Acompañas a Jesús en el camino de la Cruz, la tradición cristiana ha rezado durante siglos con la oración del Via Crucis. Es una oración en la que se van rememorando algunos de los momentos de Jesús en su camino al Calvario.
Dedica un minuto a serenarte y hacer silencio, toma conciencia de que vas a rezar y encontrarte con Jesús, prepárate para escucharle.
Dame la fuerza necesaria para acompañarte en el camino de la cruz, dame la fuerza necesaria para acompañar tantos dolores como tiene nuestro momento actual. Tú, que mueres en quien muere, sufres en quien sufre, lloras con quien llora…
Imagínate ahora que eres uno de los vecinos de Jerusalén que asomado a su terraza, o a la puerta de la calle ve pasar esa comitiva formada por un reo de muerte, Jesús, acompañado de los soldados, los sacerdotes judíos… a lo lejos le siguen algunas de las mujeres del grupo de Jesús y algún discípulo.
Hoy vemos otros crucificados en el silencio de nuestras ciudades y pueblos: las personas mayores abandonadas en las residencias, los indigentes sin un lugar, las personas injustamente increpadas desde los balcones, tantos y tantos enfermos… Y a la vez vemos a muchos “Cireneos” (aquél que ayudó a Jesús a cargar con su cruz) en personal sanitario, transportistas, cajeras, reponedores, limpiadoras… que ayudan a todos a superar estos días.
Sitúate como uno de esos espectadores que han visto a Jesús a lo largo de sus días y que ahora giran la cabeza, como uno de esos que mira pero no va con él…
Tú eres Palabra de Vida, ¡Jesús Maestro!
Tú eres Salud y Esperanza, ¡Jesús Sanador!
Tú quien deshaces nuestras ataduras, ¡Jesús Liberador!
Fuente de Agua Viva, Mesa de Paz, ¡Jesús, nuestro Señor!
ANTE TU NOMBRE, JESÚS,
NUESTRAS RODILLAS SE DOBLAN.
SÓLO EN TU NOMBRE CAMINAREMOS
Y ANUNCIAREMOS EL REINO DE DIOS.
JESÚS, BUEN JESÚS, NUESTRO SEÑOR, JESÚS.
Tú eres Luz y Camino, ¡Jesús Maestro!
Tú eres Perdón y Refugio, ¡Jesús Sanador!
Tú quien despierta nuestros oídos, ¡Jesús Liberador!
Fuego en las entrañas, Amor Verdadero, ¡Jesús, nuestro Señor!
Tú eres nuestro Sentido, ¡Jesús Maestro!
Bálsamo y Consuelo en nuestras heridas, ¡Jesús Sanador!
Tú quien nos hermanas colgado en un Madero, ¡Jesús Liberador!
Pobre entre los pobres, Dios hecho pequeño. ¡Jesús, nuestro Señor!
“Jesús”, Ain Karem
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él […]
Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda…
En un momento de silencio contempla el dolor de Jesús y también el dolor del mundo, pero no como un espectador, sino con la empatía necesaria de saber que eso que ocurre a tu alrededor y provoca tristeza, sufrimiento, angustia es llevado por Jesús… y tu eres invitado también a cargar con ello… para sanarlo/salvarlo.
Cristo, te amo
no porque bajaste de una estrella
sino porque me descubriste
que el hombre tiene sangre,
lágrimas, congojas...
¡llaves, herramientas!
para abrir las puertas cerradas de la luz.
Sí... Tú nos enseñaste que el hombre es Dios...
un pobre Dios crucificado como Tú.
Y aquel que está a tu izquierda en el Gólgota,
el mal ladrón...
¡también es un Dios!