Aprende a reconocer lo sagrado que hay en ti, y afuera de ti

Daniel Rodríguez

agosto 8 de 2020

Este breve ensayo montado en base a ilustraciones propias realizadas hace como doce años atrás, interpreta y profundiza en torno a la frase: “Aprende a reconocer los signos de lo sagrado en ti fuera de ti”, extraída del “El Camino” del librito del “Mensaje de Silo”. Trata de una propuesta para desapegarnos del terreno de lo secundario de la crisis mundial actual, cada vez más acelerada e incierta, que va de un accidente a otro y donde la falta de sentido atenta contra la conciencia. Este escrito informal y la posible manera de verlo, podrían motivar una mayor reflexión y puesta en práctica de los temas propuestos por Silo, reinterpretados, mal o bien, en la presente.


Aprende a compartir.

Tu peldaño en este mundo es fruto de millones de millones de intenciones a lo largo de la dinámica lucha histórica de generosidad y amabilidad, más allá del gruñido de la mezquindad y la avaricia.

Todos tenemos por lo menos un amigo con quién redimir el rumbo, hasta el más arisco y cruel sabe del buen ejemplo de aquel que conjuga la palabra dar en su experiencia cotidiana.

¡Reciprocidad cuanto menos!: con aquel que te ha tendido la mano, con quien te ha dado la vida, con tu entorno inmediato, con la planta que te brinda oxígeno, con la tierra que te brinda alimento, con aquellos que construyeron tu peldaño, con cada sonrisa; piensa que a cada inhalación acompaña siempre, una exhalación liberadora.

También solidaridad, que es superior, aunque podría sonar trillada. La solidaridad multiplica el efecto exponencialmente, y éste es un interesante paso hacia el plano infinito de la profundidad del corazón propio y ajeno en un amor fraterno que no mira con intereses ni desnivel, sino con pura y sincera amistad. Aunque la fraternidad podría sonar aún mas y peor trillada, no por ello dejará de ser la actitud más elevada en todos los casos, sin sesgos ni parcialidades.

Y todos tenemos algo qué compartir, aun así, nuestras posibilidades materiales sean escasas, la imaginación infinita compensa todo como lo sabe hacer la mente de un niño, con las llaves mágicas a las puertas de un futuro abierto que no se ahoga en cálculos ni especulaciones de un modelo consumista que inútilmente se nos ha tratado de imponer.

Aprender a compartir, va más allá de la lógica de la “supervivencia del más apto”, de la cruda barbaridad de la cual el ser humano por último siempre ha tratado de superar para evolucionar final y únicamente en cuanto al amor y la compasión, en la práctica ancestral del saber “tratar al otro, como a uno le gustaría ser tratado”, sin especulaciones, con un “dar” genuino.

Aprende a ver más allá

Más allá del correr del transcurrir como agua de “tacateo” de segundos, minutos, horas, días, años, vidas, generaciones y civilizaciones. El tiempo humano forma meandros de acumulación histórica y sabe tender puentes de comunicación y conocimiento que abren posibilidades y oportunidades liberadoras, tal cual no tenemos por qué descubrir la pólvora una y otra vez.

En nuestras manos y venas corren ríos insondables de experiencia que comprometen nuestra responsabilidad con el futuro, con las nuevas generaciones, más allá de todo resentimiento ciego o ilusorio, más allá de toda fatiga pasajera.

La amplitud del horizonte de la intención humana no se ahoga con el olvido ni tampoco frustra su posibilidad futura con el dolor de lo ocurrido.

Una sana sonrisa aporta bastante a la cura del dolor del alma que se templa y se forja en la construcción del espíritu infinito de la grandeza de un propósito mayor.

Las “ideas” que se erigen en estéreo-estructuras discursivas, teóricas y retóricas, vienen y pasan, se construyen, prosperan y/ó declinan para darnos cuenta finalmente de nuestra eterna ignorancia, o mejor dicho aún, de nuestra eterna posibilidad de deslumbramiento ante algo nuevo que aprender.

Ni la tierra gira alrededor del sol, ni la vida alrededor de tu ombligo. El universo es infinito y de él somos una infinitésima parte suspendida a su vez en un minúsculo grano de arena de la inmensidad de una tormenta sin tiempo comparable al calendario ordinario.

Aprende a ver más allá, con humildad para un nuevo acuerdo enfocado en el infinito descubrimiento de las posibilidades futuras, internas y también externas.

Aprende a reconocer lo sagrado que hay en ti, y afuera de ti

Cada vivencia tiene su correlato en mi interior, se enclava en la memoria para afectar la forma en la que veo y me muevo en el mundo; dentro mío se dibujan paisajes con luces y con sombras, con materialidad y con vacíos, con frescos manantiales y con áridos desiertos.

Mis intereses y mis pareceres me mueven en el mundo, de manera genuina o enajenada.

Aprende a ver la luz adentro de tus ojos y afuera de ti.

Aprende a moverte desde y con lo más genuino que hay en ti.

Reconoce y atesora lo que hace bien al alma, cultiva y consagra lo que hace grande a la vida. Es simple, nada estrafalario, está en ti, y está afuera de ti.


Algo más que simples seres aislados

Tal vez descubras o experimentes lo humano que busca trascender los simples ciclos naturales de la vida dada. Lo humano que hay en ti, como también fuera de ti.

Tal vez confirmes que si bien el ser humano transforma su medio y hasta su mismo cuerpo; la dirección mayor es una sola, y es la del amor y la compasión.

Tal vez puedas llegar a vivenciar tu existencia y la mía en la íntima profundidad insondable que hace evidente la potencialidad de cada intento; que la vida vale la pena y que la muerte no ahoga la sustancia esencial que evoluciona potencialmente en cada ser humano.

Tal vez ya nada será igual que antes, si acaso aprovechas la dirección de los vientos en el silencio del desmoronamiento de la ilusión pasajera para replantearte una vida que tenga sentido vivir, sino cuanto menos para inspirar un poquito a la grandeza que ya habita en ti.