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Entrevista

María Neira

Directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Charo BarrosoAmbientaImágenes © AEE
Imagen cortesía de Fundación 16 de 24 / © © Ramón Collado

“La mejor política de salud global es la lucha contra el cambio climático”

Neira considera que nuestra supervivencia depende de una manera brutal de la suerte de los ecosistemas

María Neira González, especialista en Prevención y Erradicación de Enfermedades Infecciosas, dirige desde Ginebra el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Clama por acelerar un cambio que frene el calentamiento global, pues considera que paliar el efecto que la contaminación está teniendo en la salud global es la mejor política multilateral que se puede impulsar en este momento. Esta endocrinóloga asturiana, quien ya había ejercido como presidenta de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, está convencida de que España puede liderar el proceso de cambio hacia un modelo de producción agrícola y ganadera que no sea insostenible, como el actual; y además ofrecerse como país modelo para la transición energética global. Las políticas ambientales y de salud pública deben coordinarse y replantear en positivo el modelo energético basado en combustibles fósiles no es cuestión de izquierdas o derechas, se trata de “sellar un pacto global por los pulmones”, nos explica en un ilustrativo diálogo desde Suiza .

Salud y medio ambiente… ¿Constituyen un binomio inseparable?

Claramente. Durante mucho tiempo hemos equivocado el discurso y la narrativa hablando, solo de salvar al planeta. Hemos hablado del nivel del mar, de la capa de ozono, de la desaparición de ecosistemas…. Pero nos faltó explicar qué impacto tiene todo eso en nuestra salud. Estamos hablando de salvar a la especie humana. Aunque estemos destruyendo el planeta (y nos estamos esforzando mucho y lo estamos destruyendo muy bien) éste encontrará la manera de sobrevivir. Los humanos no. Nos estamos autofagocitando.

¿Somos conscientes de ello?

—A pesar de nuestra arrogancia tenemos que ser conscientes de nuestra vulnerabilidad. No podemos sobrevivir si dejamos de respirar, podemos hacer la prueba e intentarlo para comprobar lo poco que aguantamos; tampoco sobrevivimos si dejamos de beber durante días o de comer durante más de una semana. Nuestra supervivencia depende de una manera brutal de la suerte de los ecosistemas y en algún momento de nuestra historia reciente creo que se nos ha olvidado. Necesitamos tener una convivencia con los ecosistemas y no una confrontación para asegurarnos sus beneficios. Tenemos mucho que ganar si vamos a favor de la Naturaleza y mucho que perder si vamos en contra. Y tenemos que saber qué estamos poniendo en el medio ambiente y cómo nos lo va a devolver.

Por tanto, ¿podríamos afirmar que el cambio climático es un problema de salud?

El calentamiento global es un atentado a la salud pública. Pero es importante huir de una visión apocalíptica y dejar de centrarnos solo en sus consecuencias negativas. Éstas ya están descritas por la ciencia y las estamos viviendo muy de cerca. Es algo que nadie puede poner en duda. Pero con independencia de ello, ¿quién puede estar en contra de la importancia que tiene que el agua que bebemos no esté contaminada? No nos beneficia tomarla llena de residuos plásticos o de metales pesados. ¿Quién va a decir que respirar aire contaminado es bueno? Tomar medidas para mitigar el cambio climático es un gran tratado de salud pública y la mejor política que podemos poner en marcha para salvar vidas.

¿En qué áreas podemos evitar más muertes con una buena política ambiental?

—Cualquier política que se ponga en marcha para luchar contra el cambio climático tiene un beneficio, más grande o más pequeño, para la salud. Si ponemos en marcha una política energética de uso de combustibles renovables o energía limpia, ayudará a evitar 7 millones de muertes anuales. Solo con eso ya sería una razón más que suficiente para hacerlo. Lo mismo con medidas que fomenten una movilidad sostenible o modificaciones en la dieta. Los factores de riesgo ambientales representan un 25 % de la morbimortalidad, es decir, de qué enfermamos y de qué morimos.

¿Cuáles son esos factores ambientales?

La falta de acceso al agua potable y al saneamiento son responsables de muchas enfermedades diarreicas y epidémicas que se cobran muchas vidas todos los años. También la exposición a sustancias químicas como los pesticidas, fertilizantes o la basura electrónica y, por supuesto, la contaminación del aire. Todo ello agravado por el calentamiento global.

La lucha contra la contaminación atmosférica es uno de los grandes caballos de batalla de la OMS. ¿Nos hemos acostumbrado a esa elevada cifra de muertes?

Estamos hablando de siete millones de fallecidos al año. Con esa cifra sería de esperar que hubiera una urgencia a nivel global y que todos los países tomaran medidas. Sin embargo, no acabamos de ver esa respuesta proporcional a la magnitud del problema. Y lo mismo con las muertes por tabaco. Pero además de los fallecidos, se producen muchas hospitalizaciones por enfermedades crónicas que, además del coste individual del sufrimiento de la persona, tienen un importante coste económico para la sociedad. Esto es algo que no se incluye cuando se calcula el beneficio que pueden generar los impuestos al tabaco o a los combustibles fósiles. No se incluye el precio que cuesta mantener unos hospitales que van a curar enfermedades causadas por ellos. Hay una irracionalidad en esto muy importante. El gasto en salud duplica a los beneficios, el sistema sanitario tiene que cubrir unos costes que alcanzan a nivel global los 5 trillones de dólares al año.

¿Pudo influir en la pandemia de la Covid-19?

Empezamos a tener cada vez más evidencia comparando los mapas de contaminación atmosférica en distintas ciudades y la afectación por Covid en cuanto al número de casos y fallecidos. En aquellas ciudades menos contaminadas la mortalidad ha sido más baja. La relación causa-efecto nunca es directa, hay otros factores, pero es evidente que hay influencia, pues existe un factor de riesgo importante: los pulmones que han estado expuestos a la contaminación son más vulnerables a cualquier enfermedad respiratoria.

¿Le preocupa más la situación en Europa o en los países en desarrollo?

El 90 % de la población global respira aire que no cumple la normativa propuesta por la OMS: hablamos de un asesino invisible; pero no es lo mismo en Suiza, que está un 20 % por encima de los niveles máximos de contaminación recomendados que Nueva Delhi, donde este índice puede superarse 400 veces y supone todo un atentado contra la salud. A pesar de que existen unos parámetros, lo cierto es que cuando hablamos de contaminación del aire no deberíamos aceptar niveles seguros. En Europa la situación es mejor, pero es inaceptable que todavía tengamos 400 000 muertos cada año en países tan avanzados como los nuestros debido a la mala calidad del aire. Tenemos que dar ejemplo para proteger a nuestra población con una política responsable y ayudar a los países en desarrollo a no cometer los mismos errores que cometimos con el acceso a combustibles muy contaminantes.

Reclama la necesidad de un pacto global por la calidad del aire. ¿Es posible?

—No mientras se sigan financiando los combustibles fósiles. Es un dinero que se destina a atentar contra la salud y será responsable de enfermedades y muertes. Cuanto más aceleremos la transición hacia energías limpias y renovables más protegeremos la salud. En las Cumbres del Clima deberíamos poner encima de la mesa cuántos muertos estamos dispuestos a aceptar hasta que no se tomen otro tipo de decisiones. La situación es más preocupante que nunca y cuando parecía que las negociaciones sobre combustibles fósiles ya iban en el buen camino, lo que está pasando en Ucrania ha replanteado todo. Ya hemos sido excesivamente lentos y permisivos, los combustibles fósiles tienen que seguir siendo lo que son: fósiles.

María Neira trabajó durante muchos años en países en desarrollo

La directora de Salud y Medio Ambiente de la OMS considera vital la eliminación de los combustibles fósiles

España puede ejercer un importante liderazgo en transición energética y salud pública global

Cambiar la situación exige decisión política y mantenerse firme ante muchos intereses

—Volvemos al cómo se contaron las cosas, un discurso en el que se coló una politización mal entendida y defensa del medio ambiente se atribuyó al activismo de izquierdas. Tenemos que entender que, al margen del discurso político, la crisis climática es una cuestión de salud. Si no entendemos eso, nos equivocaremos todos. Y los políticos no pueden solo denunciar como si fueran activistas: ¡tienen que actuar! Ningún país que haya destruido su medio ambiente tendrá una economía que le permita avanzar.

En España se ha puesto en marcha el Plan Estratégico de Salud y Medio Ambiente (PESMA): ¿Qué le parece?

España puede tener un liderazgo importante en la transición energética y es importante que vaya acompañada de una demostración del beneficio que supone para la salud. Se han dado grandes pasos, pero tenemos que ser aún más ambiciosos. No se trata de poner en marcha un plan, sino dotarlo de recursos. El Ministerio de Transición Ecológica y el de Sanidad están llamados a hacer grandes cosas juntos y un argumento cuyo eje sea la salud impulsará las políticas medio ambientales que ya están implementadas y también a las que se quieran poner en marcha a futuro. Éste es el ‘win-towin’ de una buena política energética.

Antes ha comentado que el cambio climático ya no se puede poner en duda. La evidencia científica está clara, pero luego hay que traducirla a políticas de salud pública…

Los médicos y la profesión sanitaria en general cada vez están más concienciados de esa relación. A un niño asmático se le puede dar un tratamiento y mandarlo a su casa sabiendo que es una zona contaminada y que le va a provocar nuevos ataques. Pero como médico también se puede aconsejar que no viva ahí, o hablar con el alcalde para ver cómo se puede reducir esa contaminación que genera que atienda a numerosos casos de asma. En este sentido hago un llamamiento a toda la profesión sanitaria para que cada vez seamos más nosotros quienes alcemos la voz y dejemos claro que lo que es bueno para el medio ambiente es bueno para la salud, y que ésta no puede protegerse en un ambiente totalmente contaminado. Tenemos que convertirnos en ‘greendoctors’.

Dice que los médicos hablen con los alcaldes…

Los alcaldes son ‘ministros de salud’ que pueden hacer grandes cosas con políticas sectoriales, tomando decisiones en sus territorios y tenemos que proporcionarles herramientas para decidir qué intervenciones pueden ser necesarias, cómo medir los beneficios para la salud y cómo comunicarlos a los ciudadanos. Pueden hacer transformaciones increíbles con determinación y voluntad política.

Menciona las transformaciones… ¿urgen en las ciudades?

Las políticas en favor de ciudades sostenibles generan múltiples beneficios. Las urbes tienen que replanificarse pensando en la salud de sus habitantes. Para ello es fundamental un transporte público sostenible y limpio, sacar los coches de los centros urbanos, una mejor gestión de los residuos municipales, viviendas eficientes y evitar la superpoblación. Invito a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) a que tomen el tema como prioritario, porque ya es un movimiento irreversible.

Necesitamos una revolución sanitaria positiva basada en el concepto ‘One Health’, gestionar sentido común, lógica y racionalidad agrícola y ganadera

Intervención en la OMS durante la pandemia de la Covid 19

Hablemos de virus… ¿La pandemia ha sido una advertencia?

Convivimos con virus desde siempre, pero no debemos desestabilizar y destruir el equilibrio existente. Tenemos que entender y trabajar en el concepto ‘One Health’: mantener en armonía la barrera entre la salud humana, la salud animal y la salud ambiental. Nuestra mejor barrera para defender la salud, incluidos virus emergentes, es la protección de la naturaleza. Todo lo que podamos hacer para que el medio ambiente trabaje a nuestro favor será una barrera de prevención. El 70 % de los brotes epidémicos ha comenzado con la deforestación y enfermedades como el ébola, el VIH o el SARS ya han demostrado qué ocurre cuando traspasamos esas barreras: siempre saldrá perdiendo la salud humana.

Gran parte de esa deforestación es para mantener el actual sistema alimentario, ¿es insostenible?

Es un sistema perverso que tenemos que revisar para producir alimentos sostenibles de principio a fin. Realizamos una agricultura intensiva, con fertilizantes, que consume grandes cantidades de agua y un tercio de los alimentos acaban en la basura. Es una incoherencia y algo inaceptable.

¿Debemos reducir el consumo de carne para frenar el cambio climático?

Tenemos un consumo muy alto de carne que tendríamos que, si no eliminar, sí reducir; y debemos ser conscientes de cómo se generan los alimentos, de cómo son las granjas, las repercusiones de la producción intensiva… Así podremos adoptar decisiones informadas.

La Covid ha provocado menos mortandad en las ciudades menos contaminadas

¡En esta cuestión parece que las nuevas generaciones son más implacables!

—Las nuevas generaciones quieren saber de dónde vienen los alimentos, si tienen contaminantes, aditivos, cómo se producen… Están concienciados con fomentar una mejor salud. Es una generación que recicla, que tiene conciencia del bienestar animal o del impacto del plástico en los océanos. Hay que ayudar a esta generación a que no esté solo frustrada manifestándose en las calles contra el cambio climático, sino a que sean los mejores transformadores, aunando el conocimiento más tradicional con la ciencia y la tecnología que tenemos ahora, y hacerlo mucho mejor que lo que lo hemos hecho nosotros.

—Parece que mantiene la esperanza.

En nuestras manos está todavía frenar el impacto de esta crisis. Si un país apuesta por renovables contaminará menos y habrá menos casos de asma, pero como ciudadanos también podemos decidir que dejamos de usar el coche o consumir más alimentos ecológicos. Hay que hablar de cambio climático, pero hacerlo en positivo y destacar lo bueno que tiene para la salud tomar medidas a nivel global y personal. Todavía tenemos posibilidades.

La OMS publicó tras la pandemia un manifiesto para la recuperación saludable y respetuosa con el medio ambiente