Durante este trimestre hemos trabajado a partir de la situación de aprendizaje "¿Qué es una obra de arte?", una pregunta filosófica que, como muchas otras, no tiene una única respuesta correcta. A diferencia de trimestres anteriores, en los que nos centramos más en textos o debates, esta vez hicimos una exposición oral sobre una obra artística. Mi grupo y yo decidimos analizar una obra ya existente en lugar de crear una propia porque muchas veces nos resulta difícil expresar nuestras emociones o experiencias a través del arte, y, en cambio, al analizar una obra que ya está hecha, pudimos centrarnos en cómo nos hacía sentir y en lo que nos quería transmitir su autora.
Uno de los mayores aprendizajes ha sido entender que el arte no necesita ser comprendido del todo para tener valor. Al principio, la obra que escogimos nos parecía demasiado abstracta, sin un significado. Sin embargo, al observarla con más calma y compartir nuestras impresiones en grupo, descubrimos que lo más importante no era entenderla “con la razón”, sino sentirla.
En este proceso, también entrevistamos a la autora de la obra, Rita, lo cual nos ayudó mucho. Gracias a sus explicaciones, comprendimos mejor su proceso creativo, las dificultades por las que ha pasado y los sentimientos que intenta transmitir con sus pinturas. Esto nos permitió ver el arte desde otra perspectiva: no como algo lejano o difícil, sino como algo que conecta directamente con nuestras emociones.
Además, actualmente estamos trabajando una nueva situación de aprendizaje: ¿Cómo resolver un conflicto ético?, un tema mucho más complejo de lo que parece a simple vista. Muchas veces creemos saber distinguir entre el bien y el mal, pero cuando nos enfrentamos a dilemas reales, las respuestas ya no son tan claras. Esto me ha hecho plantearme si realmente existe un “bien común” o si lo que consideramos correcto o incorrecto depende del contexto, de las consecuencias o de la intención con la que actuamos.
Este tema me ha generado muchas dudas nuevas, como: ¿cómo sabemos realmente qué es lo correcto en una situación difícil? o ¿es suficiente actuar con buenas intenciones, aunque el resultado sea negativo? Estas preguntas me han hecho ver que la ética no es una lista de normas fijas, sino algo que te enseña reflexionar antes de actuar.
Este trimestre he mejorado en mi seguridad a la hora de expresar ideas propias, incluso cuando no hay una respuesta correcta. También he avanzado en mi capacidad de trabajo en grupo, especialmente en escuchar a mis compañeros y aportar ideas más complejas. Me he dado cuenta de que ahora observo y pienso con más profundidad en muchos aspectos.
Entre las dificultades que he encontrado, reconozco que todavía me cuesta usar correctamente los términos filosóficos y conectar mejor la teoría con la práctica. También me resulta complicado estructurar de forma clara todo lo que pienso o siento sobre un tema. Pero, si lo comparo con el inicio del curso, noto una mejora bastante grande, y creo que con el trabajo que seguimos haciendo en clase, dentro de poco dejará de ser un problema.
En conclusión, este trimestre ha sido más emocional y reflexivo. He descubierto que la filosofía también puede ayudarnos a entender lo que sentimos y a decidir cómo actuar. Me ha enseñado que tanto el arte como la ética abren puertas a nuevas preguntas sobre la vida, la belleza, el bien y el mal. Y eso me hace sentir con más conciencia y actuar con más responsabilidad.