Metas del Objetivo 7
La educación franciscana está llamada a integrar las perspectivas: científica, simbólica y religiosa de la naturaleza. Una visión que permita entender al mundo no sólo como el espacio natural de la existencia humana, sino también como la expresión del amor, de la sabiduría, del poder, de la grandeza y de la belleza de Dios; un mundo que, a través de sus propias leyes físicas, químicas y biológicas, se revele como la huella o el signo de una fuente primera y última.
Un mundo en el que sea posible el encuentro con Dios, como fundamento, y con todos los otros seres, como hermanas y hermanos bien acogidos y amados. Esta visión de la naturaleza se opone, de un modo radical, a la concepción mercantilista, basada en la explotación irresponsable de los recursos naturales y, también, a toda forma de contaminación industrial o doméstica de los elementos vitales como la tierra, el agua, el fuego y el aire, entre otros.
La educación franciscana conduce a una auténtica “conversión ecológica” y a una verdadera “justicia ambiental”, sustentada en los valores de la expropiación, del respeto y de la distribución solidaria de los bienes naturales. (Id y Enseñad, p. 22).