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EMILIO BALLESTEROS

ALBOLOTE (GRANADA)

EL TIEMPO Y EL ESPACIO

Dices que yo y el tiempo…

Pero el tiempo es un pez que nada entre las nubes

y que cuando lo miras se ha convertido en humo.

El tiempo es un espacio de acónitos vacíos,

de burbujas que estallan en universos negros,

de cristales que rompen su amor de caracolas.

Dices: tú y el espacio.

Pero es espacio es apenas una brizna

de polvo en la humareda que arrastra el huracán.

El espacio es la lluvia que dibuja en los mares

estelas detenidas apenas un instante.

Como el ciempiés aquel al que le preguntaron

cómo daba sus pasos y, confuso e inmóvil,

se murió preguntándoselo,

el espacio es el hoyo que traga el torbellino,

la cara del espejo que rompe la mañana.

Como el naipe del “cuanto”

que cae por sus dos caras,

sobre la incertidumbre en el espaciotiempo

miran los agujeros

negros de nuestros ojos la quietud que no para,

el movimiento inmóvil que muestra multiformes

caras y es Una sola.

LA BOLITA

En la atracción de feria llamada “La Ola”, uno de sus artilugios es una especie de cubilete que gira sobre sí mismo conforme el círculo total de la atracción, con todos sus cacharros, va dando vueltas. En ese cubilete, que a media altura lleva un poyete circular a manera de asientos para los usuarios, en la ocasión que narro iban subidas Mari y Loli, ambas entusiasmadas con el ambiente festivo y con la ilusión de subir en el cubilete giratorio de “La Ola”.

Mari llevaba, a su vez, en la mano, un pequeño dispositivo constituido por un palito de unos diez centímetros del que colgaba un cordel un poco más largo, con una bolita en su punta.

Cuando “La Ola” se puso en marcha, por la inercia de su movimiento, el cubilete también comenzó a girar, si bien de forma un tanto irregular, como a tirones. Al mismo tiempo, Mari comenzó a mover su palito con precisos y rápidos giros de muñeca, de modo que el cordel se despegaba de su eje dando vueltas muy veloces sin parar, con la bolita en el extremo.

Fascinada por los giros de la bolita, Mari y Loli, como hipnotizadas, veían dar vueltas y vueltas incesantes a la pequeña esfera del artefacto formando como un anillo alrededor del palito.

Junto al cubilete, Joaquinín, un niño impresionable e imaginativo que iba subido en un caballito negro, vio en los ojos de Mari y Loli su fascinación y quedó prendido de la escena mirando cómo un cubilete daba vueltas a tirones con dos chicas que, dentro, miraban girar una bolita atada a un palo.

En el exterior de la atracción, la madre de Joaquinín, extrañada por la forma de mirar que tenían los ojos de su hijo, se quedó como colgada de la escena mirando un carrusel que daba vueltas con su hijo mirando a un artilugio que giraba con dos chicas dentro mirando a una bolita dar vueltas sin parar.

En ese momento, el padre de Joaquinín, piloto de aviación, estaba al mando de una aeronave en pleno vuelo y no podía imaginarse dónde y cómo estaban su esposa y su hijo; pero si hubiera podido verlos, a pesar de que también el avión se movía siguiendo el círculo de la Tierra, hubiera podido ver un planeta que giraba sobre sí mismo con su esposa mirando embobada a una atracción de ferias que giraba sobre su centro y en la que su hijo miraba a un cubilete girar con dos chicas en su interior que miraban dar vueltas a una bolita.

Justo en aquellos instantes, Yuri Gagarin era el primer hombre que viajaba en una nave por el espacio exterior y, si se le hubiera ocurrido, podría haber visto al piloto girar en su avión mirando al planeta girar con una atracción de ferias en la que una madre contemplaba dar vueltas al carrusel con su hijo dentro mirando a un cubilete que giraba con dos chicas dentro mirando a una bolita dar vueltas.

Si alguien hubiera podido estar fuera del sistema solar observando la escena, habría visto a Yuri Gagarin, mientras daba vueltas en su nave entre planetas que giraban alrededor del sol, mirar al piloto que miraba, con su avión dando vueltas, al planeta girar con la esposa del piloto contemplando cómo la atracción de feria giraba con su hijo dentro mirando a un cubilete dar vueltas con dos chicas que miraban a su bolita girar.

Alguien, desde fuera de nuestra galaxia, hubiera podido “ver” al sol moverse en espiral, con todos sus planetas girando sobre sí mismos y alrededor del sol, con Yuri Gagarin mirando dar vueltas a la Tierra, desde los giros de su nave y observando al piloto, que daba vueltas en su avión, mirar a su esposa, que giraba en La Tierra mirando a su hijo, que daba vueltas en su atracción con la mirada fija en dos chicas que giraban dentro de su cubilete, mirando fascinadas a una bolita girar.

Alguien mucho más allá podría ver a las galaxias desplazándose por el espacio con su interminable danza de espirales, en una de las cuales una persona miraba al sol dar vueltas con Yuri Gagarin, dando vueltas, mirar a un piloto dar vueltas conforme miraba a su esposa dar vueltas mirando a su hijo dar vueltas con la mirada fija en dos chicas que dan vueltas mirando a una bolita dar vueltas.

…Y mucho más allá, y a la vez en cuanto existe…, todo se veía en una quietud total. Como si bolita, cubilete, atracción, planeta, sistema, galaxia, universo y Totalidad fueran una misma cosa fija e imperturbable. Eterna. Lo mismo que el círculo rojo e imperturbable que Mari y Loli veían al observar fascinadas a la bolita roja girar.

. . . . . . .

(Si esto fuera un corto, ahora saldrían los créditos)

. . . . . .

Pero… Hay otro cuento: Junto a la madre de Joaquinín, dos científicos también observaban a Mari haciendo girar su bolita. Uno de ellos dijo al otro, señalando el anillo que la niña provocaba con su movimiento del artilugio: esa sensación de solidez y continuidad es sólo un efecto óptico. El otro le respondió: te refieres a la bolita, ¿no?

OBRAS QUE PUEDEN BAJARSE EN PDF:

EL CUERVO (versión del poema de Allan Poe); HERIDO, MUERTO DE AMOR (poemario); LA ETERNIDAD Y EL VAMPIRO (teatro); LA CONDESA SANGRIENTA (teatro); CUARTO CRECIENTE (poemas: Nuevos Rubaiyat y Haikus andaluces.

POEMAS DE

EL VIAJE INFINITO

ESPIRALES

La flor es una galaxia

y la galaxia una flor;

viajero, y tú estás mirando

dentro de una y miras a otra

hecha luz y hecha calor

y a la gota de rocío

que tiene en su resplandor

la imagen de tu figura

que te mira desde el sol.

La galaxia es una rosa

y la rosa un estertor.

¿En cuál estás de las dos?

EL CONFÍN DEL ESPACIO

Cuando la noche se adueña del tiempo

y el silencio cubre los campos de olvido,

una dulce sombra se asoma a los árboles

y en el horizonte se pierde una estela

de penumbra vaga, de sopor augusto,

de quietud que deja un temblor en el alma.

Y en el alto techo del cielo se anuncian

estrellas que son como besos del aire,

lumbres que a lo lejos señalan caminos,

ojos que nos miran desde el más allá.

¿Y qué habrá en el confín del espacio?

¿Quién puede asomarse a sus valles de sombra

en donde la nada, con su esencia sin tiempo,

habita callada, oculta, sin nombre?

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de EL DIWAN DE AL-MUSÁFIR (EL VIAJERO)

Crecen las llamas en la hoguera.

Las sombras danzan su frenesí sin tiempo

Hay un momento en que el sol se apoya sobre las aguas:

rueda de fuego sobre el abismo.

En el cristal de hielo

reconozco al azar su inteligencia.

¡Qué briega tan inútil! Si el recuerdo

al fin sólo es un fuego de San Telmo.

Mira con ojos de lluvia

este dolor mío de hierba.

Se soñó soñando que soñaba.

Si despierta, ¿dónde está?

Si toma un té, ¿quién lo toma?,

¿la despierta o la dormida?

Llora el sol por la luna

y el rocío cae en la rosa.

La pasión ata, la acción desata,

la rabia enciende y el amor mata.

Cuando se pisa terreno blando

es cuando más se siente necesario

un suelo firme en que pisar.

Se aquietaron las ramas

y el silencio fue una sombra sobre el agua.

Cada cuerpo que disfrutas pero no amas

deja en tu corazón un poso de vacío.

¿De qué quieres llenar tu corazón?

La sombra y el desprecio se disfrazan a menudo de placer.

Nadie apreciaba la hermosura de su cielo azul,

hasta que unas nubes lo mancharon.

Si no hubiera llovido no habría barro.

Pero entonces, ¿qué flores iban a crecer?

La mariposa echó a volar y dijo:

¡Soy libre! He elegido volar.

Pero la ninfa ya sabía que haría eso.

Se miraba al espejo y se decía:

¿Qué soy yo para ti?

Y, a su espalda, una sombra murmuraba:

¿Qué es tu espejo para ti?