En el año 1874, el escritor británico de anticipación Andrew Blair profetizó los problemas de la basura espacial en su novela “Annals of the twenty-ninth century”. En dicha novela el autor describió como la civilización llegaría a poder efectuar viajes espaciales, pero no sin dificultades a causa de la basura que la humanidad iría acumulando entorno a la Tierra... 

Somos dependientes de la tecnología y nos hemos acostumbrado al uso del GPS, a ser consumidores de la TV por satélite, seguir los pronósticos del tiempo o navegar por internet y por tanto, somos dependientes del espacio. Hace tiempo que los satélites han dejado de ser los protagonistas de la guerra fría para pasar a ser tan útiles a la sociedad que son indispensables en el día a día. Pero toda actividad humana altera el medio ambiente y genera residuos, problema imposible de evitar, -aunque sí disminuir- y  que también hemos trasladado al espacio.

Se dice que el Sputnik 1 fue el primer satélite artificial de la historia. En realidad, aquel 4 de octubre de 1957 se colocaron en órbita tres satélites al mismo tiempo: el Sputnik propiamente dicho, su cono protector y la última etapa portadora necesaria para inyectar el satélite en órbita. El Sputnik pesaba tan sólo 84 kg. y si bien  resultó de utilidad durante las semanas que permaneció en órbita analizando la alta atmósfera, la etapa inyectora final pesaba 6,5 toneladas y fue de un solo uso.