El estudio, titulado "Revolución de la inteligencia artificial en la educación superior: lo que hay que saber" (Banco Mundial, 2025), resalta que más allá de los avances tecnológicos evidentes, la IAG tiene el potencial de reducir brechas históricas de desigualdad educativa. Plataformas impulsadas por IAG permiten una educación personalizada y adaptativa, especialmente valiosa en contextos donde los estudiantes provienen de contextos diversos y enfrentan distintos desafíos educativos.  

Una innovación especialmente destacada es el uso de sistemas de alerta temprana para prevenir el abandono de los estudiantes. Estas herramientas detectan patrones de bajo rendimiento o dificultades académicas desde etapas tempranas, posibilitando intervenciones oportunas y apoyo dirigido a los estudiantes en riesgo. 

El informe también resalta el papel crucial de la IAG en la transformación del rol docente. En lugar de sustituir a los profesores, las nuevas tecnologías los empoderan con herramientas para reducir tareas administrativas, diseñar contenidos educativos más pertinentes y profundizar en la investigación educativa, lo que permite una relación más humana y efectiva con los estudiantes. 

Sin embargo, el Banco Mundial advierte que estos beneficios dependerán de políticas públicas que fomenten la inversión en infraestructura tecnológica, el desarrollo de capacidades digitales tanto en docentes como estudiantes, y una regulación ética clara sobre el uso responsable de la IAG. 

Finalmente, el estudio anima a las universidades y gobiernos a considerar la inteligencia artificial generativa como un aliado estratégico para alcanzar no solo la excelencia académica, sino también una educación superior más equitativa, inclusiva y adaptada al futuro.