38. LA PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO
Capitulo 38 LA PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO
LAS GRANDE DOCTRINAS DE LA BIBLIA
por R. C. Sproul
Traductora: Marcela Robaína
38 LA PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO
La noche que mi esposa se convirtió a Cristo exclamó: "Ahora sé quién es el Espíritu Santo". Hasta ese momento ella había pensado en el Espíritu Santo como "algo" y no como "alguien".
Cuando hablamos sobre la personalidad del Espíritu Santo, queremos decir que el Tercer Miembro de la Trinidad es una persona y no una fuerza. Esto resulta claro de la Escritura, donde se utilizan solo pronombres personales para referirse al Espíritu. En Jn. 16:13, Jesús dijo: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir".
Como el Espíritu Santo se trata de una persona real y precisa y no de una fuerza impersonal, nosotros tenemos la posibilidad de disfrutar una relación personal con Él. Pablo le dio su bendición a la iglesia de Corinto resaltando este hecho, "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén" (2 Cor. 13:14). Tener comunión con alguien es entrar en una relación personal con ese alguien. Además, se nos llama a no pecar contra el Espíritu Santo, a no resistirle y a no afligirlo. Las fuerzas impersonales no pueden ser "afligidas". La aflicción únicamente puede ser experimentada por un ser personal.
Como el Espíritu Santo es una persona, es posible que le oremos. Su papel en la oración es ayudarnos a expresarnos de manera adecuada al Padre. Del mismo modo que Jesús intercede por nosotros como nuestro Sumo Sacerdote, así el Espíritu Santo intercede por nosotros en la oración.
Por último, la Biblia también nos habla del Espíritu Santo realizando tareas que solo pueden ser llevadas a cabo por personas. El Espíritu consuela, guía, y enseña a los elegidos (véase Juan 16). Estas actividades son desarrolladas de manera tal que involucran la inteligencia, la voluntad, el sentimiento y el poder. Él busca, selecciona, revela, consuela, convence, y amonesta. Solo una persona puede hacer tales cosas. La respuesta del cristiano, entonces, no es la mera afirmación de que tal ser existe, sino obedecer, amar y adorar al Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad.
Resumen
l. El Espíritu Santo es una persona, no una fuerza impersonal.
2. La Escritura utiliza pronombres personales cuando se refiere al Espíritu Santo.
3. La obra del Espíritu Santo requiere de una personalidad y refleja una personalidad.
4. El cristiano disfruta de una relación personal con el Espíritu Santo.
5. El Espíritu Santo debe ser adorado y obedecido.
Pasajes bíblicos para la reflexión