El debate se estructura en dos ámbitos: «Los lugares del espectáculo» y «La ciudad y su potencialidad dramatúrgica». El primero se centra en la arquitectura y el urbanismo; el segundo está dedicado a aquellos fenómenos que, desde la práctica artística, se interesan por la singularidad de los espacios urbanos: dos miradas que será necesario fundir dentro en una perspectiva más amplia.
En 1978, para un número monográfico de la revista L’Architecture d’Aujord’hui dedicado a «les lieux du spectacle», Antoine Vitez escribía un artículo titulado «L’abri ou l’édifice». En el espacio abierto entre el austero y a menudo anónimo refugio que abriga el trabajo de una compañía teatral y el edificio más bien monumental y grandilocuente, Vitez situaba el conjunto de las arquitecturas teatrales.
En las metrópolis contemporáneas, las arquitecturas teatrales o bien se convierten en actores de transformación urbana o bien se convierten en construcciones autistas, indiferentes al entorno. En uno u otro caso, sin embargo, siempre terminan jugando un rol capital en la vida ciudadana.
Los edificios teatrales materializan una idea artística y, al mismo tiempo, están en consonancia con una construcción social. Los vínculos entre teatro, arquitectura y sociedad en la época presente (desde la perspectiva de su relación con la ciudad) son el eje de este primer ámbito del Simposio. En este sentido, hay que fijar la atención no sólo en los teatros, entendidos como arquitecturas proyectadas ya en sus inicios para la representación escénica, sino también en aquellos espacios encontrados que, a la vez que generan el lugar justo para una puesta en escena concreta, actúan de agente revitalizador y retornan espacios abandonados en la vida ciudadana.
Teatros y ciudad tienen vidas paralelas, una historia de encuentros y desencuentros que se refleja en el mapa teatral de una población. Observar la disposición de los teatros en la ciudad permite captar la capacidad estructuradora del hecho teatral en la urbe moderna. Entre ciudad y teatros se establece una relación ambivalente. Por un lado, el potencial cívico del espacio urbano atrae el teatro; por otro, la actividad teatral contribuye a materializar la sociabilidad del sitio. Hay que establecer un debate a propósito de esta cuestión en relación con el mundo contemporáneo. Eso sí: con la plena conciencia de que, a menudo, el análisis del presente no puede eludir la observación del poso del pasado.
Pero la ciudad no debe ser vista sólo como un lugar donde se ubican los edificios para las artes escénicas, sean del tipo que sean, ni tampoco como fondo material de una escena. Varios lugares de la ciudad pueden convertirse en escenario -espacio escénico- indisolublemente de actos performativos que, en su devenir en la ciudad, inmersos en ella, nos permitan redescubrirla.
Se abre, pues, un nuevo marco de encuentro entre artista y ciudadanía, fuera del recinto teatral, que amplía las posibilidades de encuentro y relación, y modifica a menudo el rol tradicional del espectador (en la mayoría de los casos, se activa y pasa a tener una presencia determinante en el evento). Así, pues, el Simposio también quiere analizar cómo las artes escénicas buscan una conexión más estrecha entre el contexto urbano y el tejido social; como reabren un diálogo -y un punto de encuentro- directo entre el espectáculo, la ciudad y la ciudadanía.
Por otra parte, en unos momentos en que parece que el interés por conectar el teatro con la vida -con nuestro entorno inmediato- es más vivo que nunca, es necesario preguntarse qué relación se establece entre realidad y ficción en todos aquellos procesos de creación que se activan en espacios no específicamente teatrales. Es decir, cómo se desdibujan y contaminan los límites entre la realidad y la ficción en esos otros espacios urbanos generando poéticas inéditas. También, cómo se construye la dramaturgia a partir de la significación previa de los escenarios buscados.
Los intentos de centrarse en la vida real para confrontarla con el espectador desde una visión artística han dado paso a la revisión del concepto de autoría. En el momento en que el acto de creación nace de y se construye directamente desde la experiencia real de hechos y personas, de vidas cotidianas y entornos ordinarios, la cuestión de la autoría se pone sobre la mesa. A menudo, cuando el teatro sale del edificio teatral para encontrar su lugar en la ciudad y explorar su potencial dramatúrgico (como en el caso de muchos trabajos de la compañía Rimini Protokoll o de Roger Bernat), los intérpretes prestan sus historias convirtiéndose coautores -y también protagonistas- de su propio relato.
Finalmente, también nos preguntamos acerca de qué formatos (itinerancia, intervención, acción, performance, teatro documento, doméstico, inmersivo ...) o qué procesos creativos se desarrollan a la hora de llevar a cabo escenificaciones en espacios no teatrales en el siglo XXI y cuáles son los valores y los propósitos que hay detrás de estas prácticas.