Consulte con sus hijos al comienzo del día e intente obtener información sobre si están contentos, agitados, somnolientos, hambrientos, etc. Esta información puede ayudarlo a guiar su día.
Las preguntas diarias de la mañana pueden incluir:
¿Cómo te sientes hoy?
¿Qué es lo que deseas hoy?
¿Qué es una cosa que esperas que no suceda hoy?
Tómese el tiempo para observar el comportamiento de referencia de su hijo (cómo es un día promedio) y ajuste las instrucciones y expectativas según sea necesario cuando se observe que el estudiante se aleja de la línea de base (no se comporta como lo haría durante un día promedio).
Tome nota de lo que desencadena el comportamiento del alumno(por ejemplo, ruidos fuertes, acaba una actividad preferida, hoja de ejercicios de matemáticas, etc.)
Evalúe el entorno y sea capaz de ser creativo y flexible al elegir las actividades alternativas para alcanzar el mismo objetivo final.
Piense en su propio pulso emocional: ¿Está molesto, ansioso, irritado? Los niños leen sus emociones y pueden escalar o manipular la situación en respuesta.
No es un momento de enseñanza cuando un niño está molesto. Piense en cuánto estamos dispuestos a aceptar como adultos cuando estamos molestos.
Después de que la intensidad del comportamiento de su hijo haya disminuido, es importante tener un nuevo comienzo y permitirle que olvide el incidente y siga adelante.