Portafolio de CAS BI

LA BOLSITA DE LA FELICIDAD

Título del proyecto

La bolsita de la felicidad

Miembros del proyecto

Mayarí Sandoval Polo

Fecha de desarrollo

El proyecto inició en noviembre del 2017, y hasta el momento no existe una fecha en la cual vaya a concluir.

Enfoque del proyecto

Entregar a migrantes y/o personas en situación de calle o de bajo nivel económico una bolsa con artículos de limpieza personal (jabón, pasta dental, cepillo dental, papel de baño), alimentos no perecederos que resulten sencillos de ingerir por no requerir mayor preparación (frijoles enlatados, atún enlatado, verduras enlatadas) y agua.

Etapas de CAS

La bolsita de la felicidad nace después de un cambio muy radical en mi dinámica familiar: en mayo del 2017, mi papá consigue empleo en una ciudad a casi 4 horas de mi lugar de residencia. A pesar de los cambios, mi familia seguía unida, pero separada: mi mamá y yo en Chapala, mi localidad, mi hermana mayor en la Ciudad de México y mi papá en Celaya. Desde mayo del 2017 hemos viajado mi mamá y yo semana tras semana para ver a mi papá al menos dos días, y entonces abrí mi panorama pues me topé con la gran necesidad que existe en mi país. Celaya, en Guanajuato, México, es una ciudad industrial de gran desarrollo por la cual pasa una de las rutas migratorias más grandes del país, así que es sumamente común ver inmigrantes de todas las nacionalidades sin hogar y en espera de continuar con su camino. La carretera para llegar desde Chapala, Jalisco hasta Celaya, Guanajuato también está repleta de personas que piden dinero para poder comprar algo digno para comer.

Cansada de ver el sufrimiento de la gente, decidí empezar a repartir botellas de agua y galletas a las personas que veía en necesidad, pero no me pareció suficiente: esas personas merecía tener su dignidad a pesar de sus condiciones sociales (investigación). Gracias a mi hartazgo por no estar contribuyendo de gran forma, decidí invertir gran parte de mis ahorros en conseguir alimentos enlatados que no requirieran de gran preparación, como lo son las latas de atún, las latas de verdura y las de frijoles; y elementos de limpieza personal que forman parte de mi vida diaria pero que quizás estas personas no tenían debido a su situación: jabón, papel de baño, compresas femeninas, pañales, cepillos de dientes y pasta de dientes. También conseguí paquetes de muchas botellas de agua y papillas para bebé; pues más de una persona se encuentra con un niño entre sus brazos, y me puse a trabajar (preparación). En noviembre del 2017 comencé a armar bolsas llenas de todo lo que compraba y las dividía en tres categorías: las bolsas para hombres, las bolsas para mujeres y las bolsas para niños (acción).

Desde mayo del 2017, salgo a carretera cada fin de semana a visitar a mi papá; pero desde noviembre del 2017 salgo a carretera con bolsas y bolsas de alimento y productos para los que más lo necesitan, con una sonrisa en la cara y con muchas ganas de visitar a mi papá. Ver el agradecimiento de las personas, sus símbolos de apreciación y escuchar sus palabras de buen augurio me motivan cada fin de semana a seguir entregando mis pequeñas bolsitas de felicidad a los que más la necesitan. Muchas veces me cuestionan y me dicen que es inútil "desperdiciar" mi dinero en mi causa, pero yo creo que migrante o pobre, es una persona; todos somos personas antes que nuestra situación migratoria o económica, y todos merecemos tener comida en el estómago y acceso a pequeñas cosas de limpieza que tomamos por hecho casi siempre (reflexión). En los dos o tres días (en promedio) que estoy en Celaya entrego aproximadamente 8 bolsas de hombre, 3 de mujer y 1 de niño. Es una pequeña contribución, pero espero que mis ganas de ayudar le aligeren un poco la travesía a todas estas personas (demostración).