Había que inventarlo Aunque individualmente en muchos de nosotros la necesidad y la idea de un instrumento para regenerar a la sociedad y la política en España, nació mucho antes, la consolidación de todo, aglutinando y poniendo nuestras voluntades e ideas en común, tomó cuerpo públicamente el 29 de Septiembre de 2007, en torno a un Manifiesto salido de ese espléndido cerebro que soportan las gafas de Fernando Savater y el encendido discurso y la capacidad de liderazgo de Rosa Díez. El magnetismo que ambos ejercen sobre unas muy variadas tipologías de españoles, es innegable, pero pensar que nuestra adhesión al proyecto se justificaría exclusivamente por esa predisposición afectiva, sería insultar la capacidad de raciocinio y compromiso de muchos de los afiliados a este proyecto denominado Unión Progreso y Democracia. Un esperanzador inicio Tras unos razonablemente confusos primeros momentos, como todo alumbramiento, la gran mayoría de la afiliación tuvimos claro que se nos pedía que, durante un periodo, en cualquier caso provisional, confiáramos exclusivamente en el liderazgo y la voluntad de una muy reducida dirección, Rosa y unos pocos más, argumentándose el real desconocimiento existente entre los afiliados, dejando para más adelante, tras el Congreso Fundacional (2 - 3 años), generalizar las elecciones por listas abiertas, que igualmente se exigían a otras formaciones políticas, para toda la organización interna, por la causa del desconocimiento mencionado (que no por ningún dogma inmutable sobrevenido, añado yo). A cambio, se nos prometió una transparencia sin parangón en otros partidos españoles, y —esto no se nos prometió pero con bastante lógica muchos lo presumimos así—, que la mencionada confianza iría tanto de las bases a la dirección, como de ésta a las bases. Había que construir mucho en muy poco tiempo y no era el momento de cuestionar nada, además de que los continuos mensajes de Rosa Díez y Carlos Martínez Gorriarán, no sólo dejaban fuera de lugar cualquier duda, sino que reafirmaban la inequívoca defensa en el futuro de listas abiertas en las elecciones externas y en las elecciones internas del propio partido, de lo que existen cuantiosos datos documentales. Así que todos nos aplicamos a trabajar duro, muy duro, hasta conseguir llevar a Rosa Díez al Congreso. Como conclusión a toda aquella épica tarea común, dos afirmaciones me parecen irrenunciables:
Comienzan las dudas Tras las elecciones, sobre todo en provincias pequeñas, se entendió que habiéndose conocido todos los afiliados, al trabajar durante la campaña codo con codo, pensaron, con bastante lógica que, si la razón para no atribuir las diversas responsabilidades por elección directa entre los afiliados era el desconocimiento entre ellos, desaparecido éste, lo razonable era poder elegir entre los compañeros los responsables que cada uno considerara idóneo para cada función. Pues no, la dirección abortó cualquier tímido intento, en vez de tratar de reconducir las situaciones problemáticas hacia los márgenes pretendidos, lo hace tirando de unas más que discutibles interpretaciones de actos libres realizados por ciudadanos libres y de una bastante "creativa e inexacta" lectura de nuestro Reglamento de Garantías y Régimen Disciplinario. Todo ello con una aparente torpeza tal, que de disponer el expedientado de ganas, tiempo y dinero, el paso de su expediente por cualquier tribunal de justicia, supondría, en opinión de expertos letrados, un serio varapalo para la imagen de un partido que enarbola la bandera del más exquisito respeto por las leyes y los derechos de los ciudadanos. Por lo que la transparencia lejos de ser generosa, se va convirtiendo en un oscurantismo oficial. Todo esto ocurre con una total falta de comunicación horizontal entre los afiliados. Ante lo que no podemos resistirnos a realizar la siguiente reflexión: Si la dirección ha demostrado,más que nadie, ser consciente de que para poder elegir hace falta conocer, su empecinamiento en que no existiera ningún cauce de contacto (conocimiento) entre simple afiliados, sólo parece explicarse —y no encontramos otra explicación razonable— en que no quería, bajo ningún pretexto, que los afiliados pudiéramos conocernos y, por tanto, elegir libremente entre nosotros y no ya necesariamente entre los candidatos propuesto por la propia dirección y otros independientes, sino que sí o sí a la única candidatura oficial, lo que es bastante grave. La poca comunicación oficial que el afiliado recibe le viene dada y filtrada desde arriba. La escasa información sobre aspecto ridículamente tratados como si de "información reservada" se tratara, había que encontrarla en internet con el consecuente riesgo de que dicha información fuera inexacta y/o falsa. Cualquier referencia al más mínimo problema en el partido, ha sido sistemáticamente silenciada desde arriba y sus fieles de las coordinadoras, esto es: desde "el aparato", que existe y actúa como en cualquier otro partido de los que no somos, tristemete, tan diferentes como pretendemos. Por lo que la transparencia, lejos de ser generosa, se va convirtiendo en un oscurantismo oficial. Se llega a prohibir cualquier reunión formal o informal entre afiliados, con escritos en los que no se tiene el menor recato en amenazar a los afiliados si usan de un derecho constitucional. Dicho lo anterior, de lo que también existen pruebas documentales, parece que desde la dirección esté mejor visto que nos reunamos con afiliados a otros partidos que con compañeros del nuestro. A todo lo mencionado, se une una serie de grupos, blogs y webs que si bien en un principio, durante la campaña, nos apoyaron en mayor o menor grado, no entendían, ni aceptaban el pacto fundacional y que no se adelantara la fecha del Congreso al verano u otoño del 2008. Formadas por afiliados, o no, comienzan a atacar sistemáticamente —y no siempre dentro de las más mínimas normas del respeto a las personas—, a aquellos que consideraran responsables de lo que ya en esos momentos interpretaban como inequívocos síntomas de una falta de voluntad por democratizar internamente al partido. Ataques que se redoblaron conforme la dirección comenzaba sus aperturas de expedientes, a la vez que extendía una pesada consigna de silencio sobre la existencia de éstos. Más oscurantismo, en vez de la prometida transparencia. Añadamos a ésto que las señales emitidas desde el aparato, en vez de permitir atisbar una futura organización realmente coincidente con la que se pactó al crear UPyD, muy al contrario, parecían anunciar que se pretendía condenar al afiliado a "confianza perpetua". Ya no es cuestión de dudas Como es imposible poner puertas al campo, poco a poco y a pesar del mutismo impuesto desde el aparato del partido —que ya claramente empieza a definirse, identificándose con todo lo que de bueno y malo pueda poseer dicha denominación—, se comienzan a filtrar noticias y aquellos que junto con una mínima información interna, el acceso a la red y la rebeldía y el aprecio necesario por la libertad individual para desoír los consejos de las "voces autorizadas" del partido, poseían una mínima capacidad crítica, comenzaron a atar cabos y a percibir una situación y, lo peor, un futuro muy alejado de aquél al que nos comprometimos, se comprometieron, al fundar UPyD. Esas "voces autorizadas", algunas autoproclamadas como liberales de toda la vida, menuda sorna, desaconsejaban, cuando no prohibían directamente, a los afiliados la lectura de determinados foros, blogs y webs, tóxicos los llaman, que ellos sí leen presuponiendo que el simple conocimiento por el afiliado de cualquier información que "ellos" consideraran inadecuada para la posición ocupada en el escalafón del partido, provenía incuestionablemente de la pérfida pertenencia del ingenuo que se atrevió a pensar más allá de lo permitido, a algún grupo de esos poblados por auténticos "frikis", calificativo que le asignaban también, sin rubor alguno, a cualquier expedientado aunque tuviera una trayectoria profesional y humana que le diera veinte vueltas a la de todos ellos juntos. La certeza se impone Comienzan a llegar noticias alarmantes, difíciles de contrastar por el silencio impuesto desde las alturas pero finalmente gran parte de ellas, resultaban confirmadas. En resumen, todo aquel que se atreviera a realizar propuestas sobre temas que a ciertos personajes les parecieran inadecuados, se le aislaba y se le expulsaba de los círculos de decisión del partido. No importaban los "atajos", siempre había algún trepa deseoso o deseosa de hacer méritos ante su "señorito" y refrendaría la mentira precisa para argumentar la expulsión. Cualquier barbacoa de fin de semana entre amigos del partido y alguno que no lo era, era referida —según interese al aparato (aquí comienza a entrar en juego el repugnante relativismo moral, también en UPyD)—, como una reunión clandestina e ilegítima. Desde este momento y punto, manifestamos nuestra voluntad de invitar a nuestras casas a quién nos plazca, hablando con él de los temas que nos parezcan oportunos y sin censura alguna, Lamentaríamos que una peculiar interpretación de la ya inexistente Ley que regulaba el derecho de reunión, aplicada en tiempos del franquista TOP, nos convirtiera en incompatibles con el "nuevo espíritu" de UPyD. A todo esto, por el Consejo de Dirección se toman acuerdos que no se comunican a la afiliación hasta pasado muchos meses, aunque inciden claramente en sus derechos como afiliados. Otra muestra del singular concepto de transparencia que parece manejarse en las alturas de UPyD. A la vez, comienzan a desaparecer del discurso de los líderes ciertas referencias, aún válidas pues son reflejos del Manifiesto y los Estatutos, a la defensa de las listas abiertas y el voto directo a los cargos unipersonales, no sólo en elecciones generales, autonómicas o municipales, sino también en las elecciones internas del partido. Si esta desaparición es mala, mucho peor resulta comprobar que cuando algunos afiliados colocan en sus blogs, vídeos con intervenciones de Rosa defendiendo esas listas abiertas en el interior del partido, los originales de estas grabaciones son mutilados o retirados de la web. ¿Censura en UPyD?, otro vano intento de ponerle puertas al campo. Por último, al fin nos subimos al carro de la tecnología pero no crean que finalmente entra en funcionamiento la Intranet del partido. No, somos laicos y por tanto, milagros, como que no. El avance tecnológico, consiste en colocar unos terminales en determinados lugares hasta lo que habrá que desplazarse, los kilómetros que sean, para votar a la lista "A", a la "B" o a la "C", si es que "B" y "C" tienen bemoles y humor para competir con "A". Algo similar ya era tecnología punta en algún cantón suizo, allá por los sesenta y muchos. ¿No seremos un poco tocapelotas? Puede que algo de eso haya, pero veamos los cambios que hemos detectado desde los inicios de UPyD, hasta su actual confirmación, pues están claramente apuntados en el Borrador de Reglamento para el Congreso aprobado recientemente y que consideramos atacan fundamentos trascendentales de nuestro ideario y lo que entre todos decidimos al inicio de nuestro proyecto. Y ¡ojo al parche! cambios nunca consultados, nunca refrendados —salvo por el Consejo Político en el que se aprobó el Reglamento—, nunca explicados y nunca admitidos por Rosa Díez o algunos de los "portavoces autorizados" del partido.
¿Cambio? ¿Qué cambio? A lo largo de las siguiente páginas vamos a poner negro sobre blanco la lectura del Manifiesto Fundacional y de los Estatutos actualmente en vigor y todo lo que inequívocamente emana de ellos. Decimos lectura porque mal iríamos en un partido que se subroga en la defensa la Lengua Común, si tuviéramos que andar "interpretando" lo que se escribió en román paladino, como si se hubiera hecho en una rara y extraña (por lejana) jerga ya desaparecida. Es más, la sola pretensión de dar nuevas interpretaciones a las palabras escritas en dichos documentos, repetidas públicamente de continuo por Rosa Díez, Carlos Martínez Gorriarán y otros, y cuyos significados conocemos todos hasta la saciedad, poco dice de quién ayer las dijo y hoy, sin explicación alguna, pretende que todos actuemos como si jamás lo hubiéramos visto, oído o leído. Absurda pretensión pues significaría negar las mismas esencias de nuestro proyecto. De aceptar como buena esta tergiversación, nos traería a la memoria, y ahora sin poder evitar decirlo, que no sólo Patxi López llama a las cosas por los nombres que no son. Las personas pueden cambiar de forma de pensar, es su privilegio, y nadie niega el derecho de cualquiera a efectuar esos cambios, aún cuando sea para peor. Pero ese derecho no incluye, porque no pueden incluirlo, que cuando se ha pactado con anterioridad un camino, exigir a todo un colectivo de afiliados que realice la misma mudanza a mitad de la andadura, incluso ocultandoles la realidad de ese cambio, negando desde ese momento una parte fundamental del proyecto que les une. Mucho menos cuando se niega cualquier explicación sobre las motivaciones de ese cambio y, yendo mucho más lejos, se trata de excluir del proyecto a todo aquel que se niegue a pervertir el verdadero significado de las palabras previamente acordadas.
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