25 años de cambios

Hace 25 años todavía se podía fumar en los institutos, en los cines se proyectaba Pretty Woman y Bailando con lobos, y yo estaba intentando controlar mi pasión por el chocolate. Es en este contexto en el que surge Ikaslan.

Creo que ni las mentes más preclaras de la época se hubieran imaginado el mundo ni el lugar que ocupan la FP e Ikaslan, como organización que nos representa, dentro del sistema educativo, el valor añadido que aporta a las empresas y la cantidad de oportunidades que se les abren a los jóvenes para que se puedan integrar en una sociedad que los mira con recelo.



Mariano Román

IES Mungia BHI

En este primer cuarto del siglo XXI, aunque la FP constituye la opción A de las familias recién llegadas al sistema educativo vasco, sigue siendo la opción B de la mayoría de las familias de nuestro entorno.

Gran parte de nuestro alumnado llega a ella después de “supuestamente” haber fracasado en la educación eminentemente académica. Cuando descubren que en la FP hay ciclos formativos cuyos aprendizajes enlazan directamente con sus intereses vitales y que hay otras formas de aprender en las que el alumnado es el protagonista, la proyección de dicho alumnado es meteórica.

Las grandes empresas de la zona de hace 25 años tenían una gran desconexión con el sistema educativo y se dejaban llevar por las creencias largamente instaladas en el subconsciente colectivo. A la hora de escoger personal para sus puestos medios y de producción, generalmente escogían alumnado de bachillerato.

Ese criterio ha cambiado y ahora las empresas se pelean por el alumnado de Grado Superior después de haberlos visto trabajar en el período de Formación en Centros de Trabajo. Es una juventud creativa ante los problemas y acostumbrada a reinventarse, y eso gusta en el mundo del trabajo.

Gestionar la incertidumbre es una fortaleza que definirá a los y las jóvenes de esta generación.

Solo el mundo laboral facilita, en estos momentos, las oportunidades para madurar en un tiempo récord y el peaje para acceder a él es una formación sólida en competencias técnicas y actitudinales.

Estas destrezas se consiguen rápidamente a través de los estudios de FP ya que su metodología hace al alumno protagonista de su aprendizaje, le capacita para la resolución de problemas y de retos tanto individuales como grupales. Asimismo, todo esto sucede en un entorno motivador por lo que, en un corto espacio de tiempo, se consiguen resultados que ni los propios alumnos se imaginaban que eran capaces de conseguir.

En resumen, pienso que el futuro se presenta brillante para el aprendizaje y ahí es donde radica la fortaleza de la FP. Parece mentira pero hemos redescubierto lo que ya era evidente para los antiguos griegos, es decir, que se aprende haciendo.

En mis años como educador lo tengo comprobado: una vez que se enciende la chispa del aprendizaje y la curiosidad en el alumnado, la transformación es tal que no existen límites para llegar hasta donde dicho alumnado quiera. Es entonces cuando empiezan a escribir su futuro y son conscientes de que ellos/as son los verdaderos protagonistas de su transformación.

Desde los institutos de FP solo ponemos las condiciones (tierra, abono, agua, luz…) para que el alumnado florezca y lo capacitamos para que den la mejor versión de sí mismos. Es evidente que este tipo de formación ha dado muy buenos resultados y en el futuro no descarto que, dentro de la FP reglada, se incluyan otro tipo de aprendizajes como son todo lo que nos hace ser seres humanos como son las las emociones y el respeto y cuidado del cuerpo más allá del mundo del trabajo.

Termino compartiendo con vosotros que conseguí controlar mi adicción al chocolate, pero eso es otra historia.