Pamplona, 13 de enero de 2014, lunes.
Hoy tocaba reunión del “grupo de los lunes”
de la Sección
de Micología de Gorosti. Sabíamos que no iba a ser fácil. El mazazo de la
muerte de nuestro querido amigo y compañero Julio Pascual, nos golpeó con
fuerza inusitada la pasada semana, como grupo y como personas, a todos y cada
uno de nosotros.
Estas Navidades llevábamos lo que se llama
una mala racha en esto de despedir
para siempre a seres queridos: el sobrino de Carmen, la amatxo de Salomé, la
madre de Luis, amigos con quienes hemos compartido su dolor desde la impotencia
y la cercanía. Pero Julio…
Julio era uno de nosotros. Era el primero.
El primero en llegar a la Sociedad los lunes como
hoy, abrir la puerta y esperar la llegada de los demás, sentado en el lugar de
siempre frente a su portátil - auténtico fondo documental de toda nuestra ciencia - contemplando, una vez más, con
amorosa complicidad en el escritorio de
windows las alegres sonrisas de sus dos preciosas nietas y de Mateo. Porque
Mateo era punto y aparte. Nadie como él veía los partidos de fútbol en la tele
con el abuelo y desde su cunita farfullaba
protestón ante las marrullerías del
Barça. Y aquí Julio flipaba de orgullo.
Fiel a las salidas de los sábados como
ninguno, en las que hacía de todo: recolectar, guardar las recolectas en su
cesta compartimentada, fotografiar… y hasta probar la tortilla de patata, ojo, siempre
que no tuviera cebolla. Y también enseñar. Compartía sus conocimientos con
quienes sabíamos menos y carecíamos de su experiencia científica.
La visita al Fitero después de la clase, un
rito en nuestro grupo, era otro de los momentos en que Julio se manifestaba
como amigo incondicional. Y de la barra a la cocina, donde ejercía como nuestro
cheff indiscutible. Famosas sus patatas
con bogavante en Uterga o aquella fideuá
de mariscos que compartimos en la Sociedad
Eunate con los amigos de Muérdago. Jo… se trajo de casa hasta
la cocina con bombona de butano y todo porque necesitaba doble fila de fuegos. Y una vez más, aquí ha quedado
pendiente la cena de Navidad.
El lunes 16 de diciembre no pudo venir a la
reunión y nos lo comunicaba - ¡a las 6:40 de la mañana! - preocupado por
hacernos llegar la llave. Nosotros no podíamos sospechar siquiera la trascendencia
de la batalla que estaba librando. Ya no lo volvimos a ver.
Podríamos recordar mil anécdotas y
situaciones en las que compartió con nosotros todas sus cosas, su tiempo, sus
conocimientos, su afecto… pero él ya lo sabe y nosotros también. Nos ha dado
una gran lección de amistad y de dignidad.
Gracias, Julio.
Grupo de los lunes de la Sección de Micología de
Gorosti
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