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Acceso a pie a los cuatro lagos de origen glaciar (Cueva, Calabazosa, Cerveriz y Almagrera), Monumento Natural integrado en la Reserva de la Biosfera de Somiedo. Una de las rutas senderistas más bellas de España. © E. Fdez

Los territorios del oso

El turismo ambiental sostenible, basado en la preservación y recuperación de la biodiversidad, la cultura y las tradiciones ancestrales, impulsa el desarrollo local en las montañas occidentales y meridionales de Asturias, donde arraiga de nuevo el modelo de vida en armonía con la Naturaleza

Si por arte de barrabiellu podiéramos llevate a un paradisu verdi, con bayura de verdi, Ilevábamoste a Asturies. Non puedes saber cómo ye’l campu d’Asturies. Ellí, el verde ye otra cosa. El verde güel a verde. Asturies ye comu un reinu los cuentos, suave y duru al empar, y vieyu comu é vieyu el so falar tamién. Un reinu estremáu de tou lo demás pe los montes. ¡Con dicite que queden per ellí osos y llobos, y lliries y esguilos que casi que falen tovía! María Josefa Canellada, académica de la Lengua, de Infiesto, escribió estas líneas en Madrid en 1980. Quedaban osos, pocos. Cuarenta años después, contra pronóstico, hay más. En Asturias, su “reino de hadas suave y difícil de proteger, el verde es otra cosa” y siempre huele a verde.

En su origen, la protección administrativa de los territorios naturales, incluso aquéllos que estaban poblados, tenía un objetivo principal: proteger la biodiversidad. Hoy, el modelo se va perfeccionando en busca del bienestar de las personas, el desarrollo local y la lucha contra la despoblación. Por ejemplo: la declaración Reserva de la Biosfera [siete hay en Asturias], “no acarrea desventajas a los pobladores locales, ha garantizado la conservación de los territorios y la protección de su esencia cultural, y promueve el desarrollo socioeconómico en comarcas deprimidas”, tal y como ha certificado en diversos informes UNESCO a través del programa Man and Biosphere. La gestión responsable, la protección del medioambiente y el turismo sostenible son un motor de desarrollo para el Principado y un regalo para el visitante.

La Reserva de la Biosfera de Muniellos forma parte del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, en el centro occidental asturiano; está vertebrada por el Narcea y el Ibias y sus afluentes Tablizas, Naviego y Couto. Cauces de vida y riqueza que, en contraste con terrenos abruptos de belleza inaprensible, han forjado durante siglos un ser y un hacer diferente pero universal, una relación de respeto entre el ser humano y la naturaleza que en el siglo XXI ha de ser cada vez más simbiótica. Muniellos, que no parece un paraíso porque es un paraíso, alberga el mayor robledal de la Península Ibérica, integrado y en equilibrio con los bosques primarios que destacan en Europa por su excelente estado de conservación. Más de 150 especies de vertebrados habitan este territorio único en España: el oso pardo, el muy amenazado urogallo cantábrico, la liebre de piornal, el lobo ibérico y un centenar de especies de aves, con abundancia de carpinteros y perdiz pardilla.


Ecoturismo y tradición, fuente de riqueza

Víctor García Trabáu conoce estos territorios casi tan bien como el color de la capa de cada uno de los osos y ‘esbardus’ que los hollan. Cada marca de la garra del macho en avellanos y fresnos, cada huella, cada escapadero y cada cueva en los cortados de la montaña donde se refugia la osa, aguardando, para parir, el ocaso del invierno. Víctor, joven, fuerte, hospitalario, de corazón celta, y orgulloso de su ‘Asturies’, explica las maravillas de la montaña a los visitantes europeos en un inglés impecable, fruto de su afán de conocimiento y de los años que pasó estudiando y trabajando en Escocia e Irlanda. Marchó en busca de otros aires, pero pronto regresó a casa en Trabáu (Tablado, Degaña), en la comarca de los Cunqueiros, artesanos de la elaboración y venta trashumante de menaje de madera, que en su argot denominaban tixelas y por otros lares “concos”: los recipientes para beber el vino, y los platos de madera, jarras… Víctor, conocido por ser el último tixileiro de Asturias, apostó por trabajar en la protección del acervo popular, de las tradiciones familiares y, sobre todo, del ecoturimo.

Guía de montaña especializado en servicios turísticos para observación de fauna salvaje, sobre todo osos, ofrece con su equipo de jóvenes colaboradores experiencias diferentes a quienes desean acercarse al mundo natural de una manera “que les marque, e incluso cambie su forma de pensar, de vivir y de relacionarse con la naturaleza”. “Era imprescindible [para evitar el abandono rural] impulsar en la Asturias de interior un movimiento de acción y consumo útil, generado por iniciativas de emprendimiento ideadas y gestionadas por los propios habitantes de la zona, proyectos viables que, por un lado, garantizaran modos de vida más sostenibles y, además, permitieran preservar el legado de nuestros antepasados como raíz y base de la sociedad. También como ejemplo para otras regiones ‘vaciadas’ del valor que puede aportar el mundo rural”, afirma Trabáu, quien insiste en que “cada proyecto turístico u hostelero, o cada servicio al visitante, ha de diseñarse reduciendo al mínimo el impacto sobre el medio ambiente, atendiendo a la sostenibilidad social, económica y ecológica y fomentando la convivencia entre paisaje y paisanaje”.

Víctor trabaja desde Leitariegos a Ibias, pasando por Teverga y Las Ubiñas y por supuesto en Somiedo —‘telescopio con telescopio’— con el equipo de la agencia ovetense Wild Spain Travel, especializada en experiencias en la naturaleza, observación de fauna en libertad, educación ambiental y ‘hide photography’ para aficionados e investigadores. El biólogo Luis Frechillas, fundador de la empresa, considera imprescindible “la regulación del flujo de visitantes para evitar masificaciones y que el turismo modifique el comportamiento natural del oso o dañe su hábitat”. En su opinión, las actividades en zonas “sensibles” deberían realizarse siempre bajo la supervisión de los especialistas de agencias autorizadas quienes, además de contribuir a que la experiencia sea mucho más gratificante (y exitosa en el caso de la observación de osos), conocen bien el territorio y ejercen una función complementaria a la de la guardería: “La conservación del entorno, aparte de nuestra pasión, es el soporte para nuestro trabajo”.

El Cortín de Cadenas (Muniellos), construcción ancestral para proteger los panales de la glotonería del oso. © J.C. Muñoz

El alcalde de Somiedo, ‘Mino’ Fernández, en el centro de la Pola, capital de la comarca en mayo de 2022 © E. Fdez

Víctor García, alias Trabáu, muestra una ‘tixela’ elaborada en el momento con la máquina centenaria en el patio de Casa Mario (Posada de Rengos) © Juan Carlos Muñoz

Las actividades ambientales y de observación de fauna contribuyen al buen funcionamiento de alojamientos rurales, restaurantes y otros servicios en temporada baja

Más de 300 osos viven en libertad en los colindantes Parques Naturales de Las Ubiñas-La Mesa, Somiedo y Fuentes del Narcea. Los tres son espacios protegidos y han sido declarados Reservas de la Biosfera, por lo que cuentan con áreas cuyo acceso está restringido y un alto nivel de protección. Aun así existen en todos ellos miradores habilitados con aparcamientos y paneles informativos para el viajero. Sólo un apunte a modo de ejemplos: el mirador de Aguino, junto a Pola de Somiedo (se puede llegar a pie por una senda señalizada), el recóndito Mirador del Príncipe, o el ubicado en la aldea de cuento La Peral, un paraje inolvidable donde uno se perdería para olvidarse del mundo.

En todas las zonas oseras del centro de Asturias mayo es buen momento para la observación de osos. Un mes de temperaturas suaves, cuando la naturaleza luce esplendorosa y sin embargo la afluencia turística aún es floja: “Este tipo de actividades contribuyen, sin duda, al buen funcionamiento de alojamientos rurales, restaurantes y otros servicios en temporada baja —señala Frechilla—, porque el visitante, y cada vez tenemos más turismo europeo que se interesa por estas comarcas, busca una experiencia completa, no solo ver animales: esa es sólo la guinda del pastel”.


Ecoturismo y tradición, fuente de riqueza

Acreditado desde 2007 con la Carta Europea de Turismo Sostenible, Somiedo agrupa unas cuarenta aldeas y es uno de los territorios naturales más valiosos de España, con alto grado de conservación y una diversidad ambiental y paisajística únicas, donde están presentes todos los ecosistemas y especies característicos del área central de la Cordillera Cantábrica. Buena parte de la Reserva de la Biosfera a la que da nombre está cubierta por bosques caducifolios: hayedos —los más abundantes—, pero también brezales, escobonales y piornales y una anomalía botánica, la centaura, especie única y endémica de esta reserva. Allí habitan todos los grandes mamíferos de las montañas cantábricas: ciervo, corzo, jabalí, rebeco, lobo y, sobre todo, el oso pardo. También el alimoche, águila real, buitre, pico mediano, pito negro y ‘algún’ urogallo.

El tradicional ejercicio de la trashumancia y la transterminancia (pastorear al ganado hacia zonas altas en busca de pasto fresco) también dejó su huella en el uso del espacio, lo cual ha permitido durante siglos una coexistencia modélica entre patrimonios natural y etnográfico; y es que Somiedo conserva (y protege) un acervo cultural y humano singular, hasta el punto de que aún se puede hablar de dos grupos de población diferenciados, los vaqueiros de alzada (pastores encargados del cuidado y traslado de la vaca roxa) y los xaldos (pobladores sedentarios de las aldeas a las que los vaqueiros, que habitaban en las brañas, bajaban a protegerse durante el invierno). Esta herencia etnográfica ha dado lugar una enorme red de sindeirus, bredas, cañadas y camines de carru que cruza la región y ofrece al viajero —en las zonas donde no está limitado el acceso por cuestiones ecológicas o programas de conservación— mil y una maneras y recorridos para sorprenderse con una naturaleza que parece dibujada por el propio Frechilla.


Riqueza natural y desarrollo

“Desde hace décadas trabajamos en busca de un futuro próspero a través de la puesta en valor de la esencia asturiana, que es única, rica, especial pero de algún modo universal: sabíamos, y el tiempo nos ha dado la razón, que la recuperación de ciertas especies como el oso y la protección y explotación sostenible de la riqueza natural podría ser la base del desarrollo y, además, ayudarnos a frenar la despoblación y a arraigar aquí a los jóvenes, que visualicen que en su tierra tienen futuro, y que sus hijos tendrán calidad de vida”, explica el alcalde, ‘Mino’ Fernández Fervienza, quien a la sazón preside la Red Asturiana de Desarrollo Local y el Grupo para el Desarrollo del Camín Real de la Mesa. “En 1988, cuando Somiedo fue declarado Parque Natural, aquí pensábamos que el oso no iba a llegar al siglo XXI —prosigue el alcalde en una charla informal con un grupo de comunicadores ambientales y biólogos llegados incluso desde Inglaterra y Escocia—. Ahora el oso es nuestra seña de identidad: un estandarte. ‘Vendemos’ avistamiento de osos, pero sobre todo Naturaleza en estado puro, diría yo que salvaje: rutas, bosques, lagos, teitos [cabañas con techos elaborados a mano con el piorno, que son las construcciones que componen las brañas de los vaqueiros] y, por supuesto, una gastronomía autóctona única y servicios hosteleros cada vez de mayor calidad”. Somiedo también conserva en buen estado olleras, construcciones cubiertas de piedra por donde discurría el agua y permitía conservar fresca la leche y algún molín d’agua para trigo y centeno.


Explotación sostenible de los recursos

Aún así, aunque las explotaciones ganaderas son, junto al turismo, la base económica de Somiedo, el ancestral ‘conflicto’ con el oso, y el azote del furtivismo, van dando lugar a un estado de opinión gracias al cual los paisanos comprenden que “cuidar a los osos da dinero”, explica Juan Carlos Blanco, científico de Fundación Oso Pardo, quien ejemplifica en Somiedo y en Fuentes del Narcea, “la apuesta por basar el futuro de una comarca en la conservación y la explotación sostenible de su riqueza natural fue una decisión muy inteligente”. Blanco es uno de los principales especialistas europeos en grandes carnívoros, biólogo de renombre internacional por su excelencia en el estudio del lobo ibérico. Considera que una de las claves de que este modelo de desarrollo sea exitoso y exportable a otras zonas de España es la combinación de un “sistema permisivo con la agricultura tradicional, pero restrictivo con el turismo”, en el sentido de “regular de forma estricta los usos y las zonas de acceso para no alterar los biotopos”. En su opinión, “planificar y regular no es obstaculizar o frenar, sino la única forma viable e inteligente de fomentar un turismo sostenible y responsable que contribuya al desarrollo: la dinamización económica de estos territorios revierte en positivo en la conservación de las especies; se trata de un círculo virtuoso”.

Los expertos consideran que el trabajo desarrollado en la protección del oso y su hábitat es el mayor éxito de un programa de conservación y recuperación de una especie al borde de la extinción de España

Juan Carlos Blanco (derecha), especialista en grandes carnívoros junto a otro científico de Fundación Oso Pardo © Juan Carlos Muñoz

Osa con sus tres esbardos a los pocos días de salir de la cueva en la Reserva Natural de Fuentes de Narcea. © FOP

El mayor logro

“Los milagros existen, pero para que se produzcan es preciso que alguien crea en ellos”, escribió en Coimbra el poeta portugués Miguel Torga. Y en España, un grupo de apasionados, creyó en la viabilidad del oso. El trabajo desarrollado en la recuperación y protección de su hábitat desde 1992, superando dificultades técnicas, administrativas, financieras y la oposición de buena parte de la población autóctona, es calificado por los especialistas “como el mayor éxito, hasta el momento, de un programa de conservación y recuperación de una especie al borde de la extinción de España”. Y los resultados son conocidos en toda Europa. Hace treinta años quedarían diseminados por Asturias no más de setenta osos, hoy contamos con más de 600 ejemplares, está desapareciendo la endogamia y la especie se recupera y continúa en expansión.

Movimientos ecologistas, científicos y ciudadanos sensibilizados por la situación crítica que sufría la especie consiguieron, no sin esfuerzo, concienciar a la población local de la importancia de recuperar al oso y de los beneficios sociales y económicos que ello conllevaría.

“El oso se recupera bien: y la razón es que, de una vez por todas, todos los actores hemos trabajado coordinados en la misma dirección. Fundaciones y asociaciones sin ánimo de lucro, ayuntamientos, cazadores locales, apicultores, administraciones”, afirma el ‘pope’ de la defensa del oso en España, Guillermo Palomero, presidente de Fundación Oso Pardo (FOP). “Aún necesitamos que donde sea posible e indiquen los estudios científicos se siga ampliando la superficie protegida anexa a las reservas naturales, para que la especie pueda seguir campeando, expandiéndose y se mezclen los linajes para incrementar la riqueza genética y la fortaleza de las poblaciones —afirma Palomero—. Hemos conseguido demostrar que el oso es desarrollo económico y que es posible evitar los conflictos, que además son perfectamente previsibles”.

FOP continúa con el plan piloto de plantaciones de cerezos y castaños (bosques de alimentación) en fincas abandonadas y terrenos comunales, normalmente en cotas altas, para evitar que los animales se acerquen a las aldeas en busca de comida fácil. Además, está desarrollando el programa LIFE ‘Osos con futuro’, en colaboración con el CSIC, con el objetivo de garantizar a largo plazo la alimentación natural del oso pardo en libertad. La bellota y el hayuco son habituales en la dieta de este plantígrado y los expertos en botánica prevén que robles y hayas producirán menos fruto a causa del cambio climático.

Lagos glaciares de Saliencia reflejan el verdor de las praderas, el gris de las rocas, el rojo del suelo y el amarillo de la escoba © E. Fdez

El presidente de Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, en la zona de observación de Pola de Somiedo © E. Fdez

El biólogo Luis Frechilla en el observatorio de fauna de La Peral, junto al mapa explicativo con los dibujos que él mismo realiza. © E. Fdez

Observación de osos desde el mirador de Aguino (Pola de Somiedo). Mayo 2022. © Juan Carlos Muñoz

“Asturias tiene todo lo necesario para convertirse en la referencia mundial del turismo rural”

Paul Lister, The European Nature Trust

El filántropo Paul Lister no habla una sola palabra de español, pero conoce el valor medioambiental y la biodiversidad de la Península Ibérica mejor que muchos españoles; se muestra convencido —milita— de que la protección y la preservación de especies icónicas de la fauna española, como el oso, el lobo o el lince, además de una obligación ‘ecosófica’ y moral, es una magnífica estrategia para el fomento del bienestar y la creación de empleo de calidad en zonas poco accesibles. Heredero de una importante fortuna familiar, pasa parte de su tiempo (cuando no viaja por el mundo) en Alladale Wilderness, una reserva natural en las Tierras Altas escocesas en la que convive con animales salvajes en libertad. Fundador y mecenas de la ‘non profit’ The European Nature Trust (TENT), contribuye a salvar importantes ecosistemas europeos y a impulsar proyectos de conservación de grandes carnívoros, bajo la convicción de que los ‘superdepredadores’ son los animales que tienen un impacto real en el equilibrio medioambiental. TENT apoya económicamente a Fundación Oso Pardo y a Fundación Global Nature, entre otras. Enamorado de la naturaleza y la cultura asturiana asegura que el Principado “dispone de todos los elementos necesarios para convertirse en la referencia mundial del turismo rural y ambiental; solo hay que seguir trabajando, y hacerlo en la dirección correcta de la mano de los especialistas y entidades que conocen el terreno y llevan años trabajando sobre él”.