SOBEJANO: MÃs bien de preguntar que de hablar. Ciertamente, no sabÃa si llamar a esto una conversaciÃn, un cuestionario, una interrogaciÃn... BORGES: Un catequismo, tambiÃn, un catequismo. ÂQuà le parece? ÂPor quà no? SOBEJANO: Bien, entonces, comenzarà con una pregunta, a ver quà le parece. Usted ha declarado que es un poeta que no quisiera ser un poeta que canta, sino uno que diga... BORGES: los argentinos no somos de interjecciones. Nuestra poesÃa es mayormente oral, mÃs que exclamatoria. SOBEJANO: Pero al mismo tiempo, usted ha expresado admiraciÃn o un especial respeto por ciertos poetas espaÃoles. BORGES: ÂClaro que sÃ, por supuesto! SOBEJANO: Por ejemplo, Jorge GuillÃn, Jorge Manrique... BORGES: Jorge GuillÃn me parece el mayor poeta de la lengua espaÃola, Âno es cierto? Sin ofender a nadie, espero. SOBEJANO: ÂCree usted que alguno de estos dos poetas es grandilocuente? BORGES: No, felizmente no. SOBEJANO: ÂGuillÃn? BORGES: No, no, felizmente no. SOBEJANO: ÂA quà poeta espaÃol considera usted grandilocuente y musical? Es decir, que "canta" pero no "dice". BORGES: Pienso que hay tantos que la lista serÃa infinita. SOBEJANO: ÂExceptuarÃa a Manrique? BORGES: SÃ, y a muchos otros. SOBEJANO: Y a GuillÃn. ÂQuà le parece Quevedo? BORGES: Sobre todo, el mejor poema en lengua espaÃola, a mi parecer, es la "EpÃstola Moral" del sevillano anÃnimo. No creo que haya ninguna duda al respecto. "Oh, muerte, ven callada, como sueles venir en la saeta..." SOBEJANO: ÂNo le parece que es demasiado didÃctico, un tanto moralista y didÃctico? BORGES: Pero es que necesitamos gente didÃctica, sensible. Todos somos fÃcilmente geniales y fÃcilmente irresponsables. Es mejor para una persona que no es genial, que es lúcida y responsable, escribir versos admirables, por ejemplo: "Augur de los rostros de los desposeÃdos", que es un verso que fue escrito para la eternidad. O: "Antes de que el tiempo muera en nuestros brazos...", y tantos otros versos. SOBEJANO: Ahora recuerdo que usted mencionà alguna vez esos versos. "Oh, muerte, ven callada, como sueles venir en la saeta..." BORGES: Asà es. La última vez que vi a HenrÃquez UreÃa, decidimos que esas lÃneas tenÃan que ser de algún autor latino, porque en el siglo XVII estaba de moda imitar temas clÃsicos. Y Ãl dijo: "Averiguarà quiÃn fue el autor." Y no volvà a verlo despuÃs de esa ocasiÃn. Posiblemente GuillÃn haya encontrado el origen de esos versos que me parecen tan latinos. SOBEJANO: Hace poco leà la observaciÃn que usted compartià con HenrÃquez UreÃa, y consultà un libro, el primero que se publica sobre la "EpÃstola Moral", de DÃmaso Alonso, a quien usted tambiÃn conoce. BORGES: SÃ, en efecto. SOBEJANO: Los orÃgenes de ese verso son en cierta manera inexplicables. "Todo lo pasas de claro con tu flecha", dice Jorge Manrique. ÂRecuerda? BORGES: SÃ, lo sÃ. Sin embargo, "Todo lo pasas de claro con tu flecha" no es: "Oh, muerte, ven callada, como sueles venir en la saeta..." SOBEJANO: Exactamente, y antes que nada uno pone atenciÃn en "callada", Âcierto? BORGES: SÃ, por supuesto... SOBEJANO: Que es justo lo que me parece que no se explica en ese libro. Por esto es que digo que la poesÃa... BORGES: ... que la poesÃa no puede explicarse. Y asimismo, el arte sucede. SOBEJANO: SÃ. BORGES: Repito las palabras de Whistler: "el arte sucede". El arte ocurre y no puede ser explicado. Pero disfrutamos mucho explicÃndolo. El anÃlisis de la literatura es un pasatiempo inocente, Âpor quà no? Jorge Luis Borges CORTÃNEZ: Bien, creo que es el turno de AmÃrica Latina. BORGES: Claro, por supuesto. CORTÃNEZ: Empezando por el paÃs que produjo a Gabriela Mistral... BORGES: ÂLo que pasa es que sà tan poco de este continente! O en el caso de la República Argentina, la conozco demasiado bien. Y eso es peligroso. CORTÃNEZ: Pero, Âconocià a Vicente Huidobro, no es asÃ? BORGES: SÃ. Vicente Huidobro, sÃ. Hablà con Ãl una noche. Estaban Ulises Petit de Murat y Ãl. Y sucedià algo gracioso. Tomamos el tranvÃa a Ramos MejÃa, un poblado al oeste de Buenos Aires. Huidobro hablaba de su poesÃa, con cierta vanidad, y Ulises y yo dijimos: "ÂBueno, esto es realmente excesivo!" Y Ãl se dio cuenta de que se le habÃa ido la mano, y dijo: "pero claro, mi poesÃa no vale nada". Pronto todos estallamos en risas y cambiamos de tema. Fue una situaciÃn divertida. Platicamos un rato y nunca mÃs volvà a verlo. Fue la última vez que lo vi. No hablamos mÃs acerca de la poesÃa de Vicente Huidobro esa noche, sino de otras cosas. ÂBueno!, el universo es siempre infinito y siempre nos ofrece una variedad de temas. Pero quizÃs esta noche los agotemos. SOBEJANO: Hace un momento preguntaba acerca de la condiciÃn del poeta que no canta sino dice, y esto coincide con lo que Jorge GuillÃn practica: una poesÃa de la elocuencia en tono menor que no grita, no clama, no pretende cantar, sino... BORGES: Si yo pudiese cantar, lo harÃa, pero no tengo voz; es serio, no la tengo. Todo està en conexiÃn con ese tipo de poesÃa, bueno, que es casi prosa, y que muchas veces efectivamente es prosa; finalmente, vivir de esa manera es lo único sincero en mÃ. Y no tengo ningún apetito de interjecciones. SOBEJANO: En cierta ocasiÃn un estudiante me preguntà si la poesÃa de Jorge GuillÃn tiene alguna semejanza con la de Jorge Luis Borges. BORGES: ÂSi tan sÃlo mi poesÃa se pareciera a la de GuillÃn! Pero no soy tan ambicioso. SOBEJANO: Pero Ãl se referÃa principalmente a la actitud, y yo le contestà lo que se me ocurrià en el momento, y fue que la poesÃa de GuillÃn es mucho mÃs complaciente en la afirmaciÃn de la naturaleza, la tierra, el placer, mientras que la de usted es, en efecto, mÃs desesperada. BORGES: No, desesperada no: resignada. Quietamente resignada, dirÃa yo. SOBEJANO: ÂDe modo que usted se considera a sà mismo un hombre apacible? BORGES: SÃ, en verdad trato de serlo. En toda mi vida, nunca me he enfurecido. Pero no sÃ, tal vez sea mejor enojarse y ventilar los sentimientos propios. Soy incapaz de experimentar furia, incapaz de sentir ira, pero soy capaz de ser paciente y, sobre todo, soy capaz de perdonar. SOBEJANO: Ciertos adjetivos abundan en su poesÃa, por ejemplo, "arduo", "exacto", abundan tanto que creo que puedo trazar en sus huellas la influencia que usted ha tenido en escritores o crÃticos y poetas latinoamericanos, que tambiÃn emplean frecuentemente esas palabras. BORGES: Pero, Âle parecen extraÃas esas palabras? SOBEJANO: Disculpe, no, no. No lo son. Pero... BORGES: Porque un Ãrbol es exacto, las estrellas son exactas, la arena es exacta, tantas cosas son exactas, que serÃan demasiado numerosas, Âno es asÃ? SOBEJANO: Mi pregunta era si usted cree que esas palabras, que no son extraÃas, sino que se repiten constantemente, caracterizan acaso su escritura. BORGES: Muy repetidas, en mi caso. Jean Cocteau decÃa que el estilo es una serie de "tics". Y tiene razÃn, creo yo. Todos los estilos son una serie de hÃbitos, repeticiones; eso es el estilo. Pero uno deberÃa tratar de escribir anÃnimamente, es decir, sin "tics", sin preferencias y, al mismo tiempo, sin desdÃn. CORTÃNEZ: Para terminar con los poetas de mi paÃs. Usted sabe que hay otro que ganà el Premio Nobel. BORGES: Pero, Âpor quà quiere terminar con ellos? CORTÃNEZ: ÂPara no tener competencia! BORGES: Pero realmente no son tan malos. ÂPor quà quiere acabar con ellos? CORTÃNEZ: Està bien. De la obra de Pablo Neruda sabemos que a usted no le gustan los poemas de amor, sino los poemas polÃticos. ÂPodrÃa esto sugerir una afinidad ideolÃgica? BORGES: No, al contrario. Digamos que el comunismo sirvià para hacer de Ãl un excelente poeta, del mismo modo en que la democracia le sirvià a Whitman, el imperialismo a Kipling, etc. Cada poeta requiere su inspiraciÃn. Y la inspiraciÃn es distinta en cada caso. Por ejemplo, yo admiro a Whitman, me encanta, pero no creo en la democracia. Finalmente, las opiniones son simple inspiraciÃn para cada poeta, y cualquier cosa puede servir de inspiraciÃn. Para muchos, bueno, no sÃ, la religiÃn cristiana, es un buen ejemplo. Fue una inspiraciÃn para Dante; para mà no lo serÃa porque no creo en ella. Pero eso no significa que no crea en Dante. No creo en su religiÃn, en sus opiniones, lo que no significa que no crea en Ãl. Porque Ãl es algo esencial, algo que va mÃs allà de mis pobres opiniones. AdemÃs, las opiniones cambian tanto; uno mismo cambia tanto con el tiempo, y no deberÃa juzgarse a nadie por una opiniÃn. Es lo menos importante, lo mÃs banal, lo mÃs pasajero y efÃmero. SOBEJANO: Y ahora, una pregunta completamente peninsular. Usted admira a un novelista portuguÃs, EÃa de Queiroz, tanto, que ha llegado a afirmar que su novela El primo Basilio le parece superior a Madame Bovary. BORGES: Eso me resulta obvio. Es un axioma. Ahora me parezco a Euclides, hablando de axiomas.
SOBEJANO: Mi pregunta es peninsular porque involucra a un portuguÃs y a un espaÃol. Usted ha hablado muy poco, que yo sepa (pero esta afirmaciÃn puede deberse a mi ignorancia), acerca de un novelista con el que se le ha comparado mÃs de una vez, ClarÃn (Leopoldo Alas), que ademÃs de novelas escribÃa tambiÃn cuentos. BORGES: Pero no sà si son tan similares. Reconozco mÃs las diferencias que las similitudes. Sin duda, ambas cosas existen; es imposible que no fuera asÃ. SOBEJANO: Por esto querÃa preguntarle si piensa que el cuento moderno que usted ha cultivado y llevado a ese dominio magistral, tiene en ClarÃn algún valor considerable como inspiraciÃn, casi como una introducciÃn del cuento en las letras espaÃolas. Me refiero, por supuesto, a EspaÃa. BORGES: No lo sÃ. No recuerdo sus cuentos. Recuerdo alguna de sus novelas... SOBEJANO: Cuentos, algunos fantÃsticos y parabÃlicos... BORGES: No los recuerdo. Creo que el cuento es un gÃnero esencial y que la novela no lo es. En la novela hay siempre un exceso. Siempre hay demasiadas pÃginas, incluso en el caso de Joseph Conrad, quien es para mà el novelista supremo. Incluso en su caso siempre hay exceso. Por otra parte, un cuento, una buena historia de Rudyard Kipling, por ejemplo, o una buena historia de Conrad, puede ser esencial, no tener desperdicio y no faltarle una sola palabra. La novela es sucesiva, y el novelista no puede contenerla. En cambio un cuento puede ser contenido. Un cuento puede contenerse a sà mismo, del mismo modo en que lo hace un soneto. Pero una novela no. Una novela es sucesiva, para los lectores y para el autor. Una novela, despuÃs de ser leÃda, puede formar un todo, y tal vez los libros no se escriben por lo que nos dan pÃgina tras pÃgina, sino por su imagen perdurable. Quizà la vida de un hombre es eso. Lo importante es la imagen que deja tras de sÃ. Y esta imagen puede estar dispersa en toda su obra y no en un libro particular. Por ejemplo, para mà el prosista supremo de la lengua espaÃola es Alfonso Reyes. Alfonso Reyes no està en un libro. Està en todos ellos, como el Dios de los panteÃstas, y probablemente esto es verdadero para muchos escritores. Edgar Allan Poe no està en ninguno de sus libros, ni siquiera en Arthur Gordon Pym, sino que està en su obra entera, en la imagen que nos dejÃ. Lo mismo sucede con Byron. Podemos imaginar con facilidad a Byron sin siquiera pensar en Don Juan y sus otros poemas. Puede que sea el destino de un escritor. Y quizÃs el Quijote existe en nuestra memoria mÃs como un todo que en cada pÃgina. No sà si està en cada pÃgina, tal vez no. A menos que fuera en el admirable capÃtulo postrero, en el que Cervantes se despide de su amigo, nuestro tambiÃn, Alonso Quijano. Quizà es allà donde està el Quijote. Acaso ese último capÃtulo requiere del peso de los anteriores; es probable que no significara nada, publicado por sà solo aparte. CORTÃNEZ: Anoche nos decÃa usted que no cree en los movimientos literarios, Âno es asÃ?* BORGES: ÂAh, claro! Creo que son un error. Tal vez porque soy un individualista. Y en la literatura inglesa, que es para mà la literatura, apenas hay movimientos. Y los que existen son menos importantes que quienes participaron en ellos. Por ejemplo, creo que Coleridge o Wordsworth son mÃs importantes que el movimiento romÃntico. Y, por lo general se puede decir lo mismo. AdemÃs, la nociÃn de escuelas me parece bastante lúgubre. Por supuesto, es conveniente para quienes hacen la crÃnica de la historia de la literatura, pero es una disciplina nueva. No creo que en el siglo XIX se haya realizado ni un solo estudio histÃrico sobre la literatura del siglo XVIII. Y ahora vemos todo histÃricamente; vemos todo en funciÃn de fechas, lo cual me parece mÃs o menos lúgubre. TendrÃamos que pensar cada libro como el libro del momento presente. Para mÃ, la grandeza de Kafka reside en esto, en el hecho de que sus novelas, y sobre todo sus cuentos, surgieron de una manera esplÃndida y eran muy antiguos. No necesitaban ser contemporÃneos. Y esa es una virtud. En este mismo instante recuerdo –voy a hacer una digresiÃn: Âpor quà no?– una frase que Kipling atribuye a un poeta hindú, pero que probablemente inventà Ãl mismo. La frase es tan hermosa que no importa si es obra de Kipling o de un poeta hindú anÃnimo, o si es un lugar común en la literatura hindú. Dice asÃ: "Si no me hubieran dicho que era amor, habrÃa pensado que era una espada desnuda." Creo que serÃa una frase admirable si hubiese sido escrita esta maÃana o hace dos mil aÃos. La literatura deberÃa buscar eso. DeberÃa esforzarse por ser eterna y no corresponder exactamente a una era, tomando en cuenta que estamos condenados a una era. Pienso que tendrÃamos que buscar eternidades incluso si no las encontramos. CORTÃNEZ: Por eso no voy a mencionarle el modernismo. Sin embargo, ÂpodrÃa preguntarle acerca de Lugones? BORGES: No. Pero el modernismo, en mi opiniÃn, fue como una bocanada de aire fresco en la lengua espaÃola. Muchas cosas comenzaron a causa del modernismo. Naturalmente, entre esas Vicente Huidobro conversa consigo mismo cosas, tambiÃn yo comencÃ, lo cual es de lamentar. Creo que todos somos hijos del modernismo, es decir, descendientes de Freire, Leopoldo Lugones y sobre todo RubÃn DarÃo. No sÃ. Tal vez conversà con Lugones cinco o seis veces en mi vida, y en cada ocasiÃn Ãl cambiaba el tema para hablar con afecto y nostalgia de "mi amigo y maestro RubÃn DarÃo". Le gustaba esa relaciÃn fraternal con DarÃo. Era un hombre solitario y poco agradable; y DarÃo era un ser maravilloso, realmente encantador, y sin duda Lugones miraba con reverencia a DarÃo, que le habÃa enseÃado tantas cosas. Creo que todo lo que se ha hecho despuÃs viene del modernismo. Pudimos, finalmente, sentirnos hartos de cisnes y lagos; los mismos modernistas se cansaron de ellos. Significà una gran libertad, un gran respiro para el lenguaje. Tantas y tantas ideas entraron, todos los temas. Poco despuÃs, Lugones, en Lunario, cambià la mÃtrica e hizo otros juegos como Ãsos, mÃtricos, extraÃos. Y luego una música, una música definitivamente tomada de Verlaine y Hugo. Cambiar la música de una lengua a otra es muy difÃcil. Si yo pudiera transportar la música del inglÃs al espaÃol serÃa un gran poeta, pero no lo soy. Pienso, por ejemplo, en una música como: "Ligero sueÃo de los crepúsculos suaves, como la negra madurez del higo, sueÃo de un lugar que se goza consigo mismo, con sus propias alas." Esta música taciturna es nueva en la lengua espaÃola. Y es absurdo decir que Lugones la tomà de Verlaine o de DarÃo, si tomamos en cuenta que sus libros estÃn a disposiciÃn de todos, y no todos escriben esos versos. Y el otro dice: "El jardÃn con sus Ãntimos retiros, harà a tu lado el sueÃo, fÃcil jaula." En Ãl, la metÃfora està reducida al mÃnimo y la cadencia lo es todo. No, yo creo que tenemos una deuda de gratitud con el modernismo. Finalmente, todo cambià gracias al modernismo, aunque la palabra es un tanto ridÃcula. Pero eso en realidad no importa. SOBEJANO: ÂPuedo hacerle una pregunta? En una antologÃa reciente de su poesÃa hay un poema a Baltasar GraciÃn, o sobre Baltasar GraciÃn... BORGES: Creo que puedo explicarlo. No es un poema que se burle de Baltasar GraciÃn. Es un poema que se burla de mÃ. Yo soy el GraciÃn de ese poema. Por eso es que me considero indigno del cielo, puesto que tiendo a pensar en formas literarias, adivinanzas, retruÃcanos, rimas, aliteraciones, y ese poema es en realidad una autocaricatura. No pensà en el Baltasar GraciÃn histÃrico; pensà en mÃ. Tal vez soy injusto, pero GraciÃn es un pretexto en el poema, una especie de metÃfora. SOBEJANO: En la misma antologÃa hay una nota suya que dice precisamente eso, que el poema es una parodia, que se vale de la parodia... BORGES: ÂVaya! Tratà de decir algo nuevo y parece que estoy condenado a la repeticiÃn. SOBEJANO: No, pero mi pregunta era si piensa usted que fue una aclaraciÃn tardÃa. Porque durante aÃos el lector lo ha percibido como un poema en contra de Baltasar GraciÃn. BORGES: Bueno, podrÃa ser entonces en contra de ambos. Puede ser contra los dos a la vez. Contra Baltasar GraciÃn, S.J., y contra mÃ. SOBEJANO: ÂSe considera usted un poeta ingenuo o un poeta sentimental? Partiendo de la famosa distinciÃn que propone Schiller del poeta que es natural y el poeta que busca la naturaleza, pero sabe demasiado y siente demasiado y no es natural. BORGES: I