Amigos de Castroverde de Cerrato puso esta discusión en el Foro el 31 de diciembre de 2009:
Me acuerdo del cosquilleo que me entraba (aun sigue pasando) cuando estábamos llegando al pueblo y se divisaba desde la carretera el cementerio y el viejo palomar en la ladera, para poco después divisar una casa rosa al fondo que daba al ambiente un color pastel especial.
Yo nací en el año 74, por lo que mis recuerdos de infancia parten más o menos desde el año 77.
El recuerdo más remoto sobre el pueblo, es el de ir yo sólo con mi abuelo cuando traía en un carretillo dos cántaros de leche de la era que tenía cercana a la escuela.
También me acuerdo de los entierros de los abuelos que murieron jóvenes. Todo el pueblo se congregaba a la salida de la casa. Mis tíos estaban vestidos con trajes negros, que acrecentaban su estatura, y toda la gente pasando como en fila dándoles el pésame en la puerta de la casa. Después partiría la comitiva con la familia detrás del cura y el féretro, para luego seguir el pueblo detrás.
Como primeros recuerdos también está cuando jóvenes y mayores se congregaban en la plaza de la iglesia donde se jugaba a la pelota en el frontón de la iglesia.
Nunca llegué a jugar un partido de fútbol en la era donde están las porterías, pero sí que vi a mis tíos jugando en ella un día cuando llegábamos con el coche al pueblo. Después sí que echaríamos alguna que otra patada en la portería de la era, y además años más tarde me acuerdo de un partido de futbito que echamos en Villaco con chavales de ese pueblo. Creo que nos llevó el cura en su coche.
Otra temporada nos dio por jugar al béisbol en las escuelas y otras veces íbamos al depósito o al cotarro de la villa.
Me acuerdo de los juegos que teníamos los niños de entonces, uno de ellos lo jugaba con mi prima Raquel, (no se si entraban cartas por medio), el caso es que te preguntaba una serie de preguntas y al final con lo que respondías se sabía si te ibas a casar y los hijos que ibas a tener entre otras cosas.
También me acuerdo del tío Paco. La verdad que para nosotros es un ser entrañable. Nos hacía gracia, tenía buen trato con los niños y siempre nos decía, “a ver, sabes como maman las liebres”, y para enseñárnoslo nos apretaba las muñecas con sus manos y nos pellizcaba.
Hay muchos recuerdos que afloran, entre ellos el dibujo curioso de la fachada de la casa de mis abuelos que asemejaba un tablero de damas. Uno se acuerda de los juegos en las eras con los tractores viejos prácticamente deshechos que nos servían para jugar y hacer lo que hacían los mayores, así conocí a Guillermo, justo a la hora de estar en misa. ¡Qué juegos más buenos! rescate, puntos o el pañuelo entre otros. También íbamos al río o a las peñas donde entre otras cosas se contaban chistes y se disfrutaba de los sofás y asientos viejos de los coches. Todavía me acuerdo de cuando cogimos un burro y le dimos una vuelta por el pueblo. Las risas que nos echábamos en las conversaciones que teníamos en el trinquete, en las piedras que hacían de asiento en la pared de la iglesia, donde se habían reunido durante generaciones los abuelos al sol. Durante una temporada que nos dió por jugar a pala en el frontón de la iglesia, cada uno se hizo la pala de madera como pudo, y a mi me ayudó mi tío Ángel, utilizando una sierra y un tablón viejo. El resultado fue buenísimo, la pala no se abrió y al final ahora se sigue utilizando como tabla de cortar carne.
Los olores todavía están presentes en nuestra pituitaria. Sigue estando en nuestro recuerdo el olor a pan recién cocido de la panadería, el de la leña o paja quemada procedente de las glorias u otros fuegos, el olor dulce de la alfalfa que tanto les gustaba a los conejos, así como el tufillo penetrante, frío y húmedo del vino al entrar en la bodega y el más fuerte de las vacas y las ovejas.
Se podría seguir y seguir contando. Todo es ciertamente un recuerdo feliz, probablemente idealizado, pero entrañable. No en vano muchos de los que fuimos poco o mucho a veranear al pueblo sentimos un cariño especial.
Publicado por Amigos de Castroverde de Cerrato el 20 de diciembre de 2009 a las 4:19am
Rocio Cuadrado Asensio comentó el 31 de diciembre de 2009 a las 11:12am
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El cementerio, si... No creo que haya otro pueblo en España cuyo punto de referencia para ver si se ha llegado o no a "casa" sea el cementerio. Para casi todos nosotros es un lugar trágico y al que no se desea ir pero para Castroverde es símbolo de "hemos llegado".
De pequeña era divisarlo y dar la curva antes del pueblo y estar moviéndome en el asiento de atrás gritando: ya llegamos!!!!! A mi padre le fastidiaba un montón pues a continuación mis hermanos también se ponían a gritar y se armaba un gran jaleo en un brevísimo tiempo, jejejeje.
Lo que más añoro del pueblo, y puede parecer una tontería, es corretear por la casa de mis abuelos, tratar de subir al desván con el miedo en el cuerpo de oír justo detrás mismo a mi abuela o a mi madre diciendo: "Se puede saber que hacéis?!!!"; menudos sustos. Perseguir a las gallinas y cuando llegaban estas fechas, la matanza y la torta de chicharrones (que no la he vuelto a probar tan buena como la hacía mi abuela :-( se llevó la receta). Odiaba el olor a chamuscado, cuando quemaban al pobre, pero ahora lo añoro. La verdad es que a mi sólo me dejaban participar al día siguiente cuando se hacían los chorizos y para ver sólamente, mmmm.... Mi abuela y yo en la mesa de la habitación de la derecha, a veces discutiendo con ella pues quería meter la carne en el triturador y ella que no, que era peligroso para una niña pequeña... hasta que un año me salí con la mía...jeje. El olor y calor de la gloria, ver a mi abuela salir de ese pequeño hueco a mi me asombraba un montón al igual que la bronca de mi abuelo si nos pillaba intentando abrir la portezuela para ver que había dentro...
También recuerdo los grandes paseos, a mi se me hacían eternos, hasta las bodegas. Unas veces iba con mi abuelo, otras con mis padres y muchas de ellas con la familia para pasar las tardes de los domingos allí y tomar una buena merienda-cena...
Como podéis ver casi todos mis recuerdos son con la familia, pero eso no quita que también saliera por el pueblo. Sinceramente, no me acuerdo si alguna vez fui al río a bañarme (probablemente no, pues me acordaría), pero si recuerdo ir a ver a los "mayores" jugar a la petanca, correr por la era, ir a casa de mi amiga Judith a jugar y maravillarme con la tricotadora que tenía su madre para hacer los jerseys de lana, ver todas las tardes a los señores sentados bien en las piedras de sus casas o del bar liándose los cigarrillos y charlando de sus cosas mientras las mujeres estaban en casa recogiendo o descansando o charlando también, las partidas en el bar que veía desde la gran ventana de fuera...uffff que recuerdos....
Uy, no pensaba yo que iba a recordar tantas cosas, me estoy emocionando y todo.
Lo malo de ello es que todo ha sido hace muuuuuuuuuuucho tiempo. Y si antes íbamos poco, desde que mis abuelos no están hemos ido menos aún, sólo a eventos como las fiestas en verano, la vendimia (que por desgracia este año me pilló trabajando, así que me la perdí) y algún día suelto por ahí.... Creo que este sábado o domingo nos acercaremos, a ver si "muevo" a mi madre, jejeje. Tengo ganas ya...
Fernando Velasco comentó el 16 de agosto de 2010 a las 6:48pm:
hola no se si te acuerdas de mi soy fernando el sobrino de aurora y simi hace muchos años que no nos vemos y a lo mejor ya no te acuerdas de mi espero estes bien ya nos veremos dentro de poco otra vez en castroverde , recibe un fuerte abrazo de tu amigo fernando
Montse Gómez Alonso comentó el 20 de abril de 2011 a las 10:02pm:
Dios! Tu relato me ha cautivado ! Son tantas las sensaciones vividas en ese maravilloso pueblo...y al leer tus palabras me has hecho evocar tantas cosas, latentes y presentes como si hubiese sido ayer...Lo del cosquilleo al entrar en el pueblo..qué tonta yo pensaba que sólo me pasaba a mí...Gracias por haber escrito tus recuerdos !
Montse Gómez Alonso comentó el 1 de abril de 2012 a las 8:27pm:
Muchos son los recuerdos que tengo de Castroverde, se me amontonan en la cabeza, y es una suerte poder decir que todos son bonitos, quizá tenga idealizado este pueblo, pero no en vano, ya que en él viví los momentos más felices de toda mi infancia y adolescencia. Casi desde que nací, mis padres me llevaban cada verano, y no era mucho el tiempo que podía disfrutar de esas vacaciones estivales, pero sé que allí aprendí el significado de la palabra amistad, aprendí a experimentar el dolor de las despedidas, y aprendí a jugar, a reir y a llorar con personas que casi 40 años después sigo llevando en mi corazón...Soy consciente de que en la infancia y la adolescencia todo tiene otro cariz,otra envergadura, pero me sigo emocionando al recordar cómo una vez, más de una docena de amigos, esperaban sentados en el "poyato" de la iglesia el día en que tenía que regresar a Barcelona, allí aguardaban para despedirme, a la hora acordada, con las miradas tristes, sabiendo que pasaría todo un año antes de volver a vernos...
La expectativa del reencuentro era ansiada, y en los primeros instantes se manifestaba la timidez que encierra la falta de "roce" en la distancia, pero que inmediatamente borrábamos de un plumazo con la naturalidad y la inocencia propia de la edad. Todos cambiábamos de alguna manera en aquellos largos pasajes de tiempo, pero la esencia no se alteraba ni un ápice, y había que apresurarse, porque el verano pasaba muy deprisa....Jugábamos al béisbol en el "corralón", al pañuelo en la plaza, al juego de "los puntos" también conocido como el juego de "matar", nos bañábamos en las frías aguas del río, con un tremendo caudal, por aquél entonces, usábamos como trampolín "la mocha" sesgada a pie del río, las niñas sufríamos "ahogadillas" por parte de los chicos más atrevidos, robábamos girasoles y nos comíamos sus pipas, pedaleábamos en bicicleta por la carretera en dirección a otros pueblos, demasiado lejanos desde el punto de vista paternal, contábamos historias de miedo por la noche, y en ocasiones nos acercábamos al cementerio para entrar más en ambiente, saboreábamos el pan recién salido del horno y la leche fresca de la señora Ascen, recuerdo especialmente cómo me la quedaba mirando sentada en el pasillo, embobada viendo cómo vertía la leche en las lecheras, podía quedarme allí sentada horas y horas, siempre entraba gente y era muy divertido escuchar los diálogos y chismes de las mujeres....los domingos tocaba acicalarse para ir a misa: tocaban primeras...segundas y terceras, en este punto ya tenías que estar lista y estar entrando por la puerta de la iglesia, luego a hacer el vermouth en la posada, sólo los adultos, los niños a comprar golosinas, pipas y polos de hielo...la "imposición de las siestas" que nos marcaban nuestras madres, y que burlábamos en cuanto se daban la vuelta....de puntillas, salíamos a toda prisa, a veces cargadas de libros para leer en la era o en el campo, sofocadas por tantísimo calor como hacía, a esas horas de la tarde, especialmente yo, acostumbrada a un clima más húmedo y propensa a la tensión baja... recuerdo que se me secaba la nariz, y a veces me costaba respirar...Todo el día andábamos fuera de casa, con una energía y una ilusión que no sé dónde se han metido ahora...mi abuela y mi madre me reñían mucho pero a mí me daba lo mismo, sólo había espacio para la alegría en mi corazón....continuará...
Fernando Velasco Asensio comentó el 22 de noviembre de 2012 a las 5:04pm:
yo también tengo esos recuerdos montse , jugando por las noche en el trinquete con la gente , esa amistad que teníamos entre todos , cuando nuestras madres y abuelas los domingos nos hacian ir a misa , cuando tocaban primeras y segundas y terceras ; y luego cuando nos hibamos a comprar chucherias donde la carmen y los hombres se hiban a tomar el vermut , algunos de nosotros cuando empezabamos con nuestros primeros amores de jovenes en el pueblo , cuando me pongo a pensar en todo lo que yo he pasado en castroverde me vienen una congoja que hasta me emociono
Amigos de Castroverde de Cerrato comentó el 22 de noviembre a las 9:06pm
Completamente de acuerdo Fernando, muchos compartimos el mismo sentimiento. En Castroverde vivimos unos de los momentos más felices de nuestra infancia, algo muy parecido a lo que sentimos con el circo de la familia Aragón.
Montse Gómez Alonso comentó el 28 de noviembre de 2012 a las 8:13pm:
Qué bonitas aquellas noches de verano!! donde compartíamos tantas sensaciones... Somos realmente afortunados por haber vivido todo eso, doy gracias a Dios por este maravilloso regalo...
Fernando Velasco Asensio comentó el 28 de noviembre de 2012 a las 10:17pm
yo también doy gracias por encontrar esos amigos que para mí fueron muy especiales y a los que llevo en mi corazón y de los que llevo un recuerdo muy bonito . Esos tiempos fueron los mejores que he vivido ; también pido a todos aquellos amigos que llevo en el corazón que si ven este mensaje que por favor me busquen en facebook para poder hablar con ellos de aquellos maravillosos tiempos que pasamos