Una historia emerge, la mayoría de las veces, por las huellas que va dejando el personaje en su trayectoria. La mujer, debió esperar que nuestra cultura le permitiera hasta que lograra conquistar, también, el derecho a estar en la historia.
Prosperina Justa Paraván, una de las primeras ingresantes a la carrera de Odontología, es de las que, por el momento de la transformación de la Universidad, debió salir a conquistar la reforma Universitaria.
Podríamos pensar que, como el resto de las primeras estudiantes universitarias en nuestro territorio, sería el de alguna profesional inmigrante que podía, excepcionalmente validar sus estudios, pero no, ella nació en San José del Rincón, La Capital en la provincia de Santa Fe en 1898. Fue la mayor de una numerosa familia, sus padres Don Guillermo Paraván y Doña Vicenta Diaz, por lo que la vida no le resultará fácil, los sueños de realizarse, no eran permitidos ni imaginables para ella.
Para esos convulsionados días, la zona fértil de la Argentina, hacía pensar a las familias de inmigrantes, en proveer a su primera generación nacida en el territorio, una educación inicial que les permitiera ascenso social por un lado que se simbolizaban en “mijo´ el doctor”. Pensado esto para los hijos varones que lograban emanciparse a corta edad para iniciar su vida productiva en las tareas rurales o en la incipiente industria en la urbe santafesina.
Nada hacía creer que, a sus 19 años, Prosperina podría lograr el permiso especial que era exigido por escrito o en presencia del padre para cualquier trámite que debía hacerse por ella. Esos permisos, eran trasladables de padre a yerno en el momento en que la mujer se unía en matrimonio.
Estos aspectos hacían desistir a muchas de ellas, pero como sabemos hoy, esa novedad que seguro circuló por los periódicos de las ciudades, la determinó a ubicar el exacto punto en el que las líneas férreas, unen su Santa Fe, con la Docta. Era común que a los vagones que transportaban producción, se le unieran otros que permitían el tránsito por el territorio.
Así llegó en 1917, a solicitar la excepción para el permiso de estudios y haciendo lograr que en alguna de esas pensiones que albergaban a cientos de inmigrantes que pugnaban por un trabajo en la creciente Córdoba, le permitiera alojarse en su condición de señorita.
Comenzaba a funcionar en Ciencias médicas, la Escuela de Odontología, por lo que en esos pasillos del Clínicas donde lograba procurar un aula, el doctor Agustín Larrauri, pasando lista, no sólo la mencionó a ella, su destino se uniría a poco andar con el de otro compañero al que el pionero mencionó, Marcelo Germaín.
Los conflictos en la Facultad, eclosionan cuando las monjas que custodiaban el internado del Hospital de Clínicas, advierten que los estudiantes comenzaban a llegar más tarde de lo permitido por ellas, en las noches. La vida del incipiente barrio Clínicas se estaba convirtiendo en una ciudad de jóvenes.
El Decano, en sintonía con otras medidas restrictivas que se presentaron en las otras Facultades, suprimió el internado para los practicantes y desde ese noviembre la ebullición en Ciencias Médicas no cesaría.
Hacia marzo, los estudiantes resuelven no matricularse y se convierte en el primer acto de protesta, que sería seguido por las primeras movilizaciones que encabezarían los estudiantes de Ciencias Médicas detrás del presidente del Centro de Estudiantes, Enrique Barros.
Las manifestaciones, asambleas y mitines se fueron acrecentando, por lo que el rector decide clausurar el año lectivo, el mismo día de inicio de clases, lo que sellaría su destino.
Contrariamente a lo que se cree sobre la reforma, los estudiantes no toman indeterminadamente las aulas, sino que fueron medidas de las autoridades que forzaron a que algunos docentes, entre ellos Arturo Orgaz, avanzaran con la idea de la Universidad Popular.
En ese ámbito, creado en la Escuela Alberdi, los obreros podrían formarse en oficios y perfeccionar su técnica y sus hijos podrían acompañarlos. La idea sirvió para que varios profesores lo acompañaran y fue así como Larrauri, funda el primer dispensario escolar dental donde la doble función de servicio a la comunidad, proveía también la práctica a aquellos estudiantes que, solidarizándose con el movimiento, continuaban sus clases abiertas. Allí aparece entre los que ni lo dudaron, Prosperina y algunos dirigentes de lo que intentaba formarse, el Centro de Estudiantes de Odontología.
La Universidad ya no era el espacio quieto que, durante 300 años, se había logrado reproducir con un conservadurismo propio de la aldea Cordobesa. El reclamo de reformas que intentaban reprimir en los claustros, se reproducía en estos estudiantes, en las calles, los sindicatos, la Escuela Alberdi, los hospitales y los conventillos.
La intervención federal, llegaría por presión del Comité Pro Reforma Universitaria, germen de la Federación Universitaria de Córdoba, para dar comienzo a una serie de cambios que propiciara un nuevo estatuto universitario. En principio estas reformas, incluirían modificaciones en los planes de estudios, la reposición del internado del Hospital de Clínicas y la inclusión de nuevos contenidos de la ciencia en las asignaturas.
Los debates no dejaban de ser acalorados, fundamentalmente en Ciencias Médicas, donde no tardaron en emerger los celos, las diferencias personales y las traiciones.
Algunos dirigentes de farmacia y otros de la Escuela de Odontología, procurando un protagonismo que había quedado en manos de un estudiante que no provenía de grandes familias, Barros, ensayaron una intervención dentro de la creación de la Federación Universitaria de Córdoba que no resultó exitosa.
No se quedarían con un solo intento, luego de la elección de rector, en la que los sectores conservadores de la Universidad hicieron valer su poder real, los estudiantes pudieron ver otras traiciones de quienes encontraron la oportunidad.
Sin asamblea previa y a contramano del movimiento estudiantil, el Centro de Estudiantes de Odontología, decide adherir a la contrarreforma y brindar su apoyo a Antonio Nores, lo que provoca una rebelión de los estudiantes de la Escuela. Era imposible esa afrenta y no tardaron en organizar una asamblea que pidiese la renuncia de esos dirigentes.
Extrañamente el coraje de enfrentarse a sus compañeros y a varios de los docentes que presionaban desde la cátedra y desde el hogar, hizo que la voz que se alzó en la asamblea, fuera la de quien pidiera una nueva conducción del Centro de Estudiantes. Prosperina ya no veía viable que los que habían ofendido, siguieran al frente del CEO y propuso una nueva conducción.
El resto de sus compañeros, que esa noche poblaba el local de la Federación Universitaria, dio un gesto que quedó invisible a los ojos de quienes escribieron la historia, a esa mujer que se animó, la nominaron como vicepresidenta del Centro de Estudiantes y le encomendaron constituir la nueva organización.
No era tarea para una que se dejase llevar, exigía temperamento, ese que le reconocen sus descendientes, para no volver sobre sus dichos y para marcar con firmeza que se iba con los estudiantes o no era viable la Escuela.
La Voz del Interior, que adhería incondicionalmente a los estudiantes reformistas, retrata al pasar, la constitución del Centro de Estudiantes y de esa asamblea que, por muchos años, los historiadores lo retrataban como hombres corajeando el cambio.
Los meses que siguieron, no le fueron favorables a Prosperina, una y otra vez intentaban boicotear el Centro de Estudiantes. Allí aparece otra vez Marcelo Germaín, su compañero de vida, que aceptó presidir el Centro de Estudiantes en el retorno a clases que garantizó la intervención del ministro Salinas.
La foto histórica de septiembre, no la retrata porque los dirigentes se organizaron, entre quienes ingresarían al Rectorado a la toma simbólica de la conducción de la Universidad y quienes se encargarían de difundir la Gaceta Universitaria entre la población para anunciar los hechos. El ejército, que logra decomisar la edición y penetra en los claustros, para llevarse detenidos a los estudiantes, abre también la historia para que Don Hipólito Yrigoyen intervenga la Universidad.
Ella se pierde en los vaivenes de la nueva Universidad, pero siguiendo en el movimiento para solicitar el cumplimiento de las conquistas. Cursó la carrera hasta noviembre de 1919, y según los archivos, dan cuenta de que rindió exámenes hasta esa fecha.
El 25 de febrero de 1920 regresa a Santa Fe y se casa con Marcelo (de Córdoba Capital, hijo de franceses), con quien forman una familia a la que ella se dedicó por muchos años.
Asistirlo en el consultorio, le permitió mantener viva la vocación que por momentos se alejó en la crianza de los niños, pero el final de su historia no iba a permitírselo.
Volvió a Córdoba en el 33 para encontrarse esta vez con más mujeres en el aula, ahora ya el objetivo era otro, finalizar sus estudios. Tres años después, cuando muchos creíamos que las estadísticas la ubicarían en la cronicidad, su propio esfuerzo le puso el título de odontóloga en sus manos.
Profesión que abrazó y que ejerció con firmeza, aun cuando otra vez debería vencer los prejuicios de que una mujer la ejerciera.
Quizás por ello, su paso por el reformismo no fue parte del debate familiar los domingos, pero si supo ella y Marcelo, que las generaciones que vinieron, tendrían oportunidades .
A los Universitarios Cordobeses, nos costó casi 100 años en toparnos con ese nombre extraño en un recorte periodístico, identificarla con tan solo iniciales para unir los pasos en sus estudios y por fin aunque verla retratada con su apellido de matrimonio, venciendo el prejuicio de quienes hicieron saber que no obtuvo el título en los cinco años del plan de estudios, hoy se escucha su nombre y su gesta en cientos de estudiantes, docentes y trabajadoras que en la Facultad de Odontología, que la volvieron visible.
Bibliografía
1) Dispensario Dental Escolar. La Tribuna Odontológica. Diciembre 1919. Pag. 263-267.
2) Homenaje al Dr. Agustín Larrauri. La Tribuna Odontológica. Año II (12) Diciembre 1918.
3) Promoción 1936. Revista del Círculo Odontológico de Córdoba. 1936.
4) Inauguración de la Escuela Dental de Córdoba. La Tribuna Odontológica. Año 1 (14) Junio 1917.
5) Carbelo, Leandro y Bustos, Claudio. Reforma Universitaria, la Voz de los Estudiantes. Universidad Nacional de Córdoba, 2018.