Llega el turno de Afrodita (la Venus romana), la diosa del amor y la belleza que nos servirá de excusa para llegar a Roma, la ciudad cuyos orígenes le deben algo. Como hacemos siempre, comenzaremos con esta presentación y leyendo un texto sobre uno de los episodios míticos de la diosa, para empezar a trabajar sobre ella.
Amores con Anquises: Eneas.
La historia comienza con Zeus que, enojado con su hija Afrodita, planeaba darle un castigo haciendo que se enamorara de un mortal. Por su parte, Anquises era un hombre muy guapo y llamó la atención de la diosa. Cuando éste dormía, Afrodita se le apareció transformada en humana y conquistó al príncipe. De esa unión nacería Eneas.
Anquises no sabía que la hermosa doncella era una diosa, pero Afrodita, antes de partir le confesó la verdad diciendo: -Anquises, yo no soy una mortal. Soy la diosa Afrodita. De nuestra unión nacerá un niño hermoso y te juro que lo protegeré por siempre. Pero tú, debes prometerme que jamás revelarás nuestro secreto. Anquises dió su palabra a la diosa y ella desapareció.
Pero en definitiva era un humano, y no pudo guardar el secreto. Así, en la primera oportunidad, les contó a sus amigos que había pasado la noche con la diosa Afrodita. Pero Júpiter tampoco tardó en enterarse y se enfureció de tal modo, que le envió un rayo devastador para aniquilarlo. Afrodita, que recordaba su aventura amorosa, se interpuso ante el rayo, pero una de las chispas rozó la pierna de Anquises y lo dejó cojo para siempre. Eneas creció fuerte y hermoso, y, cuando los griegos invadieron Troya para castigar a Paris por el rapto de Helena, Eneas acudió a defender la ciudad. Pero al final fue mucho más que un simple guerrero: consiguió huir del saqueo de Troya y salvar a los dioses familiares, los Penates, cargando, además, a su padre sobre su espalda y llevando a su hijo Ascanio. Así emprendió la búsqueda del lugar que el destino había preparado para fundar una nueva Troya, la que sería el arquetipo de la futura Roma.
II. ROMA: MARCO GEOGRÁFICO.