Mesa Lectura de Primavera 2022

Recreación de leyenda

LA MAESTRA QUE SE QUEDÓ SOLA CON EL PIANO


Se levantó a las seis de la mañana. Sus clases empezarían a las siete, así que se preparó para irse a la escuela. Era una chica que vivía en Mexicali, Baja California, en 1930. Era hermosa, con el cabello negro, largo y brillante, unos ojos cafés que podrían atrapar a cualquiera; además, una excelente estudiante.

Su vida era muy feliz, con su pareja y sus amistades, aunque lejos de sus papás, ya que ellos se la pasaban día y noche trabajando para que así pudiera tener educación. En esos años, Estados Unidos pasaba por una gran crisis económica que nombraron la Gran Depresión y eso afectaba a Mexicali.

Cursaba su último año de la Escuela Normal y Técnica y tenía que decidir en qué haría después de graduarse. Contaba con varias opciones, pero igualmente estaba muy indecisa: amaba estudiar y enseñar a los niños, pero también amaba la música.

Por fin, una tarde soleada y muy calurosa, mientras intentaba con su novio aliviar con abanicos el clima del verano –porque no se contaba aún con la tecnología de los aires acondicionados–, se decidió: ¡maestra de música!

Esta idea no le agradó mucho al principio, pero conforme lo pensaba le iba gustando un poco más.

Ya estaba segura: ¡maestra de primaria! La verdad, lo que menos quería era enseñarles a alumnos grandes, pero tampoco a bebés. No tenía nada de paciencia.

Transcurrió su último ciclo escolar entre risas y algo de estrés. ¡Pronto empezaría a trabajar!

Ese año ella y su novio se casaron. Fue una ceremonia hermosa, donde todos estaban muy felices. Eran la pareja perfecta.

Escogieron para trabajar una escuela algo chica pero muy acogedora: la primaria Leona Vicario, donde los dos sabían que se sentirían cómodos dando clases. Y así fue como ese plantel se volvió su segunda casa.

Los años pasaron y la mujer se embarazó. Tuvieron a un hermoso bebé, al que le pusieron Leo. Eso no les impidió trabajar. Consiguieron quien lo cuidara mientras ellos les enseñaban a otros niños sus conocimientos.

Tiempo después, en 1948, cuando la pareja ya llevaba trabajando diecisiete años en la misma primaria y su hijo acudía a la Secundaria 18, tenían una vida tranquila, no podían pedir más.

Un día como cualquier otro, dejaron a su hijo en la escuela y los dos se dirigieron a su trabajo. Iban caminando, así que se tardaron un poco en llegar. Además, el calor parecía que los estaba consumiendo.

Se sentían tristes porque esa sería la última vez que verían a sus alumnos antes de las vacaciones; pero un poco más relajados, porque ya tendrían descanso.

Las horas avanzaron relativamente rápido, hasta que se dieron cuenta de que ya estaban por concluir las clases.

Todos los niños se encontraban muy emocionados porque por fin tendrían las tan esperadas vacaciones después de un largo ciclo.

Se escuchó el timbre de salida. Los alumnos corriendo afuera, con sus amigos.

Entre tanto, la maestra, apasionada de la música y sabiendo que no volvería a ver un piano hasta dentro de unos cuantos meses –porque en su casa no contaba con uno–, se dirigió a su salón, no sin antes avisarle a su esposo que no la esperara, que fuera él por su hijo, pues ella bien sabía que se podría tardar.

Entró al aula y se sentó al piano. Empezó a tocarlo.

Los niños seguían saliendo, yendo hacia sus casas para disfrutar un fantástico verano con sus familiares. La escuela se iba quedando sola, pero ella continuaba ahí, creando arte.

Cuando la primaria estaba vacía, o al menos así lo pensaban, los directivos cerraron todas las aulas, dando gracias por otro increíble año escolar.

Una vez que la maestra terminó de tocar intentó salir, pero se dio cuenta de que se hallaba encerrada.

Después de estar al menos dos horas tratando de forzar la puerta, se sentía muy frustrada. Pensó en su esposo y su hijo; ¿cómo estarían?

Terminó durmiendo en un rincón, esperando que al despertarse pudiera darse cuenta de que todo había sido solo una terrible pesadilla.

Sin embargo, los días pasaron y su desesperación creció. Poco a poco fue perdiendo la energía.

Mientras, su esposo y su hijo les rogaban a los policías que la buscaran, pues ella no había llegado a casa en semanas. Finalmente, las autoridades la declararon desaparecida.

Dos meses pasaron volando para los alumnos de esa primaria, quienes ya estaban ansiosos por volver a la escuela.

Días antes de que empezara otro ciclo escolar, los directivos fueron al plantel. Querían que todo estuviera listo para cuando los niños regresaran.

Empezaron a recorrer las aulas. Las fueron arreglando, limpiando y preparando. Por fin llegaron al salón de música, el favorito de algunos estudiantes y la pesadilla de otros.

Al abrir la puerta se quedaron atónitos, no podían creer lo que veían: el salón estaba destruido, lleno de arañazos y golpes y al fondo, junto al piano, se encontraba un cuerpo.

Todos se sentían muy tristes, pero a la vez asustados. Nadie entendía lo que había ocurrido. ¿De quién era ese cuerpo? ¿Por qué estaba ahí?

Pronto se dieron cuenta de que aquel cadáver pertenecía a la maestra que llevaba años sirviendo a la institución. ¡No podían creerlo!

Con todo el dolor que cargaban, llamaron al maestro de inglés, su esposo. Él mismo respondió. Escuchó lo que le dijeron y el auricular se resbaló por sus manos, pues el hombre perdió todas las fuerzas con un par de palabras que atravesaron la línea telefónica. Él siguió el dispositivo y se echó a llorar desconsoladamente ¿Y ahora que iba a hacer?

El profesor le explicó a su hijo, que también se congeló cuando escuchó la noticia. La casa parecía un mar de lágrimas. Aún no lo creían.

Todos lo lamentaban mucho, no les resultaba fácil continuar. Pero la educación no podía parar, no tenían otra opción. Unas semanas más tarde era hora de que los niños regresaran. Se decidió que nadie se enterara, más que los directivos, un par de profesores y las autoridades.

El maestro optó por tomarse un descanso para superar el dolor de haber perdido a su esposa.

El nuevo año transcurrió normalmente, podría decirse, pero todos seguían impresionados por lo que había sucedido.

Hoy, muchas décadas después, los valientes que se atreven a pasar por aquella primaria, ubicada en la avenida Reforma, aseguran que, a altas horas de la noche, cuando no hay nadie más que ellos ahí, escuchan las teclas del piano interpretar la melodía que a cualquiera le pone la piel de gallina y que aquella maestra amaba tocar.


Texto ganador del tercer lugar del género de recreación de leyenda en el Concurso de Leyendas Tradicionales y Biografías Mexicalenses 2022.

Primer grado de secundaria