El Decálogo del político

1.- El político es una persona publica y debe dar ejemplo de moralidad y transparencia.

La sociedad debe regirse por un código ético que permita la convivencia, y la mejor manera de transmitir estos valores es mediante el ejemplo.

Los políticos se encargan de ir definiendo las normas de convivencia, justicia, libertad, paz, igualdad y respeto, por eso deben de ser los primeros en cumplirlas.

Desde niños buscamos modelos a los que imitar y las personas públicas influyen con su comportamiento en toda la sociedad.

2.- Es un servidor de la comunidad y debe satisfacer los deseos y necesidades de aquellos a los que sirve.

El político debe de tener claro que su puesto es un servicio y que los intereses y principios más importantes no son los suyos sino los de las personas a las que sirve. Y cada vez que encuentre un conflicto entre sus propios intereses y los de la comunidad a la que sirve, debe renunciar a los suyos.

3.- Su principal actividad debe ser priorizar (propuestas, presupuestos, etc.) poniendo por delante lo que favorezca al mayor número de personas y a los más necesitados.

La comunidad pone en manos del político los recursos que aseguran la convivencia como los impuestos, las leyes, las fuerzas del orden, etc. El político encontrará constantemente intereses opuestos para utilizar esos recursos en diferentes direcciones. La confianza depositada en el político es para que los emplee en favorecer a la mayoría de las personas, y, dentro de ellas, a las más desfavorecidas. No debe repartir equitativamente sino dar más (o pedir menos) al que más lo necesite.

4.- Debe dar cuenta de sus actos haciendo pública su agenda, grabando en vídeo sus actividades, justificando sus desembolsos y publicando sus papeles de trabajo.

Cuando una persona se convierte en político debe comprender que ha recibido una confianza muy difícil de ganar y muy fácil de perder. La transparencia de sus actos es fundamental para mantener la confianza y debe de asegurarse de que no tiene nada que ocultar. Hay muy pocas cosas confidenciales que deban mantenerse ocultas. Cada minuto de su tiempo dedicado a ser político tendrá influencia sobre miles o millones de personas que le pueden pedir explicaciones. Más vale adelantarse mostrándolo todo y vivir con la tranquilidad de que no tiene nada que ocultar.

5.- Su tiempo es muy valioso por lo que debe ser conciso y concreto al hablar, explicando sus ideas con gráficos, cifras, y ejemplos.

El discurso de los políticos es el medio por el que transmiten sus ideas, ganan la confianza de los demás y ponen en marcha sus proyectos. Utilizar frases genéricas, conceptos ambiguos o expresiones sin contenido es defraudar la confianza y perder el tiempo. La mejor manera de transmitir una idea es mediante datos objetivos y no mediante sensaciones subjetivas. Decir que una partida sube mucho o poco es subjetivo y otra persona puede opinar lo contrario. Decir que una partida cambia de 100 a 150 es un dato objetivo, no discutible que informa a los oyentes y permite que cada uno siga manteniendo su opinión.

Proyectar las cifras mediante imágenes, o hacer esquemas para mostrar las ideas es un recurso muy utilizado en el mundo empresarial que deberían aprender los políticos.

6.- Debe cumplir los compromisos acordados y, si no puede hacerlo, dimitir sin aferrarse al cargo público.

El político no puede vivir con el miedo de perder la confianza de la sociedad y su cargo público. Todos los puestos son temporales, duran pocos años y el final de la mayoría de ellos no depende del interesado sino de las circunstancias, las elecciones o los intereses de otros. Con la disponibilidad de saber que puede terminar en cualquier momento, debe dedicarse a cumplir los programas electorales y mantener los compromisos por los que accede a un puesto determinado.

7.- Debe alabar los aciertos de sus adversarios además de criticar sus fallos. Si se limita a la crítica, está ocultando parte de la verdad.

Todas las personas hacen cosas buenas y malas. Hasta los mayores asesinos pueden hacer alguna cosa positiva para la sociedad. Si un político solo valora a sus adversarios por lo que puede ser perjudicial y no valora las cosas que la mayoría pueden considerar positivas, está callando parte de la verdad. Cuando un político no dice todas las cosas que son verdad y solo dice las que le interesan, pierde la credibilidad de la gente, especialmente de sus adversarios. El político debe servir a los de su grupo de afinidad y también a sus adversarios. La credibilidad se gana haciendo cosas positivas y no criticando cosas negativas.

8.- El político se puede equivocar como cualquier ser humano. No debe de tener miedo de reconocer los fallos y explicar los cambios de opinión porque aumentan su credibilidad como persona.

Todos caemos en la vanidad de alardear de nuestros éxitos de la misma manera que ocultamos nuestros fallos por no soportar las críticas. El político debe partir de la humildad de saber que se va a equivocar y que la manera más rentable de enmendar un error es reconocerlo públicamente. Explicando los motivos del error no necesita justificarse porque se limita a decir la verdad.

Cuando cambian las circunstancias, se tiene más información o cambia el punto de vista, es necesario reconocerlo y explicarlo. Todas las personas evolucionamos y los políticos también. Pero deben de explicar todo los cambios que ocurran para que la gente conozca los motivos.

El principal interesado en investigar las hemerotecas es el político para adelantarse a explicar las declaraciones que con el tiempo se han convertido en contradictorias.

9.- Debe escuchar, dialogar y negociar con todo el mundo. Las diferencias de opinión no se resuelven venciendo al adversario sino negociando con él para aprovechar lo que pueda tener de positivo.

Los adversarios políticos no son enemigos sino compañeros de trabajo con diferentes opiniones. La sociedad espera que los políticos tengan suficiente amplitud de miras para trabajar en equipo con personas de diferente opinión. La descalificación mutua solo sirve para perder el tiempo e impedir el gobierno eficiente. Pero cuando dos adversarios políticos llegan a un acuerdo sobre una ley, un presupuesto o una norma, la sociedad da un paso de gigante que permite echar a andar sobre el pacto alcanzado con la seguridad de que un cambio de gobierno no echará para atrás lo acordado.

10.- Debe asistir a cursos de reciclaje y formación constantemente. Los títulos universitarios y el inglés son imprescindibles, pero las tecnologías, la economía y el mundo que nos rodea cambia día a día. Para poder hablar de algo, primero debe estudiarlo.

La capacidad necesaria en un político parte de unos mínimos imprescindibles hoy en día como son los estudios universitarios y el inglés para las relaciones internacionales. Pero no es suficiente, también es muy valiosa la experiencia profesional donde se haya aprendido a negociar, a trabajar en equipo, a hablar en público y a planificar el trabajo.

Y la formación no puede detenerse porque el mundo tampoco lo hace. La tecnología se ha convertido en un motor de cambio cuya velocidad no para de aumentar y que es necesario dominar para sacarle el máximo partido. La economía ha multiplicado los factores de influencia y cada vez hay más académicos estudiando los modelos de mercado eficientes y su influencia en el desarrollo de la sociedad.

El político debe seguir formándose y proponiendo la formación de los demás para encarar los retos que el futuro nos depara.

Publicado con licencia Creative Commons: BY-NC-ND y registrado en el Registro de Propiedad Intelectual de DMRights por +madejuan en 2014