Julio 2014
Julio 2014
Para la preparación del viaje, hay mucha información en internet. Seguro que he pasado tanto tiempo leyendo, mirando fotos, explorando con el Google Earth, y preparando tracks, como pedaleando. Con estas líneas espero aportar mi grano de arena a quien se aventure por Islandia.
Se pueden hacer muchos recorridos. La ruta más común es dar la vuelta a la isla por la carretera principal (N1), también llamada Ring Road. Está toda asfaltada y dependiendo de las zonas encontraremos más o menos tráfico. Afortunadamente, además de la Ring Road hay otras carreteras con menos tránsito de coches. Las que marcan como “F” son pistas.
Mi intención inicial era un poco antes de llegar a Myvatn, seguir la F88 hasta Askja, la F910 hasta Nýidalur y luego la F26 hasta Landmannalaugar, y acabar en Selfoss. Esta ruta es la denominada Sprengisandur.
Desde Selfoss dirigirme por pistas a Thingvellir e iniciar la Klöjur de subida hasta Blönduós, donde podría coger un autobús hasta Reykjavík.
Al estar cerrada la F910 en Askja, tuve que improvisar. Fui a Askja por la F905 y regresar hacia Myvatn por la F88. También estuvo bien. La Klöjur la haré en sentido inverso al que tenia pensado.
Hay varias líneas de autobuses que en diferentes itinerarios, dan la vuelta a Islandia, y que aceptan bicicletas. Yo no utilicé ninguno, pero es una buena opción para evitar tramos menos interesantes, o en caso de mal tiempo. Un dato a tener en cuenta es que los autobuses cobran 3.500 coronas por la bici, independientemente del trayecto realizado. Según me dijeron, en los autobuses azules y amarillos las bicis suben gratis, aunque no hacen todos los trayectos. http://www.straeto.is/
El gps, siempre va bien, pero con un mapa es más que suficiente. En el primer camping encontré un mapa gratuito que me ha sido muy útil.
Es importante tener una idea clara: En Islandia vamos a encontrar lluvia y viento. Pensar que podemos tener suerte y que haga bueno, es crearse falsas expectativas.
Si estamos dispuestos a soportar las inclemencias del tiempo, adelante!.
La moneda es la Corona islandesa. Resulta práctico hacer la conversión a pesetas, ya que el cambio es parecido (En 2.014) : 1 euro = 158 coronas. Todo está algo más caro que en España.
No hace falta cambiar demasiado dinero, pues se puede pagar TODO con tarjeta, desde un café hasta el camping en el pueblo más remoto.
Hubiese preferido alojamientos tipo hostal económico, albergue, o refugio, pero puede resultar complicado, y lo más práctico, económico y versátil es la tienda de campaña. Los campings suelen costar sobre las 1.300 coronas, y generalmente están bien equipados. Además de los servicios y duchas, acostumbran a tener cocina y sala de estar. Pueden tener wifi, lavadora y secadora, pero con un coste añadido. En algunos, las duchas de agua caliente van con monedas.
En Islandia hay una red de albergues de juventud, refugios y casitas de madera (muchas veces en los campings) con precios asequibles (sobre 5.000 coronas), pero para tener la seguridad que hay sitio, habría que reservar con mucha antelación. Teniendo en cuenta que los ciclistas estamos expuestos a muchos imprevistos: El tiempo, averías, indisposiciones, cambio de planes, reservar para todos los días puede resultar arriesgado. Si nos falla este tipo de alojamiento, los Bed and breakfast, y hoteles acostumbran a ser carísimos.
Si nos adentramos en el interior (donde únicamente hay pistas), está todo muy despoblado, y podemos estar muchos kilómetros sin ningún refugio. En caso de una avería, por ejemplo, encontrarse en medio de la nada con una climatología adversa, sin un techo donde dormir, esperando a ver si pasa algún 4x4 que nos pueda ayudar, puede ser un problema. Disponer de una tienda de campaña, proporciona libertad y autonomía.
En cuanto al avituallamiento, prácticamente no he ido a ningún restaurante. Muchos días voy a desayunar a algún hotel. El precio oscila entre las 1.500 – 2.000 coronas, pero suele ser bufet libre, y hago un buen almuerzo: Embutidos, zumos, cereales, yogur, tostadas, mermeladas, y café en abundancia. Me gusta desayunar variado, y al ir solo no me resulta práctico comprar muchas cosas para desayunar, que no me iba a acabar.
En todas las poblaciones, así como en las gasolineras, acostumbra a haber algún supermercado. De todas formas, cuando nos alejamos de Reykjavík, hay que prever que pueden pasar muchos kilómetros hasta encontrar algún establecimiento.
En la mayoría de campings se puede cocinar, pero no hay demasiados utensilios de cocina, platos y cubiertos. Puede ser buena idea llevar un plato y unos cubiertos, aunque sean de plástico.
En los refugios, no hacen comidas ni se puede comprar nada, ni siquiera una Cocacola.
Sobre el agua, no hace mucho calor y no se bebe tanto. Llevé un bidón de 1 litro, y no me quedé nunca sin agua. Salvo un día que tuve que rellenar de un rio (camino de Askja), siempre va saliendo algún sitio donde repostar.
Es indispensable ir bien equipado para la lluvia. Llevaba la equipación de invierno del club: Culotte con buena badana, camiseta térmica y chaqueta de tejido técnico. Por encima de cero grados, sin problemas.
El tejido técnico repele el agua cuando se trata de llovizna. Para cuando llueve un poco más disponía de un pantalón y chaqueta impermeable de nylon, marca Decathlon, sencillos pero que me funcionaron muy bien. Es muy recomendable que el pantalón tenga alguna cremallera para ponérselo sin descalzarse.
El calzado es muy importante. Las botas Northwave Celsius, han sido un acierto total. El pie siempre seco. También llevé unos calcetines impermeables Seal Skinz, que utilicé en algún momento puntual.
Los guantes, además de los normales, llevé unos de neopreno. Antes de salir comprobé que no calaban (1 minuto debajo del grifo). El neopreno no me gusta porque no transpira. Acabo con la mano húmeda del sudor y en unos días hasta olían mal, pero nunca he pasado frío.
También es interesante un impermeable para el casco.
Con todo esto, nunca tuve frío ni acabé mojado y pude disfrutar de la ruta.
Ante la duda si culotte corto o largo, yo me apañé con el largo. La temperatura máxima que encontré fue de 15 – 16 grados. Algún día podía haber ido bien el corto, pero con el largo no tuve calor, además que el tiempo es muy cambiante y en unas horas se puede nublar y ponerse a llover.
El tipo de bici ideal dependerá del de la ruta elegida. En mi caso tenía intención de hacer bastante pista y llevé la Canyon Nerve XC. No hace falta, ni mucho menos, una bici de doble suspensión, pero es la que tengo.
Sobre los neumáticos, cada cual tiene sus teorías y preferencias. Elegí unos neumáticos de montaña, pero más estrechos que los que acostumbro a llevar: Schwalbe Black Jack 1.9.
Como portaequipajes, utilicé un trasportín de los que van sujetos a la tija (Carga: 10 kg., pero para asegurarse que no se rompe no poner más de 5 kg), bolsa de manillar y mochila. Para impermeabilizar, con los objetos pequeños, bolsitas de plástico de cierre hermético, y con el saco de dormir y ropa, bolsas grandes del super. Sin duda, en esta ocasión lo mejor hubiese sido unas alforjas.
Por lo que me dijeron, para la humedad es mejor que el saco sea de fibra que de pluma. Miré sacos de 800 gramos, pero aunque digan que sí, no sirven para temperaturas de 0 – 5 grados que podía encontrar. Me decidí por el Ferrino Nightec 600 lite pro. Pesa 1450 gramos. La noche más fría pude haber estado a 2 grados y nunca he pasado frío.
No entiendo nada de tiendas de campaña, y busqué una que fuera ligera. Me hice con una Vaude Bivi. Es una tienda vivac, lo más pequeño que se puede encontrar. Pesa 950 gramos.
Tiene el inconveniente que no me podía vestir dentro, pero al ser bajita no le afecten tanto los vientos fuertes. Al tener una sola capa, se crea algo de condensación de la respiración. Es resistente a la lluvia, pero según la postura el saco entra en contacto con el nylon y por capilaridad acaba con algo de humedad (no mojado).
Vuelo con Wow air. El peso máximo de la bicicleta está establecido en 23 kg, pero si no excede mucho, no son muy estrictos.
El equipaje de mano no debe sobrepasar unas dimensiones establecidas ni superar los 10 kg.
He llegado a Reykjavid sobre las 1,30 hora local (3,30 hora española). He dormido un poco en el avión, pero casi nada. Parece que esté amaneciendo. A esta hora ni estoy despejado, ni con ganas de ir a dormir.
Veo gente durmiendo en el aeropuerto, y miro de echar una cabezada, pero está prohibido dormir, y el guardia de seguridad va haciendo su ronda y llamando la atención a los que ve durmiendo.
Tampoco tengo sueño, así que monto la bici y salgo en dirección al hotel Alex, a 3 km del aeropuerto, donde dejaré la caja de la bici. Como en alguna otra ocasión, utilizo una cinta para llevarla al hombro hasta el hotel, que aunque no duermo allí, por 1.000 coronas me la guardarán.
Me pongo en marcha con una sensación extraña. No he dormido suficiente, pero está amaneciendo y parece que sea hora de ponerse en marcha.
En su momento no lo pensé, pero tuve suerte que el primer día no llovió. Habitualmente nunca empiezo ruta lloviendo y si hubiese tenido que empezar así me hubiera costado bastante.
Siguiendo el plan establecido, me desvió por una carretera secundaria en dirección a Grindavík, donde había pensado abastecerme en el super, pero es muy temprano y lo encuentro cerrado. Como me queda algo de comida continúo, pensando que ya encontraría algún sitio donde comprar.
El paisaje es claramente volcánico. Puedo observar riadas de lava solidificada, cubiertas parcialmente de una gruesa capa de musgo, donde echo alguna cabezada.
Alterno carretera con algún tramo de pista hasta llegar a Seltún, un parque geotérmico donde puedo visitar la zona con aguas y lodos hirviendo, y un fuerte olor a huevos podridos.
Aquí se cuece algo, pero huele fatal!
Visto lo que hay que ver, sigo por carretera, que apenas hay tráfico, en parte porque es bastante temprano. Van pasando los kilómetros y no encuentro ninguna gasolinera, ni bar donde comprar algo de comer.
Me llama la atención unos pájaros muy curiosos que al pasar vienen revoloteando a mi alrededor, con un trino bastante estridente, que a veces, cuando está en el suelo, parece el maullido de un gato. Éste y otro pájaro con el pico curvado y canto más cíclico, seguro no han pasado inadvertidos para quien haya ido en bici por Islandia.
A lo lejos veo una iglesia bastante pintoresca y me desvío para visitarla, con tan buena suerte que hay un chiringuito donde comer unos hot dogs. También hay un camping, pero mi idea es llegar hasta Selfoss.
La iglesia, llamada Strandarkirkja tiene su leyenda: Siglos atrás unos marineros se vieron atrapados en una gran tormenta. En esa situación hicieron la promesa que si llegaban a salvo a la costa, construirían una iglesia allá donde encontraran tierra.
Voy siguiendo por carretera, ya con algo más de tráfico hasta Selfoss, una población bastante importante. El camping está bastante bien y el super está a 5 – 10 minutos en bici. Aunque en el camping ofrecen cenas y desayunos, hay un espacio común con fogones y utensilios de cocina. No hay vajilla ni cubiertos.
Desayuno en el camping y continúo por la famosa Ring Road. Hay más tráfico que el día anterior, pero habiendo dormido y almorzado bien, y con un día despejado, salgo muy animado. La carretera es bastante llana, con algunos pequeños sube-baja. El paisaje es bonito, pero sin nada de especial.
En la siguiente población, Hella paro a tomar café y encuentro a una pareja de ciclistas de Madrid, Ángel y Paqui, que acaban de llegar de Reykjavík en autobús y se están preparando para salir.
Pasada la mitad de la ruta el paisaje comienza a ser más atractivo. Hay dos grandes cascadas que merece la pena desviarse para verlas y dar una vuelta por la zona. En una de estas visitas vuelvo a encontrar a la pareja de Madrid que llegan. Más adelante en otra parada para tomar café, nos volvemos a ver y haremos algunos kilómetros juntos. Ellos acampan en una de estas cascadas, y yo sigo hasta Vík, un bonito pueblo de la costa.
Llego a Vík con algo de lluvia. No en vano dicen que es la zona más lluviosa de la isla. Lo más llamativo es la playa de arena negra con unas siluetas de unas rocas llamadas Reynisdrangur. Cuenta la leyenda que eran tres trolls que se convirtieron en piedra tras ser tocados por los rayos del sol.
Me alojo en el camping. Hay un espacio común donde poder cocinar con camping gas o microondas. Tampoco hay vajilla ni cubiertos
Se pasa la noche lloviendo y me da mucha pereza salir de la tienda. No me levanto hasta las 11 de la mañana, que deja de llover. El día sigue lluvioso y me paso más de una hora ronroneado sin saber qué hacer. No estoy acostumbrado a salir lloviendo y tampoco quiero quedarme en el camping hasta que pare.
Se ha pasado la hora del almuerzo del hotel y tengo que ir al super, donde encuentro un ciclista catalán que me identifica por la bolsa de viaje de mi bici, de Caixa de Catalunya. Tras hablar un poco de nuestras aventuras por Islandia, me explica que la previsión es de dos o tres días de mal tiempo.
Aun así, me visto para lluvia y salgo sobre la una.
Como era de esperar, al poco de salir empieza a llover, y hago casi toda la ruta lloviendo. Voy bastante bien, el viento me ha favorecido y al ir bien equipado no he acabado mojado.
Los paisajes de hoy están formados por grandes llanuras aluviales del deshielo de los glaciares. No hay ninguna población, ni sitio habitado hasta kirkjubaejarklaustur, donde paro a comer un hot dog y tomar café en la gasolinera.
Voy a pasar la noche al camping del pueblo. También hay un super para comprar.
En el camping coincido con otros ciclistas. Un compañero belga, que me llama la atención que va con culotte corto. Más tarde llega otro ciclista con un banderín de Argentina en la bici, y la camiseta de fútbol de Argentina. Se trata de Damián, de apodo “Jamerboi”. Es muy simpático. Hablamos un rato y nos hacemos unas fotos. Ya en Barcelona, mirando su web, veré que es un veterano de las rutas largas en bici.
Antes de salir voy a comprar provisiones al super, donde vuelvo a encontrar a Ángel y Paqui, que han pasado la noche en un alojamiento de la zona. Ellos ya han comprado y comienzan a pedalear.
Hago mi compra, y voy a tomar café a la gasolinera (el café no lo perdono). Más adelante los vuelvo a encontrar. Es un placer poder ir charlando con alguien, así que como el ritmo es parecido, acabaremos la ruta juntos.
Como el día anterior, gran parte de la ruta hasta el Parque nacional de Skaftafell, está dominada por grandes llanuras aluviales del deshielo de los glaciares.
Hoy entre que el viento nos ha favorecido, e ir charlando con los compañeros, el camino se me ha hecho corto.
Los compañeros de Madrid se quedan en el camping del parque nacional. Yo hago las visitas pertinentes. Voy a ver de cerca el glaciar. Allí encuentro un par de ciclistas que uno de ellos lleva una Canyon y al saludarlos veo que también son catalanes. Hablamos un poco y luego nos encontraremos en el camping, igual que el otro ciclista belga que nos vamos viendo por el camino.
Hay una media hora andando, pero también es interesante visitar Svartifoss, una cascada sobre unas columnas basálticas. La bicicleta con el equipaje la dejo en el camping sin ningún tipo de protección y sensación total de seguridad.
En el parque nacional hay un camping, pero me han recomendado otro que está mejor unos 4 km. más adelante: Svínafell. Hay que tener en cuenta que son cuatro casas, y no hay super, pero se puede comprar en la gasolinera, unos dos kilómetros antes de llegar.
La noche se presenta con muy mal tiempo, y una pareja que viendo que en su bungalow hay unas literas vacías y por la hora que era, no se iban a ocupar, me ofrecen ir a dormir con ellos. Han tenido un gran detalle.
Me explican que son hawaianos, que están de vacaciones por Islandia. En las presentaciones, mi nombre: Xavi, y les enseño en nick de mi chaqueta. El chico queda sorprendido. Me dice que él también se llama Xavi, y me enseña su camiseta del Barça, con el nombre de Xavi. Naturalmente, flipamos los dos.
La previsión para hoy es de lluvia, pero ya le he perdido el miedo a salir lloviendo. Me pongo en marcha sobre la 9 y tal como decían, al poco empieza a llover. Al cabo de una hora encuentro un sitio para parar a tomar algo caliente.
Durante el día me voy poniendo o quitando el impermeable, dependiendo de si llueve o despeja. Por lo que voy viendo lo normal aquí son los días nublados. Las lluvias no son tempestuosas, sino esa lluvia suave y continua. La que se dice que va bien para el campo.
La etapa de hoy es de 130 km, y voy encontrado diversidad de paisajes, llanuras aluviales, glaciares, praderas verdes, y una cadena montañosa litoral, con multitud de pequeños saltos de agua. El glaciar más espectacular, el de Jokularlon. Sitio de parada obligada. Se trata de un lago con grandes témpanos de hielo, que van a parar al mar.
En Höfn, voy al camping, donde encuentro a un senderista francés que coincidimos en el camping de Vík. Él hace la ruta en autobús.
Encuentro bastantes ciclistas, y entablo conversación con una pareja de alemanes que mañana harán la misma ruta.
El camping está bien, pero la zona común no es tan grande como en el del día anterior. Hay fogones para calentar, y utensilios de cocina.
Para desayunar voy a un hostel cercano, donde conozco a Abel, un compañero que también da la vuelta a Islandia en bici (pero en sentido contrario) y que al ver el nick de mi chaqueta, me ha saludado entusiasmado.
La previsión del tiempo es muy cambiante. La noche anterior marcaba sol. Por la mañana, era sol con alguna nube, y la realidad es que ha estado casi todo el día lloviendo, y por supuesto, el sol no ha aparecido.
Durante la ruta, a lo lejos veo unos turistas que me enseñan algo. Conforme me acerco veo que es la pareja de Hawái, que me enseñan la camiseta del Barça, con el nombre de Xavi. Estamos un rato hablando y les reitero mi agradecimiento por el detalle de compartir el bungalow.
Por la Ring Road ya no circulan tantos coches como en las cercanías de Reykjavík, puede que un coche cada minuto. Son rectas con algún sube – baja, pero ningún puerto. Todo está muy verde, mucha agua y vistas al mar muy interesantes, ya que se comienzan a bordear los fiordos. Así llego a Djopivogur, el final de etapa.
En el camping vuelvo a encontrar la pareja de ciclistas alemanes que conocí en Höfn, así como el senderista francés. El camping tiene para cocinar y hay un super cerca (ojo que cierran a las 7).
El camping tiene un espacio común y después de cenar nos juntamos unos cuantos campistas. El francés, unos chicos de Bélgica, y una chica de Seattle que junto con su hermana está dando la vuelta a Islandia en bici y nos cuenta cómo les ha ido. Hay cachondeo con el tamaño de mi tienda. Estamos un buen rato y hablamos de todo un poco.
Al día siguiente cada uno seguimos nuestro camino. La noche ha estado lluviosa y sigue lloviendo.
Hay un puerto de unos 600 metros con unas pendientes muy fuertes. Gracias a no llevar mucho peso puedo subir pedaleando. Me parece que los alemanes van detrás, pero van más cargados y algo más lentos. Ya no los he visto más.
En la parte alta quedan muchas manchas de nieve, y hace algo de frío. El viento se pone de cara. Primero no importa mucho, pues vienen bajadas, pero los últimos 30 km se me hacen interminables. El viento es fuerte y apenas puedo pasar de 12 km/h.
La primera parte del día voy bordeando un fiordo, y aunque está nublado es bonito, igual que la subida y la parte alta. La última parte son paisajes campestres, pero nada especial. Tampoco lo he disfrutado mucho, pues lloviendo y con el viento de cara se me ha hecho pesado.
El camping está regular. No tiene zona de estar, ni cocina. La tarde está lluviosa y para no mojarme he estado en la sala de las lavadoras. Me ha decepcionado bastante.
Ha llovido toda la noche. Al llover fuerte sobre la tienda se oye mucho y he dormido muy mal. El saco se notaba algo húmedo de la condensación y de humedad del ambiente.
Para desayuntar, el hotel es bastante caro, y voy al Netto, un supermercado donde tienen unas mesas para quien quiera sentarse cómodamente a comer lo que ha comprado. Esto es habitual en algunos supermercados.
En Eglisstadir hay una oficina de información que abren a las 10 y me he esperado para preguntar por la ruta de Askja, que según me han dicho, hasta hace poco estaba cerrada.
La chica que me atiende me explica que es una ruta problemática para las bicicletas. Tampoco me da muchos detalles, me dice que si la nieve, los ríos…, y si quiero ir, mejor que vaya con un viaje organizado.
He salido casi a las 11, lloviendo, con 3 grados de temperatura, el viento de cara, y habiendo dormido mal. Para postres en la oficina de información me han desaconsejado la ruta que tenía pensada.
He hecho unos 50 km. El paisaje está bien, pero en estas condiciones me empiezo a cansar.
Una nota interesante para quien quiera escapar por unos kilómetros del tráfico, es desviarse por la 924. A mí se me pasó, pero hay queda el dato.
Skjoldolfsstadir, no es ningún pueblo, simplemente un hostal con camping en medio de la ruta. Hay una piscina de agua tibia, y un jacuzzi con agua bastante caliente. No se aguanta más de 15 minutos. Creo que ha sido lo mejor del día, además que a última hora de la tarde ha mejorado un poco el tiempo.
Me fui pronto a dormir. En el hostal hay mucha gente, islandeses que celebran alguna fiesta y a media noche, me despierto por un jaleo impresionante de un grupo de borrachos bastante numeroso que aprovechando que hace buena noche han salido a jugar a la petanca. Gritan bastante y están dando la lata hasta tarde. Mira si podía haber llovido un poco esta noche...
Por la mañana almuerzo en el hostal, que está muy bien de precio y como de costumbre, salgo lloviendo. Empiezo con una buena subida. Un poco más adelante, me desvío hacia la F901, que resulta una alternativa pistera de unos 40 km a la carretera principal. Ir por la pista, sin el devenir del tráfico, me crea buenas sensaciones, y voy muy animado.
Al desaconsejarme ir a Askja (pista), no sé qué hacer y en principio era seguir la F901 hasta llegar otra vez a la Ring Road, pero encuentro el desvío de la F905 con un indicador a Askja a 81 km. Estoy eufórico de ir por pistas. El día pinta bien y el viento parece estable, así que no puedo resistir la tentación.
Los paisajes son impresionantes. Hay una gran montaña omnipresente en toda la zona, el Herdubreid.
Tengo que vadear algunos ríos, sin mucho problema hasta llegar a uno que se veía bastante profundo y la corriente fuerte. Veo pasar un 4x4 y al ver por donde le llega el agua, tengo mis dudas si podré pasar. Lo intento sin quitarme las botas. Hay quien dice que se las quita, pero tal como es el río hay que pisar firme cargando el peso de la bici y equipaje. Si resbalara quedaría totalmente mojado. Empiezo a cruzar y veo que se puede. El agua me llega hasta medio muslo, y la corriente es fuerte, pero no se me lleva. Luego viene otro vadeo con un poco menos de agua que el primero. Los pies van mojados pero con las botas de goretex no tengo sensación de frío.
Voy cruzando desiertos de piedras interminables, y parajes volcánicos que bien podrían ser de otro planeta, hasta llegar al refugio de Askja sobre las 10 de la noche. No hay muchas plazas disponibles pero puedo dormir en el refugio. No sirven comidas ni desayunos, y no se puede comprar nada de comida. Solo llevo provisiones para 2 – 3 días!!
El refugio está a tope, y cuando voy al comedor me siento con un grupo. Al verme con poca comida, me ofrecen carne picada condimentada al estilo mejicano, que les había quedado media olla. Me hacen un gran favor. Luego coincidimos en la misma habitación y me explican que son un grupo de geofísicos de la Universidad de Cambridge que están investigando la actividad volcánica de la zona.
En la habitación tienen gran cantidad de instrumental, y así de broma les digo que si hay alguna emergencia me despierten para escapar. Luego me enteraría que al mes siguiente hubo una erupción volcánica. Un mes parece mucho, pero en tiempo geológico no es nada.
En el desayuno, me ofrecen algo de comida extra para el viaje. Quedo enormemente agradecido. Se puede decir que son mis patrocinadores en Askja.
La ruta hasta Nydalur, donde inicialmente tenía pensado ir, tal como me dijeron en la oficina de información, está cerrada. Al parecer hay mucha nieve. Si esos superjeeps con ruedas enormes lo tienen cerrado, con la bici no tendría nada que hacer. Así que volveré por la F88 en dirección a la Ring Road.
Antes subiré con la bici hasta la caldera del volcán. Normalmente se puede acceder por la pista, pero este año hay mucha nieve y pasados 6 – 7 km, ya no puedo seguir. Dejo la bicicleta y camino una media hora por la nieve, pero tengo dudas si podré llegar y me vuelvo.
A esa altura (1.100 m) encuentro todo nevado y hace bastante frío. Las botas estaban mojadas del día anterior y me he puesto los calcetines impermeables Seal Skinz. Han ido muy bien, el pie seco y caliente.
La etapa de hoy consiste en seguir la F910 y desviarme en la F88 hasta el refugio Herdubreid, donde pasaré la noche. Son pocos kilómetros, pero me va bien para recuperarme del día anterior. Finalmente el día no ha sido tan suave. Al tener el viendo de cara me ha costado bastante.
El refugio se encuentra al pie de la montaña Herdubreid, que en realidad es un tuya, un tipo raro de volcán, típico de erupciones bajo algún glaciar.
Tras desayunar cómodamente en el refugio me dirijo hacia Myvatn. Nada más salir me encuentro un río que hay que vadear. Así en frío me cuesta decidirme, y mientras me lo pienso veo que el guarda del refugio viene para pasarme en su ranchera. Ha sido un gran detalle.
Sigo la F88 y van discurriendo los kilómetros atravesando parajes impresionantes. Hay que vadear un par de ríos más. Cubren por encima de la rodilla, pero la corriente no es muy fuerte. Opto por quitarme las botas y ponerme las chanclas (con sujeción delantera y trasera). Cruzo los dos sin problemas, pero el agua está helada.
Así llego a la Ring Rodad, y ya por carretera me dirijo a Myvatn. Antes de llegar visito Námaskard, una zona geotermal, con solfataras y un fuerte olor a huevos podridos.
El día ha quedado soleado y llego a Myvatn pudiendo plantar la tienda con sol y unas vistas al lago maravillosas.
En el camping me encuentro a los catalanes que al parecer van desviándose por zonas más pisteras y cogiendo el autobús en carretera.
Almuerzo en el hotel. Antes de salir voy a dar una vuelta por la zona, llegando casi hasta un volcán. Hay a 20 minutos de bici.
El día ha sido más o menos soleado, y no me ha llovido en toda la ruta. He encontrado unas mujeres que van en bici, que coincidimos en Vík. Las he saludado, pera cada uno hemos seguido a nuestro ritmo.
Llego a Laugar, un buen sitio para tomar un café. Más adelante encontraré Godafoss, unas cascadas que merece la pena parar para verlas y hacer unas fotos.
La ruta de hoy incluye algunas subidas importantes. Me ha gustado mucho el descenso final con una buena vista del fiordo de Akureyri, una pequeña ciudad (la segunda después de Reykjavík) con bonitas calles y edificios típicos.
Voy a pasar la noche al camping. El super está cerca (cierras a las 11).
He vuelto a encontrar al senderista francés que nos vamos viendo de vez en cuando.
Voy a almorzar al hotel que hay justo al lado del camping. La etapa de hoy comienza con unos 40 km de subida suave, y luego 5 – 10 más pronunciada. El sillín cada día lo encuentro más duro, y con un trozo de esterilla de espuma, me hago un invento para solucionar el problema, pero para el viento de cara no se me ocurre nada, aparte de volverme a Akureyri y coger el autobús.
Se va nublando, quedando un día gris, pero voy subiendo por unos hermosos valles en forma de “U” propios los glaciares. En la parte más alta de la montaña me encuentro con otro ciclista australiano. Los dos nos preguntamos: ¿Cómo es lo que queda?. Todo bajada!
En mi caso es una bajada progresiva y puedo recuperar lo que me había frenado el viento.
En la entrada a Varmahlid veo un camping, pero no hay nadie, además tiene pinta de tener muchos mosquitos, pues está en la parte baja, más cerca del río. En el centro del pueblo hay un hotel, donde almorzaré al día siguiente, y en la gasolinera está el supermercado (9 a 22 h.)
En la parte alta del pueblo hay otro camping con más gente, y sin mosquitos.
Para hacer la Klöjur, que es el nombre de la ruta que voy a hacer hasta Reykjavík, en lugar de seguir la ruta habitual por la N1 hasta Hunaver y luego continuar por la F35, se me ocurre desviarme por la 752 y luego por la F756 hasta enlazar con la F35. No creo que haya mucha diferencia de kilómetros ni de desnivel, pero evito el tráfico de la carretera principal.
Tal como lo había pensado, en los 11 kilómetros de la 752, voy encontrando granjas, y casi no pasa nadie. Muy tranquilo.
Tomo el desvío de la F756, una pista que sube bastante fuerte hasta los 600 metros. El día está lluvioso, pero a estas alturas del viaje ya no me importa. En realidad, ni miro el pronóstico del tiempo.
En la parte más alta de la montaña encuentro un grupo de gente que han subido una manada de caballos. Las pista está bastante fangosa (y algo más que fango), de la lluvia y del paso de los animales.
Atravieso praderas inmensas con algunos lagos, hasta llegar a la F35, donde tengo un viento fuerte de cara. Dormiré en Áfangi, un refugio a pie de pista.
En el refugio no hay casi nadie. Son pequeñas habitaciones con literas, pero he dormido muy bien, caliente y resguardado del viento y la lluvia.
El día pinta bien, y el viento viene de lado. A los 20 km encuentro un refugio libre, Arnabaeli. Está bastante descuidado y no hay agua ni duchas. Muy básico, pero en caso mal tiempo puede resultar útil.
Unos kilómetros más y llego a Hveravellir. Para llegar hay un desvío de 2 km, pero vale la pena. Hay un refugio, bar y se puede comprar algo de comida. Hay una zona geotermal y lo mejor de todo, una balsa natural con agua caliente (gratis), donde me he dado un buen baño.
En el bar coincidí con algunos ciclistas. Algunos ya nos habíamos visto en Myvatn.
El día queda muy bonito. Voy atravesando praderas, pequeños lagos, montañas y glaciares, que con el paso de los kilómetros, van quedando atrás.
Voy a dormir al camping de Hvitarnes. El track del gps indicaba un desvío, pero aquí que todo está indicado, no había ninguna indicación en la carretera, así que me lo pasé y tuve que hacer unos 9 kilómetros más para llegar.
Planto la tienda en un prado, al lado de un refugio, que es una casa típica islandesa. Un sitio realmente encantador, con el lago delante y una vista inmejorable de los glaciares.
Las duchas no están muy bien. Hay una bombona de butano, pero están en el exterior tapadas con unas telas. Con el frío que hacía, no me duché.
La noche ha sido fría y lluviosa, pero he estado bien. Me levanto temprano con un poco de sol y me pongo en marcha.
Llegando a la F35 veo una tienda con dos bicis, de algunos que no quisieron tomar el desvío de los 9 km. Más adelante encuentro a la pareja que coincidimos en Myvatn y Hveravellir, que habían acampado libre junto a la F35, desesperados por la cantidad de mosquitos que había.
Dejo atrás bellos paisajes para realizar una bajada importante. La pista se convertirá en carretera, poco transitada todavía, hasta llegar a las cataratas de Gulfoss, donde hay un gran centro para los visitantes, con bar, restaurante y tiendas.
Alguien se ha dejado el grifo abierto!
Justo llegar empieza a llover. Cuando despeja, salgo a ver las cascadas, y luego continúo el camino hasta Geysir donde puedo contemplar estos grandes chorros de agua y vapor que suceden cada 5 minutos aproximadamente.
Una vez visto todo, me dirijo a Laugarvatn. La tarde está muy lluviosa y justo en la carretera encuentro un hostel, con todos los servicios, wifi gratis, y a un precio ajustado.
Comparado con la tienda de campaña, en el hostel se duerme muy bien. Hoy va a ser el último día y me lo tomo con tranquilidad.
Al salir del pueblo hay un desvío por la F365, que creo que no está indicado y resulta una alternativa a la carretera muy recomendable.
Acaba la pista, y un poco más adelante ya llego a Thingvellir, un Parque Nacional. Es un sitio muy agradable para pasear. El día soleado también acompaña. Se puede contemplar una gran falla que según dicen es el punto de separación de las placas tectónicas de Europa y América.
También tiene una importancia histórica, pues en este lugar se creó hace unos mil años el Parlamento Islandés, el primero de Europa, que periódicamente se reunía para legislar y hacer justicia.
Después de ver la zona me dirijo a Reykjavík, pero tomo unos desvíos para ir por carreteras secundarias. Primero la 360, luego la 435. Los primeros 12 km van bordeando el lago y luego siguen unas subidas bastante fuertes para franquear unas montañas. Hay una planta geotermal y veo que salen unos tubos enormes, que conducen el agua caliente a Reykjavík.
Bajando por el otro lado de las montañas, ya visualizo la ciudad al fondo, siempre con el tubo a mi derecha, pero por lo menos casi no pasan coches. Así llego a la N1, pero todavía quedan 18 km para el centro de la ciudad.
Voy pasando algunas poblaciones de las inmediaciones de Reykjavík, pero debo salir de la N1, pues se convierte en una autovía nada adecuada para las bicis. No importa mucho, pues hay multitud de carriles bici para llegar. Este tramo lo he hecho un poco a ojo, pero he corregido el track y creo que ha quedado bastante bien.
En el camping, y a diferencia de los días anteriores, encuentro muchísima gente. Tiene muy buenas instalaciones, agua caliente, wifi, ordenadores con internet, cocina, todo incluido en el precio.
Encuentro mucha información sobre la ciudad, alquiler de coches, el tiempo, autobuses, etc., y hasta gestionan algunos billetes de autobús, informan y guardan cajas de bicicleta (pagando una cuota).
Y qué casualidad!, que a última hora de la tarde me encuentro a mi amigo el francés, que acaba de llegar en un autobús. También encuentro una pareja de senderistas belgas, que nos hemos ido viendo estos días.
Durante el desayuno me vuelvo a encontrar con los senderistas conocidos y estamos un rato hablando.
Para ir al aeropuerto en autobús es recomendable sacar el billete el día anterior, pero de las tres compañías, una no deja llevar la bici sin la caja, otra no coincide con el horario de mi vuelo y la que “parece” que me llevaría la bici tal cual, además de ser la más cara, cobra bastante por la bici, así que iré al aeropuerto pedaleando. De todas formas hubiese tenido que ir luego a buscar la caja al hotel Alex.
Aclarado el tema del autobús, voy a visitar la ciudad. Es ideal para ir en bici. No llevo ningún cable para atarla, pero aparenta ser una ciudad muy segura, y no hay problema de dejar la bici sin candado cinco minutos mientras visito alguna iglesia. Cuando voy a tomar un café o un hot dog no la pierdo de vista, pero no parece probable que alguien me la arrebate en un descuido.
El paseo por el centro de la ciudad es muy agradable, con muchas zonas verdes y casas unifamiliares con gran encanto.
Visito el puerto, varias iglesias, algunas calles turísticas muy atractivas y como unos hot dogs en Baejarins Beztu Pylsur, donde presumen de elaborar los mejores hot dogs de la ciudad, y que el mismísimo Obama ha visitado.
Tenia el vuelo a la 15,45. Al ir en bici, salí con bastante antelación para evitar cualquier imprevisto en los 50 km de trayecto.
Resulta problemático la entrada o salida de la ciudad, donde la carretera es una autovía que no hay arcén. Sabiendo esto, fui buscando los carriles bici, que hay muchos, hasta que la carretera vuelve a tener un buen arcén por donde circular con seguridad. El track muestra el trayecto.