© Publicación realizada por Jaime Cinca Yago con la autorización de la hija y nieto de Nilamón Toral, Licia Toral de Córdoba y Juan Manuel Salaberry Toral.  Para utilizar material de esta publicación deberá citar la fuente.
MILAMON TORAL, Memorias incompletas (a página principal)

El final se acerca

Reflexiones sobre la marcha de la guerra.

Pagar al contado resulta menos gravoso que la sangría gota a gota, este es nuestro caso una vez más, estamos en el camino de perder una guerra que estuvo en manos de nuestros dirigentes políticos en el poder impedirla. Desencadenada por no hacernos caso, pudimos conducirla como la realidad nos imponía, perdimos un tiempo precioso por temor al pueblo, temor infundado, pero que al enemigo le sirve para avanzar como quiere y consolidar las posiciones que serán sus bases de partida para lograr cuanto no debió lograr en ningún momento. El enemigo interno y el del exterior se felicitan de tanta insensatez y vacilaciones republicanas, se permite que en nombre de causas imposibles por su idealismo antiterrenal, se juegue a la guerra y se hagan experimentos que forzosamente tenían que afectar a una gran parte de nuestra zona y al desprestigio de un gobierno que hizo todo lo contrario de cuanto precisábamos y seguimos precisando. Este tema lo expusimos al principio de nuestras notas de la marcha de la guerra, cuando aún teníamos un campo inmenso de posibilidades para ganarla o para imponer condiciones a nuestros enemigos del exterior y del interior.

Cuando tenemos tiempo, leemos noticias y partes de la guerra que son elocuentes, pero sin más realidad que la imaginación del corresponsal. Esto produce malestar en las unidades que viven estas gestas y no sabemos por qué no se las menciona y sí se hace con las que se encuentran a muchos kilómetros de distancia de donde se realizó la misma. ¿Quisiéramos saber el fundamento y las razones de elegir ofensivas en puntos geográficos donde el enemigo no tiene la menor actividad y donde puede permitirse el lujo de ceder terreno sin que el menor punto vital de su dispositivo defensivo corra serio peligro?

No queremos hablar de nuestros frentes en el norte por no conocerlos y carecer de datos fiables para hacerlo, pero intentaremos una vez más dar unas cuantas pinceladas sobre algo fundamental del curso y marcha de nuestra guerra en unos frentes de tanta importancia como los mencionados.

Sin olvidar nada de nada, nosotros, conscientes de nuestra misión, responsabilidad e instinto de conservación, «esto en tercer lugar», nos impone seguir luchando con el mismo o más entusiasmo de aquellos días del 18 de julio que todo parecía brillante y luminoso sobre un campo inmenso de flores sin fronteras ni limitaciones de un orden incomprensible. ¡Esa borrachera de euforia nos impide valorar con justeza lo que puede y lo que no debe hacerse! Ya no existe nada de cuanto fue normalísimo por cuanto no fue ni puede ser un secreto para nadie que viviera los días y semanas de algo tan brutal como la dispersión y desaparición de los elementos sustentativos de cualquier estado.

Cada día tenemos menos posibilidades para ganar la guerra, esto no puede decirse públicamente, pues sería totalmente negativo para la moral de nuestra unidad divisionaria y para cuantos operan con nosotros. Pero reconocido cuanto antecede, decimos cuanto consideramos posible realizar a pesar de nuestras convicciones demostrativas. Podemos lanzar y forzar una paz que ellos no desean por estar tocando la victoria con la mano, como se dice vulgarmente, para lograrlo no hay otro camino que la resistencia a ultranza para que el enemigo nos tome en consideración y que nuestro gobierno sea capaz de crear las condiciones políticas exteriores que serán menos difíciles de lograr en un comité de intervención tan complaciente con el nazismo y tan amigo de acuerdos o componendas que los nazifascistas jamás cumplen.

Si nada de esto puede lograrse por quienes tienen la obligación de intentarlo, nosotros sí podemos hacer cuanto nos corresponde en honor de nuestra causa y de nuestro pueblo.

Luchar y luchar como si la victoria la tuviéramos a nuestro alcance. ¿Podemos hacer algo distinto ante un enemigo que nos enjuicia por los mismos delitos que ellos cometieron?¡Sí, podemos defender nuestras vidas! Y es seguro que nos costará mucho más barato que si nos rendimos sin condiciones, que es su condición sine qua non. ¿Pero si este trágico sucedo se diera, seríamos capaces de recordar la historia para no incurrir en los mismos errores que otros ejércitos y pueblos cometieron? ¿Preferiremos entregar nuestras imperfectas armas ante promesas que nuestro común enemigo jamás fue capaz de cumplir?

Para poder llevar a la práctica y a feliz término la más famosa de las grandes consignas dadas por la pasionaria, dirigente preclaro del partido comunista: más vale Morir de pie que vivir de rodillas. Esta consigna fue reforzada con la del doctor Negrín cuando posteriormente dijo: «resistir con pan y sin pan es vencer».

Daríamos cualquier cosas por que cuanto decimos no fuera una realidad dolorosa para cuantos creemos en la democracia y en la justicia humanitaria. ¡Si entregamos las armas, una vez más, justificarán sus crímenes pasados y presentes con la socorrida frase de hacerlo en bien y en nombre de la patria!

¿Están preparadas nuestras fuerzas para hacer frente a una situación como la que puede darse? Deseamos que nuestro realismo no fuera una dolorosa realidad, seguimos pensando fríamente en cuanto puede suceder y conste que no hace falta ser un genio ni un lince para pronosticar cuanto cotidianamente se amplía por haberse iniciado esta descomposición a los pocos días de la incapacidad de nuestros gobiernos republicanos-socialistas. Ni estos me parece que fueron capaces de tenerlo previsto, y tampoco descubrimos nada al hacer estas afirmaciones, la cosa está totalmente clara, para pensar en esas soluciones, hay que tener fe en la lucha y no darse jamás por vencido. Cuando se considera que el desarrollo de los pueblos y en particular la lucha por el progreso es justa y algo consustancial con nuestra existencia, hay que pensar en la victoria y en la derrota para cambiar de táctica y de estrategia y lograr, más tarde o más temprano, la victoria definitiva sobre el enemigo total.

Puede que nuestra miopía política nos impida ver que las cosas no están tan rematadamente mal como pensamos para nosotros. Nosotros seguimos refugiándonos en la inmensa cantera de los pueblos, estos pueden ser derrotados, pero una o varias derrotas no significan una VICTORIA TOTAL. La leyenda del ave fénix es una realidad innegable en los pueblos, si estos son capaces, y lo son más pronto o más tarde, de darse así mismo unos dirigentes idóneos para la empresa de conducirles por el único camino para lograr la victoria. Una victoria sin discriminación de ninguna clase para crear una sociedad en la cual todos podamos vivir con relación a nuestras posibilidades y no a los famosos medios que actualmente se poseen para seguir viviendo los de siempre y vegetando la inmensa mayoría de los desposeídos de todo, a pesar de ciertas leyes de quienes les gobiernan, si a esto se le puede llamar gobernar.

Procuramos hacer un juicio crítico sobre lo conseguido en estos combates y sacaremos las consecuencias de nuestros errores y también de nuestros pequeños aciertos, pues siempre puede mejorarse si tenemos en cuenta lo mucho que la lucha nos enseña y cómo no, el mismo enemigo, con el empleo de sus medios y fuerzas.

No somos nosotros mismos los más indicados para sacar las consecuencias fundamentales de cuanto seguimos logrando, pero estamos convencidos de que si nosotros no lo hacemos, quedarán en el más injustificado olvido los acontecimientos más importantes desarrollados y vividos por nuestras unidades durante las batallas más decisivas de nuestra guerra.

Es algo que intentamos situar desde los primeros días de la guerra, pero no logramos cuanto nos propusimos por razones, si no imponderables, sí con el suficiente peso para que nuestra propuesta no prosperara adecuadamente. Cuando los periodistas y fotógrafos nos quisieron prestar una atención preferente, les hicimos ver dos razones fundamentales para que no lo hicieran. Primero. Es más interesante ocuparse de los soldados, clases y oficiales que de los jefes. Son los mencionados en primer término los que cargan con el peso de la guerra y los que sienten un placer indefinido cuando ven en la prensa su nombre en letras de molde, como dice el pueblo. Segundo. La mayor parte de los jefes que aparecen frecuentemente en la prensa corren el serio peligro de considerarse unos superdotados y terminan creyendo que son ellos y no las circunstancias quienes los elevaron a cargos que en gran medida están por encima de nuestras capacidades.

Sí, esta es una afirmación muy personal y por lo tanto, puede no ser correcta, pero nosotros seguimos con el defecto de llamar a las cosas por el nombre que sus conductas nos indican llamarles. Puede que en muchos casos estemos en un serio error, pero hay tanto fantasma en esta cochina vida que es mejor estar prevenido que no sufrir desengaños o sorpresas sangrantes.

Para nosotros la guerra es tan desagradable, tan brutal y tan inhumana que sin pensar en todas sus consecuencias nos vemos en la necesidad de tomarla tan en serio como somos capaces de hacerlo a pesar de nuestra ignorancia.

Consideramos que no debíamos pensar tanto en el porqué y en sus consecuencias presentes y futuras, ¿pero cómo afrontar una situación tan compleja como esta si estamos convencidos de que los pueblos son los únicos que tienen razón y por eso son ellos los que sufren todas las consecuencias?

Leoncio Candelas, comisario en la 32, cuando me encuentra visitando las fuerzas en pleno fregado me pregunta:

—¿Qué, buscando la manera de que te peguen un tiro?

Esto sucede porque un día de los muchos vividos en serios fregados me encontró cuando me desplazaba a caballo por ser el medio más rápido para desplazarnos en ese frente y al preguntarme dónde iba, le contesté como pensaba en ese momento:

—Voy a ver si tengo suerte y me pegan un tiro para terminar ya con este fregado.

No me avergüenza pensar que varias veces pensé en ser mi muerte una liberación por mi manera de enjuiciar estos problemas de la guerra.

¡Estudiar y ver la manera de cómo aniquilar a nuestro enemigo es algo que siempre repudié! Me sigue sucediendo lo mismo que cuando era pequeño, jamás me pegue con nadie que no me pegara antes. Por esto no comprendí cómo pude dedicarme al boxeo, si tenía que esperar a que me pegaran para devolver los golpes recibidos y algunos más si podía, pero en cuanto veía que mi contrario estaba tocado procuraba no hacerle sufrir. Todo cuanto antecede pueden parecer nimiedades pero son totalmente ciertas y conste que no pretendo presentarme como un ser excepcional ni justificarme ante nada ni ante nadie. Solo me justifico ante mí, pero no me duelen prendas para pedir perdón si sé que ofendí sin desearlo.

Recuerdo del encuentro con un amigo fascista en el frente de Reajo Capón.

Para ser más concluyente en mis afirmaciones, pasaremos a estos relatos, un pequeño incidente en mi primera acción de guerra. En la reconquista de la posición llamada Reajo-Capón, tomé el emplazamiento de una ametralladora alpino francesa y me encontré con un conocido y los dos dijimos lo mismo: ¡tú!

Solo pude decir lo siguiente:

—Márchate si no quieres ser mi prisionero.

—¡Gracias!

Pudo matarme y no lo hizo, yo tuve que guardar la pistola para poder escalar el peñasco donde estaba emplazada la ametralladora y por lo tanto pudo disparar antes que yo. Cuando salió corriendo entraron los milicianos de mi compañía y cuando iban a dispararle, les ordené:

—No le maten, es un conocido mío, no fue nada sencillo para mí el justificar mi actitud.

—¿Por qué nos ordenaste no disparar, camarada Toral?

—Creo que la cosa está clara. Yo tuve que guardar la pistola en la funda para escalar el emplazamiento, esto lo visteis vosotros, ¿cierto?

—Sí.

—Pues cuando yo caigo en el emplazamiento, él puede matarme y los dos dijimos la misma frase: ¿tú?

—Sí, eso es cierto pues lo hemos oído los dos, pero pudiste hacerle prisionero y no decirle que se marchara.

—Comprendo que tendré que dar cuenta de mis actos y conducta, pero esto ya no tiene solución.

—Por nosotros no te preocupes, puede que hubiéramos hecho lo mismo que tú…

No sé si hice bien o hice mal al proceder de tal manera, pero sí puedo afirmar que no estoy nada arrepentido de mi manera de proceder ni de mi conducta. En una reunión con los demás mandos de la compañía y los componentes del comité político di cuenta de mi actuación y nadie me dijo nada.

Pienso que los muchachos son estupendos y tan humanos como podamos serlo cualquiera de nuestra clase y los más elevados. Pero con este proceder no pretendemos decir más de cuanto indicamos anteriormente para demostrar que la guerra la consideramos el crimen perfecto, pues no aparecen los responsables jamás.

Para nosotros está por encima de todo la defensa de la democracia del pueblo y la justicia, no importa que seamos enemigos de la guerra para aceptarla con todas sus consecuencias, cuando no tenemos un camino distinto.

Procuramos superarnos en cada momento sin llegar a disfrutar ni sentir el menor placer cuando logramos frenar al enemigo y vemos las bajas que les causamos con nuestra resistencia y sobre todo, por los errores que ellos cometen.

Mentiríamos si decimos cuando las bajas son de mandos, nos producen menos sentimiento. Lo consideramos normal y natural, pues ellos eligen esa profesión porque les conviene por razones que no precisamos repetir. No es casual que esta institución fue creada solamente con la finalidad de defender a la clase dominante que se apropió de cuanto jamás fue propiedad particular. Repetimos una vez más y lo haremos siempre que tengamos ocasión de hacerlo, que no tenemos nada en contra de las personas, pero si lo tenemos mientras esta institución sufragada por el pueblo no esté dedicada fundamentalmente a la defensa de los intereses de este y no de una casta minoritaria de opresión y latrocinio.

Desgraciadamente la guerra nos la hace el francofascismo con los trabajadores españoles que moviliza en la zona dominada por ellos y con cuantos fueron incorporados, piensen como piensen. Esta es la tragedia de quienes pretendemos defender la moral y la razón, todo cuanto ellos dicen es el cuento de siglos y siglos de dominación sangrienta al transformase la sociedad primitiva…

Como anteriormente hacemos un pequeño juicio crítico del comportamiento de nuestra actuación, pasaremos a opinar de cuanto puede suceder en los próximos días.

Tranquilidad en el frente.

La moral es demasiado buena teniendo en cuenta la marcha de la guerra en su conjunto; el enemigo no insiste seriamente en ninguno de sus ataques sobre los ejes de marcha que tanto le interesan de nuestro sector, esto quiere decir que podemos reorganizarnos y cubrir o reponer las bajas que sufrimos. El material ligero no es una preocupación para nosotros por tener suficiente en nuestros depósitos por haberlo retirado de Morella antes que el enemigo la ocupara. Pero esto no quiere decir que tengamos armas automáticas almacenadas cuando hay unidades que carecen de ellas.

Nos sucede lo mismo con las bajas sufridas por heridos, nuestro hospital juega un papel fundamental, sanidad solamente manda al nuestro, a todos los que pueden ser tratados con nuestros propios medios y conste que carecemos de muy pocas cosas. Podríamos citar infinidad de casos de heridos graves que en cuanto pasa el peligro de su intervención postoperatoria, piden que les manden a su hospital divisionario que lo mantenemos con nuestros propios medios y también con lo que logramos del ejército. Este, como otros muchos datos casi de tanta o más importancia, puede ser la razón fundamental del porqué nuestras unidades aguantan y sufren todos los ataques del enemigo sin desmoralizarse y recuperarse física y moralmente de manera tan sorprendente. Es ahora cuando puede valorase la importancia que tiene nuestra labor política y social realizada, cuando muy pocas o casi ninguna gran unidad había sido capaz de crear con un día de haber de todos los componentes de la misma. Una guardería para todos los huérfanos y necesitados de la 70 división, un hospital y patrocinamos un grupo escolar en Madrid al que le mandamos víveres de nuestras raciones. Procuramos que nuestras viudas perciban sus pensiones y si lo precisan, se les ayuda hasta donde los medios de la unidad nos lo permiten.

Quisiéramos antes de entrar, una vez más, en lo fundamental de nuestra finalidad que es demostrar a quienes no viven lo que nosotros tuvimos el gran honor de vivir junto a las fuerzas populares de la república española, las sorpresas más inesperadas. De cómo nuestras unidades, cuando parece que nada nos queda por hacer, en cuanto encuentran un hombre que les habla con el lenguaje sencillo que el pueblo entiende, se ponen en marcha y no es necesario emplear la menor presión de fuerza para, en muchos casos, recuperar las posiciones perdidas por la superioridad total del fuego enemigo y porque sus mandos no supieron estar a su lado durante las preparaciones de la artillería y la aviación. Si por la total superioridad del enemigo no somos capaces de recuperar las posiciones perdidas, si se logra situar las fuerzas en posiciones idóneas que todo mando debe tener previsto. Es cierto que nosotros los de milicias no tenemos la preparación que tienen nuestros profesionales, pero no todos los profesionales que hay en nuestra zona se comportan como ese número respetable de militares profesionales que tienen mando directo. Si este tema no fuera de suma trascendencia, no seríamos tan insistentes ni tan machacones como nuestro caso requiere. Pese a todos los imponderables que pueden aconsejar no criticar ni exponer cuanto sucede y por lo tanto, vive nuestro pueblo; nosotros pensamos de muy distinta manera por tener un concepto muy distinto de cómo debemos conducirnos en todos nuestros actos ante los demás.

Creemos sinceramente que la verdad debe decirse en todo momento y mucho más cuando se trata de algo tan serio como la defensa de los intereses de los pueblos o patria. Lo malo y lo negativo es y será siempre cuando nos vemos en la necesidad de mentir por unas o por otras causas. Nunca fuimos capaces de comprender el porqué y la razón desde tiempo inmemorial de recurrir a la socorrida frase: ¡hay verdades que no pueden decirse y mentiras piadosas!

Ya decimos una vez y otra que desde nuestra pequeña parcela no se puede enjuiciar con amplitud cuanto sucedió, sucede y, lo que es peor, continuará sucediendo en todos nuestros frentes y en nuestra retaguardia.

¡Solamente unas MASAS como las nuestras son capaces de sufrir y aguantar cuanto puede impedirse por razones obvias! ¡Pero su auténtico mérito no radica en cómo pensarán sus enemigos, solamente en su capacidad de sufrimiento!

No, tampoco lo hacen como ustedes dicen por el terror que imponemos, eso es un puto y estúpido cuento de viejas camaradas trasnochadas y politicastras…

La defensa de la república democrática no la hacemos solamente los proletarios, obreros y campesinos; nosotros solos no hubiéramos podido llegar donde llegamos y llegaremos. Están en nuestras filas jugando un papel decisivo los intelectuales, los científicos, los creadores de la ciencia, del arte, de todas las ramas del saber, artistas y cuantos son creadores de cuanto hace la vida más amena y menos pesada. En una palabra, están a nuestro lado todos los auténticos amantes de la justicia, del amor al prójimo y defensores de la libertad, pues sin ella nada auténtico puede lograrse. Este es nuestro gran milagro, por cuanto antecede y por cuando no es necesario repetir. Nuestros mandos son los primeros en sorprenderse del resurgir de la combatividad de casi todas nuestras unidades, y sería necesario que sigan por el camino emprendido desde hace poco tiempo. No importa el tiempo que se perdió para tomar las medidas de seguridad y eficacia que debieron tomarse, si el mando superior continúa por este camino, podremos ahorrar muchas vidas propias y causar al enemigo un número de bajas que le haga pensar de distinta forma a como piensa del ejército republicano.

¿Podemos llegar a la conclusión de que todo cambiará como deseamos y precisamos prioritariamente? Para nosotros las cosas están suficientemente claras, pero para la marcha de la guerra es un poco tarde cuanto se quiere hacer sobre la marcha. Cada minuto que se pierda son vidas que se sacrifican y los interesados en perder la guerra no dejarán de crearnos todas las dificultades que puedan. Esperamos y deseamos que quienes dirigen nuestra defensa no olviden como nuestro pueblo y el ejército republicano reacciona ante las calamidades y las derrotas que sufre por culpa de todos. Para el enemigo debe ser sorprendente cuanto está sucediendo en nuestra zona, seguro que jamás se les ocurrió pensar en una reacción como la que está dándose en el ejército republicano.

Por nuestra parte estamos preparados moral y materialmente para seguir desempeñando las misiones que se nos ordenen por el Ejército de M. Cuando nos referimos a la moral de nuestras fuerzas queremos decir que esa misión nos corresponde solamente a nosotros y nos referimos a todas las fuerzas que nos sean asignadas y no solamente a nuestra división. Con relación al material de la agrupación, la cuestión es totalmente distinta sobre todo relacionada con el material pesado de artillería. Seguimos manteniendo la divisionaria, pero no recibimos cuanto se decía habernos asignado para la agrupación, nos sucedió lo mismo con la famosa división de Extremadura. Pero podemos decir sin la menor petulancia que hicimos cuanto pudimos para salir lo mejor librados de todos los ataques sufridos durante esta fase de la guerra.

Esperamos que no tardando muchos días tendremos la oportunidad de ser un pequeño obstáculo para los intentos del enemigo de ocupar Valencia. No hablamos de las inclemencias del tiempo, pues también podríamos comparar la diferencia de nuestro vestuario con el de nuestros enemigos. Las lluvias, las tormentas y por lo tanto las inclemencias del tiempo todos las sufrimos con más o menos incomodidad, según equipos. Pero habiendo vivido toda la contraofensiva enemiga de Teruel, nos parece una ñoñez el mencionar cuanto está sucediendo en Levante. Si algún día damos forma a estas memorias, será entonces cuando podríamos dar datos más completos para una mejor comprensión de cuanto pretendemos con nuestros relatos veraces.

Esperamos con impaciencia la reacción del enemigo y como es natural, la de nuestros mandos superiores, puede apreciarse a simple vista que por lo menos en teoría se pretende que las cosas cambien y este proceder será, sin la menor duda, un estímulo para cuantos se consideran totalmente derrotados. Queda en nuestra zona la suficiente moral y entereza, si se sabe utilizar por quienes dirigen nuestra política y operaciones militares. Podemos crear las condiciones mínimas para que los sacrificios de las fuerzas progresistas no sean un sacrificio totalmente estéril y con un final como no queremos pensar.

Es y será todo lo condenable que podemos decir cuanto se hizo y cuanto se dejó por hacer hasta la fecha. Pero nada positivo lograríamos si en vez de lamentarnos, no hacemos cuanto podemos hacer para bien de nuestro pueblo y del ejército de la república.

Puede que se nos considere unos engreídos y unos tontos carentes en absoluto de la más elemental modestia, sí, quizás por nuestras maneras y forma de plantear o enjuiciar a los demás damos esa impresión, pero ciertamente nada está más lejos de nuestro pensamiento que el restar méritos a quienes escribieron páginas de gloria al defender una república que el pueblo había conquistado en las urnas sin causar el menor trastorno y sufrimientos a quienes durante toda su existencia les habían explotado y maltratado.

Nuestros gloriosos soldados, defensores de la justicia y libertad, nos siguen marcando el camino a seguir. ¡Con hombres de esta talla conducidos por clases y oficiales que en todo momento y situación procuran, y lo consiguen, estar a su inmensa altura! Es natural que sus jefes nos esforcemos para ser dignos de tanto espíritu combativo, de tanta abnegación y sacrificio humano. Puede que los que escriban la historia de estos acontecimientos sean meros comentaristas de comunicados y partes de guerra, más o menos parciales, pero jamás totalmente objetivos para transmitir la realidad de cuanto sucede en los campos de batalla. Puede que no sea tan sencillo como nosotros pensamos el poder explicarse las razones fundamentales del cómo y porqué nuestras fuerzas jamás se consideran vencidas. Pero ante estos acontecimientos sorprendentes para quienes no son capaces de tales gestas, es más cómodo recurrir al tópico del terror, ¡como si con esas medidas se pudiera contener a centenares de miles de hombres armados que, presas de un pánico momentáneo, pierden el control de sí mismos, pero que en cuanto se les habla reflexiva y cariñosamente, recuperan el sentido del deber!

¡Que se producen deserciones y en los repliegues o retiradas desordenadas hay quienes se dejan hacer prisioneros! Sí, todo eso es cierto, pero esto no es nada nuevo, podemos decir que es anterior al desarrollo de la sociedad como tal y por lo tanto circunstancial con toda lucha y en todos los tiempos.

En el ejército popular se dan armas de características totalmente distintas (por su origen especial) a cuantas pueden darse en los ejércitos profesionales. Por esto y otras razones innecesarias de exponer diremos cuanto pensamos de cuanto vivimos en estos momentos, quizás los más interesantes de nuestra guerra. Jamás tuvimos necesidad de emplear los anticuados sistemas de los ejércitos capitalistas para contener la desmoralización, los chaqueteos y los sabotajes. No es una sorpresa que nuestro ejército esté en su mayoría compuesto de voluntarios, pues a pesar de las muchas bajas sufridas, nosotros en estos momentos somos auténticos voluntarios y hombres que sabemos lo que queremos y adonde queremos ir. Sería una contradicción muy seria que en el ejército del pueblo fuera una necesidad el tener que tomar las medidas que la marcha de la guerra requiere por los errores de los mandos en la mayor parte de los acontecimientos.

En nuestra unidad y en cuantas operan con nosotros no tuvimos ni aún tenemos necesidad de emplear otro sistema que el trabajo político y la presencia de los mandos para con su ejemplo personal demostrar que todas las situaciones tienen una natural solución.

¡Que la moral no es la misma que la de hace unos meses! Es natural, ellos no son máquinas y si lo fueran, tampoco serían las mismas a estas alturas y marcha de la guerra. Insistimos que cada día será más necesario intensificar la presencia y actuación del mando para hacer comprender a cuantos lo precisen cuál es el deber ineludible en estos momentos. Por eso decimos que cada día hay más bajas de mandos y que urge encontrar una solución a este derroche de pérdidas. Consideramos que se impone dar descanso y distracciones humanas a nuestros hombres aunque solo sea por unas horas.

Esto lo lograremos sin debilitar la seguridad de nuestros frentes, pues el relevo por ahora es un sueño sin posibilidad alguna… 

Necesidad de reorganización del Ejército. Papel de los comunistas.

Decíamos que pasaremos a una fase distinta como gran unidad por el carácter que la guerra tomará en parte del frente del Ejército de Maniobras. No será sorprendente que se produzca una nueva remodelación en los escalones fundamentales, si mal no recordamos, nos parece haber oído la carencia de EM para Cuerpos de ejércitos y lo mismo para las divisiones. Se nos ocurre pensar unas cuantas cosas para resolver estos problemas de vital importancia. ¿Si no tenemos suficientes oficiales y jefes para la creación de estos estados mayores, por qué no se reducen el número de las unidades? ¡Divisiones con una o dos brigadas nos parece un precedente totalmente negativo!

EM de Cuerpo de E. para mandar una o cuanto más dos divisiones nos parece algo sumamente delicado y contraproducente a estas alturas de la guerra. Hay algunas deficiencias y errores que con buena intención pueden justificarse, pero estas no la tienen para nosotros a pesar de que nos esforzamos por encontrarlas. No se logra la menor efectividad con hacer creer al enemigo que nuestros ejércitos tienen más unidades de cuanto ellos calculan o suponen. Sería más rentable y más efectivo el dotar a las unidades con estados mayores eficientes y capaces para conducir a sus unidades a la consecución del triunfo que complacer a los partidos políticos y sindicales obreros con nombramientos inmerecidos, para mantener la paridad o el equilibrio numérico.

Esa decisión no puede justificarse con nada ni con nadie: en los puestos de responsabilidad determinantes para la marcha de la guerra, los cargos o mandos deben lograrse solamente por capacidad y valor propio, pero teniendo presente que el llamado valor es un factor secundario ante el deber y los conocimientos del cargo.

¡Ya se ven los frutos de los mandos que pasaron por las escuelas, las academias y por todos los sitios donde fueron capaces de enseñarnos algo positivo! Este es el camino que debimos seguir hace años, pues esta situación presente tuvo sus orígenes con la caída de la monarquía, pero supongamos que entonces no se fuera capaz de prever cuanto podían hacer los enemigos de la república, ¿el 34 tampoco les enseñó nada? A los gobiernos y a los partidos mayoritarios el PC les indicó una y mil veces lo que se estaba preparando, pero no quisieron darse por enterados. Se lanzan el 18 de julio a por la república y sus incapaces dirigentes siguen perdiendo el tiempo como si la situación no fuera decisiva para la defensa de la democracia.

Se perdió un tiempo que jamás se podrá recuperar, pagamos un tributo de vidas y sangre que pesará sobre la conciencia de quienes no escucharon o no quisieron tomar las medidas adecuadas para hacer frente a sus responsabilidades nacionales e internacionales. Lo mismo que hoy se reconoce la eficacia de los mandos sólidos de las academias, se les hubiera reconocido ayer. Esa resistencia infantil pero humana por el temor de ser desplazados no hubiera tenido más eficacia que la poquísima de hoy en cuanto vieron que tenían el mismo valor que el suyo y conocimientos que ellos no habían tenido tiempo ni oportunidad para lograrlo. Seguimos manteniendo la proposición que hace tiempo expusimos relacionada con los mandos y no importa su categoría, pero hoy tenemos más razones fundamentales en hechos indiscutibles. Durante los primeros meses de la guerra teníamos la justificación de hacer mandos, como vulgarmente se dice, a quienes demostraban con su conducta que se podía confiar en ellos por su valor y por su espíritu de sacrificio. En esos momentos no podríamos esperar ni minutos para dar el cargo a los más capacitados, he aquí la razón de nuestra insistencia machacona de lo mucho que pudieron hacer los militares profesionales, si ellos hubieran tenido un serio interés y si nuestros políticos hubieran sido capaces de tomar las medidas pertinentes para que la mayor parte de dichos mandos profesionales desecharan el temor que sienten ante las masas.

Una y otra vez nuestros dirigentes siguen o continúan sin hacer cuanto las situaciones requieren para enderezar este confusionismo de órdenes o proyectos que, por razones desconocidas para nosotros, llegan tarde y cuando llegan, no se cumplen en su totalidad…

¿Qué hubiera sucedido si todos los organismos que nombraron por su cuenta un número indeterminado de mandos por ser militantes de sus partidos, organizaciones o sindicatos, hubieran procedido con el sentido común que la situación requería?

La situación real imponía que sobre la marcha se vigilara seriamente si los mandos designados en unas circunstancias algo más que especiales tenían por lo menos un mínimo de condiciones para seguir ostentando, sin la menor duda, esto no se hizo salvo en casos rarísimos, pero esta parquedad no era suficiente para la situación que, no tardando, empezó a generar una situación de hecho y de derecho que sensiblemente nos conducía por el camino de la falsa suficiencia en perjuicio de la causa que decíamos defender, a costa de sacrificios innecesarios, de bajas que no deben producirse y de un incipiente malestar o, por lo menos, en gran parte falta de dotes para el mando.

Una vez más, la situación nos conduce sin quererlo al porqué de las cosas. Pasados los primeros meses de la maldita guerra, se debió por todos nosotros proceder como nuestro pueblo se merece y sobre todo como nuestra conciencia debe dictarnos, nuestros cargos debieron estar a la disposición de quienes tenían el deber de saber dónde podíamos ser más útiles a la causa. Si ellos no fueron capaces, y no lo son, de comprender esta razón, nuestra obligación es insistir en la necesidad imperiosa de cambiar con urgencia cuanto es nocivo para la marcha de la guerra y de recuperar, o por lo menos intentar, que cuanto puede ser útil para nuestra causa nacional y no partidista se utilice con sentido común en beneficio de nuestra causa, que es el pueblo. ¡Ya pasaron los momentos críticos y angustiosos de no tener donde poder elegir!, ¡en estos momentos tenemos hombres y por lo tanto, mandos, con la sobrada capacidad para sustituirnos sin que se produzca la menor alteración en nuestras unidades! No más mandos incapaces al frente de ninguna unidad por pequeña que sea, hoy precisamos algo más importante que el valor, ahora es necesario tener conocimientos y dotes de mando que pueden adquirirse en cuanto nos lo propongamos. En el pueblo y por lo tanto en las masas hay una cantera inagotable de lumbreras que están esperando su oportunidad. Los mandos no pueden concederse ni organizarse por el número ni la influencia de los partidos políticos ni de las sindicales. No pretendemos restar importancia ni valor a los partidos políticos y sindicales, todo lo contrario, deseamos que jueguen el inmenso papel que les corresponde realizar en el orden político y por lo tanto en el parlamento para que las leyes constitucionales sean una realidad.

¿Hasta cuándo tenemos que esperar para que nuestras observaciones a nuestros partidos sean no solamente escuchadas y contestadas con frases para salir del paso? Varias veces, cuando el partido nos requiere o nos visita en el frente, le hemos planteado la necesidad de terminar con cuanto consideramos un serio peligro por el engreimiento de quienes por la necesidad y circunstancias, llegamos donde nos elevaron, pero esto dio lugar a que muchos de nosotros nos creamos dignos y merecedores de tal suerte «para nosotros», pero no para nuestras fuerzas, que se merecen algo muy distinto. Se inflaron como globos y no se les ocurre pensar que del aerostato solamente nos pertenece la envoltura, pues el oxígeno o combustible no es nuestro.

Consideramos sinceramente que lo correcto es decir: nos envanecemos infantil y estúpidamente, pues incluso los más modestos pensamos sin desearlo, pero perdiendo nuestra realidad humana, que nosotros no estamos en ese círculo de engreídos. Se percibe también en nuestro círculo de voluntarios que nosotros somos los mejores y que nadie puede enseñarnos nada de nada. Este espíritu de cuerpo también es negativo y por eso debemos terminar con este incipiente mal enemigo de toda sociedad sin una preparación idónea para la misión que le fue impuesta o que pretende crear.

Para nuestros dirigentes políticos esta situación les venía demasiado grande, y quienes podían asimilarla no tenían deseos de ganar la guerra por cuanto no es difícil comprenderlo. Con el coco del comunismo justifican cuanto no puede demostrarse, por mucho que se esfuercen. Pierden de vista que en nuestra patria no es posible llegar al comunismo ni con muchísimos años de transiciones políticas que imprescindiblemente deben darse en otros sectores políticos, que les sucede como al perro del hortelano, que ni come la berza ni la deja comer. Con la proclamación de la segunda república, pudieron descender de las nubes rosadas que enmarañan sus grandes pensamientos adormeciendo un sentido realista de cuanto no debe hacerse para terminar con tantos años o siglos de injusticias, crímenes y atropellos al derecho natural del ser humano.

Pero ninguna tendencia política ni partidos históricos, por sus años y pertinencia petrificada en sus errores, nos permiten ver a ninguna distancia normal un cambio y comprensión para poner en marcha las medidas que nuestros problemas nacionales requieren en estos momentos de guerra que nuestros enemigos nos hacen, a pesar de las ideas antediluvianas de nuestros maravillosos intelectuales, hombres de ciencia, gloriosos estadistas y clarividentes dirigentes sindicales que una vez más no hacen honor a cuanto prometen a sus seguidores.

Solamente el PCE y la JSU fueron capaces de comprender mucho antes de la sublevación militarista apoyada por el fascismo y todos los enemigos de la democracia, las medidas adecuadas para que esta catástrofe no fuera lo que está siendo y sobre la marcha crear la máquina y el aparato político militar para lograr las condiciones más idóneas y menos costosas en vidas y heridos al intentar frenar y contener al enemigo en sus avances casi continuados en todos los frentes.

Pero lo que sí saben hacer unos y otros, en servicio del enemigo, es cuanto venimos diciendo desde las primeras semanas de la guerra. Deseamos dejar bien claro y contundentemente que no calificamos a todos los políticos republicanos liberales, demócratas, socialistas y anarquistas con la misma responsabilidad. Eso sería una estúpida falsedad. Condenamos todo lo enérgicamente que la catástrofe se merece por haber permitido nuestros santones políticos, o lo que sean, cuanto pudo impedirse durante cinco años de república.

De nada sirvieron nuestras llamadas ante los preparativos del enemigo. De nada sirven nuestras recomendaciones de cómo crear unidades militares para lograr un ejército que supere al de nuestros enemigos. ¡Fantasías y alarmas de los comunistas al servicio de Moscú! Millares y millares de cuadros y militantes republicanos, socialistas, anarquistas y sin partido entienden nuestro lenguaje, pues nuestras consignas están avaladas por nuestra conducta, tanto en un frente como en otro.

Decimos en un frente como en el otro por razones fundamentales. Sin una retaguardia bien organizada, los campos de batalla nada resolutivo pueden hacer aunque muchos sigan aún pensando lo contrario, no diremos cuanto obviamente se demuestra por sí solo.

Los únicos que fueron capaces de comprendernos fueron los militares profesionales por dos razones fundamentales: nos referimos, claro está, a los militares profesionales que cumplían su juramento a la constitución para defender la república española. Segundo. Se dieron cuenta desde el primer día que el PCE, la JSU y no muchos más habíamos tomado en serio la guerra y que sin ganar esta, todo lo conseguido nos sería arrebatado sin la menor consideración. ¡Pero el PCE crece como ni nosotros mismos podíamos pensar! Esto les hace pensar seriamente en particular (por este orden) a los famosos anarquistas, a los socialistas y a cuantos son enemigos del comunismo. Los únicos que están totalmente conformes con nuestras consignas son los que desean hacer la guerra para ganarla, pues de esta forma podrán formar un gobierno del pueblo y para el pueblo, con los mejores hombres de todas las tendencias sin importarles los matices ni las ideas.

Esta total mayoría no es ni será comunista, hoy nos siguen porque cuanto hacemos está en consonancia con sus ideas y pensamientos. Saben que cuando decimos que primero ganar la guerra no es una frase sin contenido.

Esa es una razón fundamental avalada como todas por nuestra conducta desde antes de la sublevación fascista. Como decimos en otros apartados, este progreso y crecimiento numérico genera en otros camaradas de responsabilidad de ideas diferentes un recelo, una inquietud, un temor y una total ceguera que les convierte hoy en un lastre para la marcha de la guerra, y de seguir por este camino, no tardarán en decir que para ellos somos un enemigo peor que el franquismo. Afortunadamente, esto se da solamente en unos cuantos dirigentes.

Todo esto puede parecer incomprensible para quienes no tienen necesidad de vivir codo con codo y diariamente junto a estos hombres. Es algo que se masca en el ambiente, pero afortunadamente en las unidades donde los mandos son auténticos luchadores e idealistas no prospera como algunos santos desean y quisieran. Mientras la situación no se deteriore más no tenemos nada que temer, pero este peligro no puede ser descartado totalmente.

Para terminar queremos decir una vez más lo que repetimos casi diariamente a quienes nos hablan de sus temores con relación a nuestros proyectos políticos de implantar el comunismo según ellos. Estos infundados temores carecen en absoluto de realidad, pero los difamadores saben cómo pueden crear un ambiente enrarecido para llegar a las dudas y desconfianza sin descubrirse como bulistas y enemigos de la guerra. Dicen: ¡qué lástima que los comunistas admitan en su partido a quienes jamás se ocuparon de la política, con la finalidad exclusiva de crecer numéricamente sin importarles la calidad de sus militantes! ¿Es desconocimiento de cómo proceden los partidos comunistas para conceder el ingreso a quienes lo solicitan en situaciones normales? ¿Se podría hacer frente a la máquina destructiva creada y alimentada por todos los enemigos de la democracia y de la república española solamente con los afiliados y simpatizantes de que podíamos disponer en los primeros días? ¡Con unos dirigentes políticos que permitieron, «estando en el poder», a sus enemigos hacer todo cuanto creían necesario para minar y dinamitar más tarde la débil cimentación creada desde el 31 al 36! ¿Se podría hacer más de cuanto hacemos los comunistas y jóvenes socialistas unificados?

¿Los comunistas sabemos que la guerra tenemos que hacerla con todo lo que tenemos y con lo que pudiéramos reunir donde lo encontráramos sin reparos ni miedos tontos a las consecuencias? El resultado y la eficacia de este conglomerado de hombres y medios depende de nuestra capacidad para utilizarlo y crearlo.

El PCE es sincero cuando dice que no lucha por el poder, casi todos sus dirigentes saben dónde van y lo que pueden conseguir con los que son y con sus medios actuales; con esta afirmación no queremos decir que algunos no estén fuera de la realidad actual, pero la inmensa mayoría sabemos que precisamos quemar muchas etapas en compañía de esas imprescindibles fuerzas numéricamente superiores a las nuestras. Sí, pretendemos llegar a una etapa socialista en la cual podrían estar unidos cuantos sincera y profundamente quieren una sociedad totalmente diferente a cuantas nos son conocidas hasta hoy.

Los comunistas españoles no luchamos por implantar en nuestra patria el sistema comunista, nosotros diríamos socialista, como el soviético. Pedimos y decimos a todos que para ganar la guerra debemos estar unidos y que después de la victoria, la unidad será más necesaria para reconstruir nuestra patria y restañar todas las heridas sufridas durante esta calamidad. Sería una traición no cumplir estas promesas si la balanza de la justicia se inclinara de nuestro lado, cosa que nosotros no esperamos.

Jamás pude entender las acusaciones de los socialistas a los republicanos cuando dicen que no cumplen los acuerdos tomados, tampoco entiendo los ataques de los socialistas a los anarquistas ni de estos a los otros. Comprendo sin el menor esfuerzo los ataques y difamaciones que nos hacen los anarquistas, pero por más que lo intento, no puedo lograr entender y menos justificar los de los socialistas. En todo momento y en particular durante lo que llevamos de guerra, dejamos de cumplir ninguno de nuestros compromisos adquiridos con la formación y creación de los frentes populares.

Hablan y difaman con el mayor de los descaros, acusan de todo cuanto ellos hacen y crean con distintas frases y por diferentes caminos. ¡Que hacemos proselitismo, que estamos al servicio de Moscú y de la tercera Internacional, y que somos unos sectarios! Cierto, de todo esto tenemos más de cuanto deseamos y pretendemos terminar con ello. ¿Puede algún otro partido, organización y estado demostrar que en ellos no se dieron desde su creación y desarrollo en la transformación de las sociedades primitivas y presentes en un grado sustancial cuanto critican y condenan en nosotros? Nos parece que nuestras lacras, imperfecciones y defectos son solamente la resultante de no haber logrado aún, a pesar de los notables avances logrados en miles de años de existencia y de formas de gobiernos distintos, terminar con cuanto impide la creación de una sociedad justa y totalmente humana. El comunismo es algo que no puede lograrse mientras no se consiga transformar a los seres humanos, mujeres y hombres, en algo distinto a como somos nosotros. Se precisan generaciones y más generaciones con el firme propósito de dedicar todo el tiempo que se precise para intentar terminar con el indeseable egoísmo, causa básica y fundamental de cuanto nos impide lograr una sociedad más tolerante, más cordial, más equitativa, más solidaria y por lo tanto más humana. Esta sería la única manera de lograr la inexistencia de la agresividad y de la brutalidad. Este es el comunismo que nosotros queremos para nuestro país y como sabemos que eso está al otro lado de las barreras egoístas, no tenemos la menor impaciencia para lograrlo en el futuro. Para ello se precisa que otras formas de gobierno se logren y se desarrollen sin impedir en absoluto y por ningún otro procedimiento presión ni violencia que puedan triunfar y consolidarse si tienen mayoría para lograrlo.

Consideramos necesario dar estas pinceladas sobre estos temas tan escabrosos por ser un factor de suma importancia para comprender la marcha de la guerra y las derivaciones que pueden darse si estas campañas de descrédito no cesan con rapidez. En estas actividades hay más peligro de cuanto parece. Nosotros supimos en todo momento valorar con más o menos justicia la conducta de los países y organizaciones que nos ayudan material y moralmente para hacer frente al enemigo de la democracia.

Para nadie debe ser un secreto que si los gobiernos que se llaman demócratas prestaran la atención que deben a la república española, esta no tendría necesidad de recurrir al soviético. ¿Pueden los enemigos del llamado comunismo negar cuanto es de la mayor evidencia relacionado con la defensa del territorio republicano que el fascismo franquista no pudo tomar fácilmente gracias a la ayuda soviética?

¡Si fuimos y somos capaces de seguir luchando es gracias a la ayuda que nos prestan moral y materialmente! No descubrimos nada importante si decimos y afirmamos que la mayor parte de los dirigentes políticos de la república, menos los del PC, son anticomunistas.

Una gran parte de nuestros mandos, militares profesionales de campaña. Piensan lo mismo y cuando nos cansamos de oír sus falsedades y torpezas, les hacemos reconocer sin grandes esfuerzos la falsedad y torpeza de sus cuentos infantiles. Podemos sacar la impresión de que están informados tendenciosamente y que su único deseo sería que otros hagamos y suframos las consecuencias de la guerra mientras ellos viven contentos y felices jugando a la revolución en las ciudades y en el campo, pero alejados del enemigo.

Afortunadamente la inmensa mayoría de los soldados de todas las tendencias y de ninguna piensan de muy distinta manera y por eso siguen a sus clases, oficiales y jefes, que hacen la guerra lo mejor que saben.

Centremos nuestros pensamientos sobre lo que podemos y debemos hacer, «a pesar de cuantos se oponen por defender intereses distintos a los del pueblo», para que los sufrimientos, calamidades y miserias de esta cochina guerra les afecten lo menos posible. Todos, sin la menor excepción, son entrañables compañeros, camaradas y también hombres que siguen pensando de muy distinta manera a como pensamos nosotros. Sus ideas, creencias y conductas jamás nos inquietaron poco ni mucho, su comportamiento fue intachable en todos los órdenes durante el tiempo que estuvieron a nuestras órdenes.

Las famosas democracias capitalistas jamás se preocuparon voluntariamente de hacer nada por las fuerzas del trabajo productivo. Todas las conquistas logradas en cualquier periodo de la evolución histórica fueron logradas con torrentes de sangre de los trabajadores y de los intelectuales que pusieron su saber al servicio de las masas.

Por cuanto antecede, nada nos sorprende de su conducta con relación a su comportamiento con la república española. Es incomprensible que no sean capaces de ver lo que puede suceder si las fuerzas democráticas (a pesar de sus condenables errores) son derrotadas. Mucho más pronto de cuanto ellos piensan sufrirán las consecuencias y entonces será tarde para impedir cuanto sus países pueden sufrir por su conducta criminal hacia España.

Siendo lo que son, nada nos sorprende de su conducta, pero resulta sorprendente que procedan con tanto descaro y falsedad ante sus pueblos engañándolos miserablemente para justificar la traición a sus principios filosóficos (suponiendo que los tengan) a la justicia y al humanismo que dicen defender.

Podemos comprender, recordando un poco la Historia, que su comportamiento con la república española sea la de no ayudarnos y ponernos toda clase de trabas, pero es inaudito el crimen de no oponerse a la ayuda que el francofascismo de algunas llamadas democracias, y en particular de Alemania e Italia, a pesar del comité de no intervención. Cada día tenemos más elementos de juicio para llegar a la conclusión del interés que estos gobiernos capitalistas tienen para que seamos totalmente derrotados: Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Seguro que nuestro deseo de resistencia para que la democracia no sea pisoteada en el lodazal creado por sus enemigos está más en peligro de cuanto nos suponemos quienes deseamos defenderla por encima de todo cuanto impide conducir la guerra por los cauces políticos militares que siempre debió lograrse o incluso imponer.

Estamos preparados moralmente para cumplir, si fuera necesario, con nuestro deber, sin la menor duda ni vacilaciones a la hora de tomar decisiones para hacer frente al enemigo. Defenderemos «como siempre» el terreno palmo a palmo, para intentar frenar al enemigo. Seguiremos acatando las órdenes de nuestros mandos superiores y les expondremos, «si nos lo preguntan», nuestros pensamientos sobre cómo utilizar nuestras fuerzas y medios para defender la república y las libertades de todos los pueblos al mismo tiempo que defendemos la nuestra.

Nuestros enemigos pueden decir cuanto quieran, nuestra preocupación está basada y fundamentada en la conducta de nuestros aliados naturales, que siguen sin comprendernos y en considerarnos (a nosotros) un enemigo más peligroso que al capitalismo nacifascista y al imperialista.

Militarmente sabemos cuanto podemos esperar de ellos si no somos capaces de crear las condiciones morales y materiales para lograr una auténtica unidad de cuantos deben interesarse por aportar a la lucha cuanto pueden y tienen. Esta es la condición básica para lograr hacer más eficaz la resistencia y obligar a cuantos siguen sin comprender que todos corremos casi el mismo peligro. ¡Como decimos en otros apartados! El grueso de la factura la pagamos nosotros, pero ellos sufrieron también un poco las consecuencias de su conducta injustificable en todos los aspectos de la lucha político militar que la reacción mundial nos impuso. Hay medios, condiciones y posibilidades para lograr una paz honrosa, pero lo que no tenemos en quienes dirigen nuestra política y nuestras operaciones militares es el deseo de lograrlo. Esto puede parecer demasiado duro y quizás injustificado tanto en ciertos políticos como algunos mandos, pero nosotros no podemos hacer una política discriminatoria para dejar a salvo a quienes quizás sean menos responsables, en estos momentos, nos limitamos a generalizar sobre la marcha de la guerra y la fortuna de dirigirla. Si los máximos dirigentes no fueron capaces de ponerse de acuerdo con el enemigo es por dos cuestiones de peso.

El pueblo por ahora no permite que se pacte con el enemigo, pues sabe cómo nos trataría. Hay unidades con un gran porcentaje de comunistas y mandados por hombres de este partido que, durante los primeros días, conquistaron un progresivo prestigio por su conocimiento y valor.

Nuestros enemigos intentarán por todos los medios crear las condiciones para desprestigiarnos y desmoralizar a nuestros hombres y a cuantos saben o intuyen que la única solución es resistir y resistir para desgastarles…

Para nosotros sería importantísimo que los hechos nos demostraran nuestros errores y falta de visión sobre un tema tan complejo como la guerra, su dirección y empleo de hombres y medios. Sería la manera más eficaz de terminar con los rumores sobre acuerdos con el enemigo.

Calma a finales de Mayo.

En el frente de Levante se están consiguiendo resultados inesperados. Las lluvias, la moral de nuestras fuerzas, las bajas y cansancio del enemigo nos permiten descansar, reorganizarnos y elevar, aun si esto fuera posible, la moral de las unidades y cuantos por falta de preparación y perspectivas no comprenden cuanto sucede.

Podemos opinar con más conocimiento de causa de la 70 división, pero también adquirimos datos más o menos fiables de las unidades que tuvimos la suerte de mandar y de cuantas se encuentran en nuestro sector operativo.

¿Qué puede suceder en esta próxima fase ofensiva del enemigo? No queremos pronosticar por carecer de información propia, «como siempre», sin la cual se pueden cometer serios errores. Para nadie que conozca al enemigo puede descartar la continuidad de la ofensiva enemiga para cubrir sus objetivos en el frente de Levante, donde pueden lograr quizás menos de cuanto esperan y sí debilitar nuestra resistencia. ¡Una vez más, todo está supeditado a la moral de nuestras fuerzas y su espíritu de sacrificio! A la actuación y capacidad de todos los mandos para afrontar cuanto nos espera, cuando nos referimos a los mandos, partimos de las clases, oficiales y jefes. Es un serio problema de serenidad, de ingenio, y de aguante. El terreno se presta para una defensa viva combinada con contraataques insistentes en los puntos débiles del despliegue o formaciones enemigas.

No podemos relatar con autenticidad más batallas y operaciones que las que se dan en los sectores que nosotros defendemos o en cuantos nos hacen intervenir por repliegues de las fuerzas que no están a nuestras órdenes. Estos apuntes sirven para la pequeña historia de cómo de la nada relativa, fuimos capaces entre todos de crear, formar y consolidar una serie de unidades que se enfrentaron con valor a las mejores de choque de la mal llamada zona nacional, y cómo sin ser profesionales, fuimos capaces, «a pesar de su superioridad en material», de tomarles posiciones fortificadas, pueblos de importancia y la mayor parte de Teruel capitalista.

Nos preocupa la moral de nuestras unidades, que se continúan deformando los acontecimientos, nos tememos que esto pueda suceder con más frecuencia en los próximos días por ser la situación de lo más propicia para pretender justificar cuanto es ignominioso en cualquier mando.

Como decíamos anteriormente, nuestra agrupación jugó un papel importante en el sector que nos habían asignado y de menor importancia en el XXI Cuerpo de E., pues los ataques tenían menos importancia de momento, y por esa zona de penetración enemiga, ¿hasta cuándo? Otra vez operamos con él, pues desde el mes de abril cuando provisionalmente nos dieron el mando hasta la llegada de Cristóbal, que lo tomó en propiedad, habíamos estado alejados de su sector, como indicamos cuando se nos ordenó ocupar y defender al sector de Ibarrola, pues el enemigo terminada su reorganización y viendo su imposibilidad de romper nuestro frente, realizará su esfuerzo principal por el suyo.

Pero nosotros procuraremos mantener nuestro enlace con él apoyándole con hombres y fuego para que pueda mantener sus posiciones que son también la seguridad de todo nuestro flanco derecho.

A finales de mayo y primeros de junio por nuestro sector nada importante sucede, pero si bien habíamos ayudado a contener y restablecer la situación donde está situado el XXI Cuerpo de E. por nuestra derecha, se perfila una grave situación en el XXII, donde las fuerzas de Ibarrola están defendiendo el terreno palmo a palmo, pero las bajas y el cansancio les hace ceder terreno y nos obliga a prestarle toda la ayuda que podemos y que en nuestra unidad es normativo y también por instinto de conservación. Sin contar con el ejército, posiciones que pierden las fuerzas de Ibarrola las ocupamos nosotros antes que el enemigo pueda hacerlo. Resultante de nuestras decisiones, cuando queremos enmendar este pequeño embrollo, tenemos en el sector del XXII tres batallones, el jefe del XXII conoce perfectamente la situación y nos ponemos de acuerdo para evitar la menor dualidad del mando. Nuestras relaciones con Ibarrola y su EM son de una cordialidad total. Es uno de los militares profesionales que conozco con más interés en la marcha de la guerra. Es un mando que tiene un serio defecto: es demasiado valiente y casi siempre está en primera línea, perdiendo la visión del conjunto de su sector.

Le pedimos que se encargue directamente del mando de los dos batallones que tiene en su sector y que en cuanto le sea posible nos los devuelva para poder seguir garantizando su flanco izquierdo. Estas fuerzas son de la 92 brigada, no tenemos ningún interés en perder el contacto con ellos. Ibarrola nos promete tenerme informado en todo momento de la situación real y moral de las unidades, pero nosotros no dejamos en ninguna situación de recibir los partes y contactos telefónicos con nuestros batallones. Estas medidas no están reñidas con la confianza que tenemos en Ibarrola, pero desgraciados acontecimientos con mandos de otras unidades nos aconsejan proceder como lo hacemos. Informamos al jefe de la 92 brigada las medidas y decisión tomadas para que no pierda el contacto con dos de sus batallones y sepa en todo momento la situación de todas sus unidades a pesar de las medidas que la situación nos aconseja tomar para la buena marcha de las operaciones en nuestro sector en el XXII CE y en el XXI. Queremos decir una vez más que de nada servirían todos nuestros esfuerzos y sacrificios si tanto un cuerpo como el otro no son capaces de mantener sus posiciones. Por esto y sus consecuencias mediatas e inmediatas debemos ayudar cuanto esté en nuestras manos y recursos a nuestros vecinos, la mejor ayuda es que no se replieguen o cuando menos que defiendan el terreno para que el enemigo no pueda marchar a la velocidad que desea. Seguimos considerando zona peligrosa y vital la de Castellón, sin perder de vista la explotación que el enemigo puede hacer de la toma de esta capital, y nos referimos una vez más al éxito militar sin menospreciar el político, que cada día está más deteriorado, por no decir lo que ciertamente pensamos…

Posibles planes de resistencia en Castellón.

¿Tiene el ejército algún plan determinado y puesto en marcha para defender Castellón, Villarreal, Burriana. ¿Por qué seguimos cometiendo los mismos errores y no ganamos tiempo al tiempo, creando cuanto el mismo terreno nos viene indicando y marcando para convertir en centros de resistencia defendibles durante más tiempo de cuanto muchos estrategas de pan y nabo piensan? Todo edificio por poca resistencia que tenga puede ser un fortín si sabemos prepararlo con un mínimo de tiempo.

Nosotros también sabemos que la defensa de un punto vital está en tener al enemigo lo más alejado que se pueda, pero eso no es un obstáculo para organizar su defensa con la mayor profundidad, utilizando todo accidente del terreno natural y cuantos podamos crear con antelación.

La distancia, la compartimentación del terreno, las montañas, los ríos, todas las ondulaciones del terreno, una población por insignificante que sea puede ser una fortaleza relacionada su importancia con los materiales que fuera construida.

Ha habido tiempo más que sobrado para organizar su defensa, dando por perdidas todas las montañas que deben tener esa misión ideal, todo terreno tiene su defensa. Las fuerzas que tienen la misión de impedir los avances enemigos en esa zona de penetración son las menos indicadas para defender Castellón. Veamos nuestras ideas basadas en nuestra pequeña experiencia fundamentalmente y en cuanto nuestro sentido común nos aconseja hacer cuando tenemos tiempo para lograrlo, sin organizar los muchos cacaos que se dan con demasiada frecuencia por culpa de la improvisación del mando superior.

Pocas unidades son capaces de imponerse a los contratiempos morales y materiales, sin mencionar los físicos, cuando el enemigo logra desalojarlos de sus posiciones.

Los casos son muy diferentes en unas y otras por razones obvias que no expondremos. En la mejor preparadas y dotadas se pierde un tiempo precioso que el enemigo procurará aprovechar en su beneficio. La defensa de una ciudad requiere un tiempo precioso para que previos los reconocimientos de todos sus puntos vitales para su defensa como cuantos pueden ser vías naturales de penetración enemiga, sin estas medidas no es posible defender los objetivos a su unidad y sacar el partido deseado a sus posiciones. ¡Que nosotros sepamos, nadie se ocupó de hacer un estudio para organizar un plan defensivo donde el enemigo se dejara lo mejor de sus fuerzas!

Son tantas las posibilidades defensivas de Castellón que precisaríamos demasiado tiempo para enumerarlas y mucho más para desarrollarlas. ¿No sería más práctico (se debió hacer antes) que nuestra 70 división hubiera recibido la misión de organizar el sistema defensivo que la defensa de Valencia requiere en vez de estar cubriendo un frente por donde el enemigo ya no tiene la absurda pretensión de avanzar a toda costa sin importarle las pérdidas que sufre sin lograr nada positivo. ¿Acaso no demostramos nuestra capacidad ofensiva y defensiva en Brunete, Codo, Belchite, Teruel, Martín del Río, Montalbán, Horquilla de Ejulve, Catí, Tirig y Albocacer, por no enumerar todas nuestras intervenciones de más o menos importancia? Si nosotros fuimos y somos capaces de pensar en cuanto se nos avecina de manera inmediata, sería normal que nuestro mando superior hubiera procurado y sobre todo decidido hace tiempo cómo defender Castellón para no perder Valencia. Si hubiéramos recibido esta misión, habríamos convertido Castellón en una fortaleza como el enemigo no puede imaginarse. La 70 división pudo hacer de Castellón algo más que una fortaleza. Ya es un poco tarde, pero aún tendríamos tiempo (si los que mandan al ejército tuvieran la visión y deseo de ganar la guerra) para lograr que todas las fuerzas que están defendiendo la costa y las zonas de penetración naturales y secundarias, pero no menos operativas, en muchos casos, fueran canalizadas en su repliegue en dirección sur de Castellón para, una vez reorganizadas y moralizadas con la rapidez que la situación y moral de las mismas requiera, poder utilizarlas sin perder de vista su estado moral y físico después del desgaste sufrido en esas posiciones.

¡Cuánta abnegación, cuán inmenso espíritu de sacrificio se precisa tener para defender un día y otro en esas condiciones de inferioridad absoluta, palmo a palmo, el terreno calcinado por el torrente de fuego que el enemigo nos lanza cuando quiere! Hace tiempo que la guerra nos enseñó (quizás fuera mejor decir nos confirmó) lo difícil que resulta poder valorar la importancia de una acción, pues esta estará sometida sin dudarlo a dos premisas fundamentales, sobre todo en la lucha: calidad y cantidad del enemigo.

Por este orden y no por ningún otro, si nuestros milicianos, clases, oficiales y jefes (en su inmensa mayoría, de milicias), somos capaces de contener y, en el peor de los casos, de frenar a un enemigo profesional y mejor armado en cantidad y ahora en calidad, ¿cómo se logra? No me digan que a punta de pistola, en unas fuerzas del pueblo y para el pueblo se precisa ese sistema criminal arcaico y negativo. Cualquier profesional sabe o debe saber de estos temas más que nosotros, los de milicias. Pero sería una idiotez negar varias clases de violencia empleadas en momentos delicados o de peligro en los frentes. Este tema merece más tiempo de cuanto nosotros podemos dedicarle de momento, pero creemos haber dicho algo sobre ello y sí podemos afirmar que en nuestras unidades no precisamos nuestras armas de fuego para cortar un chaqueteo o repliegue desordenado. Las barreras de fuego propio las criticamos y las condenamos por su criminalidad y total ineficacia. Condenamos el sistema llamado japonés para contener a las fuerzas que abandonan sus posiciones. La artillería en particular no debe emplearse nada más que para destruir al enemigo y para proteger a las fuerzas propias que puedan pasar por momentos difíciles en la batalla.

Pensamos lo mismo de toda clase de fuegos propios y más de una vez nos vimos obligados a llamar la atención a algunos mandos que defendían la necesidad de justificar cualquiera de los múltiples medios que se emplean seguramente en todos o casi todos los ejércitos del mundo desde que la humanidad conoce y soporta la lacra de la guerra. No sobrarán ocasiones para demostrar que las campañas difamatorias del enemigo sobre los métodos empleados y utilizados por el ejército republicano son uno más de los infundios difamatorios que se lanzan sobre nuestras formas y maneras de hacerles frente, contenerles y en algunas ocasiones, derrotarles. Les sorprende nuestra moral, les desagrada que seamos capaces de recuperarnos cuando nos consideran totalmente vencidos, jamás podrán reconocer públicamente que nuestra moral y razón son el milagro de no doblar las rodillas ante su aplastante superioridad en medios. Nosotros reconocemos sin la menor reserva la capacidad combativa de varias de las unidades que tuvimos y tenemos enfrente. Decimos otro tanto de la pericia de sus mandos, pero afortunadamente para nosotros no podemos decir lo mismo de todos los mandos que tienen la suerte o fortuna de contar con cuanto se precisa para conducir a sus fuerzas a la victoria y hacen todo lo contrario por desestimar al enemigo. ¿Qué podrían hacer estos mandos si sus fuerzas estuvieran dotadas tan pobremente como las nuestras? Si nuestras acciones tienen un auténtico valor castrense es por la calidad y cantidad de medios del enemigo. Pocos de mis compañeros de lucha son capaces de reconocer cuanto decimos, pero les guste o no les guste, es una auténtica verdad. Nosotros quisiéramos poder exponer ante el mundo entero, con la naturalidad y sencillez que el pueblo lo hace, el valor y significado de sus gestas gloriosas en defensa de una causa universal como la libertad de la humanidad. Lamentamos profundamente carecer de preparación para lograrlo.

Pero si decimos que para la historia de nuestra patria, los amantes de la justicia, los defensores de la democracia y de los derechos humanos están escribiendo sus páginas más gloriosas de todos los tiempos. El pueblo no busca más recompensa que poder ser libre para poder vivir sin miedo pensando en la convivencia de todos los españoles y del mundo.

Estas lecciones humanas de quienes siempre sufren las consecuencias de los errores, y no queremos darle su verdadero nombre, son las que nos hacen olvidar las miserias egoístas de cuantos participamos directa o indirectamente en el desenvolvimiento o desarrollo de los pueblos. Seguimos pensando en la marcha de la guerra y esto nos conduce a ver cómo podemos sacar el mejor partido a la moral de nuestras fuerzas, nuestros temores se agrandan viendo que el ejército de Levante no toma las medidas que debía tomar según nuestra apreciación localista. ¡Resulta sumamente sencillo el criticar a quienes nos mandan! ¿Tenemos medios de información para poder, con justicia, censurar y criticar al escalón superior? ¿Nuestro conocimiento del arte militar es tan profundo para querer o desear que las cosas se hagan como las pensamos? Seguro que nuestros juicios sobre la forma y manera de conducir nuestras fuerzas y empleo de medios no están basados ni fundamentados en la ciencia militar ni en su arte. Nosotros no somos capaces de restar valor ni saber a quienes tienen la responsabilidad moral de conducirnos en esta lucha tan desigual, pero somos lo suficientemente autocríticos para exponer nuestros pensamientos sin la menor reserva. Cuando decimos que ciertas órdenes y disposiciones sirven en muchos casos más al enemigo que a nuestra causa, no tildamos de enemigos a quienes tienen el deber de transmitirlas. Reconocimos en todo momento lo dificultoso y en algunos casos, insuperable, que resulta para los profesionales el comprendernos y tener un mínimo de confianza en las milicias.

¡Que sucede lo mismo y en algunos casos, más agudiza esa desconfianza en nosotros, sin la menor duda! Pero sin pretender justificarnos, podemos demostrar que hay razones más que sobradas para no confiar en ellos. En unos meses no se puede hacer cambiar la manera de conducirse de una clase o estamento que durante miles de años fue el terror de los pueblos.

¡De la noche a la mañana no puede el pueblo creer y confiar en sus opresores! Los militares son por encima de todo militares y por convicción, espíritu de cuerpo y sobre todo, hijos de la clase dominante, ellos no pueden ni quieren defender al pueblo, al contrario, tiene que ser el pueblo quien les pague y les sirva.

Esta es una realidad dolorosa que no es fácil terminar con ella por mucho tiempo. Mientras el mundo esté dividido en clases, los ejércitos serán una necesidad para la dominante y una carga y lastre para la dominada.

Que todos los profesionales no piensan lo mismo es algo que nosotros reconocemos sin el menor esfuerzo, por tal reconocimiento, tenemos la obligación de darles las gracias y la de valorar su inmensa ayuda en nuestra resistencia. Ellos, los que son auténticos defensores de la justicia, de la democracia y la razón, dieron cuanto fueron capaces de dar y son los artífices de nuestras gestas.

No es sencillo valorar en su justa calificación la conducta loable y maravillosa de los militares profesionales que hicieron honor a su juramento de fidelidad a la república. ¡Pase lo que pase, su pueblo no les olvidará jamás!

Nosotros no teníamos que romper con nada ni había ataduras que pudieran impedirnos el afrontar esta situación como nos pareciera mejor para nuestra causa. Por cuanto antecede decimos una vez más que para Rojo y sus colaboradores, pues no sería justo mencionar a unos y a otros no, debió ser un calvario estar a las órdenes de políticos que no fueron capaces de ver nuestra guerra con la perspectiva histórica que en su fondo contiene. No es sencillo proyectar y proponer a quienes carecen de fe y confianza en su misión histórica.

Repetir una y otra vez cuanto se está logrando a pesar de tantos factores en contra nuestra es algo que puede tener su valor positivo en la actualidad como en un futuro no demasiado lejano. Ni queremos ni podemos ser conformistas, la vida de nuestros compañeros como el bienestar de su familia depende de nosotros, cada día un poco más. Las batallas ganan día a día en intensidad de fuego, duración y crudeza por ambas partes, pero cuando el enemigo incrementa sus medios, los nuestros decrecen sensiblemente. Es obvio insistir sobre algo tan ostensible como el dejar a nuestros enemigos que reciban cuanto piden y un poco más, por las llamadas democracias capitalistas y que el comité de intervención impida la ayuda que los pueblos de esos mismos gobiernos quieren prestarnos.

Es una incapacidad de los gobiernos de la república el permitir que intermediarios sin el menor escrúpulo comercien con la sangre de nuestro pueblo. Estos agentes pueden ser tan miserables como quieran serlo, pero el gobierno no puede ser cómplice idiota por dejase engañar y mandar a los frentes el cuerpo de sus delitos. Cuando las unidades estamos luchando a tope y carecemos de artillería, no se pueden mandar cañones de museo sin cureña o baterías que en la guerra del 14-18 habían sido desechadas por haber sido utilizadas en la del 70. Esto nos es una broma de mal gusto, no, esto sucede en el frente de Aragón y Levante. ¡Solo unidades como las nuestras son capaces de afrontar esta trágica canallada! Lo tomaron a broma y su reacción fue propia de quienes sabían del porqué de la lucha y por qué había que seguir luchando. Su sentencia fue: ni con esto conseguirán avanzar por donde estamos nosotros. Sus deseos fueron una vez más una realidad y mientras nos tuvieron en ese sector el enemigo no logró tomar nuestras posiciones. Estas mismas fuerzas están hoy defendiendo el sector de Albocacer y ayudando al XXII Cuerpo de E. de Ibarrola. Por el valor de estas unidades, por el valor inestimable de la sufrida república democrática, tenemos el deber de exponer cuanto pensamos sobre la marcha de nuestra guerra, sabiendo, cómo no, que nos exponemos seriamente a ser sancionados o procesados, pero nuestra causa: la libertad de todos para pensar y opinar bien merece ese pequeño sacrificio.

Derrumbe del frente.

Las operaciones toman el rumbo que venimos temiendo y parece ser que todo el sistema defensivo desde la costa hasta el enlace de nuestras fuerzas con las de Ibarrola izquierda de él y derecha nuestra se tambalea por el fuego y presión de las fuerzas enemigas. ¡Carecemos de información veraz de cuanto sucede! Procuraremos con nuestros propios medios averiguar cuanto está sucediendo para estar preparados para los peores eventos. Esperamos que el jefe de operaciones del Ejército de Maniobras, el gran Ciutat, nos ponga al corriente de la situación en cuanto pueda. Nuestra situación puede ser delicada si todas las fuerzas que se encuentran a nuestra derecha no defienden el terreno como pueden hacerlo a pesar de la gran presión enemiga. Si tuvieron el terreno organizado en profundidad como nosotros lo tenemos, podrían resistir el tiempo deseado para organizar la defensa con el sistema empleado por nosotros en el llamado sector de Albocacer, donde el enemigo no pudo cubrir ninguno de sus objetivos a pesar de su insistencia y derroche de medios.

Si cuanto exponemos no se hizo, el ejército entregará al enemigo pueblos, ciudades y miles de hombres que serán utilizados contra nuestras fuerzas, no tardando abandonaremos, sin fundamento ni justificación, importantes medios y recursos. No queremos pensar en la represión del enemigo vencedor, será otra vez una nueva carga para el comisariado y para los instructores políticos del partido comunista (no conocemos otros) para moralizar a las fuerzas. ¡Qué labor la de los comisarios y los instructores, pero en primer lugar, los primeros! ¿Cómo responderán esas unidades de los frentes estabilizados? ¿Podrán resistir esta clase de guerra tan diferente a la de las trincheras y fortines de hormigón? ¿Cuánto tiempo precisarán para adaptarse a esta movilidad desconocida por la falta de realidad de nuestros superdotados estrategas de las alturas? Otra vez con las mismas, errores acumulativos por cuanto nos cansamos de repetir una y mil veces. Seguimos pagando un terrible tributo de muertos y heridos con un inagotable torrente de sangre en el cual pueden ahogarse los responsables máximos, por mucho que dominen la natación los oportunistas de turno. Hacer de una vez lo que puede hacerse aún y lo pedimos por la gloria de nuestros muertos sacrificados, solamente por el egoísmo estúpido y criminal de fantoches que ocupan puestos de mando decisivos en la marcha de la guerra. Don Vicente Rojo es el jefe del EMC y demostró y demuestra tener la capacidad suficiente para saber cómo terminar con este estado de cosas inadmisibles.

Nosotros pensamos que ese cáncer sería extirpado con la llegada a la presidencia del doctor Negrín, pero vemos con dolor que siguen ocupando y mandando en frentes decisivos como el centro, por ejemplo, una caricatura de general incapaz de soportar los laureles que infantilmente le concedieron, solamente por nada y por puro oportunismo de la historia. Sé que esto me puede costar caro, pero me tiene sin cuidado cuanto pueda sucederme, no se pueden inflar globos incapaces de elevarse y de mantenerse en las alturas. Y mi partido y la JSU son quizás los máximos responsables de que este general sin un mínimo de conocimientos esté donde está y con demasiada autoridad. Sabemos que no acata las órdenes de Rojo y por eso sucede cuanto venimos exponiendo día a día y antes de que las desgracias sucedan.

Centro, Andalucía y Extremadura debieron ser las canteras de donde debieron salir los mandos y fuerzas preparados teóricamente para nutrir a las fuerzas de choque. No nos olvidamos de Aragón ni de Cataluña, sobre esto ya dijimos algo y diremos un poco más, no tardando, por ser de la mayor importancia…

Movilizar cuanto sea movilizable y cuando se cedan zonas que no pueden defenderse no debe quedar ni un solo hombre útil para el enemigo, y no hablemos de los medios.

Es necesario hacer la guerra con todas sus consecuencias, sin olvidar en ningún momento que nosotros somos sobre todo defensores del ser humano. El arma de tierra calcinada es lo que más les puede afectar, pues la vida de nosotros no tiene para ellos el menor valor, son sus propiedades históricamente mal logradas las que pueden obligarles a tratarnos como nosotros lo hacemos con ellos. Contestar a sus bombardeos de ciudades abiertas invadiendo las zonas con la misma eficacia que ellos lo hacen. ¡Nos destruyen las zonas de la clase media y las barriadas obreras! Bien, contestemos destruyendo sin contemplación y fríamente sus barrios aristocráticos y burgueses, sin contemplación pero sin ensañamiento. Que no podemos defender una ciudad, salvemos cuanto pueda sernos útil y destruyamos cuanto pueda servir al enemigo. Pero respetando por encima de todo la vida de las personas, sin importarnos si son o no nuestros enemigos. La guerra no fue inventada por los trabajadores ni por las fuerzas progresistas democráticas. Odiamos la guerra desde que tenemos uso de razón y desde que fuimos capaces de valorar, en esa edad, cualquier cuadro dantesco de las incontables o infinitas contiendas humanas. En toda su brutal belleza vemos siempre mucho más de cuanto los pinceles o la imaginación pueden representar. Ni la foto más perfecta pudo ni puede borrar de nuestro pensamiento ese efecto que jamás seremos capaces de exponer y mucho menos detallar como deseamos, por si pudiera ser útil para algo. Hoy al intentar relatar cuanto estamos viviendo, al querer exponer nuestras sinceras y profundas vivencias, nos sonreímos amargamente a pesar de nuestro supuesto realismo.

Al condenar la guerra, hacíamos afirmaciones poco o nada seriamente estudiadas o meditadas y recuerdo que Hipólito mi socio (francés) pretendía demostrarme mi error y sin razón decía:

—¿Usted defendería a su patria si esta fuera atacada, por ejemplo, por la mía?

—¡La patria o el país de unos y de otros me parece algo sin serio contenido!

—Quizás tenga usted toda la razón, pero el mundo es así desde hace miles de años.

—Por desgracia lo vivo y quisiera terminar con las fronteras y con cuanto impide que podamos convivir sin utilizar la violencia o la fuerza bruta para entendernos.

—¿Por eso dejó usted el boxeo?

—¡Sí, claro, por su violencia y por el instinto criminal del público que lo ve!

—Resumen, que usted no participará jamás en una guerra.

—Creo que no lo haré y si lo hago tendrían que darse unas condiciones que no espero puedan darse.

El exponer esto es para explicarnos las profundas transformaciones que se dan en la vida de quienes somos como somos y no como quisiéramos ser.

¡Enemigo de la guerra, enemigo de la violencia y de cuanto es imposición injusta, intentando por todos los procedimientos castrenses terminar con los enemigos de la democracia y de la república! ¡En un periodo tan corto qué cambio! Las circunstancias son las que nos conducen y nos obligan a tomar en todo momento determinante o decisivo de nuestras vidas las decisiones que el instinto o la razón nos aconsejan…

Todos los frentes de los ejércitos de maniobra y de Levante están en plena actividad defensiva por nuestra parte y ofensiva por el enemigo. Nos tememos para nuestra desgracia que en esta fase de su ofensiva no cometan tantos errores como en la precedente. Creemos estar plenos de moral y de recuerdos por nuestra actuación, pero nuestro realismo nos impide hacernos la menor ilusión por multitud de razones fáciles de comprender. ¿Cómo están físicamente y de moral las fuerzas de Ibarrola, las de la 6 división y cuantas defienden los ejes de penetración enemiga en dirección Castellón?

¿Tomó el mando las medidas más apropiadas para defender los puntos vitales que pueden por mucho tiempo estar en nuestro poder para defender Castellón? La defensa de Valencia está hoy en Oropesa, pero debió estar cuando menos en Vinaroz, Morella y hasta Puebla de Valverde, esto en el peor de los casos. El enemigo puede permitirse cometer todos los errores y torpezas que quiera, pagando un precio desmedido en bajas para cuanto consigue. ¿Se trata de incapacidad y de superioridad en nosotros? Pensamos que cuanto les sucede obedece a dos causas fundamentales.

Primero: no nos valoran y por lo tanto nos menosprecian olímpicamente.

Segundo: táctica y estratégicamente nuestra resistencia les sorprende y les desconcierta y por ello piensan con su proverbial soberbia que nuestros mandos son importados. Ellos pueden salvar sus errores y torpezas con las conquistas de cuanto nosotros no podemos defender y diremos sin la menor concesión las causas fundamentales del porqué y de quiénes.

La superioridad enemiga en material y hombres es y fue total desde el primer día. Cada día nosotros tenemos menos medios y posibilidades.

Seguimos arrastrando el lastre inicial de la incapacidad en nuestros gobernantes y gran parte de nuestros dirigentes para comprender el carácter de nuestra guerra y cómo afrontarla.

Seguimos sin dedicar todo a la guerra y para la guerra. Nuestras consignas y propaganda es maravillosa, pero en la práctica no hacemos cuanto se proyecta y se pide.

Nunca debimos llegar a esta trágica situación de penuria en hombres para reponer las bajas de las unidades que soportan el peso de todas las ofensivas del enemigo. Como venimos exponiendo desde las primeras semanas de la guerra, cada día tienen menos justificación las conductas de quienes conocen lo que puede hacerse y no se hace por falta de unidad en quienes dicen estar de acuerdo en defender la justicia y la razón, pero sin ceder un ápice de sus intereses partidistas en beneficio de la patria, y entendemos en todo momento por patria al conjunto de pueblos y clases sociales productivas que en pluridad deben formar ese todo llamado patria o nación.

Es elemental que todo mando debe saber las reglas más importantes de la misión del jefe si quiere o desea cumplir con su misión. ¡No puede defenderse una posición sin organizarse y planificar su defensa para hacer algo de cuanto decimos, será imprescindible haber reconocido el terreno o la ciudad!

Pocas veces, salvo casos demasiado especiales, se darán las circunstancias de no disponer el mando del tiempo imprescindible para reconocer el lugar o zona indeterminada para situar sus fuerzas. Si esto no se pudiera realizar, el mando de las unidades relevadas debe dejar a los mandos más calificados de sus fuerzas en compañía de quienes les sustituyen para informarles y orientarles sobre la conducta del enemigo. Esta ayuda e información puede ser decisiva para la defensa y cumplimiento de la misión recibida. Casi todos o por lo menos una gran parte de nuestros fracasos para defender nuestras posiciones están generados en cuanto venimos diciendo y en lo que nos queda por decir.

Se repite con demasiada frecuencia la falta de preparación y desconocimiento en la mayoría de nuestras unidades en los frentes pasivos. Como Centro, Andalucía y Extremadura y antes, Aragón y Cataluña. De esto no podemos culpar a nuestros gobiernos, pero sí hacernos responsables máximos a cuantos mandan unidades y esta debe ser en relación con su importancia numérica y la misión.

Deseamos dejar esta parte de la historia bien clarificada y determinada para que todos (empezando por nosotros mismos) seamos capaces de interpretar cuanto sucedió y sucederá hasta el final de la contienda.

Repliegue de Ibarrola y recuperación de los dos batallones abandonados.

El mes de junio será para nosotros un mes de campeonato, había llegado el momento decisivo para demostrar una vez más al enemigo y a las unidades que luchan junto a las nuestras cómo debe y puede ser defendida una posición o posiciones que cada día son más importantes para el enemigo y totalmente decisivas para nuestros frentes. Es urgente pegarse al terreno y mantenerlo en nuestro poder cuanto podamos para que el enemigo no avance con la sorprendente facilidad que lo viene haciendo en otros sectores. Es necesario seguir prodigando nuestros esfuerzos y ayudando cuanto nos sea posible a todas las unidades que enlacen con nosotros por nuestros flancos. Esta labor corresponde una vez más al comisariado y a los instructores políticos. El PC tiene una inmensa labor por delante para hacer comprender a nuestros soldados y clases la importancia y valor de esta gloriosa misión. Nosotros nos encargaremos una vez más de hacer comprender a nuestros mandos la necesidad imperiosa de comprender la importancia de esta decisión (que no es nueva) pero que hoy es más decisiva que en ocasiones anteriores por lo siguiente. De nada sirve que nosotros nos mantengamos hasta el último momento en nuestras posiciones si las fuerzas que enlazan con las nuestras por nuestros flancos no son capaces o no pueden mantenerse en las suyas. Esta razón y decisión debe ser comprendida por todos para hacerla entender a cuantos luchan junto a nosotros, si están a nuestras órdenes como si son mandados por otros jefes.

Quede claro que no queremos emplear con nadie métodos distintos a los utilizados por nosotros y para nosotros. Recordad lo sucedido en otros frentes con los que pretendieron utilizarlos y cómo los rechazamos en todo momento. El ejemplo es el más efectivo de todos los sistemas para defenderse y atacar. Sabemos que nuestras unidades no precisan ciertas recomendaciones, pero no está de más recordar que al enemigo hay que mirarle de frente para saber dónde quiere marchar y esto se le puede enseñar a otros.

Es una prueba más que tenemos que resolver tan brillantemente como en las pasadas situaciones que parecían insolubles. El enemigo avanza por nuestros flancos y os garantizamos que por el izquierdo tenemos tiempo de rectificar nuestras posiciones cuando consideremos, llegado el momento más idóneo. Por el derecho, o sea, por el de Ibarrola, tenemos una situación más delicada. La presión enemiga es más intensa y con más medios y fuerzas pretenden tomar Castellón y cuanto puedan si la capital cae en su poder.

Para nosotros no es un secreto que siempre os comunicamos cuanto sucede sin omitir nada, por desagradable que pueda ser, y en esta ocasión sucederá lo mismo.

El XXII Cuerpo de E. de Ibarrola tiene en su sector dos batallones nuestros que le cedimos por la gran presión que el enemigo le hace al cambiar su dispositivo de ataque por no poder romper nuestro frente. El XXII resiste como lo hacemos nosotros cuando nos atacan, pero en estos momentos debemos ayudar cuanto podemos al XXII, por ser este frente decisivo para la defensa de Castellón y para que nosotros no tengamos que entregar al enemigo Albocacer y todo nuestro dispositivo defensivo donde el enemigo, a pesar de su superioridad en medios y hombres, no fue capaz de tomar nuestras posiciones y no por falta de valor y un gran derroche de heroísmo empleado en sus múltiples intentos para lograrlo. Estos tíos, piensen como piensen, se juegan el tipo como nosotros lo hacemos. ¡Esto es lo lamentable y criminal, que mutuamente nos destruyamos sin pena ni gloria para nuestro país!

Se nos comunica que Ibarrola se repliega un poco desordenadamente y que nuestros dos batallones quedaron dentro del campo enemigo sin haberles mandando replegarse. Esto es una sorpresa desagradable para nosotros por tratarse de Ibarrola, un hombre capaz y demasiado valiente, que por su demasiado valor pierde el control del conjunto de su frente. Es otro Walter, están demasiado tiempo en la primera línea y cuando hay que tomar ciertas medidas urgentes no las encuentran. Le visito en su puesto de mando por no poder hablarle por teléfono para informarle de mi decisión de recuperar del campo enemigo nuestros dos batallones. Cuando nos personamos en su puesto de mando son cerca de las doce de la noche y nos encontramos un poco de resistencia para que le despierten, pero me impongo y en cuanto se lo comunican le falta tiempo para hacerme pasar a la habitación donde estaba durmiendo y me ruega que le perdone por recibirme en la cama, le insisto en ser innecesario disculparse y mucho más en cuanto le informo de mi pretensión.

Su sorpresa es grandísima en cuanto se entera de no haber ordenado a nuestros batallones el replegarse cuando ellos si lo habían realizado, había sido por la resistencia que habían supuesto al enemigo mientras ellos se replegaban.

El disgusto fue sincero y no sabía cómo disculparse, le insisto en que él no tiene la culpa y que le ruego ordene a sus fuerzas que no se opongan a mi intento para sacar a los dos batallones, pues cuando ellos regresen si es necesario nosotros atacaremos al enemigo con mi compañía especial y unos cuantos tanques que me acompañarán en esa maniobra y si fuera necesaria la ayuda de sus fuerzas, se lo pediría yo, pero mientras no se lo pida no deben intervenir. Ordena que en la carretera general por donde pensamos esperar se pongan a nuestras órdenes sus fuerzas.

Cuando me despido se da cuenta de que me está enseñando varias medallas de santos y santas, me supongo, y dos escapularios que lleva colgando al cuello. El amigo se pone nervioso y pretende taparlo, le digo que no debe hacerlo pues a mí no me molesta que crea en Dios o en cuanto sea necesario, me da las gracias y se queda tranquilo. Le ruego que descanse y tengo la seguridad que no descansó ni un minuto más. Prometemos tenerlo informado y lo haremos para su tranquilidad y por ser un mando profesional como debían ser todos, según nuestra manera de ver las cosas. Ibarrola se merece esas atenciones por cuanto vale y sobre todo por su comportamiento desde el primer día en defensa de la república. Dicen que antes de la sublevación fascista tenía la graduación de capitán de la Guardia Civil, jamás se nos ocurrió informarnos ni comprobarlo. Ciutat me había dicho que era un mando estupendo (pero para el gran Ciutat, todos somos estupendos y maravillosos), no es capaz, por sentimientos, comprensión y seguramente por formación, de censurarnos y criticarnos por nuestras insuficiencias y pobres limitaciones. Jamás habíamos conocido hasta la fecha un mando tan humano y tan comprensivo, pero no se engañen tomando como debilidad su innata alteza de miras y su abnegación sencilla pretendiendo justificarnos a todos, culpándose a él por no habernos ayudado como nos merecemos. Es así como nosotros quisiéramos conducirnos con nuestros subordinados, pero eso no es nada fácil hacerlo y mucho menos cuando se vive una situación de violencia ante la presión enemiga y que nuestros jefes superiores no hacen lo que nosotros pensamos o deseamos por multitud quizás de imponderables desconocidos para nosotros.

Decimos y repetimos con relación a Ibarrola que es demasiado valiente (puede que en la guerra todo el valor sea siempre poco), ¿qué entendemos nosotros por auténtico valor? ¿La persona que no tiembla y que es capaz de dominar sus nervios o miedo para dar la sensación de serenidad indiferente ante el peligro? No somos, una vez más, capaces de exponer cuanto queremos decir para definir con claridad lo que es el auténtico valor con esa gama de matices que encierra en situaciones diferentes y lugares distintos.

El cumplimiento del deber en todo momento, saber imponerse a todo lo desagradable por mucho que nuestro organismo se resista temblorosamente o emocionalmente ante situaciones inesperadas consideradas de máximo peligro.

La mente puede dominar toda situación y encontrar la salida más apropiada si la sabemos utilizar razonando sobre el caso. ¡Eso puede ser el valor sereno! La resolución y resultante estará en consonancia con el interés puesto en la misión que tengamos encomendada. Al criticar o censurar a Ibarrola por su tendencia a marcharse a la primera línea en cuanto se produce un fregado en cualquier sector de sus unidades en primera línea, hacemos ver cómo pone en peligro todo su dispositivo por no poder coordinar el conjunto de su frente ni tomar las medidas adecuadas a la situación creada. Para el cumplimiento coordinador de todo mando de grandes unidades es necesario estar rodeado de unos oficiales de estado mayor con la preparación deseada y los medios adecuados para desplazarlos donde la situación lo requiera. ¿Contamos con los que se precisan en estos momentos tan delicados? ¿Puede Ibarrola contar con sus jefes de división, tuvieron tiempo para conocerse mutuamente? Seguro que no se dan estas condiciones imprescindibles para poder desplazarse donde la situación requiera su presencia. Esto lo podemos hacer nosotros por tener una división que fue casi en su totalidad formada y educada por nosotros y, para más seguridad, ya no precisamos desplazarnos con la frecuencia que lo veníamos haciendo. Tiene que ser una situación muy delicada para seguir prodigando nuestra presencia, que también tiene sus contraindicaciones y que de pasada las expondremos. Se resta autoridad a los mandos inferiores si en su presencia tomamos decisiones delante de sus fuerzas. El escalón inferior puede pensar que él no está capacitado para decidir en momentos determinados cómo hacer uso de sus fuerzas en momentos que no puede conectar o tomar contacto con el escalón superior. Todos nuestros mandos están capacitados para hacer uso de su autoridad resolutiva sin tener nuestra autorización si la situación aconseja esa medida de emergencia. Saben que cuando se trata de replegarse de una posición no deben hacerlo sin comunicarlo para ver si el escalón superior tiene una solución distinta.

Veamos un caso especial y de consecuencias imprevisibles como el que se nos dio con el XXII Cuerpo de E. No fuimos capaces de prever cuanto está sucediendo y como expusimos en varios pasajes de nuestros relatos sobre las operaciones en el frente de Albocacer y en el enlace por nuestra derecha con las fuerzas de Ibarrola, habíamos tomado todas las medidas que previo estudio consideramos pertinentes y más eficaces para la garantía y seguridad de nuestras fuerzas y del frente defendido por el XXII Cuerpo y por nuestra agrupación. No repetiremos cuanto decíamos en el lugar correspondiente, pero sí exponemos nuestra sorpresa por no haber pensando en algo tan anormal como no comunicarnos que nuestras unidades habían sido abandonadas a su suerte. Si nosotros cumplimos con nuestro deber al presentarles más ayuda de cuanto nos piden, nos sorprende muy desagradablemente el incumplimiento y obligación ineludible para comunicarnos cuanto estaba sucediendo en su sector y en particular con las fuerzas cedidas para ayudarles. 

¿Qué sucedió para olvidarse y cómo nos enteramos de cuanto está sucediendo en un frente donde nosotros tenemos la costumbre normal de tener a cuantos enlazan por nuestros flancos totalmente informados de cuanto sucede en nuestras posiciones? Jamás perdimos el contacto con los batallones agregados al XXII Cuerpo, debemos recordar que habíamos tomado la decisión ante la presión enemiga al XXII Cuerpo de reforzar el enlace de nuestras unidades y poniendo a la disposición de Ibarrola dos batallones para que fueran utilizados como él considerara oportuno, pero informándonos de su situación y actuación.

El jefe de la 92 brigada mixta nos comunica que el jefe del XXII Cuerpo había dispuesto de los dos batallones para proteger el repliegue de sus fuerzas. Comunican de la brigada que de momento perdieron el contacto con los comandantes de los batallones pero que no tardarán en restablecerlo para tenernos informados; la situación es sumamente delicada. Le ordenamos al jefe de la 92 (Tomás Centeno) que procure restablecer el enlace estén donde estén, si telefónicamente no se puede, que se realice por mediación de estafetas móviles.

—Debes tener presente que los dos comandantes deben estar enlazados y procurar no perder el contacto entre sí para que tú recibas toda clase de información.

Es vital para ellos y para nosotros que nos den su situación lo antes posible para procurar prestarles toda la ayuda que precisen. No deben perder la serenidad por delicada que pueda ser su situación, les sacaremos durante la noche en cuanto tengamos su posición. Afortunadamente, el enemigo no ataca de noche, pero deben replegarse en dirección Castellón, que es donde el enemigo pretende llegar, de momento.

En previsión de que los acontecimientos se produzcan como nosotros pensamos, deben tomarse las medidas siguientes:

Primera. Que el jefe de EM de tu brigada (Núñez) se ponga en marcha para hacerse cargo de los dos batallones y que procure no perder el contacto con las fuerzas de Ibarrola.

Si estas fuerzas se hubieran retirado y no pueden tomar contacto con ellas, que se repliegue por el eje de marcha que el enemigo sigue carretera de San Mateo a Castellón.

Segunda. La marcha (velocidad) debe estar supeditada a la que el enemigo emprenda. Seguimos pensando que de noche no avanzará con fuerzas importantes. Nuestras fuerzas deben marchar a caballo de la carretera general, si encuentran enemigos, que lo hagan por las carreteras de segundo orden que cruzan un terreno compartimentado, pues pasan por cotas que se defienden por sí solas.

Tercero. Nos suponemos que las fuerzas de Ibarrola y de otras unidades, estaran cuando menos situadas en Oropesa y en un perímetro de varios kilómetros de radio para defender Castellón.

Nosotros estaremos antes del amanecer por la carretera general de Castellón a Borriol en las inmediaciones de Monte Negro con nuestra compañía especial y una compañía de tanques, si es necesario abriremos la brecha que sea precisa para que nuestras fuerzas puedan salir.

Cuarto. Estamos seguros de que no será necesario romper el frente para sacar a nuestras fuerzas. Es importante que Núñez conozca cuanto pensamos hacer y repito que en cuanto pueda, nos mande algún enlace para darnos su situación. Todo esto está supeditado a que las fuerzas de Ibarrola estén situadas en algún punto que pueda ser importante para defender Castellón a distancia. Si nosotros podemos reorganizar fuerzas de este sector, avanzaremos cuanto podamos en dirección a nuestros batallones, pero no tenemos la menor idea de lo que podemos encontrar en esta zona y mucho menos de noche.

Centeno quedó enterado de mis proyectos y después de crear las condiciones para que nuestras fuerzas no corran el menor peligro si el enemigo atacara por nuestro sector, nos ponemos en marcha para correr esta aventura. Se me puede decir cuanto yo digo sobre otros mandos ante casos tan especiales como el expuesto, pero sin pretender justificarme decimos lo siguiente: tenemos una gran confianza en Fermín Núñez (jefe de EM) de la 92 brigada, pero se me había criticado demasiado por el trato y manera que tengo de tratarle. Jamás oculté a nadie que este hombre era un poco o quizás demasiado aventurero. Decía haber sido sargento de la legión y después, funcionario de prisiones. En Aragón unos anarquistas le detuvieron y lo recuperamos porque en realidad reconocieron que no se había portado mal. La dirección de prisiones le había concedido una condecoración porque en un motín de presos en San Miguel de Valencia los presos habían herido a un compañero suyo en el patio de la prisión y cuando los demás funcionarios no fueron capaces de recoger y auxiliar al compañero herido, él solo y sin armas le recogió del suelo aguantando cinco disparos para llevarlo a la enfermería e ingresar en ella los dos.

Este hombre me fue recomendado por su hermano Manolo, un compañero que yo ayudé y me dijo: «mi hermano es un cabeza rota, pero no es malo en el fondo, si tú no le proteges, puede sucederle cualquier cosa».

Siendo yo capitán de milicias, le hice sargento y lo utilicé en el frente, primero de instructor y después le propuse para teniente por su comportamiento. Por méritos de guerra fue ascendido a capitán y fue jefe de EM de la 92 brigada. Fue a este perseguido compañero a quien le di la misión de sacar del campo enemigo dos batallones de la república.

Había demasiada inquietud en quienes le conocían y sin decirme nada no les agradó que le diera esa misión. Esta es una de las razones del porqué yo mandé directamente esta operación cuando tenía que estar en mi puesto de mando por lo que pudiera suceder. Pero Fermín sacó del campo enemigo dos batallones republicanos que por descuido o nerviosismo habían sido abandonados.

Regresaron con todo su equipo y sin haber perdido ni un solo hombre, pues nadie se rezagó para quedarse con el enemigo. ¿Procedimos bien? Sinceramente no sé cómo hubiera procedido si todo no hubiera resultado como había pensado. No estamos nada satisfechos de nuestro proceder, pero la situación era pintiparada para un golpe de efecto en plena derrota de nuestras fuerzas, y con una inseguridad del frente, donde no sabíamos cómo podíamos quedar.

Fermín terminó con las dudas que sobre él tenían cuantos conocían su pasado.

Castellón.

Es necesario explicar algunas fases de las batallas del frente de Castellón, donde vivimos días de lo más interesante de nuestra carrera. 

¡¡Qué días y noches, vive el cielo!! ¿Se podrá saber la verdad del porqué y cómo fuimos capaces de crear las condiciones «soñadas por el enemigo» para entrar en la ciudad sin más esfuerzo y sacrificio que tomarse la molestia de ocuparlo? ¡Fue una lástima que no organizaran los festejos que la proeza merecía! Qué ingratitud y falta de consideración a las artes marciales. ¿Para este feo y soso final, necesario sacrificar todo cuanto venimos derrochando durante meses? ¿Qué sucede con todas las unidades que tienen la misión de la defensa de la costa de Castellón y todas sus comunicaciones? Para sacar las fuerzas que habíamos dejado a Ibarrola fue necesario penetrar en su sector, y sinceramente no pudimos entender nada de cuanto estaba sucediendo, si a suceder se le puede llamar el no encontrar a nadie responsable donde tenía la obligación de estar y no estaban.

Cada día cada ofensiva enemiga y cada respuesta de muestro mando a estas situaciones (cuando las dan) son una tan sorprendente y desconcertante decisión, que todo nos parece irreal. Oficialmente no sabemos nada de nada, «quizás suceda esto por mandar solamente una agrupación cuando les interesa», por lo visto ciertos jefes de división no deben estar bien informados de cuanto pasa y sucede fuera de su sector, a pesar de ser parte de un todo, sin el cual el conjunto pierde su eficacia. Sabemos distinguir sin confusión alguna el valor e importancia de un CE y el de una división, pero la información no puede ser discriminatoria. El C. de E. recibirá la que le corresponde por su categoría, y la división debe recibir la que precisa para poder desenvolverse en el desempeño de la misión que le fuera encomendada. Nuestra agrupación, pero en realidad la 70 división, en estos momentos está «como en otras ocasiones» a las órdenes directas del Ejército de Levante y aun siendo esto importante, lo es mucho más su encuadramiento táctico y estratégico por defender ejes de penetración naturales para él o los avances enemigos. Por si esto no fuera razón de peso natural, diremos que estamos (quizás la frase no sea todo lo castrense y técnica que quisiéramos, pero en este momento no encontramos nada más apropiado) encuadrados como venimos diciendo entre dos cuerpos de ejército. Por nuestra derecha con Ibarrola en Cuevas de Vinroma. Por nuestra izquierda en Ares del Maestre con el XXI C. de E. que nos parece lo sigue mandando Cristóbal. No es comprensible poder justificar cuanto está sucediendo en todos nuestros frentes, podemos ser muy comprensivos y muy tolerantes con todos nuestros mandos militares y políticos, pero todo debe tener un límite normal.

Dos militares profesionales no pueden seguir por el camino de la pasividad y justificación. Decimos más, y cada día más fundadamente, que ni los errores ni el desconocimiento y traiciones del pasado pueden conducirnos de derrota en derrota al aniquilamiento físico y sobre todo, moral.

La noche no es el momento más indicado ni el más apropiado para poder localizar ni situar a las fuerzas supervivientes de las unidades que tan extraordinariamente estuvieron aguantando las preparaciones artilleras enemigas y los masivos bombardeos de su cada vez más potente y eficaz aviación durante horas y días.

Justo, no es posible con ciertas unidades, «es más correcto» decir con ciertas unidades «mandadas por ciertos mandos», y estos divididos por escalones superiores que no quieren o no pueden hacer la guerra de la única manera que nosotros conseguimos hacerla. Quizás sigamos perdiendo el tiempo una y otra vez, pero tenemos la obligación de insistir mientras las cosas no cambien y por lo tanto consideremos correcto y necesario hacerlo. ¿Se replegaron tan ordenadamente y estaban situados tan maravillosamente camuflados que no pudimos ver nada ni a nadie que pudiera conducirnos a cualquier puesto de mando? Pretendemos no cargar las tintas, todo lo contrario, es nuestro deseo en honor y justicia de nuestros estupendos soldados, clases, oficiales y algunos jefes, no muchos, que también se hacen acreedores a los justos elogios.

El terreno se presta para camuflarse de tal manera que el enemigo no pueda situarles durante la noche, so pena que monten luminarias para decirles donde se encuentran.

¡Ibarrola no nos da la situación de sus fuerzas, del ejército tampoco recibimos ningún comunicado ni ninguna orden de operaciones! Seguimos actuando por nuestra cuenta, cuando salimos de nuestro puesto de mando a más de haber comunicado al ejército dónde vamos, dejamos montado un servicio para que rápidamente nos comuniquen cualquier novedad importante y la orden que pueda mandar el ejército. Como no nos fue posible el tomar contacto con ningún mando de las unidades de Ibarrola, en cuanto conseguimos entrar con nuestras unidades, procuramos sacarlas y las dejamos descansar y reorganizarse en el nudo de comunicaciones de la carretera de San Mateo a Castellón y la de Lucena del Cid a la de Castellón - Vinaroz. Con esta medida estamos en condiciones de intervenir en Castellón si el enemigo no es contenido por quienes deben tener la misión de defender esta plaza importante. Estamos seriamente preocupados por esta desinformación y sobre todo por que nos tememos que una vez más no estaba previsto cuanto está sucediendo. El enemigo no tiene por norma atacar durante la noche, por lo menos hasta la fecha no lo hizo en ninguno de los frentes donde nosotros combatimos. Pero esto no descarta la posibilidad de que pueda hacerlo en el momento que lo considere oportuno. Tenemos nuestras ideas del porqué no operan de noche y lo expondremos oportunamente en esta fase de la lucha.

Las fuerzas que tengan la misión de defender esta plaza debían estar trabajando durante día y noche para organizar sus centros y elementos defensivos en la profundidad que la importancia del objetivo requiere y que el enemigo impone por sus medios. No vemos ni conocemos nada de cuanto venimos indicando desde hace tiempo, quizás nos den una gran sorpresa y nos encontremos con un sistema defensivo superior a cuanto nos imaginamos. Nos agradaría saber qué piensa el frente popular de Castellón de la denuncia que nos hizo por hacer trabajar a los camaradas campesinos más de ocho horas para fortificar Albocácer y cuanto consideremos necesario para contener al enemigo en sus avances por esta zona, donde gracias al interés y abnegación de esos hombres, el enemigo no pudo en esa fecha llegar a su capital. ¿Está claro, queridos camaradas, lo que pretendíamos? ¡Quizás teniendo el enemigo dentro de vuestras casas aún no comprendáis lo sencillo que es todo lo que sucede! Si todos los campesinos y los hombres que no trabajan para la guerra directamente hubieran sido utilizados como lo hicimos nosotros, vuestra situación no sería la que será por no hacer cuanto debemos y podemos cuando hay tiempo para lograrlo.

¿Comprendió el Frente Popular que siempre hay medios y mano de obra para hacer cuanto se precisa para que los hombres y todos los que hacen más directamente la guerra no pierdan la vida estúpidamente?

La defensa de Valencia y otras ciudades menos amenazadas están dentro de Castellón. Quizás como buenos campesinos, vosotros, como otros muchos, penséis que a pesar de vuestras fortificaciones el enemigo puede ocupar vuestra capital. Sí, es cierto, pero con diferencias que algún día podréis comprender, pues hoy resulta más que confuso. Somos por encima de todo realistas (y quizás demasiado exigentes), pero ese realismo es el que nos impone la exigencia brutal de imponer si es necesario por la fuerza lo que debe hacerse y lo que no puede permitirse para impedir mayores sufrimientos, mayores penalidades y muertes innecesarias como venimos arrastrando por injustificadas tolerancias en algunos casos y por algo más serio de cuanto exponemos anteriormente.

¡Sí, nosotros, unos indocumentados en todas las ramas de la ciencia, fuimos, somos y seremos capaces de hacer insignificantes aportaciones a las medidas o decisiones tomadas por los que están en posesión del poder y del saber! Es obvio que pensemos en lo que pueden hacer esos hombres superdotados si quisieran estar al lado de la razón, de la justicia y por lo tanto, de la confraternización para salir de este maldito círculo que solo nos dio desde tiempos inmemoriales guerra, destrucción y una bonita frase de paz que solo sirvió, sirve y servirá para reponer fuerzas y crear armas e ingenios cada día más potentes y más destructivos para no quedarnos rezagados en la rama de la ciencia para la aniquilación de todo ser viviente. La destrucción y por lo tanto el asesinato material están como siempre estuvo en segundo plano, o si queremos, es el hijo segundo de la creación. Pero él procura no quedarse por mucho tiempo retrasado. Todo avance científico es sin dudarlo una mejora que durante un periodo de tiempo (por cierto, cada día, afortunadamente más largo) nos permite vivir y disfrutar unos más, otros menos, y algunos nada de ese periodo de progreso que puede ser y lo será en su día el sistema de vida que si no existió, puede crearse en cuanto desechemos estos sistemas políticos basados solamente en lo mío y no en lo nuestro para todos.

Sí, parece que nuestros deseos de un mundo mejor, más perfecto y por lo tanto más humano se contradicen con nuestra decisión de imponer, si fuera necesario, lo que consideramos justo, pero que otros no lo ven así o que no quieren verlo porque esa decisión puede lesionar sus intereses personales o de grupos.

Todos los dictadores tienen como lema y bandera el señuelo tan socorrido de presentarse como salvadores y liberadores de las famosas virtudes eternas de su patria. Tienen razón, esa minoría está en posesión de cuanto la mayoría creó con su trabajo, esfuerzos y sacrificios. Ellos jamás como clase crearon nada, lo único que fueron capaces de hacer fue acomodar las riquezas y medios creados por las fuerzas productivas. Pero sí supieron en todos los periodos de la historia utilizarnos y servirse de la bondad y generosidad de las masas y no decimos de nuestra creciente ignorancia porque eso afortunadamente ya no podrán fomentarla ni mantenerla por mucho más tiempo.

Son los que demuestran con ejemplos vivientes y frases quiénes pueden lograr conducir a los pueblos por el camino del progreso y de la deseada convivencia sin la menor discriminación. Todo esto no es otra cosa que repetir, como se habrá hecho durante miles de milenios, un deseo de cuanto está latente en el pensamiento de quienes desean y luchan por un mundo mejor.

Decimos y repetimos, por considerarlo vital para nosotros, que si en pequeña escala por no decir pequeñísima logramos crear una unidad capaz de hacer frente al enemigo y como consecuencia de frenarlo, que otras muchas pueden hacer lo mismo e incluso superarnos. Nos interesa repetir una vez más que sabemos de otras unidades con un palmarés superior al nuestro y por lo tanto no pretendemos restarles méritos, todo lo contrario, las tomamos como ejemplo y procuraremos numerarlas en cuanto de positivo encierran. Creemos saber un poquito (nada más que un poquito) de la inmensa importancia que tiene para cada unidad el estar dirigida por unos mandos o mejor dicho, en nuestro caso, por hombres identificados políticamente con la causa por la se lucha y no queremos decir ni nos referimos a ideas o filosofías determinadas. No, eso es aunque parezca sorprendente, bastante secundario para nosotros. Operar con unidades que tuvieron la suerte de ser creadas casi en su totalidad con voluntarios preparados políticamente es algo que no pudo darse en un número importante de ellas. Pero aquí no sucede como en caballería, ¡aquí se explica y se justifica todo! Al no tener material para todos, fue natural y comprensible que lo entregaran a las que desde el primer momento comprendieron y se amoldaron a las exigencias de una lucha como nos impusieron desde el primer día, el enemigo y como es obvio, las condiciones socio-políticas de nuestra zona.

Es tanto cuanto puede y debe decirse en este orden que consideramos necesario ir dosificando todas las gestas realizadas sin demasiadas distinciones por algunas excepciones, pues el mérito total corresponde al pueblo sin discriminación y también a algunos militares profesionales de todas las armas que desde el primer momento cumplieron con su deber. Ya decimos en otros apartados que no se puede mencionar a todos.

Puede ser que no seamos totalmente justos al enjuiciar un proceso de tanta trascendencia como el atentado criminal a la república democrática y lo que es más serio, a la soberanía del pueblo español. Ya decimos en varias operaciones y situaciones que nuestras opiniones, criterios, censuras y críticas están supeditadas a nuestras parcelas, donde nos movemos y actuamos.

No importa seriamente la extensión de nuestros teatros de operaciones, pues a pesar de sus dimensiones son siempre una pequeña parte de un todo fundamental y decisivo.

Esta es la causa determinante que nos impide hacer juicios tan amplios como podemos hacerlos, por haber vivido directamente en los frentes más importantes de nuestra guerra, pero como decimos, mandando hasta la fecha como máximo agrupaciones y columnas más o menos numerosas. Cuando exponemos estos hechos tenemos el mando de una agrupación de brigadas siendo la base de la agrupación nuestra 70 división. Continuaremos reflejando cuanto se refiere a lo vivido en nuestras zonas de operaciones con las fuerzas que mandamos y con las que enlazan con las nuestras por ambos flancos.

Parece ser que el XXII Cuerpo tenía la misión de defender la llamada línea de Oropesa, pero nosotros nos preguntamos: ¿había una línea organizada y jalonada para que las fuerzas de Ibarrola pudieran situarse y asentarse en ella para defenderla? Si esto se había realizado, no había que temer de momento por la seguridad de Castellón, pero nos tememos que una vez más esa línea esté solamente realizada en el plano. ¿Están las fuerzas del XXII cuerpo, después de tantos días de combate, en condiciones para defender esa dudosa línea? Seguimos manteniendo cuanto pensamos de este frente desde que tuvimos la suerte de ser trasladados a él, si mal no recordamos, hemos expuesto someramente antes de llegar a esta situación cómo debía defenderse a Valencia, y por lo tanto, para lograrlo, había que utilizar las inagotables posibilidades que el terreno y las torpezas del enemigo nos ofrecen permanentemente. Lo importante para nosotros son las inmensas posibilidades que la compartimentación del terreno nos ofrece al no cambiar y si somos capaces de utilizarlas inteligente y adecuadamente. Nada hubiera sucedido del tipo y carácter que está sucediendo si hubiéramos organizado la defensa de esta línea ideal y es aquí donde juega un papel importante lo que nosotros denominaremos errores enemigos, y no por torpeza. Alcalá de Chivert, Cuevas de Vinroma, Albocácer, Ares del Maestre y si es posible mantenerse en Villafranca del Cid defendiendo Vistabella del Maestrazgo para que Adzaneta se mantenga en nuestro poder todo el tiempo que se precise para la defensa de Castellón. Al indicar solamente los puntos determinados es por la sencilla razón de que cuando escribimos esto están en nuestro poder. Pensamos y no sin fundamento que el enemigo habrá tomado en consideración el tiempo y las bajas que le cuesta su tozudez llevando el esfuerzo principal solamente por la costa. Pero no estaría de más el pensar en dos posibilidades que quizás nuestros altos mandos no valoraron justamente.

Primero. El enemigo tiene muchos más medios que nosotros y los utiliza mejor, pero esto no quiere decir que le saca todo el partido que nuestras deficiencias y errores le proporcionan. Nadie que sea totalmente objetivo puede conceder a sus victorias un auténtico valor táctico ni estratégico y las razones son tan obvias que le vamos a dedicar a este factor todos los centenares de páginas que podemos dedicarle…

Intentamos incluso, en esta situación de serio caos en nuestro campo, el ser todo lo objetivos que el caso requiere y esperamos que no quede solamente en intento.