La primera, poder ofrecer material y recursos de aprendizaje (apuntes, esquemas, resúmenes, vídeos, infografías,…) a potenciales alumnos de campos de refugiados. En este caso, el problema (bueno el inconveniente) es ver con qué oenegé u oenegés podemos colaborar, aunque en el centro se lleva muchos años colaborando por el pueblo saharaui y podría ser una muy buena opción porque el alumnado está más cercano al tema. Pero, también, me gustaría, en este caso por ser una cuestión candente que podría motivar al alumnado, ayudar a niños que llegan a España. Lo que sí tengo claro, es que debería desarrollarse en contacto con niños, o alumnos, concretos, de carne y hueso, con los que podamos escribirnos, mandarnos fotos, hacer vídeos, apadrinarlos. Tener, en definitiva, un contacto real.