INTRODUCION

A. INTRODUCCIÓN

­Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí (Juan 18:36).

Pocos pasajes de la Biblia son tan frecuentemente malinterpretados en la actualidad como este. El otro que se me ocurre es "No juzguéis, para que no seáis juzgados" (Mateo 7:1).

Cada vez que un orador comienza a argüir que los cristianos tienen la obligación de trabajar para edificar el reino de Dios en la tierra, a menos que solo esté hablando del evangelismo personal o las misiones, alguien objetará, "Jesús no estaba edificando un reino político. Solo estaba edificando su Iglesia. La Iglesia no es un reino terrenal. Después de todo, su Reino no es de este mundo."

Me asombro siempre que oigo a un protestante utilizando este pasaje para defender esa estrecha definición del Reino de Dios. Históricamente, era la Iglesia Católica Romana que la equiparaba al Reino ­con la "Iglesia," o sea la Iglesia de Roma. La Re forma Protestante se basó en la idea de que la Iglesia institucional debe ser definida mucho mas estrechamente que el toda-abarcador Reino de Dios. La misma idea de que "cada hombre es un sacerdote"

— una idea totalmente protestante — depende de la presuposición que el servicio de cada cristiano, no sólo el del sacerdote ordenado es ante Dios un llamado santo. Cada cristiano sirve como obrero en el.

¿Qué es este Reino? Todo el mundo del servido cristiano no solo la Iglesia institucional.

La respuesta común y corriente al mensaje de la responsabilidad social cristiana se basa en una interpretación errónea del texto mencionado. Jesús estaba explicando a Poncio Pilato como El podría ser rey, y al mismo tiempo estar bajo el enjuiciamiento de Pilato. ¿Cómo podía ser rey? ¿Dónde estaban sus defensores? ¿Dónde estaban sus tropas?

Su punto era claro: La fuente de su autoridad real no es terrenal. Su Reino no es proveniente de este mundo. La fuente de su autoridad como rey proviene de un lugar mucho mas superior a este mundo. Su Reino es trascendente. Sin embargo, tiene manifestaciones terrenales. Rahab, la antigua prostituta pagana, comprendía esto, ya que confesaba a los espías hebreos, "Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra" (Josué 2:l1b). Hay millones de cristianos en la actualidad que todavía no comprenden la confesión de fe de Rahab.

En la época de su crucifixión, Jesús dijo que su Reino no era entonces geográficamente "de aquí." Es decir, todavía no tenía el poder institucional y visible en la tierra. "Pero mi reino no es de aquí." (La Biblia de las Américas lo dice mas claramente: "mas ahora mi reino no es de aquí.") Sin embargo, sus palabras implicaban que en un período del futuro, su Reino ciertamente poseería el poder institucional. Entonces sí El tendrá defensores.

Tres siglos mas tarde, los cristianos se apoderaron de la administración de los vestigios del Imperio Romano. Para entonces, el Reino de Dios se haría visible de una manera que Pilato no podría haber previsto ni adivinado.

Este libro trata sobre los aspectos económicos del Reino de Dios. Hoy en día, en casi todas las sociedades la economía se subordina a la política. Así que, al hablar de economía, hay que hablar de política. Esto trae un problema importante: la confusión de los cristianos en cuanto a la legitimidad de la política. El motivo de esta confusión es sencillo: durante todo el siglo veinte los humanistas siempre han controlado la política. A fin de comprender la política moderna, tenemos que reconocer primeramente que la política humanista es muy diferente a la política cristiana. Los humanistas definen al mundo en términos de un dios diferente: la humanidad misma.

El Humanismo y la Política

­Vivimos en la era del humanismo. El humanismo es una religión bastante simple. El humanista cree lo siguiente:

­1. La tierra pertenece al hombre, no a Dios. La propiedad original, o sea, el título original a la tierra, pertenece al hombre.

­2. El hombre criatura dirige a Dios Creador. En realidad, el hombre es el creador, porque solo él comprende y controla la naturaleza.

­3. Por lo tanto, el hombre hace las reglas, lo que significa que una élite hace las reglas para todos los demás.

­4. "El hombre propone, y el hombre dispone." ­El y solo él subyuga la tierra. El es responsable solo ante el hombre, lo que significa, desde luego, que la inmensa mayoría de los hombres responden a un pequeño grupo. El hombre es el juez soberano del universo.

5. El futuro pertenece al hombre autónomo (auto-ley), o sea, a los que adoran al hombre como Dios.

­Los cristianos no están de acuerdo con ninguna de tales declaraciones humanistas.

1. La propiedad original pertenece a Dios. Dios, crea, posee, y controla la tierra no el hombre.

2. El Creador gobierna la criatura. Dios es soberano. Dios ha delegado a la humanidad una propiedad subordinada. Dios está a cargo.

3. Por lo tanto, Dios ha hecho las reglas (leyes).

4. Los hombres son responsables ante Dios de acatar las reglas. El hombre propone y dispone solo dentro del decreto y plan de Dios. Dios juzga al hombre de acuerdo con su ley.

­5. El futuro pertenece a Dios y al pueblo de Dios.

Helas ahí: dos religiones rivales, y dos perspecti­vas rivales de Dios; y la tierra es su campo de batalla. Una y otra están en pugna mortal. Pero los humanistas han tenido una perspectiva mucho mas clara de la verdadera naturaleza de la batalla. Se han preparado para ella por mucho más tiempo que los cristianos.

No debemos cometer el mismo error que han cometido con tanta frecuencia los humanistas. Esta guerra se hace en todos los frentes: la Iglesia, el Estado (escribo Estado con mayúsculo cuando me refiero al gobierno en general), la educación, el arte, la economía, y la ciencia. La economía es un aspecto de esta batalla, pero no es el aspecto central; ni la política ni la economía son centrales. La adoración de Dios lo es. Lo central entonces es: ¿Cuál Dios debiera la humanidad adorar? ¿El Dios de la Biblia o el dios de la imaginación humana?

Los humanistas ven al Estado como la institución mas poderosa del hombre. La suya es una religión de poder, así que, hacen que el Estado sea la institución central. Hacen del Estado su Iglesia. Lo que dicen los cristianos es que la Iglesia, como la institución a quien Dios ha encomendada su palabra y sus sacramentos, es la institución central. La Biblia enseña que las puertas del Hades no prevalecerán contra el asalto de la Iglesia.

Desde hace poco tanto los humanistas como los cristianos han comenzado a entender que la Iglesia institucional de Dios tiene que subordinar a los humanistas o ser subordinada. Los humanistas usan el poder político para subordinar la Iglesia, mientras ­que la Iglesia usa el evangelio para subordinar a los humanistas.

Y así, la batalla se intensifica. Los humanistas y los cristianos están de acuerdo solo en dos cosas: primero, hay una tierra, y segundo, alguien la posee, y, por lo tanto, la controla. El asunto es, ¿cuál Dios? Otro asunto es: ¿quién habla a nombre de este Dios?

La guerra se lucha para determinar la respuesta de la historia.

Avivamiento

Los cristianos están orando para un avivamiento mundial. Si tal avivamiento sucede, esa última ver dad humanista será abandonada. La gente creerá que el Dios de la Biblia no solo es posible, pero que de hecho ha entrado en sus vidas personalmente. Y cuando llegue este cambio revolucionario de fe, ¿qué recomendarán los cristianos en lugar de la cultura humanista desmorónate?

Necesitamos comenzar a entrenarnos para esa transición, en cada área de la vida. Esto incluye la economía. Dios está desafiando a los cristianos que reafirmen el campo político para Jesucristo. Tenemos que declarar públicamente los derechos reales del Rey Jesús.

El desenlace se acerca, en el tiempo y en la tierra: Cristo contra Satanás, el cristianismo contra el humanismo, la religión de dominio contra la religión de poder. El toque nos llama a aceptar una posición de responsabilidad del lado de Cristo. Es tiempo que nos preparemos para un avivamiento sin precedente.

­Es tiempo que nos preparemos para un "cambio de guardia" — en todos los aspectos de la vida, por todas partes del mundo. Nuestra preparación nos debe ayudar contestar la cuestión anticipada de los nuevos conversos a Cristo que temen a Dios: "Soy salvo; ¿y ahora qué?"

La Estructura del Pacto

Para encontrar las respuestas correctas, primeramente necesitamos hacer preguntas correctas. Durante muchísmo tiempo, los cristianos y judíos han tenido las preguntas correctas al alcance de la mano, pero nadie hizo caso. En la Biblia las cuestiones que tratan sobre el gobierno legítimo están organizadas en torno de un solo tema: el pacto.

­La mayor parte de los cristianos y judíos han oído la palabra "pacto." Se consideran a sí mismos (y a veces hasta los unos a los otros) como pueblo del pacto. Se les enseña desde su juventud acerca del pacto de Dios con Israel, y como este pacto se extiende (o no se extiende) a la Iglesia Cristiana. Todos hablan acerca del pacto, pero hasta a fines de 1985, nadie hizo nada en cuanto a el.

­Entonces, a fines de 1985, el Pastor Ramón Sutton hizo un descubrimiento asombroso. Estaba pensando en los símbolos bíblicos, y se hizo la pregunta acerca de los dos símbolos del pacto del Nuevo Testamento, el bautismo y la comunión. Esto hizo surgir el asunto de los símbolos del pacto en el Antiguo Testamento, la circuncisión y la pascua. ¿Qué tenían en común? Es obvio, el pacto. ¿Pero qué, exacta­mente, es el pacto? ¿Es igual en los dos Testamentos (Pactos)?

Comenzó a releer algunos libros del teólogo Meredith G. Kline. En varios libros (colecciones de en sayos), Kline menciona la estructura del Libro de Deuteronomio. Sostiene que la estructura del libro en realidad corresponde a los documentos especiales del mundo pagano antiguo que se conocen como los tratados del soberano (rey-vasallo).

Eso desató algo en la mente de Sutton. Kline trata sobre la estructura de estos tratados en varios lugares. En algunos lugares dice que tienen cinco secciones; en otros indica que es posible que hayan tenido hasta seis o siete. Todo era medio obscuro. Así que, Sutton se puso a leer Deuteronomio para ver cual es su estructura. El encontró cinco partes.

Luego examinó otros libros de la Biblia a los que se considera divididos en cinco partes: Salmos y Mateo. El creyó haber encontrado la misma estructura. Luego consultó otros libros, incluso algunas de las epístolas paulinas. Allí también, la encontró.

Guando explicaba su descubrimiento durante un estudio bíblico un miércoles por la noche, David Ghilton inmediatamente reconoció la misma estructura en el Libro de Apocalipsis. Había trabajado en un manuscrito por más que un año, y lo había dividido en cuatro partes. Inmediatamente regresó a su computadora y reorganizó electrónicamente las secciones del manuscrito. Los resultados de este restructuramiento se pueden leer en su comentario maravilloso sobre el Libro de Apocalipsis, Days of Vengeance, ­(Los Días de Retribución) (Dominion Press, 1987).

He aquí, entonces, la estructura de los cinco puntos del pacto bíblico, según lo explica Sutton en su excelente libro. That You May Prosper, Dominion by Covenant (Que tú prosperes: El dominio por medio del pacto) (Dominion Press, 1987).

­1. La trascendencia y la presencia de Dios

­2. Jerarquía/autoridad

­3. Ley bíblica/dominio

­4. Enjuiciamiento/sanciones: bendiciones y maldiciones

­5. Herencia/continuidad

­Fácil, ¿no? Sin embargo, tiene consecuencias que van más allá de lo imaginable. He aquí, la llave que abre la estructura del gobierno humano. He aquí, la estructura que los cristianos pueden utilizar para analizar la Iglesia, Estado, familia, y un sinnúmero de otras instituciones contractuales aunque no se basan en el pacto.

Se la puede utilizar para resolver la muy debatida estructura de los Diez Mandamientos: 1-5, con un paralelo 6-10. Comprendí esto casi en el momento que Sutton describió su descubrimiento, ya que en aquel momento terminaba mi comentario económico sobre los Diez Mandamientos, The Sinai Strategy (La estrategia de Sinaí) (Instituto para la Economía Cristiana, 1986), que bosquejaba en el Prefacio. También se la puede usar para aclarar algunos de los conceptos básicos de la economía política, según muestro en este libro. De hecho, cuando comienza uno a ­trabajar con este modelo, es difícil no verlo por todas partes. Esto significa o que el modelo es muy poderoso o muy hipnotizador.

­Los Pactos de Dios

­Examinamos nuestra situación no sólo según las circunstancias externas actuales, sino según la Bibia, la Palabra de Dios. Dios gobierna la historia según sus criterios eternos. Dios puso al hombre bajo un pacto, el pacto de dominio, y le dijo al hombre que tenía que sojuzgar a la tierra (Génesis 1:28).

­¿Qué es un pacto? Dios llega ante el hombre y "establece la ley" — la ley suya. El hombre debe obedecer a Dios y a su ley, o ser destruido. Como El dijo a Adán, "Si comes del árbol de la ciencia del bien y del mal, ciertamente morirás." Dios trata a los hombres como un rey a sus subditos. Su pacto nos hace prosperar cuando obedecemos y nos maldice cuando nos rebelamos.

Dios establece pactos individuales con los hombres. Los hay tres: la familia, la iglesia, y el Estado. Cada cual tiene una promesa apropiada. Cada cual tiene sus leyes. Cada cual tiene castigos para la desobediencia.

Un pacto Bíblico se compone de cinco partes:

­1. Un anuncio que Dios es trascendente — el Creador y libertador supremo de la humanidad. Dios es absolutamente superior y diferente a los hombres y al mundo que El creó. Al mismo tiempo El también está presente en el: es inmanente.

­2. El establecimiento de una. jerarquía para apli­car la autoridad de Dios en la tierra.

­3. Una serie de reglas éticas o leyes que el hombre ha de obedecer al ejercer dominio sobre la tierra. Dios juzgará al hombre según obedezca estos principios.

­4. Una lista de juicios que serán impuestos por Dios. Quien bendice al hombre por su obediencia y le maldice por su desobediencia.

­5. Un programa de heredad—un traspaso legal necesario para que los hombres siendo mortales puedan extender su dominio sobre la creación.

Nosotros examinamos las leyes de Dios, y evaluamos nuestra obediencia a ellas en lo personal y lo familiar. Luego comparamos los requisitos de las leyes de Dios con las instituciones de nuestra propia nación: la iglesia, el Estado, y la familia. Si encontramos que la sociedad está desobedeciendo los principios del pacto de Dios podemos concluir que el ­enjuiciamiento se avecina. Las maldiciones de Dios re­caerán sobre los que se rebelan contra EL

El Mundo de Hoy

Hoy día, el mundo entero está en rebelión contra Dios en cada aspecto de la vida, tanto en la economía política como en todas las otras áreas de la vida.

Este libro trata sobre varios principios de la economía política bíblica. Los cinco puntos de la estructura del pacto los uso para dividir los capítulos en la Primera Parte: dos series de cinco capítulos cada uno. Propongo que estos cinco puntos son conceptos ineludibles. No es necesario debatir que "si hay ­o no hay pacto." La cuestión es: "¿De quién es el pacto?" El pacto de Dios o el pacto del hombre, un pacto con el Creador o un pacto con Satanás: no

existe otra opción.

Dios llama a los cristianos a ejercer el dominio en todas las áreas de la vida. Esto incluye a la economía política. Dios ha transferido la propiedad del mundo a los cristianos, tal como se la dio a Adán antes que este se rebelase. Ahora nos toca tomar posesión del mundo según los principios del pacto de Dios, y a través de su gracia soberana.

Este libro es una introducción a algunos de los temas de la economía política bíblica. Demostrará que Dios ha establecido principios económicos, y que los hombres sólo logran autoridad sobre la economía política al obedecer estos principios fundamentales.

Como los hombres en general y la gran parte de los cristianos en particular han adoptado principios económicos diferentes, podemos anticipar el juicio. Por lo tanto necesitamos un avivamiento, es decir una restauración de los principios económicos de Dios.

Si tengo razón, los cristianos debemos comenzar inmediatamente a reconstruir nuestras propias vidas, nuestras familias y nuestras iglesias antes que comience el juicio de Dios sobre la sociedad. Debemos probar nos dispuestos a dirigir. Esto se hace siguiendo a

Dios ahora, antes que comience el juicio. La obediencia a los principios de Dios produce el liderazgo. La desobediencia a los principios de Dios produce su enjuiciamiento: el desheredamiento del hombre de ­las riquezas de Dios.

Si ud. no quiere perder su herencia, ya sea en la eternidad o en la tierra, comience a obedecer a Dios.