Teucro, el arquero de Troya
Fernando Lillo Redonet, Teucro. El arquero de Troya, Noia, Editorial Toxosoutos, 2004, 286 pp.
Esta obra que cuenta las hazañas de Teucro, hijo de la troyana Hesíone y de Telamón, rey de Salamina. Desde la rica perspectiva de un héroe griego, y a la vez troyano, se nos narran las vicisitudes de la guerra de Troya y las aventuras del regreso de Teucro en busca de un lugar donde fundar una nueva ciudad. El aliento épico de la Ilíada, las peripecias de los regresos de los héroes aqueos y la ardua tarea de la colonización griega conforman el trasfondo de esta novela. La intriga está bien dosificada y se alterna la narración en tercera persona con las partes contadas por el mismo Teucro en el curso de banquetes siguiendo la tradición de la épica griega. El autor ha tomado como base itos menos conocidos, tejiendo una historia en la que las partes inventadas enriquecen la ya de por sí rica tradición de la guerra troyana y los regresos, creando un nuevo mito con personalidad propia en el que resuenan los ecos antiguos tanto en el fondo como en la forma. Conceptos como el honor, la amistad, el amor a la patria y el destino se entremezclan en un universo donde los dioses semiocultos indican el camino al protagonista. El autor incluye una nota final en la que se ofrecen algunas pistas para distinguir la materia mítica de la ficción propia. Los que conozcan a los clásicos podrán disfrutar de los innumerables guiños de esta lectura, y quienes todavía no hayan entrado en contacto con ellos sentirán el deseo de saber más. Su lectura es recomendable en Bachillerato.
Presentación de Teucro en Diario de Pontevedra (.pdf)
La crítica ha dicho:
TEUCRO. EL ARQUERO DE TROYA
FERNANDO LILLO REDONET
TOXOSOUTOS. NOIA (A CORUÑA), 2006
286 PÁGINAS, 11 EUROS
LUIS ALBERTO DE CUENCA
Conocí el nombre de Fernando Lillo a raíz de sus publicaciones sobre el cine de romanos, eso que los cursis llaman peplum. Nacido en Castellón de la Plana en 1969, es doctor en Filología Clásica y ejerce la docencia en un Instituto de Educación Secundaria de Vigo. El salto de un especialista en los mitos de Grecia y Roma a la aventura novelesca es hoy mucho más fácil que nunca, pues la narrativa histórica está arrasando en librerías y haciendo irresistible la tentación de incorporarse al pelotón del éxito. literario. Pero esto no quiere decir, en modo alguno, que la primera novela de Lillo adolezca de oportunismo. Pocas veces he visto tanta madurez en un primer ensayo narrativo como en Teucro, la obra que comentamos.
COMPRENDER AL ENEMIGO. Teucro es un personaje secundario de la leyenda antigua. Hijo del griego Telamón, soberano de Salamina, y de la troyana Hesíone, hermana del rey Príamo, es, además, hermano Ayante por parte de padre y primo de Héctor y de Aquiles. Es, por lo tanto, un producto híbrido entre el mundo aqueo y el troyano, y, aunque combate a favor del ejército invasor en la llanura del Escamandro, posee una gran capacidad de comprensión hacia el enemigo, que al fin y al cabo es de su misma sangre.
Eligiendo a Teucro, un héroe del que apenas se sabe nada, como protagonista de su novela, Fernando Lillo logra contarnos de forma original y convincente todo el conflicto bélico desencadenado por Paris al raptar a la rubia Helena, y lo hace con una erudición que no prescinde en ningún momento de los valores literarios que deben concurrir en una novela que se precie de serlo, como son el vigor en las descripciones, un ritmo adecuado en el desarrollo de la acción y unos diálogos bien construidos. Esta novela primeriza alberga ya dentro de sí mucha sabiduría estructural y un gran dominio de las situaciones que narra.
FASCINACIÓN HOMÉRICA. La verdad es que los poemas homéricos ejercen todavía (no sé por cuánto tiempo, a juzgar por el embrutecimiento imparable y creciente de la población española) un enorme poder de fascinación sobre el lector medio. Por ello, constituye siempre una apuesta segura volver sobre las historias narradas en la Ilíada y la Odisea, pues representan una de las cumbres de la cultura occidental, o sea, de la cultura de nuestra tribu, una cultura de la que algunos aún nos sentimos orgullosos, pese a los desafueros de la political correctness y a la necedad intrínseca de la “alianza de civilizaciones”. Nos gusta que nos cuenten una y otra vez las hazañas de aqueos y troyanos al pie de Ilión.
Mención especial merece el cruce que hace Lillo de la saga troyana y de la Biblia en el encuentro de Teucro con Josué antes de la conquista de Jericó. La cronología abona la posibilidad de ese encuentro, y el autor lo aprovecha para presentarnos, enfrentadas, la mentalidad griega y la hebrea, que a la postre se fundirían junto a la romana, la céltica y la germánica en el crisol de Occidente, esa noble entelequia que ahora han puesto en tela de juicio los enemigos de la libertad.
(ABCD las artes y las letras 7-10-06)