LAS MISIONES ÚTIMOS AÑOS DEL 1950

LAS MISIONES PRIMERA PARTE (pagina de MONTSE GOMEZ ALONSO)

LAS MISIONES SEGUNDA PARTE

Los misioneros como muy bien dices los anunciaba el cura del pueblo, la gente estaba expectante si eran los mismos del año anterior o eran otros, como dices venían dos y estaban una semana en cada pueblo, la fecha cuando venían era unas semanas antes o después de Semana Santa y a veces coincidía con ésta.

Mis recuerdos de las misiones son de un niño 7 o 8 años en el 1959 o 1960, yo creo que fueron los últimos años que vinieron los misioneros. Éstos venían ligeros de equipaje, el hábito era color marrón pardusco con capucha, en la cintura en vez de cordón, cinto, sandalias, con los pies descalzos me supongo que si hacia frio se pondrían calcetines, pelo corto, y barbas largas, acostumbrados a ver al cura con su sotana, bonete y zapatos bien limpios y su anillo, que teníamos que dejar de jugar para ir a besar dicho anillo. A los niños nos impresionaba el aspecto de los misioneros. Yo creo que eran Benedictinos (Cistercienses) sus principales votos eran la castidad y la pobreza.

Por supuesto que venían a evangelizar, de otra manera, menos materialista, mas de pobreza que como lo hacia el cura del pueblo, porque al cura del pueblo le conocíamos como vivía, como un cura, nunca mejor dicho, la gente lo pasaba mal, se le creía menos, creo yo que era una de las causas porque venían los misioneros.

Como bien dices, hacían el Vía Crucis por el camino de las cruces, por las mañanas y a la atardecer se salía de procesión rezando cantando plegarias, pero lo más religioso o místico era lo que se hacía en la iglesia, la confesión, la comunión y los sermones desde el pulpito. El ir a confesar y comulgar durante esa semana era prácticamente obligatorio por lo menos una vez, el cura del pueblo sabia quien había ido y quien no, las mas beatas o beatos se confesaban todos días, tenían la impresión que el que más iba a confesarse era mejor cristiano. Con estos datos podéis haceros una idea de la gente que iba a confesarse. En la iglesia de frente de la columna de la derecha había un confesionario, igualmente a lado de la columna de la izquierda que estaba el púlpito había otro, y se montaba otro a lado del altar de la derecha y a veces otro a lado de el altar de la izquierda, lo digo con certeza porque entonces yo era monaguillo y me toco montarles alguna vez, podemos estar hablado de 800 a 1000 personas empadronadas y algunas personas que venían de los pueblos cercanos.

Los sermones desde el púlpito eran espectaculares, los misioneros ya tenían los sermones preparados ensayados y muy teatralizados, si la gente conocía al misionero que era buen orador y buen actor, no se cavía en la iglesia. Nunca faltaba el SERMON DE LAS SIETE PALABRAS, que fueron las últimas palabras que Jesucristo dijo en la cruz antes de morir. PADRE EN TUS MANOS EMCOMIENDO MI ESPIRITU, desarrollaban lo que significaba cada palabra y había gente de lagrima fácil que se les caían lagrimas como puños. EL SERMON DE LA SIETE PALABRAS, es del siglo XVI y ha llegado hasta nuestros días, es uno de los actos más importante de la SEMANA SANTA DE VALLADOLID. No faltaba tampoco la parábola del HIJO PRODIGO o la BUENA SAMARITANA. Personalmente no me atrevo a juzgar todo aquello que pasaba entonces, porque de todas las maneras no me iba a servir para nada. LAS COSAS ERAN ASÍ PARA MI, Y ASÍ LAS RECUERDO

Publicado por Luis Miguel de la Fuente Asensio el 27 de octubre de 2013 a las 3:00pm