En estos tiempo de encuentro cerca-no y de vivir en(ser)rados se necesitan unos paréntesis. La rutina indomable los pide a gritos. Hacen falta, para poder alejarnos un rato de la realidad que cada tanto pega fuerte. La infobesidad, la nueva normalidad y el aturdimiento de memes reclaman un paréntesis.

Y ahí llegamos nosotros, a plantar nuestra bandera, a mirar y mirarnos de otro modo. Desde nuestras casas y a través del teclado frenamos un poco para darle espacio a lo que nuestro interior quiere decir, a lo que no nos es indiferente, a lo que persiste en ser escuchado.

Somos un grupo de alumnos de los últimos años del secundario del Instituto San Felipe Neri. Esta revista es el fruto de un extenso y valioso trabajo de escritura en Lengua y Literatura. Cinco semanas de cuarentena, durante las cuales escribimos sin parar sobre nuestro alrededor tratando de plasmarlo en las palabras indicadas.

Se dice por ahí que los momentos de crisis necesitan de espacios en los que podamos expresarnos y en ese camino estamos, compartiendo lo que vemos, sentimos y pensamos.

Planteamos este espacio como un símbolo, como un encuentro entre, como un paréntesis. Ojo, no un paréntesis rebajado a emoji, sino ese paréntesis necesario que te permite respirar, pensar, estar.

Nuestros paréntesis, como nuestros universos, no son perfectos, ni comunes, ni iguales, no son parte de ecuaciones correctas. Tienen formas, colores, matices, a veces son paréntesis gigantes que te abrazan, que te acunan, y otras son unos pequeños paréntesis que te miran un rato y te aclaran la realidad.

Pero por sobre todas las cosas, nuestros paréntesis no se cierran, no limitan. Abren nuevas posibilidades, nuevas miradas y realidades que nos parecen lejanas pero que están ahí, a la vuelta de la página.

Por fuera del gran texto universal, bordeando todas las realidades, pero dentro de la misma trama, acá estamos, somos Entre paréntesis y tenemos algo para decir (o no).