CARTA ABIERTA A UN MAESTRO
Soy padre. Desde que tengo a mi hija, el mundo dejó de girar alrededor del sol y empezó a girar alrededor de ella. Prácticamente todos los actos que hago en mi día a día están destinados a mejorar, en la medida de lo posible, su vida.
Por ella, dejé de dormir seguido, me preocupó su primer estornudo y corrí veloz a levantarla cada vez que tropezaba y caía al suelo.
Era mi obligación como padre.
Llegó el día en que hubo que empezar a plantearse que mi hija era como los demás niños y que, por ello, debía tener una vida en común con los niños de su edad, tener amigos, jugar, relacionarse con otras personas que jugaban como ella, tenían las mismas horribles muñecas, les gustaban los mismos dulzones dibujos. Eran, en fin sus amigos.
También llegó el día en que tuvo que empezar el cole. Otro tema que, además de sus estornudos, nos quitó el sueño. Dudamos muchísimo. Preguntamos muchísimo. Nos basamos en nuestras ideas, nuestras creencias, nuestras necesidades y pusimos como centro de la diana de nuestra decisión su bienestar.
Y con esas premisas, elegimos el colegio.
Desde entonces, la lucha contra los "elementos" ha sido titánica: que la niña se adapte, que no esté marginada, que ir al cole todos los días no sea una carga, que aprenda, que saque buenas notas, que tenga buen comportamiento, que aprenda buenas costumbres. Tantos "que" nos abrumaron durante mucho tiempo.
Pero hubo algo, más bien alguien, que borró, casi de un plumazo todos esos miedos. Los primeros días de clase, cuando la peque estaba pegada a las faldas de la "seño" y ésta, impertérrita, le daba el bocadillo a cinco más, limpiaba los mocos a otros tres y llevaba a hacer pipi a los dos últimos, nos dió la sensación de que nuestra hija estaba en las mejores manos que podía estar fuera de nuestra casa.
Han transcurrido algunos años desde entonces y esos maestros (me encanta la palabra, "maestro") han ido cambiando a medida que cambiaba mi hija. No siempre la adaptación ha sido fácil. Ha habido algunos "duros", que apretaban tanto, que a final de curso media clase se despidió llorando de ellos. Otros han sido más "suaves" o "permisivos" y de ellos ha contado anécdotas preciosas. Unos les encantó, a otros, sin embargo les tomó un poco de "tirria". Pero no cabe duda de que de todos y de cada uno de ellos ha APRENDIDO algo. ¿Y no se trata de eso?, ¿De aprender?
Tengo un respeto visceral (y espero que se me note) a todos aquellos profesionales capaces de encerrarse durante cuatro o cinco horas con una veintena de chicos y chicas y conseguir sacar de ellos su mejor faceta. Es obvio que hay maestros que nos gustan más que otros, que nuestros pequeños han congeniado mejor o peor con ellos, incluso algunos nos "caen" personalmente mejor o peor. Pero no me cabe la menor duda de que TODOS los profesionales que forman el equipo de maestros de un colegio tienen como único fin mejorar la educación (y por tanto, la vida) de nuestros hijos.
No tenemos con ellos deuda alguna (¿o sí?...), pero sí les debemos el respeto y la confianza que se merecen. Todos ellos tienen un currículum en el colegio que no deja lugar a dudas de su capacidad, su interés, su calidad humana, su amor por su profesión. Seguro que con alguno de ellos tendremos discrepancias (¡cuidado! es mi hija, es mi tesoro...) pero esas discrepancias hay que basarlas en el respeto del que antes hablaba. Desde esa premisa, cualquier tema se trata. Si nos saltamos el respeto no andamos por buen camino.
Valencia, 27 de octubre de 2016
La Directiva del Ampa.
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INFORMACIÓN SOBRE PROYECTOS DEL CURSO 2016/2017 Dentro del marco de colaboración existente entre nuestra asociación y el colegio, con el fin de mejorar la estancia y el uso de instrumentos educacionales de nuestros hijos, se ha iniciado para este curso varios proyectos de los cuales algunos están en trámite de proceso y a medida que vayamos implementándolos os daremos cumplida cuenta. DOTACIONES Y ACTIVIDADES: | Centro Privado Concertado de Enseñanza Concha EspinaCentro Privado de Enseñanza Concha Espina II ampa.conchaespina@gmail.com |