la situación con la rapidez que el caso requería. Hubiéramos perdido menos tiempo si abrimos fuego sobre unos y otros, pero nosotros no tenemos por norma romper un cerco como el de Belchite, lanzando a la población civil sobre las posiciones republicanas.

Tenemos medios sobrados para terminar con estas vanguardias que entran en una ciudad donde no hay enemigo organizado para defenderla y que su sorpresa fue producto de su desmedido desprecio hacia nosotros y de su falta de capacidad para afrontar una situación tan anormal como esta. Todos fuimos sorprendidos por acontecimientos tan sorprendentes y tan inesperados. ¡Desde hace meses, Castellón vive o debe vivir un estado de preasalto y ocupación! Pero repetimos una vez más que nuestro ejército no fue capaz de tomar las medidas más indicadas e idóneas para que esta región no caiga en manos del enemigo. ¡Seguramente el enemigo tenía una información detallada de cuanto sucedía dentro de Castellón y esta puede ser una razón para que no tomaran las medidas más elementales de seguridad al penetrar en un sector tan importante como esta ciudad, y no digamos de su contorno.

Con cuanto pensamos exponer a continuación no pretendemos decir más de cuanto vivimos cotidianamente y de dar sin la menor duda la opinión que tenemos de cuanto sucede y de cómo pudo impedirse, pues no hay razones fundamentales para que sucedan estas catástrofes desde el punto de vista militar y económico, para nuestra defensa de la democracia. Que las autoridades civiles no fueran capaces de comprender cuanto estaba sucediendo en Castellón lo demostraron con su actitud agresiva e insultante a nuestra agrupación por la movilización de campesinos para fortificar nuestro frente. Pero esta actitud no justificada del mando militar en ninguna fase de la guerra en el punto y hora que el enemigo puede llegar y ocupar Vinaroz. Cuando el frente popular de Castellón denuncia al mando de la agrupación T, debe pensar que algo serio y peligroso se está montando en la retaguardia del ejército de Levante. Si a este asunto le damos la importancia que nosotros vimos en su día es porque nos puso en guardia la incomprensión de todo un organismo compuesto de representantes de todos los sectores políticos y sociales del frente popular. Ni uno de ellos coincidió con nuestros razonamientos ni con la necesidad de trabajar diez y más horas para que nuestros compañeros no fueran víctimas de la incapacidad organizativa para protegerles hasta donde es posible en nuestras circunstancias del fuego enemigo.

Con esas mentalidades infantiles de revolucionarios trasnochados que anteponen derechos laborales a la vida o cuando menos, la mutilación de los hombres, no es posible confiar en su eficacia para lograr poner en pie a una gran parte del pueblo para que participen en la defensa de los intereses del país. Este trabajo debe ser una tarea permanente de cuantos pertenecen a nuestras organizaciones antifascistas, para interesar a cuantos deben ser nuestros aliados naturales y circunstanciales, es necesario conocerles a fondo (esto es más eficaz) que intentan que ellos nos conozcan política y filosóficamente. El proselitismo debe hacerse con ejemplos prácticos y con conductas intachables en quienes desean ganar partidarios o adeptos para una idea o para una causa común.

La inmensa mayoría de las personas normales deben ser enemigos de la violencia y sobre todo de la guerra, pero estas loables y maravillosas ideas hasta la fecha no fueron capaces de impedir ni la violencia ni las guerras. Ciertamente cada día es y será más sencillo incrementar los partidarios de ambas por razones obvias. Pero nos queda por recorrer uno de los caminos más intrincados, con más laberintos, que el ser humano pudo crearse en su desarrollo si nuestros dirigentes políticos y militares no fueron capaces de interesar en nuestra lucha a los habitantes de Castellón, los responsables son ellos y no el pueblo. No se puede lograr en unos días lo que no fuimos capaces de hacer en más de dos años de guerra para unos y en la pasividad e ignorancia interesada de una mayoría progresiva según transcurre el tiempo y los resultados obtenidos.

¡Ya pueden hacerse pintadas, carteles y actos cuando el enemigo está cerca de nuestro hogar! Nuestros partidarios piensan en cómo seguir aguantando, pero las deserciones morales aumentan geométricamente y los vacilantes se unen a los partidarios del vencedor pensando que si les dejan montar en el carro triunfante pueden salvarse.

Nos parece que muchos siguen sin comprender la clase, las características y fondo de nuestra guerra civil y no de invasión, como se pretende hacer creer. Si nuestros dirigentes políticos no son capaces de marcar unas directrices para que las sigan quienes tienen una labor incluso tanto o más meritoria que la de las armas de fuego, habremos perdido el tiempo y partidarios al no explicar por qué sucedieron cosas que no hubieran sucedido si ellos no hubieran dispersado con su sublevación el aparato del estado.

Esas son sin la menor duda las lacras inherentes que toda guerra civil genera, queramos o no queramos reconocerlo por su brutalidad y criminalidad inhumana.

Por cuanto antecede nuestra labor es mucho más pesada, pero también infinitamente más meritoria. Hay que razonar sobre cuanto es condenable sin pensar que nosotros somos infalibles y justos.

Es siguiendo el camino de la realidad como lograremos hacernos comprender por quienes no pensando como nosotros son enemigos por haber cometido con ellos o con sus familias, atropellos que sinceramente condenamos.

Por esto y algo más, parte (la cantidad no es fundamental) de habitantes les reciben con los vivas de rigor a todo vencedor y algunos con los brazos abiertos, ya veremos si pasado no mucho, piensan lo mismo que en estos momentos…

Nos desagrada recordar hechos vituperables, incluso cuando se trata de haberlo realizado nuestro enemigo, pero no es fácil sustraerse a intentar dejar bien sentado o claro, cuanto se deforma al tratarse de los rojos.

En este momento tenemos nada menos que dos batallones de choque y una compañía de tanques rusos T28. Pudimos emplear los carros contra las fuerzas enemigas apoyados por la infantería, pero esa monstruosidad no la realizaran las fuerzas nuestras en ninguna fase de la guerra. Teníamos motivaciones más que suficientes para no tener consideraciones con el enemigo, pero no podíamos proceder como se merecen, pues en ese caso seríamos ante nosotros mismos, tan indignos como les consideramos. ¡Nuestra causa no se merece tal proceder! Pensamos que una gran parte (y no eran tantos como piensan quienes no lo presenciaron) de quienes celebraban su entrada lo hicieron por el temor físico a cuanto pudiera sucederles, por el terror a la guerra otros cuantos, y por cálculo y convicción otra parte. Todo esto es normalísimo en toda guerra y mucho más en una civil con intervención internacional como está sucediendo en nuestro país…

Es necesario pensar en todos estos factores y será pensando en ello como podremos saber el porqué se producen ciertos casos y acontecimiento en nuestra lucha idealista y económica en la otra zona y totalitaria.

Es natural que cuanto exponemos nosotros sea rechazado de plano por quienes nos declararon la guerra, si así no fuera nosotros pensaríamos que nuestra acusación no es cierta.

Pensamos y exponemos todo lo objetivamente que la historia de nuestra guerra merece y que nosotros deseamos imponernos, lo que hasta la fecha vivimos en todas las escalas políticas y en particular, militar.

Seguro que esto no tiene el menor valor para quienes nos mandan, pero puede tenerlo para quienes estamos luchando por algo que consideramos mejor que lo que quieren imponernos. Admitimos que un gran número defiende la democracia sin saber ni conocer los valores humanos de este sistema. No todos cuantos participamos en esta lucha somos idealistas ni partidistas, pero sí podemos afirmar que la inmensa mayoría somos voluntarios, las excepciones no cuentan ni en un campo ni en otro.

Órdenes de abandonar Castellón e ir a Villareal.

En Castellón, el Frente Popular, y cuanto debe haber organizado para su defensa, no fueron dignos de ocupar esos puestos y no se pueden justificar con nada ni con nadie, a menos que pretenda hacer méritos para que el enemigo no les sancione. ¿Hacen algo en este orden de cosas los militares profesionales que deben saber de estas cuestiones cuanto sus cargos y categorías les imponen?

Seguimos sin entender nada de cuanto está sucediendo en esta fase de la ofensiva, nos sucedió lo mismo con lo de Teruel. ¡Cuando todos nuestros observatorios acusan las concentraciones enemigas, se desecha la posibilidad de que el enemigo intente recuperarlo! Con ese maravilloso olfato estratégico, nos retiran de las defensas de Teruel a las unidades que lo conquistaron. Pero no importa, nosotros somos capaces de encajar todas las catástrofes que los dioses de la guerra quieran depararnos. Que nosotros sepamos, militarmente no hubo responsables. Ya sabemos y sabíamos que algún pez gordo de la política sería relevado, pero eso no era suficiente en una situación político-militar como la que nos habíamos creado…

Como siempre, tuvimos tiempo sobrado para haber organizado la defensa de Castellón a distancia, «que es lo ideal». Rechazamos los ataques y el tiempo fue nuestro aliado con sus lluvias durante un tiempo precioso que debimos dedicar a convertir Castellón en una fortaleza inexpugnable.

Logramos, como decimos, recuperar Castellón si a estas escaramuzas se les puede llamar recuperar una ciudad que no había sido defendida ni ocupada. En la madrugada del 14 tomamos contacto con mandos del XXII C. de E. y con algunos de la 6ª división, se nos ordena que nos desentendamos de la defensa de la repetida ciudad y que reagrupemos nuestras fuerzas para defender el Mijares, pero nosotros no tenemos que reorganizarnos porque jamás perdimos el contacto con el enemigo y seguimos intentándolo por nuestros flancos, que son los que ceden, pues evidentemente son ellos quienes sufren la presión enemiga.

Parece que tenemos en puertas otra reorganización y esto quiere decir que se terminó la agrupación, esta medida no nos inquieta ni nos produce el menor disgusto por la razón de que preferimos mandar solamente la división, al no poder mandar solamente un batallón para sentir con emoción la grandeza criminal del peor invento de la humanidad…

Nos pasan un comunicado del ejército y nos piden que nos enteremos de qué sucede en Villarreal. Nos ponemos en marcha y penetramos en la ciudad por la carretera general de Castellón a Valencia durante la noche, y que por cierto, nos da la sensación de estar iluminada la ciudad. Penetramos con una compañía de carros y la especial de infantería de la división para proteger los carros y los coches y camiones para iluminar a los tanques, si para su misión lo precisaran. Ordenando que dos batallones se pongan en marcha para apoyarnos si fuera preciso.

La orden es curiosa, pero tiene muy poco de sorprendente visto cuanto nos está sucediendo desde hace días, en previsión de cuanto puede suceder. Tomamos las medidas que consideramos más oportunas para nuestra unidad, para la columna motorizada que mandamos nosotros y ordenamos al jefe de la 32 brigada que se haga cargo del mando de la división, pues hacía unas horas que había cesado en él por razones tácticas que explicaremos en el momento oportuno. Continuamos con las dichosas interrogantes del porqué ciertas órdenes, sin la menor explicación ni razonamiento, si nosotros hemos dejado Castellón en manos de las fuerzas del XXII C. de E. y otras unidades, «según se nos dice», ¡no podemos entender de momento qué puede suceder en Villarreal para que seamos nosotros quienes deban informar de lo sucedido!

Confusión con fuerzas franquistas en Villareal.

Penetramos en Villarreal y disfrutamos de un acontecimiento totalmente inesperado y algo más que sorprendente, y no por las condiciones del contorno y entorno. Es de noche y si bien la luna nos ilumina un poco para la escena semi dantesca, para no exagerar, nuestra sorpresa rebasa todo lo inesperado que nosotros podíamos esperar en esta cochina guerra. Ante el ruido de los tanques salen las mujeres a las calles por donde pasamos, se abren ventanas y balcones para saludar a los vencedores y no es sencillo hacerles creer que somos fuerzas republicanas y no franquistas. Las señoras más audaces, más inconscientes o quizás más partidistas de lo desconocido o «deseado», se acercan a nosotros para abrazarnos. ¡La sorpresa de la mayoría y la indignación de una minoría no tienen límites ante tal suceso! No es nada sencillo poner orden en nuestras fuerzas y sentido común en quienes están propiciando inconscientemente sucesos desagradables que podrían conducirnos a un baño criminal de sangre…

Es necesario dar a este acontecimiento la importancia moral que tiene desde el punto de vista histórico y sobre todo, humanitario. Pero no somos nosotros los más indicados para hacerlo por razones obvias y sobre todo, por ser los protagonistas fundamentales de cuanto pudo ser una página de oprobio para el ejército republicano creado para defender su democracia y las libertades que todo país debe tener sin la menor discriminación…

Son estos momentos los que definen el carácter formativo humanitario de las masas, son los sucesos inesperados quienes mejor determinan la conciencia y sentimientos de todo ser humano. Nadie de nosotros había pensado en nada parecido, fue una reacción tan personal y espontánea salida de nuestros pensamientos que parecía preparada y ensayada. ¡Están locos, no les escuchéis!

¿Cómo y por qué se nos pudo confundir con el enemigo? Tenemos nuestras dudas de que esto fuera preparado, pero no podemos ni debemos descartarlo; es todo lo monstruoso que puede pensarse, pero la guerra es la ciencia de todas las monstruosidades conocidas y por conocer.

Relatamos cuanto vivimos personalmente en el primer escalón de nuestras fuerzas y relatamos parte del diálogo que sostuvimos con ciertas señoras, pues los hombres, si los había, no cometieron esta estúpida insensatez de dar vivas a las fuerzas franquistas siendo republicanas. Se decían unas a otras: ¡mira, mira! Y decían los rojos que los fascistas no tenían tanques como ellos. Para terminar con este confusionismo peligroso, ordenamos alto, dando un toque de atención «para que no suceda lo que no queremos nosotros», solamente un pequeño grupo quiere tomarse lo que ellos llaman «justicia» por su mano, pero el grueso de nuestras unidades está totalmente identificado con nuestra manera de proceder en esta cuestión tan delicada y nos piden que procedamos como creamos más indicado.

Se hace un silencio impresionante y nos dirigimos a cuantos nos escuchan en estos momentos.

—Si lo creen, como si piensan lo contrario, quien les habla es el jefe de estas fuerzas de la república española y les aconseja que se refugien en sus domicilios para que no corran ningún peligro innecesario. Tienen cinco minutos para regresar a sus domicilios y ustedes son los únicos responsables de cuanto pueda sucederles si pasado ese tiempo, les encontramos en las calles.

Nos acercamos a un grupo de señoras que, aun estando impresionadas por lo dicho, tienen sus dudas de que sea cierto.

—Como ustedes pueden ver, soy un teniente coronel del ejército republicano y para más datos, soy un militante del partido comunista.

—¡Qué gracioso es usted, teniente coronel!

—Señoras, no nos hagan perder la paciencia y el tiempo con sus insensateces, pues corren más peligro de cuanto se suponen.

Por fin comprendieron que no era broma cuanto les decíamos y nos gustaría conocer qué pensaban de nosotros cuando estando en sus casas, comenzó el fregado.

Quizás nos comportamos poco castrensemente, pero esto no es una preocupación para nosotros, la entereza, la energía y lo que dio en llamarse valor hay que demostrarlo frente al enemigo armado…

¿Pudo haber manipulación de la quinta columna sobre la población civil para que nos provocara? ¿Pensaron esas mujeres en el peligro que corrían sus hijos al salir a la calle con ellos? ¿Dónde estaban los hombres? ¡Pues seguro que en Villarreal había alguno más que tres o cuatro viejos carlistas que salieron! Todo es tan disparatado y sin fundamento que no es posible relacionarlo con las consecuencias ni causas de la guerra. ¿Fue insensatez contagiosa de unas cuantas señoras sin la menor noción de cómo expusieron la vida de sus hijos e incluso la propia?

Afortunadamente, nuestras fuerzas tienen un gran sentido del humanismo y su preparación político militar les impide cometer el menor desmán. Las reacciones de una pequeñísima minoría se reducía siempre a protestar para demostrar su enfado cuando se consideraban injustamente calificados o maltratados de palabra. Para ellos fue un insulto fuera de lugar que nos confundieran con las fuerzas francofalangistas. Las calles fueron rápidamente despejadas y comunicamos al E de M que la ciudad estaba totalmente en nuestro poder, pero que sería necesario ocupar todos los puntos vitales para que el enemigo no pudiera crearnos la confusión al mandar algunas unidades de vanguardia con esa misión. Se nos dice que Castellón sigue siendo nuestro, que Almazora y Villarreal también lo son y que en Burriana tenemos suficientes fuerzas para contener al enemigo. Informamos de lo sucedido en Villarreal y decimos que no sería sorprendente que el enemigo se encuentre en las inmediaciones de Villarreal por el norte y noroeste.

Reflexiones sobre la 32 Brigada y el cambio de mando de la 132 Brigada por la 79 Brigada.

Se me encarga que retire todas las fuerzas de la 70 división, pero que la 132 brigada y la división Extremadura pasarán al XXI CE. La 70 división estará formada desde este momento con la 32, 92 y 79. Esta brigada nos es desconocida y el jefe que la manda provisionalmente es el comandante Miguel Arcas. Sentimos seria y profundamente que la 132 brigada, compuesta y formada casi en su totalidad por catalanes de todas las tendencias, quizás con una mayoría de estado catalán, deje de pertenecer a la 70 división. Somos, en justicia, admiradores de la grandeza de la 32 brigada por sus virtudes innumerables y también por sus humanos defectos. Mencionaremos solamente los primordiales, pero seguro que tiene otros muchos más importantes que no somos capaces de justipreciar.

Como indicamos en el lugar correspondiente, la 32 brigada nació de la inolvidable columna Mangada, organizada y dirigida por el militar profesional con tal cúmulo de ideas maravillosas en su mente idealista que resultaban incomprensibles e inadecuadas en una guerra como la nuestra, y en el año 1936, ante un enemigo ancestral de la democracia. ¡Pero don Julio Mangada es así y morirá como vivió! Esta columna fue creada y alimentada nada más y nada menos que por los batallones Largo Caballero, la Montaña, Pueblonuevo, Ventas. La que fue columna Alicante y otra serie de menos fuste, pero que en proporción jugaron un papel no menos importante que los primeros y escuadrón de caballería. Los componentes de todas las unidades mencionadas eran voluntarios procedentes de campos políticos tan pluralistas como el panorama republicano había permitido desarrollarse. Sería una total injusticia olvidarse de quienes careciendo de filiación política engrosaron todas las unidades republicanas, jugando un papel determinante en la formación de nuestro ejército y en la defensa de la democracia.

Para nadie puede ser un secreto que las unidades formadas por los partidos políticos, sindicales o cualquier otra organización de masas determinaban su anagrama.

Cuando recibimos la orden de hacernos cargo de esta columna para formar la 32 brigada, prometimos seguir el camino emprendido por don Julio Mangada. ¡Fue un honor inmerecido, pues en esta unidad había centenares o millares de hombres más capaces que nosotros para dicho mandado!

Tomar el mando de tal conglomerado de voluntarios, de tan diferentes ideas, formación social y cultural, que anteponen la defensa de la libertad y la democracia a sus intereses personales y familiares no es tan sencillo como parece. Si quien recibe la orden tienen una idea más o menos clara de lo que significa e implica el aunar y coordinar ideas y conceptos diametralmente opuestos. Es una situación como la que nos tocó vivir.

Si rechazamos la propuesta no fue por saber que en esa unidad había un número respetable de intelectuales técnicos especialistas de todas las profesiones y militares profesionales.

Fue sencillamente, como decimos en otro lugar, por tener ya una somera idea de lo complejo que resulta mandar unidades militares en plena transformación y reorganización como la nuestra. Sin tomar en consideración que lo ideal y difícil para nosotros es saber mandar un batallón, pues los escalones superiores son menos complicados y se alejan según su importancia del teatro de operaciones.

Cumplimos la orden y cada día estamos más satisfechos de esta imposición, pero seguimos pensando que hombres como nuestros milicianos se merecen mandos de más talla y valores propios de cuantos nosotros lograremos alcanzar. ¡Ciertamente fuimos recibidos de uñas por quienes se consideraban con más méritos que nosotros para mandar esta unidad! Este incidente sin importancia fue el estímulo que precisábamos para poner al servicio de los soldados y clases todo cuanto se merecen y precisan sin perder el tiempo.

Pudimos ver que había una inmensa cantera para crear unidades tan eficientes como nuestra causa requiere y sin tardanza, por culpa de protagonismo o rivalidades políticas.

La solidaridad y unidad de la 32 brigada se logró en cuanto fuimos capaces de terminar con los privilegios injustificados de unas unidades sobre otras, por ello ninguna de las que tuvimos el honor de mandar la superaron hasta la fecha. La comprensión para realizar cuanto podía suponer el adquirir conocimientos para defender la causa en las mejores condiciones fue ejemplar en todo momento y situación. Su moral y espíritu de sacrificio es tan encomiable que no encontramos frases apropiadas para exponerlo. Podríamos seguir exponiendo cualidades, pero no lo consideramos necesario por razones obvias.

Cuanto hemos indicado no resta méritos a la 92 brigada, que es muy parecida a la 32, pero por desgracia para nosotros, no se incorporó a nuestro mando hasta que creamos la 70 división. Tomamos el mando de la 132 brigada en las operaciones de Utrillas y Martín del Río ya decimos en esa fase de la guerra, la grata impresión que sacamos de esa magnífica unidad. También consideramos un honor haber tenido la suerte de mandar una brigada catalana con algunos murcianos.

¡Qué mandos más capaces y más disciplinados tienen estos exigentes pero soberbios soldados catalanes!

Conseguimos sin gran esfuerzo hacer comprender a mandos y mandados que no podíamos tener más enemigo que el franquismo, ¡cómo defendieron su frente y qué maravillosamente cumplían con su deber en cualquier situación! Será lamentable que esta unidad no encuentre una división donde sea tratada con el tacto y cariño que se merecen. Sentimos sincera y profundamente perder esta magnífica unidad que nada tiene que envidiar en el sentido combativo a las consideradas de choque. No debe perderse de vista que su tierra está al otro lado, y ese es un factor a tomar en consideración por quien tenga que mandarles. Bien, veremos qué sucede con la 79 brigada, confiamos que se amolde o se adapte a nuestras normas morales y militares, cuando hablamos de normas morales nos referimos especial y concretamente a las ideas y conceptos que ellos y nosotros tenemos de la sociedad, en toda su extensión, y que desgraciadamente nos impidieron durante años y años entendernos y marchar en bloque para que nuestro enemigo de clase no pueda seguir utilizándonos como un instrumento contundente para defender sus intereses.

Militarmente nosotros tenemos ideas tan amplias y comprensivas que nos sucederá lo mismo que con la 116 brigada. Estamos seguros de entendernos no tardando para la mayor eficacia de la unidad y, por lo tanto, para contener al enemigo en su permanente avance en muchos casos, injustificados. Procuraremos no anticiparnos a los acontecimientos en tanto no se incorpore esta unidad a la división. No debemos enjuiciar a sus mandos y tomaremos como base solamente como estudio el dicho que dice: visto mando y su porte, podemos pensar en el valor y eficacia militar de su unidad. Pero puede ser no menos cierto y catalizador que, visto el porte y la conducta de la unidad, podamos calibrar y valorar a su mando.

Todo esto para nosotros será como siempre, solamente orientativo, pues nuestro realismo nos impide proceder de distinta forma y maneras a como venimos haciéndolo.

Es injustificable que te asignen una unidad y que el ejército no sea capaz de mandarte su historial y composición. Tendremos que conseguirlo por la vía que sea, puesto que por la oficial y la única indicada nada se nos dice. ¿Cuál es su composición política y social? ¿Qué historial militar tiene y en cuántas operaciones tomó parte? ¿Cómo está dotada de material, clase y cantidad? ¿Cuál es su preparación militar y política? ¿Su moral está a la altura que la situación requiere? Quizás se piense que pedimos demasiado, pero pensamos que nuestros aparatos de organización deben tener la suficiente capacidad organizativa para haber logrado algo tan importante y decisivo como esa imprescindible labor militar para la eficacia de toda unidad castrense. Algunos piensan que ya es tarde para seguir trabajando en esa dirección, nosotros decimos que no podemos perder ni un solo segundo de nuestro tiempo libre después de los combates para sacar las enseñanzas de cuanto hicimos y dejamos por hacer durante el día y la noche.

Últimas reflexiones.

Jamás se pide demasiado sacrificio cuando está en juego la vida de quienes podemos perderla por no tomarse la molestia de dedicar un tiempo que sin dudarlo nos dará los conocimientos imprescindibles para defender lo más sagrado de cuanto el ser humano logró, a pesar de todos los inconvenientes y trabas puestas por quienes continúan por tiempo indefinido anulando nuestro derecho a la libertad humana, sin más condicionamiento que el respeto igualitario para que todo ser pensante y parlante pueda llegar donde sus capacidad mentales y físicas le puedan transportar.

Con esto no pretendemos crear ni defender un mundo igualitario, creemos que esto no es posible mientras el llamado ser humano siga y continúe naciendo tan imperfecto y tarado como lo hace desde su aparición o transformación en este egoísta planeta.

Pero sí podemos lograr un mundo pluralista en el cual todas las ideas y todos los seres, sin la menos discriminación, puedan tener las mismas oportunidades para llegar sin la menor violencia donde su interés y capacidad permitan.

Es natural que este dorado y soñado sueño se encuentre a tantos años luz de nuestro planeta, que nuestros sucesores tampoco puedan saber cuándo y cómo logrará la humanidad terminar con tanta injusticia, brutalidad criminales y miseria en todos los países de nuestro planeta, y decimos en todos sin la menor exclusión. No importan las distancias y diferencias de los mundos. Por ello y por cuanto se puede decir, no podemos cesar en nuestra lucha sagrada, las inmensas dificultades que nuestros dirigentes políticos encuentran para lograr que los gobiernos llamados demócratas y cristianos nos escuchen deben ser un estímulo para que nosotros continuemos luchando y superando cuanto se opone a la justicia y a la razón.

Cada día resulta más pesado y más laborioso lograrlo, pero en nuestras unidades no tuvimos necesidad de recurrir al famoso terrorismo que en todos los ejércitos se utilizó y se utiliza con demasiada frecuencia. Este tema fue tocado en otros relatos y por ello no pensamos insistir cuanto el tema se merece y requiere, por la campaña de difamación del enemigo en todos nuestros frentes y retaguardia. Hasta la fecha nuestras unidades no se contagian de ese pánico casi colectivo que algunas veces se produce en algunas unidades por la incapacidad de sus ineptos mandos.

Tenemos cada día que pasa más motivos y razones para estar contentos y orgullosos de nuestros camaradas soldados, clases, oficiales y jefes de las unidades que formaron y forman parte de las columnas, agrupaciones o divisiones que tenemos la honra de mandar tan inmerecidamente.

Deseamos dejar bien sentado que los artífices más valiosos de cuanto relatamos en estos datos son quienes se dedican silenciosa y calladamente a la penosa e inmensa labor del trabajo político y formación social, a pesar de su aparente falta de brillantez espectacular.

¡Son ellos, sin la menor duda, quienes nos ponen en pie cuando nuestra resistencia física y moral se tambalea! Jamás se dirá cuanto debe decirse de los activistas políticos, de los instructores, de los delegados y en particular de nuestros abnegados e imprescindibles comisarios para nuestro ejército. Sin ellos no hubiéramos sido capaces de hacer frente a nuestro enemigo y mucho menos de crear un ejército que, a pesar de nuestras limitaciones, defectos de importancia y de una dirección de la guerra tan desacertada, este no fue capaz de ganar la contienda. ¡Ni pudieron hasta la fecha terminar con nuestra moral!

Castellón será un golpe demasiado fuerte para cuantos luchan con entusiasmo, pero que carecen del espíritu de sacrificio que nuestra causa requiere. Precisamos hoy más que nunca tener la convicción de que nuestros sacrificios tendrán para los pueblos su recompensa, pues alguien tenía que demostrar cómo se puede y se debe hacer frente al oscurantismo nazi francofascista. ¡Esta gloria le correspondió a nuestra patria!

Como venimos insistiendo, salvaremos esta situación no mucho más desagradable y peligrosa que las anteriores, nos permitimos el lujo de hacer estas afirmaciones porque conocemos un poco a esas masas que tanto terror causan a cuantos se sirven de ellas sin el menor escrúpulo y las explotan sin la menor consideración humanitaria.

Es necesario vivir bajo esta presión tangible, pero no demostrativa en muchos casos, a pesar de su visibilidad palpitante, poder valorar esa lucha titánica entre el temor físico y el deber responsable ante la inmensa clase explotada mundialmente.

Por esta consciente y maravillosa responsabilidad, jamás faltarán paladines responsables para conducir y canalizar los sentimientos idealistas de quienes están dispuestos en todo momento a dar por su causa cuanto ella les pida. Con esta conducta ejemplar se arrastra a cuantos dudan por carecer de los principios expuestos. Con ello no queremos decir que su reacción sea tan eficaz como sería deseable y la situación requiere. Solamente precisan ayuda material y sobre todo moral, para que puedan salir de ese estado de confusionismo inhibitorio que les impide reaccionar por sí solos.

Todo cuanto exponemos puede parecer demasiado idealista y partidista, procuraremos explicar a nuestro aire y maneras cuanto nos permitimos decir sobre estos dos enunciados imprescindibles en nuestro caso, por razones obvias y posiblemente, en todos los ejércitos del mundo.

¡Si el ejército «republicano» reconstruido con los restos de los cuadros del ejército monárquico que se habían sublevado contra la república y especialmente contra la constitución. Queremos decir que jamás hubo en la historia de España un ejército de la república y para la defensa de nuestra patria. Entrecomillamos la palabra «república» por cuanto antecede.

Los cuadros de mando de todo el aparato coercitivo del estado monárquico fueron y son en más del 80% monárquicos y tradicionalistas.

Con esta herencia, los ingenuos e infantiles dirigentes republicanos pretendieron consolidar un sistema que ciertamente, como decía don Julián Besteiro, había llegado con 25 años de anticipación. Este pensamiento está en consonancia con el concepto y mentalidad de gran parte de los dirigentes máximos del socialismo de la Segunda Internacional y en particular con los del Partido Socialista Español. Los pueblos no tendrán la preparación que ellos precisan ni en 25 siglos. ¡Si ellos siguen por el camino que emprendieron hace años y más años!

Republicanos y socialistas, socialistas y republicanos de todas las tendencias no fueron ni son capaces de ser tan realistas como nuestros pueblos precisan. No hicieron cuanto nuestras masas necesitan para comprender el papel que pueden y deben jugar en el desarrollo de la sociedad actual.

La situación es sumamente delicada para no pensar en ella seriamente y llegar a conclusiones tan profundas como seamos capaces de analizar con la multitud de variantes que se dan en nuestro mosaico político-social. Es innegable que de seguir con esta cascada de desastres militares se podrán producir acontecimientos que hasta la fecha pudieron impedirse por la unidad y moral de la mayoría del Ejército Popular.

Nos prometemos a nosotros mismos seguir la lucha con fe hasta el último momento de ella, sin que ninguna miseria ni contratiempos o traiciones puedan restarnos la firmeza y el entusiasmo que nuestra causa merece.

Embarazo de Inés.

Dejaremos de buscar tontamente las balas y la metralla del enemigo por dos razones fundamentales:

Primera, mi encantadora y querida Señora me indicó hace unos días que podemos ser padres, y este es todo un acontecimiento en cualquier situación y mucho más en la presente marcha de nuestros frentes. Cada día me siento más responsable por no haber tenido la firmeza necesaria para sacrificarme yo, y no entregar al enemigo dos víctimas inocentes por el deseo de tener un hijo.

Cuando se está plenamente convencido de que la guerra no puede ganarse por que quienes la dirigen no tomaron ni tomarán las medidas adecuadas para hacerlo, es una irresponsabilidad condenable. Pudimos mandar a mi señora a Francia sin utilizar ningún medio oficial, pues tengo medios y recursos suficientes para hacerlo, pero esta medida me parece improcedente y una inmoralidad. Sin la menor duda hay en nuestra zona miles de mujeres en la misma situación que la nuestra y sería una injusticia que se hagan discriminaciones y distinciones por medios propios o cargos oficiales.

Todo lo anterior puede tener interés más o menos sentimental y moral, pero cuando una inmensa mayoría de nuestros hombres de todas la capas sociales dan cuanto tienen para la defensa de la Democracia y la República, nosotros no tenemos la menor justificación para dejarles en la estacada.

Un gran número de estos luchadores por la libertad habían sido movilizados por mí y otro grupo menos importante numéricamente, pero de un valor moral humanista significativo, fueron arrancados a ciertas pandillas irresponsables que inconscientes en su inmensa mayoría, creían prestar un buen servicio a su causa. Este comportamiento moral nos permitió recuperar a cuantos justamente creían la propaganda enemiga por el proceder de unos cuantos indeseables antisociales.

Por estos y otros muchos incidentes, normales en toda guerra de parecidas circunstancias, nosotros no podemos desertar mientras la misma continúe. Salvamos cuantos pudimos, sin otras finalidades que las de servir a unas ideas consideradas superiores a las que pretenden imponernos, y con ello logramos que defiendan nuestra causa quienes no merecen morir solamente por no militar en nuestro campo, o por pensar de distinta forma a nosotros.

Continuaremos haciendo la guerra con el mismo entusiasmo de los primeros días y cada vez más convencidos de la justeza de nuestra causa. Conseguimos, no sin serios esfuerzos, que nuestras fuerzas, y en particular los mandos, se comportaran con todo el humanismo que todo derrotado se merece.

Retirada al río Mijares.

Cumplimentamos la orden de retirarnos al río Mijares y debemos explicar con la claridad que el caso requiere, la confusión creada por el nerviosismo y desconcierto creado en mandos superiores, que habían vivido situaciones tanto o más delicadas que las presentes. ¿Como se puede crear un caos de tal magnitud en un frente donde la mayor parte de las unidades habían demostrado durante semanas, y algunas meses, que eran capaces de frenar al mismo enemigo que ahora les hace replegarse sin orden y aparentemente desmoralizadas?

Ocupamos una parte del curso del río Mijares con las fuerzas que habíamos intervenido en Castellón y Villareal, consideramos que tenemos tiempo para replegar el grueso de nuestra división para poder garantizar que el enemigo no avance en nuestro sector cruzando el río Mijares.

Regresamos a Albocacer y ponemos en marcha el grueso de nuestras fuerzas y escalonadamente nos replegamos, sintiéndolo como se siente la pérdida de algo sumamente querido, por haber pagado un gran tributo de muertos y heridos. El torrente de sangre derramada para defender las posiciones de la Democracia y la Justicia no es, ni será, en ningún periodo de la historia, un sacrificio estéril.

Recordaremos durante toda nuestra existencia el indescriptible heroísmo de nuestra sufrida, maravillosa, y sorprendente Setenta División (70).