1996 - RUSIA EN LOS INICIOS DEL SIGLO XX. Una mirada a través de Máximo Gorki.

1. Una sociedad en conflicto, ¿desde cuándo? 

En realidad, desde el nacimiento del primer estado ruso alrededor de Kiev en el siglo X, siempre existieron conflictos en la sociedad rusa debido a las pésimas condiciones de existencia de su personaje central: el campesino, al que muchísimos años después se le agregaría el obrero.

Ya fuese por guerras civiles entre príncipes, guerras con otros estados, incur­siones de pueblos nómadas, la explotación de los señores -con sus burócra­tas o recaudadores-, levas forzosas, represiones sangrientas, impuestos extraordinarios o pestes mortíferas, el campesinado ruso (el pueblo) se mantuvo en la miseria y privado absolutamente de derechos.

Peor aún, hacia 1580-1581, Ivan el Terrible privó a los campesinos de su más eficaz arma de defensa: la huida. Finalmente, en 1649 se publicó el código que reglamentaba la servidumbre para impedir la fuga de mano de obra.

Con estas medidas, el sometimiento fue mucho mayor. Se registraron hambrunas como la de 1601 a 1603 que llegó hasta la antropofagia, sangrientas revolucio­nes -la de 1670 fue un movimiento que tuvo eco de un extremo al otro de Rusia con aprox. 200.000 rebeldes- y grandes levas forzosas por las constantes gue­rras (por ej., de 1700 a 1709 hubo 200.000 hombres reclutados). Bajo el reinado de Catalina la Grande, la servidumbre llegó a su apogeo y hasta se les prohibió a los siervos (2/3 de los campesinos) quejarse ante sus amos bajo pena de azotes y trabajos forzados a perpetuidad.

2. Evolución de la sociedad desde la abolición de la servidumbre

De todas las potencias europeas del s.XIX, Rusia fue la que menos se liberali­zó y modernizó. Hasta 1906 el zar -líder de la iglesia ortodoxa rusa- continuó siendo un autócrata que hacía y destruía leyes sin el consentimiento de sus ministros y la inmensa mayoría de la población continuó siendo rural. Pero desde el reinado de Alejandro II lentamente habían comenzado a aparecer señales de transformación.

2.1 Pilares del absolutismo

Los dos pilares sobre los que el absolutismo de los zares se basaba, eran la burocracia y la nobleza hacendada, y la supervivencia del régimen dependía de la inercia política de los campesinos.

Desde el punto de vista social y cultural, en la sociedad rusa había dos grupos bien diferenciados, separados por un abismo que se había empezado a marcar ya desde la época de Pedro el Grande cuando quiso convertir a Rusia en un Estado de tipo europeo: una minoría ilustrada de gran poder y prestigio por un lado, y las masas por el otro. Rusia carecía de clase media.

2.2 Abolición de la servidumbre

La lucha entre la autocracia y la oposición -principalmente de intelectuales- comenzó con el reinado de Alejandro II (1855-1881). Durante este período se produjeron reformas sociales, culturales y administrativas, que fueron intro­du­cidas con muchas modificaciones y demoras por la presión de grupos reaccio­na­rios. La más importante fue la abolición de la servidumbre en 1861, que liberó a 22.500.000 siervos. En realidad, con esta medida se beneficiaron los burócratas y la nobleza, ya que exprimieron con impuestos a los nuevos "hom­bres" y les hicieron pagar su libertad lo más cara posible, asignándoles par­ce­las de tierra que pronto, con el crecimiento de la población -de 50 millones en 1860 a 82 millones en 1897- se transformarían en unidades productivas in­via­bles. Por otra parte, la liberación jurídica del campesino no significaba que pudiera ahora abandonar la tierra; permanecía confinado al interior del mir, que asumía la responsabilidad ante el Estado de pagar los cánones de redención.

Esto impedía la formación de un proletariado sin tierras, impidiendo también la transferencia de mano de obra hacia las ciudades y por consiguiente obsta­cu­lizando la industrialización.

Además, la obligación de comprar una tierra que los campesinos siempre habían considerado suya, disminuía en mucho el valor de la reforma. Se produjeron dis­turbios -de 1861 a 1863 se registraron 1.100-, que fueron brutalmente re­pri­midos. Muchos de ellos estuvieron sustentados ideológicamente por los populistas; también estaba Bakunin, el líder del anarquismo, cuya organización clandestina "Tierra y Libertad" fue disuelta por el gobierno en 1861.

2.3 Cambios jurídicos y legales

Luego de la emancipación de los siervos, se elaboraron los estatutos de 1864, que modernizaban la justicia de acuerdo con las directrices occidentales. Se introdujo el juicio por jurados, la inamovilidad de los jueces, la profesiona­lización en la elección del personal judicial, la asistencia de un abogado a los acusados, etc. Todo esto constituía una revolución en la justicia, pero en realidad, o se introdujo muy lentamente o nunca fue aplicado. Queda claro que todo Estado genera su propia justicia, que nunca irá en contra de sus verdaderos intereses. 

Mijaíl Bakunin

Fue así como sospechosos políticos podían ser detenidos durante largos períodos sin mediar un juicio y exiliados sin presentarse ante los tribunales. Los sentenciados a trabajos forzados en Siberia eran sometidos a condiciones de terrible dureza, como por ej. en las minas de Sakhalin o en los calabozos de Schüsselbulg. Además, los campesinos se vieron marginados de las reformas, siendo juzgados por tribunales especiales a los que se aplicaba el derecho consuetudinario.

2.4 Cambios políticos

En el año 1864, se establecieron los zemstva o consejos rurales en cada provin­cia y distrito de Rusia. Estos parecían ser un puente al gran abismo de la sociedad rusa y además era un buen mecanismo para estimular a los pueblos en la resolución de los problemas locales. Allí estaban representados los nobles, la población urbana y los campesinos y por más que los primeros ejer­cieran la dirección, al menos la sociedad comenzó a estar representada en algún sitio. Pronto los zemstva estimularon ambiciones políticas más amplias, distanciándose del absolutismo apoyando una salida constitucional sin optar por la alternativa revolucionaria. En consecuencia, el gobierno limitó sus funciones sometiéndolos al control burocrático, haciendo que se dedicaran úni­camente a la enseñanza, sanidad, construcción de caminos y beneficencia.

2.5 Política educativa

Gracias a la labor de los zemstva, se luchó contra el casi total analfabetismo que reinaba en el campo ruso. Para 1881, se habían construido aproximadamente 10.000 escuelas elementales. Pero el gobierno vio que esta reforma era un lugar por el que las ideas revolucionarias se podían extender a millones de personas (vemos que en "La madre" muchos de los revolucionarios eran maestros de escuelas). En consecuencia, el Ministro de Educación Tolstoy -desde 1866-estableció en las provincias un cuerpo de inspectores para que controlaran la situación. Además reformó las juntas escolares locales, antes elegidas por los zemstva, y las puso bajo supervisión de algún representante de la nobleza.

La enseñanza secundaria fue más fácil de controlar. Se cambiaron los planes de estudios, aumentando el estudio de los temas clásicos dejando de lado las ciencias naturales y sus implicaciones darwinianas que se oponían a la iglesia ortodoxa. El resultado obtenido fue el contrario: se aceleró la tendencia al materialismo entre la juventud rusa,que derivó invariablemente en el marxismo. En las universidades, los disturbios estudiantiles adquirieron un matiz polí­ti­co. Con el fin de resolver el problema, el gobierno les concedió en 1863 plena autonomía interna. En 1866, un estudiante realizó un atentado contra el zar Alejandro II, lo que sirvió de buena excusa para que el gobierno adoptara una política represiva. Pero las tareas de control de Tolstoy fracasaron gra­cias a la hábil lucha de las autoridades universitarias. Como consecuencia de estas fricciones, en 1880 Tolstoy fue obligado a dimitir, lo que constituyó una concesión a la opinión pública.

2.6 Aparición de una nueva clase intelectual

Al gobierno de entonces se le presentaba el problema de la aparición de una clase intelectual de características nuevas, que daba pie al surgimiento de grupos revolucionarios. La estructura del estudiantado había cambiado durante los últimos años y ya no estaba compuesta exclusivamente por los hijos de los nobles y los funcionarios. A éstos se les habían agregado hijos de sacerdotes, comerciantes, artesanos y con mucha menor frecuencia de campesinos. Herederos de una larga tradición de especulación filosófica y política abstracta, estos nuevos intelectuales se convirtieron en agudos críticos de las condiciones existentes y tomaron fuerza gracias a la expansión de la prensa de periódicos, aunque el gobierno ya en 1865 se había reservado el poder de suspender a cualquiera de éstos. Esta gente, sabía perfectamente que la revolución surgiría a través de periódicos y libros que abriesen los ojos a la gente acerca de sus condiciones de vida y su posibilidad de modificarla. En "La Madre", Pavel -futuro líder revolucionario- comenzó a ver "la verdad" gracias a los libros: "Leo libros prohibidos. No nos los dejan leer porque dicen la verdad acerca de nuestra vida obrera... Se imprimen a escondidas, en secreto, y si los encontrasen en casa, me llevarían a la cárcel(...)" pág.9.

2.7 Cambios en el ejército

En el año 1874 se introdujo el servicio militar obligatorio, poniendo fin a las levas forzosas. Esto provocó una mejora en la profesionalidad del cuerpo de oficiales, que dejó de ser un coto aristocrático, además de beneficiar en general la eficiencia del ejército. Por otra parte, las obligaciones del servicio militar quedaron mejor repartidas entre las clases sociales.

Toma de Grivitsa en la guerra ruso-turca (1877-1878), obra de Nikolái Dmítriev-Orenburgski.

2.8 Clima revolucionario

Entre abril de 1877 y mayo de 1878, Rusia le ganó una guerra a Turquía. Este conflicto y su posterior desenlace -cuando Rusia fue obligada a modificar la paz de San Stefano en el Congreso de Berlín- puso de relieve la debilidad de la nación frente a la presión de países desarrollados e incentivó el resurgir de grupos de oposición que, luego de haber quedado inefectivos en 1866 con el cierre de sus dos principales periódicos y la detención de sus líderes, ya se venían recuperando desde 1870 con ideas revolucionarias tendientes hacia el socialismo populista (narodniki) o hacia las doctrinas de Bakunin. Ligado a este último aparecía el nihilismo de Chernishevsky; esta doctrina afirmaba el pesimismo absoluto respecto a cualquier realidad posible, negando la validez de toda creencia y estimaba que el progreso social podría realizarse única­mente con el estudio científico de la realidad.

Tanto el populismo como el anarquismo hacían propaganda e intentaban la agitación de los campesinos. En 1874 cientos de jóvenes intelectuales iban a los pueblos rurales con ese objetivo, pero, como es de suponer, eran arrestados. En realidad, los revolu­cionarios todavía carecían del apoyo de las masas y por lo tanto no eran una seria amenaza para el régimen, que igualmente los detenía y enjuiciaba en masa. Pero con estas acciones lo único que conseguían era atraer la simpatía del público hacia los revolucionarios, al igual de lo que sucedía en "La Madre". En represalia, los Populistas hicieron actos de terrorismo, matando a veces a destacados funcionarios. Pero no todos ellos estaban de acuerdo con el terrorismo, lo que provocó que su partido "Tierra y Libertad" -reestableci­do en 1876- se desmoronara ante la división de opiniones. El grupo que estaba a favor del accionar violento, formó una nueva organización "La voluntad del pueblo" (Narodnaya Volya) cuyo primer objetivo era asesinar al zar. Lo cierto es que en 1881, Alejandro II fue asesinado por una bomba y un nuevo zar lo sucedió, Alejandro III.

2.9 Alejandro III

El nuevo zar fue una persona severa y autoritaria, que dio marcha atrás con muchas de las reformas que había introducido su padre. Los ministros liberales en el gobierno dimitieron o fueron destituídos. Durante este reinado, se vio claramente la importancia que tenía la iglesia ortodoxa en el gobierno, ya que Alejandro III hacía lo que su confidente íntimo Pobedonostsev (procurador gene­ral del Santo Sínodo) le decía.

Coronación de Alejandro III y María Fedorovna

El nuevo zar se propuso eliminar la amenaza revolucionaria consolidando la autoridad en todos los niveles sociales y reforzando la autoridad de la nobleza hacendada, cuya fuerza económica se debilitaba (las propiedades de los nobles descendieron en más de 1/3 entre 1887 y 1905). Su programa consistió en eliminar a los disidentes por medio de acciones policíacas, promocionar la enseñanza ortodoxa y rusificar los territorios fronterizos, que cada tanto traían problemas al régimen con pretensiones nacionalistas. Algunas de sus medidas fueron:

Todas estas medidas provocaron mayor injusticia social y explotación, que provocaron una terrible hambruna entre 1891-92, que afectó a 30 millones de habitantes y en la que murieron aproximadamente 500.000 personas. Esta situación reactivó la oposición, que había sido diezma­da años atrás por la censura. Fue entonces que el gobierno percibió la necesidad de reactivar la economía y favorecer decididamente el progreso industrial. Así, en 1892 se nombró a Witte como ministro de hacienda.

3. Período de Sergei Witte - Sociedad de La Madre

Dentro de este período, que duró 11 años (1892-1903), se encuentra específica­mente la historia del libro "La Madre", pero gran parte de las condiciones de vida que el libro ilustra fueron producto del pasado que esta sociedad llevaba a cuestas, y específicamente de los cambios que se habían venido produciendo desde el reinado de Alejandro II.

Una de las características clave para mi en este decenio, es la consolidación de una nueva relación de dominación en la sociedad rusa: la del capitalista y el obrero, que creó un caldo de cultivo para el marxismo, incentivando fuer­te­mente el proceso revoluciona­rio. "La Madre" lo que hace es ilustrar esta nueva relación y mostrar a la gente que luchaba por eliminar el someti­miento y abrir las mentes a su pueblo.

Según lo que pude observar, estas son las relaciones de sometimiento que se daban en la sociedad rusa de principios de siglo:

Sergei Witte

3.1 Industrialización 

Desde los últimos años del s.XIX, Rusia comenzó a industrializarse rápidamente con la ayuda de una política proteccionista y con el ingreso de capitales extranjeros, principalmente franceses y británicos, que llegaban en forma de empréstitos directos al gobierno. En este proceso, Rusia se alió cada vez más con Francia, con quien firmó el pacto ruso-francés en 1893.

Muchos fueron los cambios que se produjeron en este período. En 1890 se entró en una nueva etapa de construcción ferroviaria financiada por el Estado, que dio como resultado unos 60.000 km. de vías férreas para 1905. Esto generó una gran demanda de vías y equipos metálicos, que fue abastecida por la industria minera y metalúrgica nacional. Rusia se transformó en el primer productor mundial de petróleo. Desde 1885-1900 el rendimiento total industrial casi se triplicó y para principios de siglo, 2 y medio a 3 millones de trabajadores estaban empleados en la industria y los transportes. Un dato a tener en cuenta es que los obreros estaban concentrados en su mayoría en grandes empresas, lo que favorecía la aparición de sentimientos revolucionarios.

Pero esta industrialización a costa del capital extranjero provocó un gran aumento en la deuda rusa. Para tratar de paliarla, el Estado presionó más y más a los campesinos con impuestos -sacando provecho de su alcoholismo con el monopolio del aguardiente-, logrando que la renta se duplicara (los impuestos aumentaron casi un 50% entre 1893 y 1902). En este plan, el desarrollo del mercado interno ocupaba un segundo plano, es más, forzaba a la restricción del consumo de las masas agrarias con el fin de contar con excedentes significati­vos de cereales destinados a la exportación.

3.2 Consecuencias

3.2.1 Empobrecimiento del mujik

Lo cierto es que estas medidas, además de provocar un gran crecimiento industrial, generaron una creciente miseria en la población rural, que se encontraba concentrada en parcelas muy pequeñas de tierra: 1/5 de los reclutas del ejército eran rechazados por físicamente ineptos y Rusia poseía la cifra de mortalidad más elevada de Europa; "La gente, extenuada por el hambre, va prematuramente a la tumba; los niños nacen débiles, mueren como moscas en otoño(...)" pág.107. La vida del mujik era la más sometida del imperio; "Tierra no tienen, la arriendan al señor feudal, ¡mala tierrecilla! Yo [Mijaíl Ivánovich] entré de brasero en casa de un explotador del pueblo, una sanguijuela(...) Hacemos alquitrán y carbón. Gano por mi trabajo la cuarta parte que aquí [en el arrabal de la ciudad] y doblo el espinazo dos veces más (...) El hambre sigue al hombre como la sombra al cuerpo, y no hay esperanza de pan, ¡no la hay! El hambre ha borrado las facciones humanas; la gente no vive, se pudre en una miseria irremediable..."pág. 83. Un mujik relata: "(...)Mírenme, tengo 28 años, ¡y me estoy muriendo! Hace diez años me cargaba hasta 12 puds de peso, ¡y como si nada! Con esta salud, pensaba yo, llegaré hasta los 70 (...) Y he vivido 10, y ya no puedo vivir más. Los patronos me han robado, me han arrebatado 40 años de mi vida, ¡40 años!" pág 121.

Tardíamente el gobierno comenzó a facilitar la migración a los territorios sin cultivar de la Rusia Asiática; en 1904, casi 1 millón de colonos habían atravesado los Urales. Pero los campesinos, en general, preferían emplearse cerca de su casa; "(...) el hombre de fábrica es como el pájaro: no tiene patria, no tiene hogar; ¡hoy aquí, mañana allá! (...) En cambio el mujik quiere mejorar lo que tiene alrededor, sin moverse del sitio." Entre los campesinos no había tanta conciencia revolucionaria como en las ciudades. Era gente que reconocía a sus enemigos -los nobles, los ricos- con mucha fuerza, con mucha bronca, pero que no estaban organizados en la lucha. Además, el zar y la religión gozaban todavía de respeto. Es por esta situación que los revolucionarios de las ciudades, organizados alrededor de partidos políticos clandestinos, mandaban camaradas o abastecían de textos al campo para canalizar junto a su causa la fuerza del campesinado.

3.2.2 Surgimiento de la clase obrera

Al igual que había ocurrido en las primeras etapas del desarrollo industrial de los países ya desarrollados, la explotación en las fábricas era intensísima y el trabajador carecía de derechos, pero además se le sumaba la opresión de un régimen despótico como el de los zares. Esta situación implicaba salarios bajos, prohibición de huelgas y formas de organización social, inspectores fabriles reducidos a una total subordinación a las autoridades y una situación en la que el trabajador debía aceptar sin chistar las imposiciones de cualquier tipo de autoridad. Los obreros rusos vivían para el trabajo en una rutinaria monotonía "Todas sus palabras, todos sus pensamientos estaban vinculados al trabajo". Quizás como una forma de descargar la impotencia que sentían ante la vida que les había tocado vivir, "una vez en casa, reñían con sus mujeres, pegándoles a menudo con todas sus fuerzas" y cuando se divertían solían tomar mucho vodka; es que olvidarse de sus vidas por un momento era ya algo que les hacía sentir mejor. Los jóvenes, por su parte, hacían algo parecido: solían agarrarse a trompadas y ponerse borrachos los días de fiesta "jactándose perversamente de los golpes atestados a sus camaradas, ofendidos, coléricos o llorando de desprecio, ebrios y lastimosos, infelices y repugnantes". Estos obreros no veían ninguna posibilidad de cambiar sus vidas, siempre había sido así y seguiría siéndolo "tristemente normal, penoso, pero tranquilo". Aceptaban su sometimiento como reglas del juego, y así, "después de vivir una cincuentena de años el hombre moría". Este modelo de vida está representado en "La Madre" por el padre de Pavel, Mijaíl Vlásov.

Dentro de este sector social, la mujer no tenía protagonismo alguno. Estaba en la casa, criaba a los hijos y servía al marido, muchas veces soportando sus golpes; era la más sometida de los sometidos.

Pero el de la fábrica no era el único sometimiento. En realidad los obreros estaban bajo una red de instituciones que los conducían directamente hacia su función: ser económicamente productivos y engendrar nuevos seres económicamen­te productivos. Dentro de éstas instituciones, estaban la religión y la familia, que los llevaba en un caso a respetar la autoridad del zar y su burocracia aceptando el sometimiento como algo impuesto por Dios, y en el otro a trabajar cada vez más duramente para mantener a la mujer y los hijos, alejándolos de la actividad revolucionaria (es por esta razón que los revolucionarios temían a la familia y desconfiaban de Dios).

De todas formas, en la clase obrera se había producido un cambio generacional. Los jóvenes comenzaban a cuestionar las vidas de sus padres ("Ahora son tiempos en que los jóvenes se avergüenzan de sus padres." pág.63) y estaban mucho más decididos a cambiar la situación, mediante la participación en grupos opositores.

3.2.3 Resurgir revolucionario 

El debate acerca del futuro de Rusia, se dividía entre populistas, con apoyo en el campo, y marxistas que surgían de las ciudades, de las fábricas. Los primeros -que se organizaron políticamente en 1901 con la fundación del Partido Socialista Revolucionario- se quejaban de la miseria a la que estaban reducidos los campesi­nos gracias al capitalismo, considerándolo como algo extraño y artificial­mente impuesto en la economía agraria Rusa por la acción Estatal, y criticaban a los marxistas de compartir la indiferencia de Witte hacia el bienestar inmediato del pueblo. Los segundos -organizados en 1898 alrededor del Partido Obrero Social-Demócrata de Rusia, consideraban al capitalismo como un natural desarrollo, una etapa inevitable en el desarrollo social, que traería un gran progreso material y también una revolución dirigida por el proletaria­do industrial, y tildaban a los populistas de utópicos reaccionarios. En el año 1903, el partido se dividió entre bolcheviques y mencheviques, que no coincidían en el papel atribuido al partido para llegar al poder. Mientras que para Lenin y los bolcheviques debía estar conformado por un núcleo reducido de militantes entrenados, imaginando la toma del poder por la fuerza, para los mencheviques el partido debía ser una organización abierta a las adhesiones, donde se respetasen los principios democráticos; creían en una larga lucha política en el marco de una democracia burguesa. Hacia fines de siglo, la influencia del anarquismo había disminuido.

Pero en el clima político ruso, también existía una oposición moderada desarrollada principalmente a través de los zemstva y liderada por los liberales. Estos querían principalmente un gobierno constitucional al modelo occidental que diera ciertas garantías a sus intereses, reformas sociales y autodeter­mi­nación nacional; en 1902 comenzaron a publicar el periódico "Liberación" y al año siguiente crearon la organización "La liga de la liberación" que fue el antecedente inmediato del Partido Constitucional-Democrático (kadete) creado en 1903.

3.2.4 Otra vez la lucha; ¿daría sus frutos esta vez?

Los intelectuales marxistas trataron de llevar sus ideas a la práctica y, aunque estuvieron alejados del contacto con las masas, consiguieron el liderazgo del movimiento obrero, atrayendo la atención de los trabajadores de objetivos industriales a objetivos políticos. En 1896 obtuvieron un cierto triunfo, cuando se produjo una gran huelga en las fábricas de tejidos de San Petersburgo y se creó un sindicato local que fue copiado por otras ciuda­des; finalmente fueron disueltos por el gobierno mediante detenciones. En las ciudades existía un clima de constante agitación y por todas partes rondaban gendarmes y miembros de la policía secreta, a la pezca de cualquier actividad sospechosa. "La paciencia silenciosa de la gente desaparecía para dar paso a una tensa expectación, la ira iba creciendo (...) en todas partes la atmósfera estaba cargada de excitación...".pág 148.

Su partido, el social-demócrata, en realidad era una organización clandesti­na que se reunía en diferentes casas de revolucionarios donde organizaban su accionar. Por más que se opusieran firmemente al zar, su burocracia y a los nobles, la verdadera clase opositora ya la tenían identificada: en un pasaje del libro, Vlásova habiendo escuchado seguramente en las discusiones la historia de las revoluciones burguesas del s.XIX, "se imaginaba que los más astutos enemigos del pueblo, los que le engañaban con mayor frecuencia y saña, eran unos hombrecillos pequeños, barrigudos, de carota colorada, desvergonza­dos y codiciosos, taimados y crueles. Cuando bajo el poder de los zares ellos llevaban una vida difícil, azuzaban al pueblo ignorante contra el Poder monárquico, pero cuando el pueblo se sublevaba y arrancaba el poder de manos del rey, aquellos hombrecillos se lo arrebataban, valiéndose de engaños, y arrojaban de nuevo al pueblo a sus cuchitriles, y si éste discutía con ellos, lo aniquilaban a centenares, a millares". Egor le respondió: "(...)Los franceses los han llamado con acierto burgueses. Acuérdese, madrecita: burgueses. Ellos nos sacan el jugo, nos mastican y nos devoran."pág.71.

Los miembros de este partido lejos estaban de ser una porción homogénea. Los había de las ciudades, del campo, cultos, incultos, obreros, hijos de nobles, pacíficos, sangrientos, bolcheviques, mencheviques. Es importante ver como caracteriza Gorki a este sector: casi siempre son jóvenes, heroicos, sinceros, sensibles, buenos y los hay hombres y mujeres trabajando en coopera­ción, eran una nueva generación, eran hombres nuevos. Es interesante ver la concepción de la relación entre los sexos que mantenían estos revolucionarios, como un triunfo pequeño: "La vida de familia resta energías al revolucionario, ¡las disminuye siempre! Los hijos, la falta de recursos, la necesidad de trabajar mucho para ganarse el pan (...) y nosotros, los obreros, estamos destinados por la fuerza de la historia a destruir el viejo mundo, a crear una nueva vida. Y si nos quedamos atrás, vencidos por la fatiga o seducidos por la posibilidad cercana de un triunfo pequeño, hacemos mal, ¡eso es casi una traición a la causa!" pág.182.

Otro punto importante, es el cuestionamiento que efectuaban estos revoluciona­rios sobre la religión, al darse cuenta que con ella oprimían al pueblo y que "les habían mentido hasta con Dios". Frente a esta situación, estaban los que no creían más en Dios (como Pavel, que consideraba que sólo la razón liberaría al hombre) y los que veían la necesidad de reinterpretar la religión en beneficio del pueblo: "Un lugar sagrado no debe quedar vacío. Allí donde Dios vive, hay un sitio dolorido (...) Hay que inventar una fe nueva, Pavel... ¡hay que crear un Dios amigo de los hombres!" pág.34. La postura de Pavel, era resistida por el pueblo ya que la religión estaba muy arraigada en la gente (el Santo Sínodo manejaba la mayoría de las escuelas) y se resistían a creer que la razón los liberaría. El pueblo, al igual que la madre, era todo corazón; fue contra esta situación, más proclive a explicaciones divinas que racionales, que los revolucionarios marxistas tuvieron que luchar para abrir las mentes al pueblo.

La impresión de periódicos y pancartas era el arma más fuerte del partido ( arma que fue cargada por la reforma educativa descripta anteriormente, que generó una masa de personas alfabetizadas). Allí se contaba el accionar revoluciona­rio, se convocaba a manifesta­ciones, se criticaba la represión del régimen y se trataba de que la gente observara lo terrible de su realidad y en consecuencia actuara para cambiarla. Cualquier tipo de organización u expresión de opiniones obreras eran fuertemente repri­mi­das y se detenía a los líderes. Durante estas manifestacio­nes se podía apreciar que el partido era una cosa y el pueblo otra. Los obreros participa­ban, pero no se comprometían, dispersándose rápidamente ante la represión policíaca. Posteriormente, el partido armaba las fugas de sus líderes -cuando podían- y alojaban a los fugitivos o perseguidos políticos en las casas de sus miembros. En realidad, el sistema carcelario del zar fallaba, ya que no había lugar donde meter a tantos revolucionarios detenidos y organizar fugas no era algo imposible. La censura y la represión andaban por todas partes, pero no podían con el ingenio y la fuerza de los revolucionarios, que dejaban todo por la causa (incluso su vida, su familia o su "amor").

Una de las mayores dificultades que tenía el partido social-demócrata en la relación con las masas era que muchas veces el pueblo no entendía los fríos razonamientos de sus discursos. Al pueblo nadie le había enseñado a razonar; había que hablarle con los sentimientos, al corazón. Queda claro que esta preocupación correspondería más que nada al ala menchevique del partido, interesada en llegar al poder mediante medios democráticos, para lo cual era imprescindible ampliar el número de seguidores.

En el campo, su accionar se desarrollaba a través de activistas -como por ej. Ribin- o maestros de escuela que iban inculcando las ideas revolucionarias a los mujiks. Otra forma de llegar a ellos era mediante la edición de periódi­cos. En un momento, Pavel dice: "Somos todos hijos de una misma madre, de la idea invencible de la fraternidad de los trabajadores de todos los países de la tierra." "(...) Sólo hay dos pueblos, dos razas irreconcilia­bles: los ricos y los po­bres." pág.91. En realidad, vemos que esto no era tan así, ya que los campesinos eran pobres y sin embargo no eran considerados lo mismo que los obreros. Existía un dejo de desprecio desde el obrero hacia el mujik y era considerado un tanto salvaje. Por más que Pavel y sus camaradas mencheviques vieran la necesidad de acercar sus ideas al campo, también había desconfianza hacia el campesino, ya que en definitiva lo que este quería era la propiedad privada de su tierra: "(...) ¡el mujik dejará desnuda la tierra, si se levanta sobre sus pies! Lo quemará todo, como después de una peste (...) -Y después, ¡se nos interpondrá en nuestro camino! -¡Nuestro deber es no permitirlo (...) es contenerlo! Nosotros estamos más cerca de él que nadie [porque ambos son pobres y sometidos], a nosotros nos creerá, ¡nos seguirá!" págs.85-86. 

3.3 Rumbo al Extremo Oriente

Descripta toda esta situación, vemos que en la sociedad Rusa había agudas tensiones. Es más, la política del nuevo zar Nicolás II (desde 1894) contribuyó aún más a aislar a la monarquía de la sociedad. 

En el año 1902, los Socialistas Revolucionarios (ex-populistas) emprendieron una campaña terrorista en la que mataron al ministro del interior. Su sucesor fue Pleve, quien consiguió un éxito inicial en el control de los obreros (que todavía no estaban firmemente comprometidos con los social-demócratas), constituyendo sindicatos dirigidos por agentes de policía; pero posteriormente, lo que consiguieron con sus acciones fue desarrollar nuevamente el sentimiento revolucionario entre los trabajadores. 

Fue entonces cuando Pleve pensó que una forma de contener la revolución podría ser una "pequeña guerra victoriosa" en el Extremo Oriente. Habiendo sido destituido el principal opositor a la guerra dentro del gobierno (Witte), en 1904 todo se encaminaba hacia la guerra con Japón.

4. Comentario final 

La lectura del libro "La Madre" me produjo la sensación de que el pueblo ruso nunca en su historia se había rebelado y que fue el partido social-demócrata -encarnando a los revolucionarios y especialmente a Pavel- el primero que le mostró la "verdad". 

Quizás la forma en que les hicieron ver la realidad y la forma de organización sí fue única en la historia, pero durante cientos de años el pueblo ruso no aceptó pacíficamente su sumisión, sino que valientemen­te vivió rebelándose a una autoridad que siempre lo oprimió con fuerza y que, desgra­cia­damente para estos hombres de principios de siglo que soñaban con una sociedad más justa, lo seguiría haciendo por el resto de sus vidas. 

Un solo ejemplo (cifras pertenecen a Robert Conquest, Harvest of Sorrow, Oxford, 1986, p.306):

Campesinos muertos en 1930-1937:  

Por efecto de colectivización 6.500.000  

Por la hambruna (1932-1933): 

- en Ucrania 5.000.000

- en el Kubán 1.000.000

- en Don y Volga 1.000.000

Por deportaciones y hambruna

(sólo en Kazakstán) 1.000.000

TOTAL 14.500.000

Bibliografía 

Keep, J.L.H., Cap.XIII "Rusia", en Historia del Mundo Moderno, t.XI, Barcelona, Ramón Sopena, 1979. 

Meyer, Jean, El campesino en la historia Rusa y Soviética, México, Fondo de Cultura Económica, 1991. 

Saborido, Jorge, Rusia 1917: una introducción, Buenos Airea, Biblos, 1993.