السروة إنكسرتألسروةُ إنكسَرَتْ كمئذنةٍ، ونامت فيالطريق على تَقَشُّف ظِلِّها، خضراءَ، داكنةً، كما هِيَ. لم يُصَبْ أَحدٌ بسوء. مَرّت العَرَباتُ مُسْرِعَةًعلى أغصانها. هَبَّ الغبارُ على الزجاج... ألسروةُ انكسرتْ، ولكنَّ الحمامة لم تغيِّر عُشَّها العَلَنيَّ في دارٍ مُجَاورةٍ. وحلّق طائران مهاجران على كَفَاف مكانها، وتبادلا بعضَ الرموز. وقالت امرأةٌ لجارتها: تُرَى، شأهَدْتِ عاصفةً؟ فقالت: لا، ولا جرَّافةً... والسروةُ انكسرتْ. وقال العابرون على الحُطام: لعلَّها سَئِمَتْ من الإهمال أَو هَرِمَتْ من الأيّام، فَهْيَ طويلةٌ كزرافةٍ، وقليلةُ المعنى كمكنسةِ الغبار، ولا تُظَلِّلُ عاشِقَيْن. وقال طفلٌ: كنتُ أَرسمها بلا خطأ، فإنَّ قوامَها سَهْلٌ. وقالت طفلةٌ: إن السماءَ اليوم ناقصةٌ لأن السروةٌ انكسرت. وقال فتىً: ولكنَّ السماءَ اليوم كاملةٌ لأن السروةَ انكسرتْ. وقُلْتُ أَنا لنفسي: لا غُموضَ ولا وُضُوحَ، السروة انكسرتْ، وهذا كُلُّ ما في الأمرِ: إنَّ السروة انكسرتْ! Adonis nació en el norte de Siria, en una familia alauí. Durante su infancia trabajó en el campo, pero ya en aquella época su padre le recitaba poesías, que le hacía memorizar. Adonis pronto mostró facilidad para la composición, y en 1947, con 17 años, tuvo la oportunidad de recitar un poema delante del presidente sirio Shukri al-Kuwatli; esto supuso su ingreso en una escuela de Latakia y después en la Universidad de Damasco, donde se licenció en Filosofía en 1954.
Pese a lo que se ha afirmado, el seudónimo de «Adonis» no se lo impuso el líder del nacionalismo sirio, Antun Saadeh, sino que fue el propio Ali Ahmad quien lo eligió tras haber visto sus obras rechazadas en varias revistas bajo su nombre real. En 1955, Said estuvo preso durante seis meses por ser miembro del Partido Social Nacionalista Sirio. Tras su liberación, se instaló en Beirut, donde fundó, junto con el también poeta Yusuf al-Khal, la revista Shi'r (‘poesía’). A partir de este momento, Adonis abandonó el nacionalismo sirio, para abrazar el panarabismo, al tiempo que renunciaba a buena parte de la carga política en sus obras.
Said recibió una beca para estudiar en París entre 1960 y 1961. Entre 1970 y 1985 fue catedrático de literatura árabe en la Universidad del Líbano. En 1976, fue nombrado profesor invitado en la Universidad de Damasco. En 1980, emigró a París para escapar de la Guerra Civil Libanesa, y durante unos años fue profesor de árabe en la Universidad de la Sorbona.[cita requerida] http://orienteymediterraneo.com/9.html
ESPEJO DE UN SUEÑO El héroe, en vela cual ola duerme. Nuestra tierra es una niña que duerme sin cabeza y sin almohada y el rojo pensamiento depredador es un cadáver dormido. ¡Oh, ceniza de los miembros! ¡Oh, vías de los humores de mi cuerpo, del cuerpo del arabismo! ¿Desde cuándo y cómo despertaré a los durmientes?
ESPEJO DE UNA PREGUNTA Pregunté y me dijeron: la rama cubierta de fuego es un pájaro, y me dijeron que mi rostro era una ola y el rostro del mundo espejos, suspiros de marinero y faro. Y vine. Tinta era el mundo en mi camino y cada estremecimiento una frase. No sabía que entre nosotros había un puente de hermandad, de pasos de fuego y profecía. No sabía que mi rostro era un barco navegando en una chispa.
ESPEJO DE LAS NUBES Alas, pero de cera, y la lluvia chorreante no es lluvia sino navíos para las lágrimas.
EXTRAVÍO Una vez me perdí en tus brazos y eran mis labios una fortaleza que anhelaba una conquista insólita. Se enamoraron del asedio y avanzaron. Tu talle era un sultán, tus manos la fatiha[1] del ejército, tus ojos una guarida y un amigo. Nos unimos, nos perdimos juntos, penetramos en el bosque de fuego. Trazo el primer paso hacia ti y abres el camino... (1) primera azora del Coran
CELEBRACIÓN DE BEIRUT, 1982. El tiempo avanza apoyado en un bastón de huesos de muertos. El filo del insomnio corta el cuello de la noche.
El sol parece decir a su claridad: deslumbra mis ojos para no ver.
El día teme al día, la noche se oculta de la noche, el sol se frota los ojos y suspira: no puede creer lo que ve.
Gracias al polvo que se mezcla con el humo de los incendios y lo mitiga, al intervalo entre bomba y bomba, a las baldosas que no cesan de sostener mis pasos. Gracias a la roca que enseña paciencia.
Experimento la borrachera de las explosiones, la embriaguez del ruido, y disparo mi rostro por el espacio de las probabilidades.
La luz se extinguió. Encenderé el astro de mis sueños.
Tómame, amor y abrázame.
CELEBRACIÓN DE LA REALIDAD Por alto y radiante que sea el deseo no puede tocar el cuello del sol.
La realidad es la flor más marchita en el jardín de las palabras.
Realidad: sueño que no visita ni hace amistad más que con los párpados durmientes.
A veces el cuerpo parece un árbol cuyo más bello fruto, el sueño, no se puede recoger.
No hay diálogo entre el fuego y el agua: un abrazo hasta extinguirse.
La realidad en la que se han convertido los caminos de la derrota es la única que conduce a los caminos de la libertad.
El olvido tiene una guitarra en la que el recuerdo toca sus calladas tristezas.
CELEBRACIÓN DEL JUEGO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE La lengua se oxida por falta de palabras, el ojo se oxida por falta de sueños.
El rostro es la luz del cuerpo. Cuando el rostro se ensombrece todo el cuerpo se apaga.
El hombre es un libro que la vida lee sin cesar. La muerte lo lee en un instante, una sola vez.
La melodía es para el oído, el color es para el ojo, la palabra es para todo el cuerpo.
Negro: desmayo de la naturaleza en el regazo del universo.
La locura es continuo encuentro con las cosas y es, al mismo tiempo, continua despedida.
Todas las cosas se cubren con ropajes que las enmascaran. Nada aparece en completa desnudez más que cuando lo toma la mano de la locura.
CELEBRACIÓN DE LA SOLEDAD Soledad: jardín con un solo árbol.
Sé ausencia para permanecer como pregunta.
El arco iris juró vagar eternamente porque perdió su primera casa.
Ayer, al despertarme, vi al sol frotarse los ojos en el cristal de mi ventana.
Las palabras que conozco se han tornado bosque de tristeza.
¿Por qué aquella noche sentí que el cielo era la guitarra de la noche y las estrellas sus cuerdas rotas? ¿Será porque dormí solo?
Ahora sé por qué alaban, a veces, a las tinieblas los que no sueñan más que con la luz.
Puedes protegerte contra todo menos contra el tiempo.
CELEBRACIÓN DEL DÍA Y DE LA NOCHE El día cierra la verja de su jardín, se lava los pies y se pone el manto para recibir a su amiga la noche.
El crepúsculo avanza lentamente. En sus hombros hay manchas de sangre, en sus manos una rosa a punto de marchitarse.
La aurora avanza ruidosa. Sus manos abren el libro del tiempo y el sol pasa las páginas.
En el umbral del ocaso el día rompe sus espejos para conciliar el sueño.
Los momentos son olas del tiempo. Cada cuerpo es una playa.
El tiempo es viento que sopla del lado de la muerte.
La noche abotona la camisa de la tierra. El día la desnuda.
Es el alba: en el balcón las flores se frotan los ojos, en la ventana ondean las trenzas del sol.
El día ve con las manos, la noche ve con todo el cuerpo.
Si el día hablara, anunciaría la noche.
Suave es la mano de la noche en las trenzas de la melancolía.
El día no sabe dormir más que en el regazo de la noche.
Se le concedió a mi tristeza ser una continua noche.
El pasado, lago para un solo nadador: el recuerdo.
La luz: vestido que a veces teje la noche.
El crepúsculo: única almohada en la que se abrazan el día y la noche.
La luz sólo actúa despierta. La oscuridad sólo actúa dormida.
Los sueños de la noche son hilos con los que tejemos los trajes del día. Traducción del árabe por María Luisa Prieto
EL TIEMPO Abrazo a la espiga del tiempo, mi cabeza es una torre de fuego. ¿Qué es esta sangre que palpita en la arena y qué es este ocaso? Llama del presente, ¿qué vamos a decir?
En mi garganta están los jirones de la Historia y en mi rostro los signos del sacrificio. ¡Qué amargo es ahora el lenguaje! ¡Qué angosta la puerta del alfabeto!
Abrazo a la espiga del tiempo, mi cabeza es una torre de fuego. ¿Se ha convertido el amigo en verdugo?
Un vecino ha dicho: ¡Cuánto tarda Hulagu en venir! ¿Quién llama a la puerta? ¿El recaudador de impuestos? Dale el tributo... siluetas de mujeres y de hombres... imágenes que caminan... Nos hemos hecho señales, nos hemos intercambiado secretos. Nuestros pasos son una hebra de muertos. ¿Tu muerto viene de tu Señor o tu Señor viene de tu muerto? Perdido por el enigma, se inclina cual arco de terror sobre sus días encorvados.
- Tenía un hermano. Desapareció. Mi padre se volvió loco. Mis hermanos murieron. ¿A quién invocar? ¿Hay que abrazar a la puerta, suplicar a la alfombra? - Delira. Trae la tabaquera y cúralo con el rapé de los sabios.
Cadáveres que el asesino lee cual anécdotas. ¿Este montón es un granero de huesos, la cabeza de un niño o un trozo de carbón?
¿Es un cuerpo esto que veo o un esqueleto de barro? Me inclino, arreglo dos ojos y remiendo una cadera. Tal vez la intuición me ayude y me guíe un fulgor de memoria pero es inútil que investigue la delgada hebra, inútil que junte una cabeza, dos brazos y dos piernas para descubrir la identidad del muerto.
- ¿A quién predica la hormiga y por qué asustarse? Poesía es mezclar en el ojo esta trágica chispa. Éxtasis es ver tu casa volar en estallidos hacia Dios. Encaramada a un alminar, la lechuza del adivino ulula. De su grito ha tejido un arco iris y, ahogada de alegría, ha llorado Abrazo a la espiga del tiempo, mi cabeza es una torre de fuego. El payaso ha revelado sus secretos. Este tiempo rebelde es una tienda de alhajas, un pantano de profetas. El payaso ha revelado sus secretos. La verdad será la muerte, el pan de los poetas y lo que se llamó o se convertirá en patria no es más que un instante a la deriva sobre el rostro del tiempo.
El payaso ha revelado sus secretos. Esplendor del diluvio, ¿dónde está tu llave? Inúndame de gracia, toma mis últimas riberas, tómame. Un abismo ardiente me ha hechizado, un camino por el que huyen los caminos.
Abrazo a la espiga del tiempo, mi cabeza es una torre de fuego. Mi alma ha olvidado sus pasiones, ha olvidado su patrimonio, oculto en la casa de las imágenes. No volverá a recordar lo que ha dicho la lluvia, lo que ha escrito la tinta de los árboles. Mi alma no dibuja más que una gaviota empujada por las olas contra las amarras de un barco. No escucha más que un grito metálico: he aquí el corazón de la ciudad, luna rota, unida al ombligo de un fantasma de chispas. No sabe que Dios y el poeta son dos niños que duermen en la mejilla de una piedra.
Mi alma ha olvidado sus pasiones, por eso temo la sombra y el bosquejo del futuro, por eso me invade la duda y el sueño se me resiste. Amarrado, corro de un fuego a otro, sofocado bajo el sudor que chorrea por mi cuerpo, compartiendo con los muros el insomnio de la noche (fieras son los pasos de la noche). A menudo he dicho a la poesía sedimentada en el fondo de mi memoria: ¿qué es esta sierra en mi cuello? ¿Quién me dicta la aleya del silencio? ¿A quién contaré mis cenizas? Yo, que no sé arrancar el pulso y arrojarlo a la mesa. Yo, que rechazo hacer de mi tristeza un tambor para el cielo. Así pues diré: mi vida ha sido morada de espectros, molino de viento.
Abrazo a la espiga del tiempo, mi cabeza es una torre de fuego. Los árboles del amor en Qassabin son hermanos de los árboles de la muerte en Beirut. El bosque de mirto consuela al bosque del exilio. Qassabin penetra en el mapa de la hierba y destila las entrañas de las llanuras. Beirut penetra en el mapa de la muerte: las tumbas son jardines, despojos, campos. ¿Qué fuerza vierte a Qassabin en Tiro y Sidón y es Beirut quien se derrama? ¿Qué es eso que alejándose se aproxima? ¿Quién mezcla en mi mapa esta sangre?
El verano se seca y el otoño no ha llegado, la primavera ha ennegrecido en la memoria de la tierra, el invierno es como la muerte lo dibuja: agonía y hemorragia, época surgida de un frasco de predestinación y de la palma de la suerte, época del extravío que improvisa el instante y rumia el aire.
¿Cómo podréis reconocerla? Un muerto sin rostro que contiene todos los rostros.
Abrazo a la espiga del tiempo, mi cabeza es una torre de fuego. Agotado, me doy la vuelta y observo: ¿Qué son esos andrajos? ¿Crónicas, países, banderas colgadas al acantilado del crepúsculo?
En un instante leo las generaciones, en un cadáver reconozco miles de cadáveres. Me sumergen los abismos del absurdo, mi cuerpo se escapa, mi rostro no aparece en el espejo, mi sangre huye de las arterias. ¿Será porque no veo a la luz transportar mis sueños hacia ella? ¿Será el lugar más remoto de un mundo que los demás bendicen y yo maldigo? ¿Qué es esto que desarraiga mis profundidades y se marcha entre la jungla del deseo, los países, los océanos de lágrimas y la descendencia de símbolos, entre las venas y los sexos, las épocas y los pueblos? ¿Qué es esto que divide mi alma y me destruye? ¿Acaso soy la encrucijada de caminos? En el instante del descubrimiento ¿ha dejado mi camino de ser mi camino? ¿Soy más que un ser, mi historia es mi abismo y mi plazo mi incendio? ¿Qué es esto que en una carcajada se eleva de mis miembros ahogados? ¿Soy múltiples seres que se preguntan: ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Son mis órganos los bosques del combate en una sangre-viento, en un cuerpo-hoja?
¿Soy un loco? ¿Quién soy en estas tinieblas? Enséñame y guíame, locura. ¿Quién soy, amigos? Respondedme, vosotros, los visionarios, los oprimidos.
Ojalá pudiera escaparme de mi piel sin saber quién he sido ni quién seré. Busco un nombre, algo que nombrar, pero nada es nombrable. Una época ciega, una Historia cegada, una época de limo y una Historia de ruinas. El dominador es dominado. ¡Alabadas seáis, tinieblas!
Abrazo a la espiga del tiempo, mi cabeza es una torre de fuego. Mi antepasado semita es agarrado por lo que ha engendrado el destino ciego. ¿Un papagayo? ¿Un profeta colado en una momia? Oh, antepasado al que aparto de su camino. Tú eres el que habita en la molécula del agua y en los astros celestes. Es prudente que camines así, orgulloso hacia el pasado. Tú eres el misterio, el reino receloso de las profecías.
Extraviado en el error, no puedo comprenderte. Tú eres el prodigio, antepasado al que yo rechazo ahora. A pesar de que haya amado la creación en tu nombre, no me reconocerás, nada me unirá a ti, aparte de estas huellas enterradas en mi alma que me lloran y me hacen llorar sobre ti.
Abrazo a la espiga del tiempo, mi cabeza es una torre de fuego. El fin de la época que llovía piedras[1] ha encontrado el comienzo de una era que llueve petróleo. El dios de las palmeras se arrodilla ante un dios del hierro y yo, entre estos dioses, soy la sangre derramada, la caravana que huye. Palpo mi fuego apagado, me pregunto cómo engañar a mi muerte, rebelde en su desierto, y digo que el universo lo teje mi sueño. La trama se deshace, me veo en un abismo y me entrego a la noche de la caída.
Veo en las cosas un cerco de humo, percibo el mundo como una cacería. Se extiende la mesa: los cuerpos son los condimentos, las cabezas los recipientes y Dios se sienta a la mesa de la caza. Una gacela era panadera, una iguana soldado. ¿Es Dios quien se come la caza o es la caza quien se come a Dios? Los caminos mienten, las riberas traicionan. ¿Cómo no caer fulminado por la locura? Reniego del comensal y del manjar y acojo a todo lo errante. Mi consuelo es sumergirme en mi sueño, excederme, ondear y cantar el deseo del rechazo. Deliro. Venus es la ajorca de mis días, Capricornio mi brazalete y las flores en sus corolas son balcones...
Mi consuelo es salir y convocar a todos los verbos de la salida.
Ensillad estos vientos desbocados. La Historia ha sido degollada y esto no es más que el preludio. Dejad al verdugo, a la víctima y al sacrificio como mártires, cubridme con sus restos y dibujadme una ruina.
Así sacaré a la sabiduría de su yacimiento y gritaré: Bienvenidos mis escombros, mi decadencia. Mañana la muerte me soplará sin que me extinga, mañana saldré de la luz para ir hacia otra luz. Cierto que soy más frágil que un hilo pero más noble que un dios.
Así comenzaré a abrazar mi tierra y los secretos de sus pasiones. El cuerpo del mar es su amor, un amor que tiene como manos al sol, el cuerpo reservado al trueno, ancla de ternura, un cuerpo promesa en el que me pierdo. Surgiré de este desafío. Cubrid con la luz de la lluvia amorosa el rostro de la margarita y que sea...
Abrazo la época que viene y camino, rebelde, con andares de capitán, trazando mi país. Subid a sus más altas cimas, descended a sus profundidades. No encontraréis miedo ni cadenas. Es como si el pájaro fuera rama, la tierra un niño y los mitos mujeres ¿o tal vez sueños?
Dejo a los que vendrán después de mí la misión de abrir este espacio.
Mi piel no es una cabaña de ideas ni mi pasión leñador del recuerdo. Mi ascendencia es el rechazo y mis bodas germinación entre dos polos. Esta época es la mía, la del dios muerto y la máquina ciega. Que habite en la alberca de los deseos, que mis despojos sean flores, que sea el alif del agua, la ya del fuego, el loco de la vida.
Revelo al tiempo los secretos de sus páginas. Así confiesa que es el extraviado, el rebelde, el discordante.
(Beirut, 4 de junio-25 de octubre de 1982)
ESPEJO DE ORFEO Tu melancólica lira, Orfeo, no puede transformar la levadura, no sabe hacer para la amada cautiva en la jaula de los muertos un tierno lecho de amor ni brazos ni trenzas. Muere quien debe morir, Orfeo, mientras el tiempo corre por tus ojos se cae, y entre tus manos se rompe la lira. Te veo ahora, cabeza sobre los ríos, cada flor es un canto y el agua voz. Te oigo ahora, te percibo sombra que escapa de su órbita y empieza a girar...
LA CIUDAD Dormí con la ciudad en el comienzo de las ramas, en el inicio de las heridas. Estaba sobre mi lecho, más agitada que un navío en alta mar, y el semen la estremecía, le abría todas las venas... Al despertar, el lecho era un río, por amor, y el semen la historia de dos amantes, y eran sus pechos dos ciudades.
Del libro Canciones de Mihyar El de Damasco El confín del cielo Sueña que tira sus ojos en lo profundo de la ciudad venidera. Sueña que danza en el abismo. Sueña que desconoce tanto los días que decoran las cosas como los que las crean. Sueña que se alza, que se desploma, como la mar, que azuza los secretos, comenzando su cielo en el confín del cielo.
El dios ha muerto Quemé hoy el espejismo del sábado, el espejismo del viernes. He tirado la máscara de mi gente, la máscara de la casa. He cambiado al dios ciego de la piedra y al dios de los siete días, por un dios.
De: El libro de las huidas y mudanzas por los climas del dia y de la noche El signo He mezclado la nieve con el fuego, mas no comprenderán los fuegos mis selvas ni las nieves. Y seguiré oscuro y manso, habitando las flores y las piedras, ocultándome, indagando, viendo, oscilando como la luz entre la magia y el signo.
Clima de los brotes Por aquí pasó Ícaro. Acampó bajo las hojas lívidas, inhaló el aroma del fuego en las alcobas del verdor, en los brotes suaves. Agitó, sacudió el tronco, buscó refugio, plegó sobre sí las alas cual tienda de campaña. Embriagóse luego y echó a volar? Pero no se abrasó —aún no— Ícaro.
Estación de los estados espirituales I —El tiempo es arcilla y el cielo, herrumbre. ¿Qué hacer? —Volverse trueno, agua, objeto vivo. —¿Y cuando las distancias estén vacías hasta de sombra? —Llenarlas con un ojo que cubra los puntos cardinales, llenarlas con fantasmas sacados del rostro y las caderas que cuiden del sueño y de la memoria de los árboles. —¿Y cuando este mundo no te sea favorable? —Me recrearé en mis ojos para duplicar en ellos en universo: veré dos veces el cielo, y la tierra dos veces. —Sólo yo seré único. —¿Y cuando no tengas más amigos que las piedras? —Gritaré: ¡Molusco! ¡Yo soy tu parte de blanda! Y orientaré mis cuernos al sol.
Del libro La escritura Intermedio Es la música del siglo. Dondequiera que estéis, en el Lugar veréis su rostro. Si tuvieras la suerte de ver el Lugar, sería recomendable que te inclinaras elevaras solemnemente las palmas de las manos en ese gesto que te distingue Frota la puerta con tu rostro es más saludable que beses primero el umbral Acógelo en tu pecho, refiérete a él con alabanzas Camines como camines, conviene que tus pasos sean consecutivos y evites los saltos mejor, los pasos rápidos del peregrino. Y cúbrete El Lugar, dondequiera que te dirijas, es lugar de inmolación Tienes que sacar provecho del aire o del polvo o de éste que aparece ahora ante nosotros. Mira cómo recoge guijarros para saludar al Lugar no cualquier guijarro sino los alargados y terminados en punta los arroja a diestra y siniestra ante él y a sus espaldas Con cada piedra que lanza, da gracias a los cielos alaba a los ángeles puede arrojarlos a pie o a caballo Sentado o erguido encargado del lanzamiento antes de la salida del sol ya entrada la noche y un poco antes del ocaso. Es la música del siglo. Hemos prestado mucha atención a los sermones que instruyen sobre la inmolación por degüello —no se degüella sino lo mejor, siguiendo el ejemplo del carnero con el que se redimió a Ismael. El degüello es un acto de devoción y la sangre sirve para escribir la historia con reflexión y discernimiento— Hemos dicho: la historia es un torrente que baja por este espacio en barbecho hemos preferido la posibilidad de describir sus cualidades es decir, sus salsas o condimentos agua avinagrada o zumo líquido A veces introducimos correcciones, cambia la descripción del torrente, como si lo que estuviera disuelto en el agua fuera parte del agua misma entonces podemos decir: el Lugar es un torrente salobre. No, solamente esbozabas tu escritura, Imrul-Cáis, porque a continuación la borrabas, decía tu amigo Al-Mutanabbi, cuyo nombre no llegaste a conocer y que ahora está rodeado de figuras de arcos, a semejanza de un ángel que alzara las manos para bendecir a las tropas entre la música del siglo y les ofreciera las legumbres del alma al ritmo de moharras y yelmos que, rematados por el halo de la inspiración, se sientan en torno a las mesas dócilmente, dócilmente El cielo desciende y se sienta también a meditar sobre cómo se asilvestra la vegetación humana cómo salen fuera los animales que estaban echados en las vísceras de las palabras cómo halla el crimen su camino hacia el Lugar donde Dios contempló su imagen y dijo: Está bien hecho Y entonces el cielo se inclina hacia unos labios en forma de bandadas de hombres o aves que salmodian el sermón de los tiempos No advertiste que estabas inquieto por esa soberbia (mientras nosotros, ahora, conversamos con Al-Mutanabbi) Hemos dicho que el cielo desciende y se sienta también, puedes acompañarlo hasta donde quieras (mientras nosotros, ahora, conversamos con una conciencia ausente) para observar cómo baila y canta no digas que te parece amanerado di más bien que es un experto en la música del siglo. He aquí una cabeza que baja de sus hombros y comienza a emitir profecías: Un tejido esponjoso de cabezas y extremidades absorbe otras cabezas y extremidades un instrumento fija el alma a unas tapaderas que la cubren, por miedo a los demonios otro lugar crece en este Lugar de sus entrañas sale la infancia del crimen y de este modo, lo que haya de ser será amén. Es la música del siglo Adoptas el vacío como hogar y así culminas la caída Quizá se abran grietas en la tierra por donde la sangre fluya copiosa puede que haya paredones que se traguen a los hombres hombres que piden limosna al polvo y tal vez acudan como cadáveres de las gargantas a las palabras Sólo tendrás el privilegio de vivir por casualidad entre la muerte y la muerte ¿No vas a decirnos, entonces, a cada uno de nosotros qué hacer cuando mueras? ¿Abusar de las menciones acerca de la destrucción de la felicidad? ¿resignarse y meditar sobre la consumación de la vida? ¿marchar delante o detrás de tu féretro? ¿escoltarlo con antorchas o lámparas? ¿alzar la voz? ¿cavar la fosa a la altura del pecho? ¿dónde te colocamos la cabeza? ¿a qué distancia del suelo levantamos el túmulo? ¿a un palmo o a un jeme? ¿lo regamos con agua? ¿lo construimos de fábrica, esculpimos bajorrelieves, lo enlucimos de yeso? ¿nos sentamos encima, nos reclinamos o caminamos sobre él? Y antes de todo esto, ¿llevamos las andas corriendo o de cualquier otro modo? Luego confiaremos en la profecía: 1. El hombre va camino de convertirse en papagayo. 2. Nacerá otra especie entre las criaturas de Dios. 3. La sangre es un reloj de arena, féretros flotantes los vientos. Es la música del siglo.
por Adonis
Antes de que despierte el sol de hoy la violeta de nuestra casa partió con su valija y tomó luego el tren del aire.
Mi vida, aquí y ahora, escala de peldaños que reposan sobre la masa de la muerte.
El sueño abre su puerta a los amantes, que le prometen ir y nunca llegan.
La luz, que tiene rostro, no tiene entrañas. Lo oscuro tiene entrañas pero no rostro.
En el amor, su primera morada, el tiempo se pasea con un cuerpo de rosa, con un cuerpo de luz las rosas. En el tiempo, su otra morada, el polvo se pasea con pies de viento, con pies de polvo el viento.
Su tiempo en ella es un espejo y sólo lo habitan los perfiles de sus sueños.
¡Qué marítima en ella la pereza! Baja de la calesa de las olas y se entrega a la arena.
Abre tus brazos, me gusta ver cómo entre ellos tiembla mi memoria.
Los árboles disfrutan escuchando el espacio. Así pega la oreja el árbol contra el pecho del viento.
Esta luz que me alumbra sin cesar es siempre niña.
Mujer, dondequiera que vaya, corre la noche detrás de ella.
La historia se asienta en la cabeza de los hombres y hace descender su verdad por peldaños de sangre.
¿Qué le pasa a esa rosa? Comenzó a marchitarse apenas fue tomada por el sol. ¿Será la amante de la noche?
Llegó una mariposa a casa de la luz. Tendida contra el fuego, entre sus dientes, quiso aquello que la consume. ¡Cuántos crímenes tuyos, luz, que no querrías!
Hacemos con la lengua la elegía de las cosas. ¿Con qué se hace la elegía de la lengua?
Recuerda que el otoño no puede llegar hasta ti antes de haber vivido las vacaciones del verano.
Yo retenía al sol por el tobillo cuando salía de su noche: fue el momento más bello de mi infancia.
Soñar no basta; además, hace falta que sepas cómo ofrecer a tus sueños un lecho.
En política, más te vale decir: “la luna es una cesta que mañana estará llena de pan y frutas” y no “la libertad es una mujer que se divorcia”.
Me gusta el buen enemigo. No me despierto del todo más que en su cabeza.
¡Qué dulce es esta vela! Para dar sus adioses a la noche debe siempre enjugar sus lágrimas.
Nombro la nada y recompenso a la vida. Así la poesía le habla al poder del tiempo.
Lo recuerdo: en mi infancia nuestro pueblo tenía el color de la luna. Al despertar, se echaba una silla a las espaldas para que el sol pudiera sentarse.
Cada noche la tristeza pone una lámpara en la cabecera de la alegría y descifra la historia del amor.
El aire, un caballero. El polvo, el más vivaz de sus caballos.
No he abierto mi corazón a la hospitalidad de la muerte. Quizá sea que ignoro siempre la vida.
Todo lo que resta de lo que he conocido se convierte para mí en tinta. Podría entonces escribir mis escombros.
El polvo dejó pasos sobre una cima a la que llamo: mi infancia.
El día, una semilla que se eleva en el campo de la noche.
Dame, oh tiempo, la cabeza que perdiste y te daré el cuerpo que buscas.
La naturaleza no envejece salvo en una cosa: las palabras.
Toda una noche, el viento guardó sus manos posadas en el árbol frente a casa, como si el árbol fuera mi cuerpo, mis miembros.
El perfume se agota al salir de la yema. ¿Por eso huye sin retorno?
El tiempo olvida su lengua cuando el cuerpo se pone a hablar.
En nuestro pueblo el aire es un poeta errante. Ahí están las ventanas que lo escuchan.
Va y viene el árbol, pero en su sombra.
¿Tú no hablarás, oh muerte? Mira a tu hermana la vida: ella tiembla también por tu silencio.
Cada día el sol deja cartas en el borde de mi ventana. Sólo la noche puede leerlas.
Le doy gracias al tiempo, que me toma en sus brazos y borra tras de sí el camino. ~
– Traducción de Aurelio Asiain © Vuelta, 209, abril de 1994
El color del agua Tu color es el color del agua, oh cuerpo del lenguaje allí donde el agua es levadura, rayo o fuego.
El agua se convierte en rayo, se convierte en levadura y en fuego, en nenúfar que pide mi almohada para dormir... O río del lenguaje, viaja conmigo dos días, dos semanas por la levadura de los secretos, recogeremos mares, descubriremos madreperlas, lloveremos rubíes y ébano, aprenderemos que la magia es un hada negra que no se enamora más que de el mar. Viaja conmigo, aparece aquí... desaparece allí... y pregunta conmigo, oh río del lenguaje, por la concha que muere para convertirse en nube roja de lluvia, en isla que camina o vuela, pregunta conmigo, oh río del lenguaje, por una estrella cautiva en las redes del agua que lleva entre sus pechos mis últimos días. Pregunta conmigo, oh río del lenguaje, por una piedra de la que brota el agua, por una ola de la que nace la roca, por el animal del almizcle, por una paloma de luz. Desciende conmigo por el tragaluz de las tinieblas al lugar donde habita el tiempo roto para que el lenguaje sea un poema que se viste con el rostro del mar.
Versión: María Luisa Prieto
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VEINTICINCO DÍAS 1 Con sus penas, con sus despojos Ondula en Gaza Y surgen imágenes como se representan En sus mitos. Surge Beirut –amasada en chispas Ondula, se eleva Y mancha la tierra de la alegría.
2 Pregunta por sus hijos. ¿Dónde? ¿Qué? La ceniza es la respuesta. Coge un puñado de tierra del lugar, Se inclina, lo besa Y llora sobre él. Entre esta tierra y sus pestañas Hay una época de amor y promesas.
3 Quitadle esa basura Alejad la cubierta de su estructura: Ella ha entregado su rostro al cielo.
4 ¿Retornamos a nuestra tierra la destrucción y el guía-libro?
5 Pintan en crepúsculo Como un túnel dentro de otro: La luz está asustada, La luz tiene los ojos perplejos.
6 ¿Cómo? (No hay diferencia entre ascender y descender) ¿Cómo caminar juntos y para qué ser amigos? El camino no es camino Y tú no eres tú.
7 El sol está perplejo, sentado en cuclillas: ¿Qué dirá la primavera a sus hijos en el invierno?
8 Escriben el hierro y yo escribo un himno Para los niños. Mayy, No enciendas la luz en la casa Esta noche. El hierro nos busca, Tiene celos de nosotros, Explosiona su volcán y cubre el firmamento.
9 No hay lecho, tómame como quieras En esta esfera desconcertada. ¿Dónde ir, entonces? No hay camino pero... aquí está el bombardeo. Un infierno loco, errante.
10 Por el cielo, por lo que he escrito al cielo: Los mitos se desangran Y el Señor golpea a Su rebaño Con Sus espuelas -barcos corriendo a lomos de este aire.
11 Horizonte cerrado, angosto, Horizonte para el éxodo, No quiero más amigo que la palmera ¡Bendita palmera!
12 El agua llora Y el aire se compadece y enjuga sus pestañas.
13 Un cuerpo fundido en llamas. Una llama Que caza al señor de la eternidad En la ceniza del cuerpo.
14 ¿Queréis que lea la paz entre estos cadáveres humanos, en el horror de esta ruina?
15 No pienso más que en la paz, pero No veo más que guerra.
16 No rezaré a la guerra, No santificaré a los muertos, No bendeciré a los soldados que bailan ufanos Sobre los despojos de un pueblo.
17 No quiero que mi casa Sea cuervo, No quiero que sea amiga de los tanques, No quiero que tienda las manos a los genios, No quiero que abra sus puertas a la guerra, No quiero que sea bandera para el faraón o Jehová. Destruidla Y escribid en sus escombros: “Por aquí pasó un soldado de Dios”. Sólo quiero que mi casa sea Luz y amor. ¡Pobre de ella!
18 ¡Desplazado! No hay tiempo en la tierra más que para convertir la tierra en amor.
19 Dijo: “Os lo suplico, Cuando me muera tomadme, tomad Mis libros y extendedlos Bajo mi cabeza como almohada Y enterradnos juntos”.
20 Una tierra borrada por el viento. ¿Cómo escribir? ¿Qué? ¿Escribiré lo que me borra?
21 Después de esta dispersión Confiaré mi cuerpo a su herida Y resucitaré a los rebeldes.
22 Le diré a mi tiempo Que sea espacio –mis heridas sus lámparas. Intentaré Crear unos ojos dentro de mis ojos Para ver.
23 Un país a punto de olvidar su nombre. ¿Por qué me ha enseñado una rosa damascena a dormir en el regazo de Damasco?
24 El asesino persevera en su víctima, Arranca las raíces de la canción. No intercedas, poeta, A esta tierra sólo le excita la rebeldía. 25 Después de esta dispersión ¿Qué haré? ¿Regaré una rosa que permanece viva? Pero la ceniza de las bombas cubre sus hojas. Quitaré la ceniza y mostraré Su rostro y la maceta cuyos hombros se han roto. Construiré desde el principio nuestra casa. Estoy vivo y amo. No hay paz sino en el amor. No hay amor sino en la vida.
DESIERTOS (Fragmentos) Las ciudades se deshacen y la tierra es una locomotora de polvo. Sólo el poeta sabe casar este espacio.
No hay camino hacia mi casa: estado de asedio, las calles son cementerios. Desde lejos, sobre su casa, una luna ensimismada se cuelga en los hilos del polvo.
Dije: "Este es el camino a mi casa". Respondió: "No, no pasarás", y me apuntó con el fusil... Está bien. Tengo en todos los barrios amigos, y todas las casas del mundo.
Caminos de sangre. Los evocaba un niño y su amigo le susurraba: No hay en el cielo sino agujeros llamados estrellas...
Encontraron a seres en sacos: el primero sin cabeza el segundo sin manos ni lengua el tercero estrangulado y el resto sin forma y sin nombre. - ¿Te has vuelto loco? Por favor, no hables nunca de esto.
Una página de libros por los que aparecen las bombas, aparecen las profecías y los proverbios pasajeros, aparecen los mihrabs, alfombra de letras, caen, hilo tras hilo, sobre el rostro de la ciudad desde las agujas del recuerdo.
Del vino de la palmera a la calma de los desiertos... a una mañana que pasa de contrabando sus entrañas y duerme sobre el cadáver de los rebeldes... calles, camiones para soldados y grupos... sombras, hombres y mujeres... bombas cargadas de plegarias, de fieles y de herejes, un hierro que supura hierro y se desangra en carne, campos nostálgicos de trigo, hierba y hortelanos, fortalezas que cercan nuestros cuerpos y vierten sobre nosotros oscuridad, la mitología de los muertos que la vida dice y guía... una palabra que es a la vez víctima, sacrificio y todos los verdugos... tinieblas, tinieblas, tinieblas... Respiro, palpo mi cuerpo, me busco, te busco, le busco a él y a los otros.
Cuelgo mi muerte entre mi rostro y esta palabra: la hemorragia...
Pronuncia su nombre, di: he dibujado su rostro. Extiende los brazos hacia ella, sonríe. Di: una vez conocí la alegría, una vez conocí la tristeza. Verás que aquí no hay patria...
La muerte ha cambiado la forma de la ciudad. Esta piedra es la cabeza de un niño y este humo es un suspiro humano.
Departieron con ella, prolongaron la velada. Ella sienta a la noche en su regazo y palpa sus días una hoja vieja. Guarda las últimas imágenes en sus pliegues. Ellas palpan en su arena, en un océano de chispas, y sobre su cuerpo hay un campo de gemidos humanos. Semilla a semilla se esparce en nuestra tierra y se conserva el secreto de esta sangre. Oh, campos! Comed nuestros mitos. Hablaré de un perfume en las estaciones y de un relámpago en el espacio.
Plaza de la torre: figura que susurra sus secretos a los puentes rotos... Plaza de la torre: recuerdo que busca su estado en el polvo y el fuego... Plaza de la torre: desiertos abiertos que los vientos eligen y arrastran... Plaza de la torre: magia que ve cadáveres que se mueven. Sus bordes están en los callejones, sus siluetas están en los callejones y se escuchan sus gemidos.
Plaza de la torre: Oriente y Occidente, los patíbulos alzados, mártires y testamentos. Plaza de la torre: un grupo de caravanas, hiel, leche y almizcle. Las especias inauguran el festival. Plaza de la torre: grupo de caravanas, trueno, explosión y relámpago, y los torbellinos inauguran el festival.
Plaza de la torre. He escrito la historia de esta época con el nombre de este lugar.
Ahora soy un espectro que vaga por un desierto y acampa en una calavera.
El espacio es un límite que se debilita, una ventana que se aleja, y el día son hilos que se cortan en mis pulmones y cosen el cielo, una piedra bajo mi cabeza, todo cuanto he dicho de mi vida y de su muerte se repite en su silencio.
¿Me contradigo? Es cierto, ahora soy semilla y ayer fui cosecha. Estoy entre el agua y el fuego, soy brasa y flor, sol y sombra, no soy señor. ¿Me contradigo? Es verdad...
Cerrada está la puerta de mi casa y la oscuridad es túnica, luna pálida que lleva en las manos un puñado de luz. Mis palabras no pueden dirigir mi gratitud hacia ella.
Cerró la puerta, no para encadenar sus alegrías sino para liberar sus tristezas.
Todas las cosas que vendrán son antiguas. Elige un amigo distinto de esta locura y prepárate para permanecer apartado.
El sol no ha vuelto a despuntar: se cuela en secreto y oculta los pies en la paja.
Espero que la muerte venga una noche, con una almohada en los brazos, agotada con el polvo que cubre la frente del alba, cansada de los suspiros de los hombres.
La noche cae (es una página que había dado a la tinta, a la tinta de la mañana que no ha venido). La noche cae sobre el lecho (el lecho preparado para el amante que no ha venido). La noche cae sin ruido (nubes, humo...). La noche cae (un ser en cuya mano hay un conejo o una hormiga). La noche cae (los muros del edificio vibran, todas las cortinas son transparentes). La noche cae (se oyen estrellas mudas que la noche conoce y los últimos árboles al final de la muralla no recuerdan lo que el viento dice a sus ramas). La noche cae (entre las ventanas y el viento hay un susurro). La noche cae (una luz se filtra, un vecino se tumba desnudo). La noche cae (dos siluetas, un vestido abraza a otro vestido, las ventanas son transparentes).
La noche cae (es una mezcla. La luna de la noche cuenta a los zaragüelles las quejas de todos los amantes). La noche cae (reposa en su jarra llena de vino, no de arrepentidos. Un hombre solo da vueltas por su cabeza). La noche cae (lleva algunas arañas que reposan para los insectos que no atacan más que a las casas con luz). ¿Ha venido un ángel o son proyectiles, llamadas? Todas nuestras vecinas fueron a hacer la peregrinación y han vuelto menos atrofiadas y más presumidas). La noche cae (entra en los pechos de mis días, y nuestras vecinas son mis días). La noche cae (aquel sofá, aquella almohada, este pasaje y esa morada).
La noche cae (¿qué contamos? ¿Vino, sopa o carne? La noche se esconde de nosotros, ávida de sus vísceras). La noche cae (se divierte un poco con sus caracolas, con una extraña paloma que ignoramos de dónde vino y con insectos que no vagan por las estaciones del libro que escribe el semen de los animales y las especies).
La noche cae (¿trueno o alboroto de los ángeles que vienen en sus caballos?) La noche cae (delira y se revuelve en su vaso).
¿Quién me mostrará la estrella? ¿Quién me dará la tinta para escribir mi noche?
Ha escrito el poema: (¿Cómo convencerlo de que mi futuro es un desierto?) Ha escrito el poema: (¿Quién moverá la roca de palabras que pesa sobre mí?). Ha escrito el poema: (No eres de los nuestros si no matas a tu hermano). Ha escrito el poema: (¿Cómo comprender este lenguaje cazado entre la pregunta y la poesía?) Ha escrito el poema: (¿Podrá el alba errante abrazar a su sol?) Ha escrito el poema: (Entre el rostro del sol y el horizonte hay un equívoco). Ha escrito el poema: (Que muera...).
Me fue concedido ser desgarrado, ser dispersado en un bosque de fuego para alumbrar el camino. Tiéndeme tu mano afectuosa, devuélveme lo que tus noches le han quitado a mi sangriento sol. ¡Oh amigo! ¡Oh fatiga!
Después de que el poeta desgarre el traje del tiempo invitaré al viento y le mostraré el camino para que sus dedos se tornen agujas y cosa el espacio con los restos del tiempo.
No mueres porque seas un creador o porque tengas este cuerpo. Estás muerto porque eres el rostro eterno.
Sí. Mis sueños tienen derecho a abandonar mi cuerpo, y mi cuerpo tiene derecho a traicionar el insomnio que le frecuenta.
Invito al lobo para que lave el espejo de los corderos: han olvidado su imagen...
No hemos vuelto a encontrarnos. No hay entre nosotros más que renuncia y exilio. Las promesas han muerto, el espacio ha muerto. Sólo la muerte es encuentro.
Una flor sedujo al viento para que trasladara su perfume. Murió ayer.
Cada vez que anuncio: Este es mi país que se aproxima y ofrece sus frutos en una lengua próxima, otra lengua me exilia a otro país.
Los árboles se inclinan para despedir a las flores que se abren, orgullosas, ponen sus hojas boca abajo para despedir a los caminos semejantes a zanjas, entre suspiros y palabras se despiden. Un cuerpo se viste de arena, cae en su vagar para decir adios. Las páginas de amor de la tinta, el alfabeto y los poetas dicen adios, y el poema dice adios.
Toda esta certidumbre que he vivido se desvanece. Todas estas antorchas de mis deseos se desvanecen. Todo lo que había entre mí y la existencia luminosa en mi hégira se desvanece. Ahora comienzo desde el principio...
EL SUEÑO Y EL DESPERTAR Crea en su sueño un modelo de revolución rebelde que abraza el creciente futuro. Despierta de su sueño y sus días se convierten en anhelos que lloran la noche pasada y su quimera perdida.
Epitafio para New York Pincela la tierra como una pera o pecho. Entre tales frutos y muerte sobrevive un truco de ingeniería: Nueva York, Llámele una ciudad en cuatro patas rumbo al asesinato aunque el ahogado ya gime a la distancia. Nueva York es una mujer que sostiene, según la historia, un trapo llamado libertad con una sola mano y estrangula a la tierra con el otro.
Damasco Caravana de estrellas en una alfombra verde dos pechos de brasas y de naranjas
Damasco El cuerpo amoroso sobre su cama como el arco y la luna nueva Abre a nombre del agua la botella del tiempo Cambia cada día en su órbita nocturna Tumba de sacrificio en un volcán deseado
Los árboles duermen alrededor de mi dormitorio Mi cara es manzana, es mi amor isla, almohada
Acaso no vendrás Damasco a la cama al fruto de la noche
Semblante de mujer anido en el semblante de una mujer que mora en una marejada a la que el oleaje arrastra hacia una playa cuyo ancladero se extravía en sus caracolas. anido en el semblante de una mujer que me lleva a la agonía, que se antoja ser luz apagada en mi sangre que navega a las fronteras de la locura.
* * *
(*) Ali Ahmad Said Esber nació el 1 de enero de 1930, también conocido por el seudónimo de Adonis, poeta de origen sirio que ha hecho su carrera principalmente en el Líbano y en Francia y que desde hace una década, aproximadamente, es un prudente candidato al Premio Nóbel de Literatura . Ha escrito más de veinte libros, todos, en Árabe.
Por mi tierra... Por mi tierra yo hiero estas venas malditas. Por mi tierra escondí entre mis heridas mi mañana y mis vientos.
Mi tierra es pitonisa y amuleto. Mi tierra está borracha. Sus hombros son dos príncipes de perlas, un crimen.
Por última vez
Por una sola vez, por una última vez, sueño que estoy cayendo en el espacio.
Que vivo en una isla de colores. Que vivo como el hombre, reconciliándome con los dioses ciegos y los dioses lúcidos.
Por una última vez.
De Canciones de Mihyar el de Damasco, 1961 Versiones de Pedro Martínez Montávez
homenaje a ella
...CUERPO- la más bella morada de la imaginación.
Placer- resurrección del cuerpo.
...Sus lágrimas- arroyo en el que navega el deseo.
Mi mirada se pierde en las regiones de su cuerpo. El mayor océano es el cuerpo de una mujer enamorada.
Cuando me ve su rostro se enciende. Yo soy su fuego interno.
-El corazón del amante está entre sus labios. El corazón de la amante está bajo su ombligo.
No, no puede ver en la rosa más que un cuerpo de mujer.
¿Por qué tu recuerdo no me deja? Ni el viento me escuchó cuando dije: te quiero.
Se levanta en su cuerpo, duerme en el cuerpo de ella.
La línea recta es círculo en el amor.
El hombre para la mujer es un libro que ella sólo puede leer con todo el cuerpo.
El perfume es el más bello traje que puede vestir una mujer.
No entrarás en la noche del cuerpo a menos que te entregues al sol de la locura.
Para el cuerpo, el presente es la forma del tiempo.
Sé modesta, lengua. Sólo el cuerpo puede escribir al cuerpo.
El perfume de mujer es creado: para ser lecho y falo del aire.
Sueña, sueña- dice la rosa marchita.
He visto a la mujer que vio la golondrina que creó la primavera: eres tú.
diálogo ¿Quién eres tú? ¿Qué luz, bajo los párpados, te llora? ¿Dónde estuviste? ¡Enséñame lo que has escrito!
Yo no le respondí, no podía decir ni una palabra. Había roto todos mis papeles, por no haber encontrado estrellas en las nubes de la tinta-
¿Qué luz, bajo los párpados, te llora? Dime, ¿dónde estuviste?
Y no le respondí. La noche era una choza beduina. Las lámparas, la gente de la tribu. Y yo, tan solamente un sol enflaquecido, bajo el cual la ancha tierra había cambiado de sitio las colinas. Mientras el descarriado se encontraba con el largo camino. De "Canciones de Mihyar el de Damasco" 1961 Versión de Pedro Martínez Montávez sin que me vean tus ojos No me han visto tus ojos. Tan virgen como el agua creadora de la linfa. No me han visto. Lentamente viniendo, desde allá. En medio del cortejo de holocaustos. Con el rayo y la hiedra entre los pies.
Y mañana... Mañana... En el fuego y la dulce primavera, sabrás que voy matando a la manada, que transporto en mis brazos la semilla. Y en mí creerán tus ojos. Mañana. Sí, mañana. De "Canciones de Mihyar el de Damasco" 1961 Versión de Pedro Martínez Montávez
En la sombra de las cosas Yo prefiero quedar en la penumbra; quedarme en el secreto de las cosas.
Me gusta introducirme en las criaturas. Errar como una idea. Extraño como el arte. Anónimo, incierto y olvidado. Naciendo, nuevamente, en cada día.
el viajero He dejado -viajero. mi rostro sobre el vidrio de mi lámpara. Mi mapa es una tierra sin creador. La negación de todo, mi evangelio. De "Canciones de Mihyar el de Damasco" 196 Versión de Pedro Martínez Montávez
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