Ante la Aceleración del Tiempo Social y la Crisis Personal y Social

Daniel Rodríguez

Diciembre 1 de 2019


Silo habló del tiempo calendario diferente del tiempo social, considerando la experiencia del transcurrir en una misma unidad de tiempo, donde a mayor cantidad de eventos, mayor aceleración del tiempo social, ciertamente un fenómeno que se acrecienta con el desarrollo de las telecomunicaciones instaladas ya en cada punto del planeta donde se consolida un sistema cerrado que paradójicamente se ve obligado a tener que abrirse en el paso de nuevas formas de organización.

La violencia se valida como forma por el crecimiento del individualismo y por la concentración del poder en pocas manos; los modelos sociales que perduran en esta estructura son insuficientes para superar un escenario de crisis donde afloran sus contradicciones y su falta de sentido. La des-aceleración actual de la economía mundial, pone a jaque a los modelos políticos afianzados en la economía, desde una verticalidad que no considera otros campos de des-estructuración, como lo son el religioso y el generacional.

Con respecto a la des-estructuración de las religiones, ya en 1993, Silo sugería a los filósofos ateos de los nuevos tiempos, cambiar los términos y reemplazar en su discurso el “opio de los pueblos” por la “anfetamina de los pueblos”. Ciertamente se han venido expresando nuevas formas donde los tradicionales líderes religiosos han perdido validez para contener los fenómenos sociales; los políticos toman un rol de “cazadores de brujas” y las afrentas dadas a imágenes cargadas de sentimiento religioso generan un efecto rebote, en algunos casos tardíamente descubiertas por parte de sus detractores, en contradictorias postales de símbolos que les son impropios.

En cuanto a las nuevas generaciones, se observa la brecha de la diferenciación con valores instalados de otras épocas, dicha diferenciación es por demás notoria en cuanto al rechazo a la polarización del mundo entre izquierdas y derechas, herencia de la inercia de una Guerra Fría avivada durante el último medio siglo del milenio pasado. La crisis ecológica es un componente fundamental del paisaje de las nuevas generaciones, una crisis que desvalida a todos los modelos económicos centrados en lo productivo sin tomar en cuenta al cuidado del planeta, más aún cuando la explotación busca justificarse como medida urgente y necesaria a la des-aceleración de la economía mundial, discursos por demás de hipócritas cuando se viven desigualdades acrecentadas en una verticalidad constante donde los supuestos líderes y actores políticos nunca son ni serán afectados en definitiva.

La simultaneidad de eventos se vive entre diferentes ciudades del mundo y se registra a través de las telecomunicaciones: de las redes sociales y de los teléfonos celulares, donde las grandes cadenas de televisión y sus líneas editoriales son rebasadas por el fenómeno que genera descreimiento, al tiempo que también da lugar al delirio por parte de la violencia mediática generada a través de guerreros digitales financiados por los intereses dominantes que en parte mienten con datos de fuentes cuestionables y por otra exaltan el temor al vandalismo de grupos excluidos por parte de la violencia del sistema del "sálvese quién pueda"; y a todo ello se suma un choque de paisajes entre generaciones que valida y desvalida datos en un escenario finalmente compulsivo y confuso. La necesidad de acallar el ruido y abrir el paso a nuevas formas de comunicación directa, que integren en lugar de excluir, de la mano del buen trato por encima de la violencia compulsiva se hace evidente.

La crisis se vive y se registra de manera simultánea personal y social, y la salida a la misma también es simultánea, contra la violencia del sistema decadente se abre la noviolencia como metodología de acción impulsada por sectores progresivos de las nuevas generaciones que descubren como ésta precisa ser estudiada y profundizada más allá del espontaneísmo de la estrategia social aislada, para continuar como estilo de vida en el interior de cada persona, cambiando hacia un nuevo paisaje que supere la destrucción y la exclusión, donde el futuro succiona con fe y alegría de vivir, para superar en definitiva este maremoto de desesperanza y confusión. Donde la expectativa por el éxito de la razón de los modelos decadentes y el fondo de ruido de un apocalipsis mental precisan ser acallados para una profunda reflexión y meditación interna, hacia la construcción de un nuevo concepto de unidad que supere el individualismo y la segregación, por la cual será posible constituir por primera vez una verdadera nación humana universal.