Nuestras letras amigas
Romina R Silva
Lobos - Provincia de Buenos Aires - Argentina
Momentos sin momentos
Crear el hijo de las navidades perdidas, el sol de esta noche quebrada, de esta mañana sin luna, de este lugar sin lugar, crear sobre el dolor.
¡Espíritu! conjugación de las marcas, de los momentos, de las raíces húmedas en momentos secos. ¡Siempre más! Se puede resistir, hay que tener piernas, valor, piernas, sentir el coraje tan dentro, beberlo de una, tal bebida fuerte que roza apenas la garganta y entra al cuerpo. Percibir la eternidad en algún momento. Es impensado lograr la fuga de los momentos sin momentos, no se puede esquivar los roces de los rozados por la gris vértebra.
Hay cumbres, ¡borrascosas mi niña!, cumbres tan duras como la piedad enterrada en el patio, tan dolorosa cumbre que litiga el rojo dolor que corre por la espalda.
¡Qué verdades dijiste ayer! La mirada es un quiebre, una túnica, un momento impensado. Me robaste las ganas de fugarme de los momentos. Soy la reina de los momentos robados al día, a la noche, a los días sin noches, a las noches sin días, no soy la que estrella los momentos, los momentos se estrellan. El eco de las voces muertas golpea, golpea, golpea.
Solución irremediable, fuga de raíces apacibles. Decapitar el eco que determina la cabeza. Sacar la espuma que brota en los momentos retóricos, palpar el dolor rabioso alojado en el cuerpo, lo no dicho, despalabreado por miedo, ignorado en su cueva oscura, rasguñando la sombra en la pared de la vida. Romper ese centro neurálgico cobijado de artimañas, revestido de momentos frustrados, adheridos con furia en la piel del deseo irrealizado. Encumbrados en la boca de la dulce mujer que no fue, no quiso ser, no pudo ser.
* * *
Mi paranoia no existe
“Cada paranoico es el monje solitario de un convento enjaulado”.
Juan Filloy
Mi paranoia no existe, tengo conciencia de mi normalidad con extremos. No soy una flor esquizoide que ilumina las mañanas del jardín llamado vida. Soy normal.
No inmoles mis ideas con falsa coherencia, tu visión inacabada —por terrícola— no me contiene, sólo la visión del aire puede blanquear mis verdades.
Voy a darle lugar a las fugas de dilemas que se esconden en el mundo como ratas en basurales; y la magia te la dejo. Algo de metafísica hay en mi rostro, ¡Mirame! la magia de los hombres es el engaño aceptado, el misterio tras el truco recurrente que se cae, prosigue y se cae.
El mago vive del engaño efectivo y comprobado, ¡basta de magos!, son falsos seres que captan el voto con discursos ilusorios.
Promesas revolucionarias de un cambio que favorece a todos, ¡y qué casualidad! siempre caen los mismos.
Mi paranoia no existe, fijate en los trucos, en sus mañas. Todos son cómplices, te venden, te roban, nos roban. Te engañan como un niño sediento de chocolate.
Somos tantos. No estás sólo, ¡somos tantos! Me quieren encerrar, no lo repitas, es un secreto, me quieren encerrar. Saben que sé. Es por eso nada más, quieren mi silencio.
No atraparán mi mente, soy tan libre como la nube rosa que ahora pasa sobre mi cabeza. ¡Acordate! En la esquina más voraz esperaré el desierto, gritaré verdades que los hagan pensar.
Hay tantos flagelos derramados con imputabilidad por doquier, todo lo veo, ellos que caminan por las veredas ¿no lo ven?, ¿no perciben?, ¿no les duele la indignación?, ¿no sienten como si un meteoro les golpeara la cabeza con todas sus fuerzas?, eso no lo comprendo. Ante tanta verdad expuesta ¿cómo escapar? ¿Y los bienhechores de la justicia dónde están? vueltos a la injusticia con mirada inocente.
Me quieren llevar ¡desgraciados! estos y los otros, todos. ¡Basta de magos! Basta de engaño. Mi paranoia no existe, aún tengo conciencia de mí normalidad.
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Descubrí los días en un basural
Descubrí los días en un basural. Allí pasé incontables horas clasificando demonios. Demonios orgánicos e inorgánicos, deseables e indeseables.
Marcó mis días el basural, desde allí sentía el espeso olor a tierra mojada cada vez que pasaba el regador. Las tardes de verano pasaban incalculables. Las moscas rondaban la humedad de la basura. Mi inocencia se diluía como esos jugos oscuros y olorosos que se escapaban de las bolsas.
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Del libro ¨Fuga de Dilemas¨, (Luminosa ediciones, 2022)
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