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Con un esfuerzo terrible, que le arrancaba un dolor lacerante en cada uno de sus viejos huesos, la Gran Maga de Fuego, Cabiria, luchaba por arrastrarse sobre el suelo cubierto de cenizas y rocas ennegrecidas que ella misma había generado con sus poderes. Su lujosa túnica estaba destrozada, el cabello cubierto de tierra, y no quedaba rastro alguno de aquella apariencia opulenta que solía distinguirla como parte de la clase superior de su nación.
Desesperadamente, intentaba respirar, pero con cada segundo sentía que la cantidad de aire retenida en sus pulmones se reducía.
Y detrás suyo, resonaban los pasos de su perseguidor, un sonido aterrador que se acercaba como si el mismísimo dios de la muerte caminara hacia su presa. El calor era tan extremo que algunas secciones del suelo se habían cristalizado, y ahora crujían siniestramente bajo las botas de Bryan, quien avanzaba lentamente hacia la maga caída.
Finalmente, Cabiria pareció comprender que huir era inútil e hizo el esfuerzo de darse la vuelta para encarar a su enemigo, mientras le gritaba con furia:
- ¡Cómo! ¡¿Cómo lo hiciste?! -
Bryan se detuvo por un momento antes de responder:
- Me enseñaron que, cuando dos magos activan un hechizo de clase Dominio, el más refinado siempre acaba prevaleciendo. Y, aunque te deteste por ser una traidora miserable, tengo que reconocer que eres una maga muy poderosa. Sabía que no podía crear un Dominio más refinado que el tuyo… pero también sé que existe un breve lapso, mientras ambas magias compiten, en que los efectos de Dominios como la Ejecución Irrefutable dejan de funcionar. - La miró con una sonrisa cruel: - Todos los Dominios son cartas de triunfo que no se deben usar a la ligera, porque consumen al menos un tercio de la Fuerza Mental del usuario. Me imaginé que, si intentaba crear el mío justo cuando tú lanzaras un conjuro complejo, podría desequilibrar su construcción y provocarte un Contra Golpe Mágico. Y tuve razón. Claro que esto salió tan bien porque nunca imaginaste que yo también podía invocar un Dominio. -
- ¡No me refiero a eso! - Grito Cabiria, con una expresión tan colérica que parecía al borde de la locura.
Tal como Bryan había dicho, era una Gran Maga con vasto conocimiento, y aunque acababa de ser derrotada, había tenido tiempo suficiente para atar cabos y entender lo sucedido. Pero en su corazón aún había una sola pregunta que clamaba respuesta:
- ¡¿Cómo te hiciste tan poderoso?! - Exclamó por fin, con un alarido desesperado: - ¡Yo tardé más de cuarenta años de estudio solo para empezar a percibir una brizna de Quintaesencia! Y se me considera un genio en mi campo… Así que, ¿cómo es posible que un mocoso como tú ya posea el poder de un Gran Mago, si cuando te conocí no superabas el rango de Adepto? ¡¿Cómo?! ¡Dime cómo! -
Para Cabiria, cuya vida entera había estado dedicada a la búsqueda del poder, (llegando incluso a quebrar deliberadamente varios tabúes de la magia, como la experimentación humana) la existencia de un Gran Mago tan joven no solo era inconcebible, sino profundamente insultante.
Mientras tanto, Bryan se limitó a observarla en silencio, aunque con mucha atención. No es que quisiera charlar con un enemigo vencido. En realidad, quería matarla de inmediato y marcharse, antes de que los estragos del combate atrajeran a alguna criatura indeseada. Pero sabía que, en su estado actual, Cabiria podía ser más peligrosa que nunca.
Después de todo, los antiguos proverbios militares eran claros: la serpiente moribunda muerde con más fuerza e inocula el veneno más letal. Y Cabiria no era un oponente que se pudiera subestimar.
Además, Bryan necesitaba tiempo. Su propio Dominio Necromántico, aunque interrumpido, había drenado una parte considerable de su Fuerza Mental. Se sentía mareado y aturdido. En esas condiciones, quizás no podría reaccionar con su máxima velocidad. Por eso, mientras la Esencia Mágica lo ayudaba a recuperarse, intentaba provocar a su enemigo para que cometiera un error.
- Esa pregunta que hiciste… - Dijo, fingiendo considerar una respuesta. Luego sonrió con burla: - ¿Qué podría decirte? Creo que dejarte morir con la duda sería la mejor forma de torturarte. -
- ¡Eres un maldito! - Exclamó Cabiria, con los ojos enrojecidos.
- Me dicen eso a menudo. - Respondió Bryan, impertérrito.
- No somos enemigos irreconciliables, joven… - Intentó negociar Cabiria, esforzándose por recuperar un tono diplomático: - Estoy segura de que, si conversamos... -
- Yo nací una noche, pero no anoche… - Canturreó Bryan mirándola con desprecio: - No digas estupideces, vieja estúpida. Desde que me traicionaste por primera vez, al intentar abandonarme en el territorio de esa Ifrit, esto se volvió algo personal. ¡Y ahora incluso fuiste tú quien atacó primero! Ni sueñes con que te daré una segunda oportunidad. Vas a morir aquí. -
Su mirada se lleno de burla antes de continuar:
- Además, ya estás tan vieja que la tierra prácticamente te llama. ¿Cuánto te queda? ¿Un par de semanas? ¿Meses? Si de todos modos estás acabada… considéralo una oportunidad de terminar a lo grande. -
Aparentemente, comentar la edad de una mujer es un tabú universal independientemente del mundo en el que se viva, porque Cabiria finalmente perdió el control. La Gran Maga abrió la mano izquierda, revelando que había estado ocultando un segundo Anillo Espacial, mucho más discreto que el principal. En él guardaba un único objeto salva vidas: un artefacto mágico con forma de intrincado Reloj de Arena.
En cuanto Bryan lo vio, de inmediato dedujo que aquel artefacto encerraba Magia Espacial, probablemente del tipo que manipulaba el flujo temporal. Ya había enfrentado conjuros similares antes, y sabía bien cuán problemáticos podían ser si se les permitía activarse. No podía permitir que la anciana lo activara, así que tomó una decisión rápida y se lanzó al ataque.
La Esencia Mágica dentro de su cuerpo se activó al mismo tiempo que daba un paso para propulsarse hacia adelante, con el Desgarrador Sombrío apuntando a la cabeza de la anciana. Cabiria apenas entendió lo que ocurría cuando ya tenía la punta de la espada a escasos centímetros del rostro. Sin embargo, años de experiencia y un deseo visceral de sobrevivir permitieron que la Gran Maga exprimiese una última reserva de energía y crear una barrera defensiva que desvió el ataque.
No obstante, Bryan no detuvo su ataque. En un solo movimiento, desvió su ataque y lo que debía ser una estocada se convirtió en un tajo. La hoja cortó limpiamente la mano con la que Cabiria sostenía el artefacto.
El cuerpo de la anciana se sacudió de dolor, y la sangre brotó de inmediato. Bryan, al verla desarmada, por fin se sintió seguro para rematarla. Sin embargo, incluso entonces, aquella tenaz mujer se negaba a rendirse.
Y lo más sorprendente: aún le quedaba un recurso. Había preparado su artefacto para que se descontrolase y estallase si el hechizo que contenía era interrumpido. Al mismo tiempo, usó la mano que le quedaba para expulsar una ráfaga de fuego que la impulsó lejos de aquel lugar. En esas circunstancias no podía controlar la dirección, ni saber a dónde se dirigía. Pero cualquier lugar le parecía mejor si se alejaba de aquel joven monstruoso que en ese momento la aterrorizaba más que cualquier cosa en el mundo.
Por el rabillo del ojo, Bryan había notado que el artefacto comenzaba a resplandecer de un modo peligroso, así que rápidamente saltó hacia atrás. Al mismo tiempo dio una orden mental al Zombi Élite de Fuego, quien inmediatamente soltó su rugido calórico y envió volando al artefacto lejos con una certera oleada de aire caliente.
Unos segundos después, se produjo una fuerte explosión que pudo haber sido peligrosa. Pero gracias a su acertada reacción, Bryan evitó recibir daño. El problema fue que la ceniza del suelo se levantó, formando una nube que impedía toda visibilidad a su alrededor.
“¡Qué resistencia inútil!”
Bryan cerró los ojos y se concentró en escuchar. No transcurrió mucho tiempo antes de que sus oídos sobrehumanos consiguieran distinguir el sonido de las llamas que producía Cabiria en su intento de escapar. Acto seguido, se lanzó en su persecución con una velocidad aterradora, como un león tras su presa.
- ¡No! ¡Aléjate! - Gritó la Gran Maga, aterrada.
Pero ya era demasiado tarde. Bryan apareció frente a ella y le propinó una patada brutal que la arrojó contra el suelo. A pesar del impacto, sorprendentemente, Cabiria aún respiraba. Pero era evidente que había llegado el final: sus huesos estaban hechos trizas y sus órganos, destrozados.
- No tiene caso prolongar su miseria… - Susurró Bryan, caminando hacia ella con la intención de darle el golpe final.
Entonces lo sintió: una vibración leve, pero extraña, que le recorrió los pies.
Su atención se desvió más allá del cuerpo caído de Cabiria. Bryan descubrió entonces que aquella persecución los había llevado hasta el límite del terreno devastado por su combate. A solo unos metros comenzaba la floresta del bosque, y desde allí, Bryan percibió claramente un nuevo sonido que se acercaba a gran velocidad... una auténtica estampida.
Unos segundos después, emergieron de la espesura.
Una manada de centauros, decenas de ellos, irrumpían desde el bosque con expresión de pánico. Bryan se tensó, esperando un ataque, pero se dio cuenta de que no venían por él. Ninguno intentó embestirlo o atacar a la moribunda Cabiria. Por el contrario, los centauros apenas los miraron antes de abrirse paso a los lados, desesperados por continuar su huida.
Aquello no tenía sentido. Si no venían a luchar, ¿de qué huían con tanto terror?
Bryan dudó por un instante. Pensó en escapar también, pero al mirar atrás solo encontró un terreno abierto y calcinado. Si volaba, se convertiría en un blanco fácil para lo que fuese que se aproximaba. Lo más prudente sería quedarse donde estaba, averiguar primero a qué se enfrentaba... y entonces decidir.
El grupo de centauros seguía huyendo desesperadamente cuando, de pronto, los árboles comenzaron a crujir. Un instante después, fueron desgarrados por una fuerza imparable. Bryan contempló, con asombro contenido, cómo un elefante colosal emergía de la espesura, arrasando con todo a su paso. Sus colmillos eran de metal, y sus ojos amarillos centelleaban con furia descontrolada.
Aquellos ojos le llamaron la atención.
“¡Es un Tuskarru!”
En la Academia Babilonia, Bryan había leído sobre criaturas como esa: los tuskarrus, paquidermos gigantescos que podían destruir ciudades enteras cuando entraban en frenesí. Las leyendas decían que habían sido creados por un antiguo dios herrero, quien los forjó a partir de la piedra y el metal profundo de la tierra. En algunos reinos más allá del mar, estas criaturas eran consideradas sagradas, y solo los reyes o los guerreros más valientes tenían el derecho de montarlas.
Cuando uno de estos titanes moría, sus colmillos podían usarse para fabricar armas extraordinarias: escudos, lanzas o espadas que conservaban parte de la fuerza brutal de su carga. Sin embargo, no era fácil obtenerlas porque aquel metal oscuro era muy difícil de trabajar y se resistía a los encantamientos. Así que la tasa de éxito era relativamente baja.
Y existía una nación especialmente famosa por haber incorporado a estas criaturas en su ejército: la Alianza Mercante de Tiro. Aunque su fuerza principal estaba compuesta por mercenarios, mantenían un núcleo propio de soldados de élite para protegerse en caso de traición. Este núcleo incluía una fuerza de doscientos Tuskarrus entrenados para la guerra y una falange especializada de aproximadamente dos mil hoplitas, cada uno armado con armas fabricadas a partir de colmillos de Tuskarru.
A esta unidad de élite se la conoció como la Guardia de Marfil Negro, y su concepción se inspiró en el legendario Batallón Sagrado del Templo de Idramón. De hecho, surgió tras las hazañas de dicho batallón durante la Segunda Guerra Sagrada. Aunque no alcanzaban el mismo nivel de poder, eran más que suficientes para cumplir su cometido: enfrentar a cualquier ejército que lograra superar a la poderosa flota tiria y desembarcar en sus costas, siempre respaldados por contingentes de mercenarios.
La Guardia de Marfil Negro rara vez abandonaba la propia ciudad de Tiro. Solo se movilizaban contra enemigos que amenazaban la supervivencia de la Alianza Mercante. Precisamente por eso, el Imperio Itálico los había enfrentado en más de una ocasión, y su existencia se encontraba ampliamente documentada en los Archivos del Manto Oscuro.
Por fin, Bryan apartó la vista de los ojos del animal y dirigió su atención hacia la figura que lo montaba. El jinete llevaba una armadura que, si bien recordaba vagamente a las utilizadas por los hoplitas de las ciudades de la Liga Etolia, presentaba claras diferencias tanto en diseño como en fabricación.
En cuanto al guerrero que la llevaba, la impresión que le causaba a Bryan era inquietantemente similar a la que había sentido al enfrentarse a Atreo Mikel o Ilo Tros.
“Mierda... Es un Gran Caballero de la Alianza Mercante de Tiro.”
Como si eso no fuera suficiente, una fuerza de infantería formada por al menos un centenar de Caballeros de la Tierra apareció poco después, junto con varios magos. Era evidente que habían venido tras el Tuskarru, y su presencia encendió todas las alarmas en la mente de Bryan. Una cosa era que la Gran Maga Cabiria hubiera venido con una escolta, pero la llegada de un Gran Caballero junto con lo que claramente eran tropas de élite significaba que algo muy serio estaba ocurriendo.
“¿Qué demonios está planeando la Alianza Mercante de Tiro? ¿Por qué están aquí, en el Bosque Oscuro?”
Mientras tanto, la anciana Cabiria comenzó a recobrar el conocimiento. A pesar de sus heridas, una sonrisa apareció en su rostro, como si creyera que aún tenía una oportunidad de sobrevivir. De manera que extendió una de sus manos con dificultad, en un gesto suplicante, mientras susurraba con las últimas fuerzas que le quedaban:
- Sálvame… Zamek -
Bryan frunció el entrecejo. No importaba lo que hicieran, a estas alturas dudaba que incluso algo tan poderoso como la Esencia de Gorgona pudiera reparar el cuerpo destrozado de la anciana Cabiria. Además, al observar con mayor detención, no detectó la presencia de magos particularmente poderosos entre el grupo, por lo que, a menos que dispusieran de algún artefacto legendario capaz de generar una barrera defensiva, estaba convencida de que podría retirarse con relativa seguridad… si se empleaba a fondo.
El Tuskarru representaba un peligro real, pero no podía seguirlo por el aire. Sabiendo esto, la mejor estrategia desaparecería temporalmente, escabullirse entre la espesura del bosque y, desde las sombras, seguir a los tirios sin ser detectados. Así podría descubrir cuál era su verdadero propósito en el Bosque Oscuro.
Sí, eso era lo más prudente… pero aún no se decidía.
El motivo de su vacilación era el Anillo Espacial de Cabiria, el que todavía no había logrado arrebatarle. Desde donde estaba, podía verlo brillar discretamente en la única mano que le quedaba a la anciana. ¡Qué lástima que el que llevaba en la izquierda hubiera sido uno secundario, donde probablemente solo llevaba aquel extraño reloj! En cambio, el grueso anillo de oro con un rubí engarzado que reposaba en su mano derecha resplandecía con una intensidad inconfundible. Estaba saturado de energía mágica. Era evidente que contenía tesoros valiosísimos, dignos del rango de una Gran Maga como Cabiria.
“¿Vale la pena el riesgo?” Se preguntaba Bryan.
Aún conservaba una buena cantidad de Esencia Mágica, pero sus reservas de Fuerza Mental estaban seriamente mermadas, y varias de sus heridas seguían sin cicatrizar del todo. En esas condiciones, no se sentía preparado para enfrascarse inmediatamente en un nuevo combate a muerte contra un Gran Caballero que poseía una montura de clase legendaria.
Y sin embargo… quizás, solo quizás, si lograba robar el Anillo Espacial de Cabiria con la suficiente rapidez, aún podría huir antes de que reaccionaran.
En ese momento, Bryan notó que el guerrero (ese al que Cabiria había llamado Zamek) hizo un leve movimiento, así que adoptó de inmediato una postura de combate anticipando un movimiento. Sin embargo, aquel hombre no atacó ni intentó rescatar a la Gran Maga. En lugar de eso, cruzó las piernas sobre la silla con un gesto desdeñoso y, mirando hacia sus hombres, dijo con voz seca:
- ¿Ven? Sabía que esa maldita vieja estaría aquí. -
- Esa explosión solo podía ser de ella. - Respondió uno de los caballeros con una sonrisa extraña, casi burlona. Al instante, los demás rieron con complicidad, como si compartieran un chiste que solo ellos entendían. Las expresiones de los magos, en cambio, se volvieron sombrías.
Bryan frunció el ceño, dándose cuenta de que había algo muy raro en la dinámica del grupo. La relación entre Cabiria y esos hombres no parecía precisamente cordial.
- Sí, y ahora esta traidora, que abandonó su deber para marcharse por su cuenta… nos está pidiendo que la salvemos. - Continuó Zamek, esbozando una sonrisa cruel que destilaba desprecio.
Repentinamente, el Gran Caballero azuzó a su Tuskarru con un golpe y la bestia respondió con una velocidad que parecía imposible para su tamaño, embistiendo el suelo con un paso colosal. Un crujido infernal atravesó la espesura cuando una de sus patas delanteras, más gruesa que el tronco de un árbol, cayó como una sentencia sobre el cuerpo postrado de Cabiria. No hubo grito, solo un chasquido húmedo y el sonido grotesco de huesos colapsando bajo toneladas de músculo y metal oscuro. El impacto hizo temblar la tierra; las raíces más cercanas se partieron como si compartieran el espasmo final de la mujer.
Una nube de sangre caliente se elevó como vapor bajo la pezuña del Tuskarru. Lo que quedaba de la Gran Maga era una masa informe, reducida a carne amoratada y fragmentos de hueso incrustados en el barro. Su valioso Anillo Espacial, atrapado entre la pierna de la bestia y el suelo, se estalló en una chispa de luz rojiza, liberando una ráfaga de energía que se disipó en segundos, como un suspiro mágico extinguiéndose. Ni rastro de sus tesoros, ni posibilidad de saqueo. Solo el zumbido sordo de la muerte reciente y la respiración profunda del monstruo.
Bryan no podía creerlo. Cabiria había sido asesinada de forma brutal, sin ceremonia alguna, justo frente a sus ojos, y por soldados de su propio pueblo. Una cosa era matar a un enemigo, pero no podía creer que los tirios tuviesen las agallas de sacrificar a una Gran Maga, una importante carta de triunfo, de ese modo, como si se tratase de una vulgar criminal.
La impresión lo dejó atónito, y la decepción por la destrucción del valioso Anillo Espacial nubló sus pensamientos durante un breve instante. Solo reaccionó cuando percibió que el Gran Caballero comenzaba a espolear de nuevo a su bestia, pero esta vez, la monstruosa silueta del Tuskarru avanzaba con firmeza en dirección a él.
“¡Debo escapar!” Pensó Bryan, retrocediendo un pie para dar media vuelta.
Pero justo en ese momento se escuchó un impacto seco: el Zombi Élite de Fuego acababa de aterrizar junto a Bryan. Una vez más, la criatura actuó por cuenta propia. Sin esperar órdenes, soltó un rugido visceral y disparó las escalas erizadas de su armadura, que se dispersaron como una lluvia de plumas ardientes sobre el grupo de caballeros tirios. Las primeras filas retrocedieron al instante, pero los rezagados, sin comprender el peligro, extendieron la mano para examinar aquellas misteriosas ascuas. No tuvieron tiempo de arrepentirse. En cuestión de segundos, las llamas aprendieron sus cuerpos como si fueron antorchas humanas. Al final, el Aura de Batalla salvó a la mayoría, pero no a todos: varios quedaron envueltos en fuego, y muchos sufrieron quemaduras graves a pesar de la protección de sus armaduras. La andanada fue tan intensa que incluso el cuerpo del Tuskarru quedó cubierto, obligándolo a emitir un bramido gutural que hizo temblar los árboles a su alrededor.
Zamek no había anticipado que aquella criatura tuviera un ataque capaz de herir a su montura, cuya piel era tan dura que ni las jabalinas ni las flechas solían afectarla. Sin perder tiempo, activó su propia Aura de Batalla, rodeándose a sí mismo y a su bestia con un resplandor plateado que los volvieron casi invulnerables. Al mismo tiempo, el Tuskarru usó su propio poder y la piel del paquidermo se oscureció en zonas clave, adquiriendo un brillo metálico similar al de sus cuernos, transformándose, en esencia, en un tanque viviente.
- ¡Carajo! - Exclamó Bryan, saltando hacia atrás y rodando por el suelo. Su rápida reacción le salvó la vida, porque apenas un segundo después el coloso cargó hacia ambos como un avatar de la destrucción, aplastando todo a su paso. Sus cuernos atravesaban las rocas como si fuesen barro, sus orejas generaban ráfagas de viento capaces de desestabilizar a un hombre acorazado, y sus patas pulverizaban cuanto tocaban. Bryan buscó con desesperación al Zombi Élite de Fuego... y lo encontró atrapado entre los colmillos de la bestia, siendo arrastrado por el suelo en una trayectoria violenta, dejando tras de sí un rastro de magma incandescente.
El zombi, en su forma encendida, luchaba desesperadamente por liberarse. Sus garras de fuego, las mismas que una vez fundieron con un solo toque el mandoble de un Caballero del Mal, se clavaban contra los colmillos de la bestia. Pero el material de aquellos dientes era mágico, poderoso. Aunque las puntas se veían al rojo vivo, el calor no se propagaba por el resto de la estructura, y no había señal alguna de que se estuvieran fundiendo.
- ¡No! - Gritó Bryan desesperado, dando un salto mientras emprendía el vuelo tras el paquidermo para rescatar a su criatura. Lanzó varias bolas de fuego carmesí contra la cabeza del Tuskarru con la intención de herir a Zamek o al menos llamar su atención, pero no logró detener la carga de aquel titán ni alterarla en lo más mínimo. Apretó los dientes, aceleró al máximo y descendió con el Desgarrador Sombrío listo para asestar una estocada mortal al cuello del jinete.
- ¡Suéltalo o te mataré! - Exclamó.
Daba igual que se tratase de un Gran Caballero; Bryan estaba convencido de que un golpe certero con toda su fuerza en un punto vital debía causarle algún tipo de daño. Sin embargo, al ejecutar la estocada, sintió un retroceso tan brutal que por poco le disloca el hombro. Era como si hubiera intentado atravesar un bloque de piedra encantado. Al fijarse mejor, notó que, bajo el resplandor plateado del Aura de Batalla y la propia armadura, todo el cuerpo de Zamek se había oscurecido, con un tono idéntico al de la piel del Tuskarru. Tres capas de defensa: Aura, armadura y transformación mágica. Una muralla imposible de romper.
“¡Maldita sea!”
Bryan recordaba bien lo que se decía sobre los Grandes Caballeros: podían desatar hasta el cincuenta por ciento del poder de la criatura con la que hubieran formado un Pacto. Sofía, en su momento, había canalizado apenas una fracción del poder divino de su caballo alado y aún así generó una carga tan devastadora que él mismo terminó traumatizado. El Tuskarru no tenía naturaleza inmortal, pero seguía siendo una bestia legendaria. Y, aparentemente, su jinete era capaz de manifestar en su cuerpo la poderosa coraza física del paquidermo.
Entonces, Bryan lo vio voltear apenas un instante. Zamek lo observaba con desdén, como si mirase a una mosca impertinente. Luego alzó su hacha de guerra y la blandió con un movimiento amplio, casi perezoso, como si se abanicara. El mensaje era claro: no lo consideraba digno de recibir un golpe con el filo. Pero la onda que generó fue tan violenta que mandó a Bryan volando varios metros hasta estrellarse contra el suelo con un estruendo seco.
Más de veinte Caballeros de la Tierra se movieron con rapidez y lo rodearon en un círculo mortal, con expresiones cargadas de ira. Claramente deseaban vengarse por sus compañeros caídos, pero ninguno se atrevía a dar el primer paso. Estaban convencidos de que Bryan ya debía estar muerto. Después de todo, no parecía poseer un Aura de Batalla que protegiera su cuerpo, y todos sabían cuán destructiva era la energía de su comandante, capaz de pulverizar a una persona con el más leve contacto.
De hecho, en ese preciso instante, pudieron ver rastros del resplandor plateado aun brillando en el cuerpo de Bryan, generando nuevas heridas que se abrirían a cada segundo.
Sin embargo, para sorpresa de todos, Bryan se incorporó de un salto.
Su cuerpo estaba cubierto de cortes sangrantes, pero su postura firme y sus movimientos ágiles hacían parecer que el dolor no existía. Ante los ojos atónitos de los caballeros, el Aura de Batalla residual comenzó a ser absorbida por las heridas abiertas, desapareciendo en su interior como si su cuerpo la devorara.
Nadie había visto algo parecido.
Los Caballeros de la Tierra reaccionaron al fin, intentando desenvainar sus armas… pero ya era demasiado tarde.
- ¡Repulsión Sanguinaria! -
Utilizando su sangre derramada como catalizador, Bryan desató una devastadora onda de energía interna que desintegró por completo a las primeras filas de Caballeros. Los que lograron defenderse con su Aura de Batalla fueron arrojados por los aires como muñecos rotos. La técnica era costosa en términos de energía, pero en ese momento a Bryan no le importaba ser prudente. Quería ser cruel. Quería ser despiadado.
Por el rabillo del ojo, pudo ver que el grueso de caballeros, que hasta ese momento mantenían sus posiciones en el margen del bosque, ya estaban corriendo a toda prisa para ayudar a sus compañeros. De manera que extendió ambas manos y comenzó a girar sobre sí mismo, lanzando horribles chorros de fuego carmesí contra los hombres derribados, provocando una escena de horror y devastación. Al mismo tiempo, activó el conjuro de Deimos con el Desgarrador Sombrío, ordenándole absorber toda la energía generada por las emociones de sus víctimas: miedo, rabia, pánico. Su arma mejorada obedeció con precisión letal, rodeándose de un resplandor carmesí alimentado por el sufrimiento.
Entonces Bryan empuñó nuevamente su arma y lanzó tres potentes tajos de energía en dirección a la espalda del Tuskarru. Las ondas cortantes surcaron el aire y se estrellaron violentamente contra los cuartos traseros de la bestia.
Esta vez sí hubo una reacción.
Aunque su piel era como una muralla, la bestia soltó un bramido de dolor y dio un salto lateral, girando sobre sí misma con movimientos ágiles e instintivos, completamente alerta ante lo que finalmente percibía como una amenaza.
En lo alto de su montura, Zamek observaba en silencio, visiblemente sorprendido por lo que acababa de presenciar. Cuando vio por primera vez a Bryan con una espada, pensó que se trataba de un guerrero común. Cuando atacó sin usar Aura de Batalla, lo tomó por un espadachín mágico que no sabía cuál era su lugar. Después de todo, este tipo de guerreros tenía un límite de crecimiento y aunque eran peligrosos para la gente común, nunca podrían superar a un Caballero de la Tierra, mucho menos a un Gran Caballero como él.
Por eso no le prestó demasiada atención al principio, concentrando sus esfuerzos en eliminar a la criatura ígnea.
Sin embargo… este joven era mucho más peligroso de lo que había imaginado.
- Interesante. - Susurró Zamek, esbozando una sonrisa depredadora, como un tigre que acaba de encontrar una presa digna.
Pero Bryan no estaba prestando atención a Zamek ni a la multitud de Caballeros de la Tierra que se aproximaban o a los magos que comenzaban a conjurar barreras para intentar atraparlo. Toda su atención se encontraba en la criatura que se encontraba en el suelo, a unos metros del Tuskarru. La fuerza de la embestida había destruido el cuerpo del Zombi Élite de Fuego, dejándolo sin piernas y con la mitad del torso. Lo que quedaba de su cuerpo estaba desintegrándose rápidamente en lo que parecía ser una nube de cenizas y brasas, hasta que finalmente desapareció con un gemido final, dejando únicamente el resplandeciente orbe del Corazón de la Primera Llama en el suelo.
- No… - Susurró, con una voz apenas audible.
El Zombi Élite de Fuego que tan difícilmente había conseguido formar había sido destruido. Y cuando la conexión mental entre ambos se rompió, la ira de Bryan estalló como una erupción volcánica que amenazaba con tragarse a todos a su alrededor. Todos podían ver a simple vista aquella energía maligna que expulsaba su cuerpo, envolviéndolo como un tornado furioso que provocaba chispas en el aire. Sus ojos se volvieron carmesís y una expresión aterradora se apoderó de su semblante.
Para entonces, los caballeros de la Alianza Mercante de Tiro ya habían formado un perímetro a su alrededor y cerraban el círculo con firmeza. Sin duda, tenían la ventaja numérica y táctica. No había razón para sentirse inseguros.
Sin embargo, al percibir el poder creciente del extraño individuo en el centro del campo, y la intensidad abrumadora del odio que emanaba de su cuerpo como una llama viva… vacilaron en atacar.
- ¡Por fin, un hombre al que vale la pena matar! - Exclamó Zamek desde lo alto de su Tuskarru.
Todo su cuerpo estalló en un potente resplandor plateado que se canalizó hacia su montura, recubriéndola con la forma de cientos de púas afiladas como lanzas. Era el despliegue de sus Artes de Batalla, diseñadas para potenciar la ya devastadora carga de su paquidermo con los filos letales de un centenar de espadas.
- ¡Di tu nombre, desconocido! ¡Tu derrota me llenará de gloria! - Declaró el Gran Caballero con una expresión enloquecida de júbilo.
Pero Bryan permanecía inmóvil, completamente ajeno a los soldados que lo rodeaban o al arrebato eufórico de su enemigo. Su mente estaba enfocada en una sola cosa, y no le importaba sacrificar años de vida si con ello lograba su propósito.
Así que, mientras se preparaba para consumir un par de gotas de su valiosa Esencia de Sangre, alzó su espada y, con una mirada llena de rencor, respondió:
- ¿Gloria? ¿Piensas en algo así como un duelo? No, no pienso darte nada de eso. Solamente vas a morir. Te sacrificaré como a un perro rabioso… ¡Los voy a matar a todos, sin dejar ni un cadáver intacto! -
- ¡Ya que rechazas un duelo honorable, te borraré de la memoria junto con mis hombres, como a un tonto sin nombre! - Rugió Zamek, ofendido por aquella respuesta.
La masacre estaba a punto de comenzar. Bryan se disponía a lanzarse contra la muralla de cuerpos que lo rodeaba. Al mismo tiempo, Zamek gritó la orden de carga y el mundo mismo parecía temblar bajo los pies de su paquidermo.
Pero entonces ocurrió algo que nadie pudo prever.
Sin previo aviso, el suelo se resquebrajó con un crujido espantoso que pareció hacer gritar a la propia tierra como si esta estuviese viva… y sufriendo. Desde las grietas emergieron columnas de fuego y lava ardiente que se dispararon hacia el cielo como lenguas de furia, incandescentes y rugientes, transformando el campo de batalla en una visión infernal. El calor se volvió insoportable. Rocas al rojo vivo comenzaron a flotar, como si la gravedad hubiera olvidado su deber, mientras el aire se teñía de rojo anaranjado y el cielo se cubría con nubes densas que cubrieron el firmamento.
El terreno antes firme se volvió inestable y estaba cubierto de fisuras o charcos hirvientes que vibraban con una energía antigua, salvaje, imposible de controlar. Era como si una nueva dimensión hubiera surgido del subsuelo para tragarse a todos los presentes.
Los caballeros vacilaron. Algunos retrocedieron, otros cayeron al suelo sin comprender qué estaba sucediendo. Incluso el Tuskarru giró inquieto sobre sus patas, resoplando vapor por los colmillos, mientras el resplandor de las Artes de Batalla comenzaba a desvanecerse frente al nuevo poder que ahora dominaba el campo.
Nadie entendía lo que ocurría, pero todos lo sintieron al mismo tiempo: algo había despertado… y era más peligroso que cualquiera de ellos.
Zamek y su Tuskarru
Hola amigos. Soy Acabcor de Perú, y hoy es miércoles 23 de abril del 2025.
Han pasado tantas cosas: La Semana Santa, que espero todos hayan disfrutado; el triste fallecimiento de Su Santidad Francisco, que ahora está en la gloria de Dios; la inauguración de múltiples obras por parte del burgomaestre de Lima Metropolitana; la merecida condena a 15 años de prisión del ex presidente del Perú Ollanta Humala, lo que demuestra que en mi país hay justicia.
En cuanto a mí, sigo tratando de recuperarme, aunque me arde la vista cuando estoy mucho tiempo en la PC, así que no puedo escribir como quisiera. Pero afortunadamente siento que mi salud está mejorando en general y bajado unos 7 kilos en lo que lleva del mes, así que la dieta está funcionando.
También me alegra anunciarles que me he reconciliado con mi gato, el mismo que fue responsable de gran parte de mi sufrimiento. Así es, ya no estoy enojado. Y sepan que nada tuvo que ver el que lo llevase a una campaña gratuita de esterilización que hubo en mi distrito. Creo que es importante que las personas seamos responsables de nuestras mascotas para que no se reproduzcan sin control, dejando animalitos sin dueño solos en el mundo. Esa y no otra fue mi motivación para esterilizarlo. No hubo ninguna otra razón.
En cuanto a entretenimiento, pues Netflix estrenó la serie de Devil My Cry. Y creo que ha estas alturas todos saben que yo soy un fanático de esta franquicia, especialmente del personaje de Dante. También espero haber dejado claro lo mucho que odio a Nero, aunque eso no me ha impedido jugar todos los juegos, incluso esos en los que lo imponen como protagonista. Así que supongo que estoy en una buena posición para juzgar esta serie.
Voy a dar mi opinión comenzado con lo siguiente: Netflix tiene fama de arruinar las adaptaciones, y en este caso lo hizo. Pero las partes arruinadas… no son lo peor que he visto hacer a esta franquicia que parece querer especializarse en destruir otras franquicias.
Con eso en mente aquí va mi opinión: DMC de Netflix es una serie 50 %.
Primero lo mejor: Dante está muy bien hecho, tanto sus diálogos como sus reacciones y las escenas de acción; que son el corazón de Devil My Cry. Y si eso no estuviese bien, pues no tendría sentido ver esta serie. El villano, contra todo pronóstico, está bastante aceptable en el sentido de que sus actitudes, diseño y diálogos funcionan. El Soundtrack es muy bueno y también las animaciones. También hay varios personajes secundarios con los que uno se encariña.
Ahora lo malo, de menor a peor:
Lady: En principio sus diálogos están repletos de comentarios insultantes con lo idea de darle esa imagen de Girl Boss típica del Wokeismo, lo cual nunca es bienvenido. Sin embargo, en comparación a otros personajes arruinados de la misma manera, el efecto no se siente tan fuerte y uno podría pasarlo por alto.
Luego está el problema de que constantemente vence a Dante en todos sus enfrentamientos, mientras que pierde en casi todos sus encuentros contra los demonios… lo cual no tiene sentido. Primero, porque ella es una humano, y aunque Dante se contenga, sigue siendo una hormiga retando a un elefante. Segundo, incluso con el apoyo de tecnología, la resistencia jamás podría estar a la altura del protagonista semi inmortal.
Pero lo realmente malo es que le dan a ella casi la mitad del tiempo en pantalla y de Lore… ¡cuando Lady no es la protagonista! ¡Dante lo es! Perdemos tiempo viendo sus problemas personales, cuando deberíamos concentrarnos en establecer la historia de Dante, ya que es la primera temporada. Pero al final, por como resultaron las cosas, bien podría cambiársele el nombre al show a Lady My Cry.
CGI: En algunos casos es un asco, lo cual contrasta con la excelente animación que hay en otros. Es triste porque incluso se las arreglaron para que todas las escenas de acción coincidiesen con los soundtracks, pero hay algunos personajes que están tan mal hechos que uno pensaría que lo hicieron a propósito.
Mensajes Subliminales: Según está serie, los demonios son reales, pero Dios no lo es. De hecho, incluso constantemente mandan el mensaje de que ser “demasiado cristiano” es peor que ser un demonio… ¿Quién hizo esta serie, la secta satánica? En el juego, la ausencia de religión funcionaba porque todo ocurría en ciudades alternativas, pero esta serie nos traslada el mundo real e inician incendiando el Vaticano. Además, el villano principal no son los demonios sino el Gobierno de EE. UU con un vicepresidente cristiano. Por no mencionar que hacen esta estupidez de volver a abogar por la inmigración, haciendo que muchos demonios en realidad no sean “malos” sino que son pobres refugiados que buscan una mejor vida, pero los malvados policías de Trump, perdón, el vicepresidente, no los dejan entrar. ¡Eso fue vomitivo!
Lo cual nos lleva a lo peor de la serie…
Demonios Buenos: En el Lore de DMC, el padre de Dante, Caballero Oscuro Sparda es literalmente el UNICO demonio bueno porque logró “ir contra su naturaleza” y sacrificarse para sellar la puerta del mundo demoniaco. Incluso si pudiese haber otro, jamás podría entrar a nuestro mundo, porque se nos deja claro que solamente los demonios más poderosos desarrollan inteligencia y emociones. El resto son bestias sanguinarias.
De hecho, la trama principal de DMC gira entorno a Dante, como híbrido medio demonio, teniendo que elegir interiormente entre su lado demoniaco (poder) y su lado humano (compasión), siendo este último lo que siempre escoge. Su hermano malvado Vergil es precisamente un villano porque elige abrazar su herencia demoníaca en lugar de la humana debido a su deseo de poder.
O sea… ¡Si, los demonios SON MALOS por NATURALEZA en DMC! ¡Así es el Lore!
Pero en esta serie nos dicen “no todos los demonio son malos”. Que hay “demonios buenos” que solamente quieren una vida mejor. Y finalmente, que el infierno es malo porque NOSOTROS los humanos lo hicimos malo al separar los mundos. Es NUESTRA culpa que los demonios lo pasen mal. Ellos podrían ser buenos inmigrantes, solo que nosotros no los dejamos. Nosotros, especialmente los “malvados cristianos”, somos intransigentes con estos pobres engendros. Y estos pobres entes construidos a partir de la sangre de sacrificios de niños en realidad no son más que incomprendidos.
Los demonios, según esta serie, pueden ser más buenos que las personas.
¡Tienes que haber fumado mucho para imaginar algo como esto! Eso o realmente ser parte de la Secta Satánica, porque no se me ocurre otro modo de pensar en algo así.
Así que, si solo te concentras en Dante y sus escenas de acción, disfrutarás esta serie. Pero si le prestas mucha atención a la trama, verás mucha basura Woke encubierta, aunque como ya mencioné… no es la peor basura que ha hecho Netflix.
¿Recuerdan a The Witcher temporada 3?
Bueno, voy a tratar de ir recuperando el ritmo dentro de lo posible. Espero que les hayan gustado esta capítulo y ansío leer sus comentarios al respecto. También espero que les hayan gustado las imágenes.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!