Ranciere

Fecha de publicación: 11-abr-2010 18:28:49

Ranciere, J 1996 El desacuerdo. Política y filosofía. Argentina: Edición Nueva Visión

Obstruida durante mucho tiempo por el Marxismo, que hacía de la política la expresión o la máscara de las relaciones sociales, sometidas a las intrusiones de lo social y las ciencias sociales, encontraría hoy, en el hundimiento de los marxismos de Estado y el fin de las utopías, su pureza de reflexión sobre los principios y las formas de una política también devuelta a su pureza por el retroceso de los social y de sus ambigüedades. Pág. 5

La política purificada reencontró los lugares propios de la deliberación y la decisión sobre el bien común, las asambleas donde se discute y legisla, las esferas del Estado donde se decide, las jurisdicciones supremas que verifican la conformidad de las deliberaciones y las decisiones con las leyes fundamentales de la comunidad. Sin embargo, en estos mismos lugares, se expande la opinión desencantada que hay poco para deliberar y que las decisiones se imponen por si mismas, al no se el trabajo propio de la política otra cosa que la adaptación a las exigencias del mercado mundial y el reparto equitativo de los costos y los beneficios de esta adaptación. Pág. 6

Por desacuerdo se entenderá un tipo determinado de situación de habla; aquella en la que uno de los interlocutores entiende y a la vez no entiende lo que dice el otro. El desacuerdo no es el desconocimiento, pues éste supone que uno u otro de los interlocutores o ambos no saben lo que dicen o lo que dice el otro. Tampoco es el malentendido que descansa en la imprecisión de las palabras Pág. 8

El desacuerdo se distingue de lo que Jean-François Lyotard conceptualizó con el nombre de diferendo. El desacuerdo no concierne a la cuestión de la heterogeneidad de lo regímenes de frases y de la presencia o ausencia de una regla para juzgar sobe los géneros de discursos heterogéneos. Pág. 10

EL COMIENZO DE LA POLÍTICA

El desacuerdo se refiere a lo que es ser un ser que se sirve de la palabra para discutir. Pág. 10 Las estructuras del desacuerdo son aquellas en las que la discusión de un argumento remite al litigio sobre el objeto de la discusión y sobre la calidad de quines hacen de él un objeto. Pág. 10-11

Para Aristóteles, el destino supremamente político del hombre queda atestiguado por un indicio: la posesión del logos; es decir de la palabra, que manifiesta, en tanto la voz simplemente indica. Lo que manifiesta la palabra, lo que hace evidente para una comunidad de sujetos que la escuchan, es lo útil y lo nocivo y, en consecuencia, lo justo o lo injusto. Por ello se funda una politicidad de un tipo superior que se lleva a cabo en la familia y la ciudad. Pág. 14

La justicia como principio de comunidad no existe aún donde la única ocupación es impedir que los individuos que viven juntos se provoquen daños recíprocos y reestablecer, donde se los causen, el equilibrio de las ganancias y los prejuicios. Sólo comienza donde el quid es lo que los ciudadanos poseen en común y donde éstos se interesan en la manera en que son repartidas las formas de ejercicio y control del ejercicio de ese poder común. Por una parte, la justicia como virtud no es el mero equilibrio de los intereses entre los individuos o la reparación de los prejuicios que unos hacen a otros. Es la elección de la medida misma según la cual cada parte sólo toma lo que le corresponde Pág. 17 Por la otra, la justicia política no es simplemente e orden que mantiene unidas las relaciones medidas entre los individuos y los bienes. Es el orden que determina la distribución de lo común. Pág. 18

Lo ventajoso y lo desventajoso son entonces la materia sobre la cual se ejerce la virtud de justicia que consiste en tomar la parte conveniente, la parte media de unas y otras. Pág. 18

La política comienza allí donde dejan de equilibrarse pérdidas y ganancias, donde la tarea consiste en repartir las partes de lo común, en armonizar según la proporción geométrica las parte de comunidad y los títulos para obtener esas partes, las axiai que dan derecho a la comunidad. Para que la comunidad política sea más que un contrato entre personas que intercambian bienes o servicios, es preciso que la igualdad que reina en ella sea radicalmente diferente a aquella según la cual se intercambian las mercancías y se reparan los perjuicios. Pág. 18

Para que la ciudad este ordenada según el bien, es preciso que las cuotas de comunidad sean estrictamente proporcionales a la axia de cada parte de la comunidad: al valor que aporta a la comunidad y al derecho que este valor le da de poseer una parte del poder común. Pág. 19

Política como cómputo erróneo en las partes del todo. Pág. 24

La política es la que permite existir a los pobres como entidad. Pág. 25

La política existe cuando el orden natural de la dominación es interrumpido por la institución de una parte de los que no tienen parte. Pág. 25 Esta institución es el todo de la política como forma específica de vínculo. La misma define lo común de la comunidad como comunidad política, es decir dividida, fundada sobre una distorsión que escapa a la aritmética de los intercambios y las reparaciones. Al margen de esa institución, no hay política. Pág. 26

La política es la esfera de actividad de un común que no puede sino ser litigioso, la relación entre partes que no son partidos y entre títulos cuya suma nunca es igual al todo. Pág. 29

La institución política es idéntica a la institución de la lucha de clases No hay que entender con ello que la política existe porque unos grupos sociales entran en lucha a causa de sus intereses divergentes. La torsión por la cual hay política es del mismo modo la que instaura a las clases como diferentes a sí mismas Pág. 33

LA DISTORSIÓN: POLÍTICA Y POLICÍA

La palabra por la cual hay política es la que mide la distancia misma de la palabra y su cuenta. Y la esthesis que se manifiesta en esta palabra es la disputa misma acerca de la constitución de la esthesis, acerca de la partición de lo sensible por la que determinados cuerpos sen encuentran en comunidad. Pág. 41

La política es en primer lugar el conflicto acerca de la existencia de un escenario común, la existencia y la calidad de quienes están presentes en él. Las partes no preexisten al conflicto que nombran y en el cual se hacen contar como partes; el escenario existe para el uso de un interlocutor que no lo ve y que no tiene motivos para verlo dado que aquél no existe. Pág. 41

Hay política cuando quienes no tienen derecho a ser contados como seres parlantes se hacen contar entre éstos e instituyen una comunidad por el hecho de poner en común la distorsión, que no es otra cosa que el enfrentamiento mismo, la contradicción de dos mundos alojados en unos solo: el mundo en que son y aquel en que no son, el mundo donde hay algo entre ellos y quienes no lo conocen como seres parlantes y contabilizables y el mundo donde no hay nada Pág. 42

Policía: conjunto de procesos mediante los cuáles se efectúan la agregación y el consentimiento de las colectividades, la organización de los poderes, la distribución de los lugares y funciones y los sistemas de legitimación de esta distribución. Pág. 43 Adjetivo (policial)

El autor no identifica la policía con lo que se designa con el nombre “Aparato del Estado”; pues esta noción esta atrapada en el supuesto de una oposición entre Estado y Sociedad, donde el primero es representado como la maquina, el “monstruo frío” que impone rigidez de su orden a la vida de la segunda.

La distribución de los lugares y las funciones que definen un orden policial depende tanto de la espontaneidad supuesta de las relaciones sociales como de la rigidez de las funciones estatales. La policía es, en su esencia, la ley, generalmente implícita, que define la parte o la ausencia de parte las partes. Pág. 44

La policía es primeramente un orden de los cuerpos que define las divisiones entre los modos del hacer, los modos del ser y los modos del decir, que hacen que tales cuerpos sean asignados por su nombre a tal lugar y a tal tarea; es un orden de lo visible y lo decible que hace que tal actividad sea visible y que tal otra no los sea, que tal palabra sea entendida como perteneciente al discurso y tal otra al ruido. Pág. 44-45

La política: actividad antagónica a la policía, que rompe la configuración sensible donde se definen las partes y sus partes o su ausencia por un supuesto que por definición no tiene lugar en ella: la de una parte de los que no tienen parte. Esta ruptura se manifiesta por una serie de actos que vuelven a representar el espacio donde se definían las partes, sus partes y las ausencias de partes. La actividad política es la que desplaza a un cuerpo del lugar que le estaba asignado o cambia el destino de lugar; hacer ver lo que no tenía razón para ser visto, hace escuchar un discurso allí donde sólo el ruido tenía lugar, hacer escuchar discurso lo que no era más que escuchado más que como ruido. Pág. 45

La actividad política es siempre un modo de manifestación que deshace las divisiones sensibles del orden policial mediante la puesta en acto de un supuesto que por principio le es heterogéneo, el de una parte e los que no tiene parte, la que, en última instancia, manifiesta en sí misma la pura contingencia del orden, la igualdad de cualquier ser parlante con cualquier otro ser parlante. Pág. 45-46

Hay política cuando hay un lugar y unas formas para el encuentro entre dos procesos heterogéneos. Pág. 46

Proceso de igualdad: conjunto abierto de las prácticas guiadas por la suposición de la igualdad de cualquier otro ser parlante con cualquier otro ser parlante y por la preocupación de verificar esa igualdad, Pág. 46

La política pone en acción una lógica completamente heterogénea a la de la policía, siempre esta anudada a ésta; pues la política no tiene objetos o cuestiones que lo son propios, su único principio, la igualdad, no le es propio y en sí mismo no tiene nada de político. Todo lo que aquélla hace es darle una actualidad en la forma de casos, inscribir en la forma de litigio, la verificación de la igualdad en el corazón del orden policial. Lo que constituye el carácter político de una acción no es su objeto o el lugar donde se ejerce sino únicamente su forma, la que inscribe la verificación de la igualdad en la institución de un litigio de una comunidad que sólo existe por división. Pág. 47

Es importante mencionar que el orden policial se extiende mucho más de sus instituciones y técnicas especializadas, es igualmente importante decir que nada es en sí mismo político, por el solo hecho que en él se ejerzan relaciones de poder. Para que una cosa sea política, es preciso que de lugar al encuentro de la lógica policial y la lógica igualitaria, el cual nunca esta preconstituido. Pág. 48

La política actúa sobre la policía; lo hace en lugares y con palabras que les son comunes, aún cuando dé una nueva representación a esos lugares y cambie el estatuto de esas palabras. Lo que habitualmente se postula como el lugar de lo político, a saber el conjunto de las instituciones del estado, no es precisamente un lugar homogéneo. Su configuración está determinada por un estado de las relaciones entre la lógica política y la lógica policial. Pág. 49

Ninguna cosa es en sí misma política porque la política no existe sino por un principio que no le es propio, la igualdad. El estatuto de ese “principio” debe precisarse. La igualdad no es un dato que la política aplica, una esencia que encarna la ley ni una meta que se propone alcanzar. No es más que una presuposición que debe discernirse en las prácticas que la ponen en acción. Pág. 49

La prueba de igualdad debe se siempre singular, que en casa ocasión sea la reiteración del puro trazado de su verificación. Esta prueba siempre singular de la igualdad no puede consistir en ninguna forma de vínculo social. La igualdad se transforma en su contrario a partir del momento en que quiere inscribirse en un lugar de al organización social y estatal. Pág. 50

La política es la práctica en la cual la lógica del rasgo igualitario asume la forma del tratamiento de una distorsión, donde se convierte en el argumento de una distorsión, donde se convierte en el argumento de una distorsión principal que viene a anudarse con tal litigio determinado en la distribución de las ocupaciones, las funciones y los lugares. Existe gracias a unos sujetos o unos dispositivos de subjetivación específicos. Estos miden los inconmensurables, la lógica del rasgo igualitario y la del orden policial Pág. 51 Lo hacen uniendo al título de tal grupo social el mero título vacío de la igualdad de cualquiera con cualquiera. Lo hacen superponiendo al orden policial que estructura la comunidad otra comunidad que no existe sino por y para el conflicto, una comunidad que es la del conflicto en tono a la existencia misma de lo común entre lo que tiene parte y lo que no la tiene. Pág. 52

La política es asunto de sujetos, o más bien de modos de subjetivación. Por subjetivación se entenderá la producción mediante una serie de actos de una instancia y una capacidad de enunciación que no eran identificables en un campo de experiencia dado, cuya identificación, por lo tanto, corre pareja con la nueva representación del campo de la experiencia. Pág. 52

La subjetivación política produce una multiplicidad que no estaba dada en la constitución policial de la comunidad, una multiplicidad cuya cuenta se postula como contradictoria con la lógica policial. Pág. 52

Toda subjetivación es una desidentificación, el arrancamiento a la naturalidad de un lugar, a la apertura de un espacio de sujeto donde cualquiera puede contarse porque es el espacio de una cuenta de los incontados, de una puesta en relación de una parte y una ausencia de parte. Pág. 53

Una subjetivación política vuelve a recortar el campo de la experiencia que daba a cada uno su identidad con su parte. Deshace y recompone las relaciones entre los modos del hacer, los modos del ser y los modos del decir que definen la organización sensible de la comunidad, las relaciones entre los espacios donde se hace tal cosa y aquellos donde se hace tal otra, las capacidades de vinculadas a ese hacer y las que son exigidas por otro. Pág. 58

Un sujeto político no es un grupo que “toma conciencia” de sí mismo, se da una voz, impone su peso en la sociedad. Es un operador que une y desune las regiones, las identidades, las funciones, las capacidades existentes en la configuración de la experiencia dada, es decir en el nudo entre los repartos del orden policial y lo que ya está inscripto allí de igualdad, por más frágiles y fugaces que sean esas inscripciones. Pág. 58

La política no está hecha de relaciones de poder, sino de relaciones de mundos. Pág. 60