El REVOLEO

El MARTES DE CARNAVAL , durante la celebración de la Misa, tenía lugar el rito de "revolear la bandera". Era una bandera especialmente destinada para ese día. La tela formaba una combinación llamativa de distintos colores, como cuadros sucesivos, cada uno de un color. La bandera la solía guardar el Párroco de un año para otro. Estaba adornada con algunas insignias o lazos. La empuñadura del asta de la bandera no era lisa, sino que formaba ondulaciones, como de rosca, para que fuera más fácilmente sujetada, pues se necesitaba fuerza, habilidad y destreza para el "revoleo", ya que, en caso contrario, se corría el riesgo de que se escapara del brazo del “revoleador” y lesionar gravemente a alguna persona. El "revoleo" lo ejecutaba un mozo del pueblo. Acompañándole y cercano a él, se hallaban otros cinco o seis mozos, quienes llevaban una insignia mientras que los demás mozos exhibían otras llamativas cintas. En muchos pueblos, y a rasgos generalizados, parece que el acto del "revoleo" se producía después del Evangelio. Se iniciaba cuando el tambor (que manejaba otro mozo) empezaba el repique, y al son del ritmo de ese repique, más o menos lento o rápido, se ajustaban los movimientos del "revoleo". Existían diversas fases del "revoleo": en la primera de ellas, el mozo ejecutante estaba en pie ante el altar; seguía otra fase de "revoleo" en posición de rodillas, y, después de haber impreso cierta velocidad al acto, al son del tambor, volvían paulatinamente a un compás más lento, pasando la bandera, de vez en cuando, de una mano a la otra. Y en la penúltima de las vueltas de ese "revoleo" dejaba la bandera completamente extendida en el suelo, ante las gradas del altar. A continuación el ejecutante iba a besar la estola del sacerdote, y tras otro corto "revoleo" se dejaba la bandera extendida, cubriendo gran parte del cuerpo de él. Durante el resto de la celebración eucarística, quedaba la bandera sujeta en un hachero, al pie del altar y más tarde se producía otro revoleo ante todo el pueblo, en un acto de suma espectacularidad. La comitiva estaba compuesta por el mozo que había "revoleado" la bandera, acompañado de los otros que lucían insignias y habían formado un grupo, así como de otros amigos que también portaban insignias adornadas con cintas, o bien iban con andillas de las que se usan como soporte para llevar las imágenes de los santos en las procesiones. Y ya en casa del protagonista del "revoleo ", eran obsequiados con abundantes rodajas de chorizos, queso, pastas…etc todo ello “regado” con el correspondiente vinillo de la bodega. Al mismo tiempo el acto del “revoleo”, se utilizaba para homenajear a alguien por algún motivo especial, pagando por cada “revoleo” aproximadamente un real de los de entonces.

Publicado por Montse Gómez Alonso el 17 de abril de 2012 a las 3:42pm