Allá por los 50, Daniela poseía una tienda en el trinquete de Castroverde,donde vendía un poco de todo: alimentación, textiles, utensilios de trabajo,artículos de aseo, incluso servían vasos de vino ... Mi madre tuvo el privilegio de colaborar estrechamente con ella. No sólo se limitaban a trabajar y vender en la tienda, sino que abrieron nuevos horizontes y comercializaron en otros pueblos.
Esos pueblos donde hacía sus "transacciones" eran: Torre, Fombellida, Villaco y Amusquillo.
El medio de transporte era a pie por la carretera. En ocasiones, cuando iban a Amusquillo lo hacían en el coche de línea, ya que la distancia era considerable.
Este tránsito no lo hacían todo el año, sino cuando imperaba el buen tiempo. Tampoco salían todos los días ni todas las semanas, lo iban ajustando a medida que podían.
Su jornada empezaba bien temprano, abriendo la tienda que estaba en el trinquete y más tarde, sobre las 9:00hrs emprendían la marcha.
La tienda la cerraban hasta que volvían. Normalmente regresaban por la tarde/noche. aunque antaño, no se ceñían a estrictos horarios comerciales, si te faltaba un tomate para hacer la cena, podías ir a comprarlo aunque fuesn las 10 de la noche.
En Castroverde había otras vendedoras, pero sólo Daniela y mi madre se aventuraron a vender en los pueblos de alrededor. Cada una de las mujeres que negociaba con productos, marcaba sus propios precios.
A la llegada a cada pueblo, llamaban puerta por puerta, por el nombre de pila de cada propietaria/ propietario. Todos se conocían y conocían sus nombres.
Cuando nevaba, no salían a vender, (era materialmente imposible... ) pero en las jornadas de mucho frío, las gentes les abrían sus puertas e invitaban a desayunar, ofreciéndoles café con leche o chocolate caliente con rosquillas.
Mi madre siempre acompañaba a Daniela. Gauden tenía por entonces 12 o 13 años, y ya no iba a la escuela. El colegio duraba muy pocos años en aquélla época.
Daniela rondaría los 40 y pico, y siempre se entendieron muy bien y estuvieron mucho tiempo juntas, hasta que mi madre cumplió los 15 años, que fue cuando murió su padre y la destinaron a otros quehaceres.
Los productos que vendían, tanto en la tienda de ultramarinos como en los pueblos era rica en variedad: perfumes, ropa de poliéster para hacer camisas, delantales,hilos para coser, calcetines, medias, chaquetas, cañas de dalia ( para dar "pasos de costura" ) además de comestibles como: chocolate, galletas, escabeche..etc.
Todos estos productos los transportaban en cestos de mimbre, que llevaban de "a dos", uno colgado en el brazo izquierdo y otro de la mano del brazo derecho.
Los clientes pagaban con dinero, pero también era frecuente el hábito de fiar. Todo quedaba reflejado en un block de notas que les servía de recordatorio.
Los lunes era el día del JABÖN, mi madre era la encargada de ir casa por casa de Castroverde con una gran cesta llena de jabones para venderlos. Los jabones los hacían ellas mismas, incluso Consuelo los sigue haciendo hoy en día y he llegado a verlos personalmente.
La venta por los pueblos la abandonaron cuando empezó a existir una fuerte competencia. Muchos mercaderes ya disponían de carros y otros medios de transportemás rápidos que el de ir andando.
La tienda del trinquete se trasladó al puente, donde hicieron la nueva casa, la parte de arriba era la vivienda, y la de abajo la tienda.
El negocio cesó cuando murió Daniela y su hija Consuelo se dedicó a otros menesteres: Alguacila y Cartera de Castroverde.
Publicado por Montse Gómez Alonso el 28 de febrero de 2012 a las 4:30pm