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Hace tiempo visité la iglesia de San Antón, en la calle Hortaleza, en Madrid. Al entrar había una apacible atmósfera de silencio, tan solo interrumpido por el sonido de cánticos (grabados).

La iglesia, que data del siglo XVIII, está declarada bien de interés cultural, poseyendo bellas obras artísticas. Tiene una réplica del cuadro de Goya “La última comunión de san José de Calasanz” y una urna con reliquias de San Valentín. Sin embargo, lo más sorprendente de esta parroquia es que permanece abierta (con vigilancia) las 24 horas del día y que está consagrada la acogida y atención de los más necesitados.

La iglesia es gestionada por la Asociación Mensajeros de la Paz, cuyo fundador, el Padre Ángel, es su párroco.

Esta iglesia da comida y otros bienes, como medicinas y ropa, a los pobres. En su interior, cada noche, duermen varias personas sin hogar y cada mañana hay desayunos para los más desfavorecidos. Igualmente, dispone de servicios gratuitos de enfermería, abogados y psicología, entre otras cosas.