El picón de las hostias

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Se denominaba “El picón de las hostias” a una extensión de tierra de Castroverde de Cerrato, que se encontraba pegando a la casilla de camineros, a pie de carretera, llamada El Portazgo ó Pontazgo…

Esta extensión de terreno, era relativamente pequeña, medía aproximadamente media hectárea.

Allí, en ese lugar, se plantaba trigo cada año, con el que se elaboraban las hostias consagradas destinadas a la Iglesia Parroquial, de ahí su nombre.

La tierra la trabajaba y cosechaba por aquél entonces un vecino del pueblo llamado Fidel Escudero. Posiblemente hubieron otros tantos que colaboraron en esta tarea.

Al parecer el terreno fue cedido por el Ayuntamiento a la Iglesia, para este generoso fin, pero no se sabe con certeza, si fue donado o simplemente se hacía uso de él.

Las finas, blancas y redondas obleas que representan el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía no son otra cosa que discos de pan ázimo, es decir, que en su elaboración no se ha utilizado levadura.

Normalmente, este pan eucarístico era fabricado de forma artesanal por los propios sacerdotes y monjas, aunque también existen panificadoras especializadas en su elaboración.

La receta de las hostias es muy sencilla: agua y una mezcla de harinas de diferentes variedades de trigo. Una de ellas, rica en gluten, es la que da a la Forma su textura acorchada.

La masa previamente extendida se calienta entre dos planchas a 170 ºC, para que el agua se evapore. De este modo, se obtienen láminas de pan seco y crujiente que son apiladas y humedecidas con agua. Luego, con un cortamasas especial se cortan las hostias propiamente dichas, que se dejan airear durante 5 o 6 días, antes de ser empaquetadas.

Publicado por Montse Gómez Alonso el 14 de agosto de 2012 a las 2:30pm